¿El común de los católicos alcanzan captar el sentido profundo de la Solemnidad de la Ascensión del Señor que celebramos hoy? Tradicionalmente, se celebraba a los 40 días del Domingo de Pascua porque es el día indicado por San Lucas. Por no ser fiesta de precepto, en la mente de los fieles, igual no tiene tanta importancia y nuestro obispos han cambiado la Solemnidad de la Ascensión al domingo siguiente. Recordemos que en los los primeros siglos del cristianismo, hasta el cuarto, es decir, tiempos del Emperador Constantino y posteriores, los cristianos vivían en un mundo pagano y las fiestas celebradas eran paganas, pero no dejaban de celebrar las grandes fiestas cristianas, pese a que caían en días laborables. Supongo que los obispos cambiaron el dia en el que celebramos la Ascensión porque pensaban que siendo un día laboarable, los católicos actuales no acudirían a la Santa Misa si cayera la fiesta en día entre semana. El sentido del domingo como día de paz, de alegría, de esperanza, de gozo como Día del Señor se ha ido perdiendo en las últimas décadas. Pese a que en la mayoría de los casos el sábado no es día laborable, excepto para las tiendas etc. resulta que se abren las tiendas, los centros comerciales y la gente se dedica a hacer la compra el domingo. El el Perú, la cosa llega a un gran extremo, de manera que prácticamente todo queda abierto el domingo: no solo las tiendas, sino los talleres de auto, y todo tipo de servicio. He visto que en Chile, ni el mismo día de la Navidad abren los supermercados y otras tiendas, pese a que la temporada de compras de Navidad se extiende ya desde Noviembre y se ha introducido el Halloween, los restos de una fiesta pagana. Es decir, que vivimos en una dictadura, no solo político en el que los gobiernos tienden a controlar todos los aspectos de la vida de las personas, atacan a la familia, llavan el cerebro de los niñóo en los colegios, obligándo a la gente a hacer cosas peligrosas como ponerse un bozal que es un peligro para la salud, obligarnos a "la distancia social" y la manía de estar lavándose las manos todo el día, al entrar en una tienda, también en una iglesia y no solo al entrar sino durante la misma misa de manera que acuden a recibir la Sagrada Hostia con la mano cubierta de un gel hecho de alcohol. Hasta tal extremo ha llegado esta manía que en dos ocasiones, me han interrumpido la Misa a protestar porque según ellas no había lavado las manos con el dichoso gel, porque ellas no ven lo que hago antes de ingresar en la Iglesia. Al entrar en la Iglesia, ingresamos en un espacio sagrado, pero los gobienros satánicos que ejercen esta locura y dictadura sanitario han metido tanto miedo en la mente de la gente que no son capaces de participar en la celebración sagrada de la Santa Misa sin protestar ni abandonar el miedo para recibir la Palabra de Dios y el Cuerpo de Jesucristo.
Me voy a guíar en esta homilía del Libro del Papa Benedicto XVI, Jesús de Nazaret y el capítulo que trata precisamente del misterio de la Asención de Jesús a la derecha del Padre y el hecho de que no es que nos abandone sino que nos recuerda: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos", frase de Jesús que recoge San Mateo en el final de su evangelio al enviar a los apóstoles a evangelizaar. Conviene recoger dos aspectos, primero el hecho de que Jesús completa su misión en este mundo con su Ascensión al cielo y hemos de esperar su segunda venida al final de los tiempos. Por otro lado, no nos abandona, se queda con nosotros "todos los días". La Iglesia tenía una clara conciencia de los dos aspectos.
Si bien es cierto que los primeros cristianos esperaban la vuelta del Señor en su gloria, pero es igualmente cierto que el mensaje cristiano no tiene que ver solo con la vuelta del Señor al final de los tiempos sino "todos los días" de neustra vida y de nuestra historia. Veamos como se presenta el misterio de la Asención del Señor al final del Evangelio de San Luchas y al inicio del Libro de los Hechos, Las últimas frases del evangelio dicen: Después los sacó hasta Betania, y levantando las manos, los bendecía, se separó de elllos subiendo hacia el cielo. Ellos se volvieron a Jerusalén, con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios (Lc 24,50-53).
A nosotros nos sorprende esta conclusión. Jesús se fue, dejándo el mundo más o menos como estaba. Nosotros tendemos a pensar que debía de estar tristes y cabizbajos dado que se trataría de la última vez que lo verían en este mundo, Sin embargo, leemos que regresaron a Jersualñen "llenos de alegría". El ya se encuentra "a la derecha de Dios", es decir un nuevo modo de existir, es enaltecido, San Pablo escribe a los filipenses: Dios lo exaltó y le otrogó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos y en la tierra y en los abismos.
Nos toca corregir nuestro concepto de la Ascensión de Jesús al cielo. "La asensión no es un marcharse a una zona lejana del cosmos, sino la prermanente cercanía que los discípulos experimentan con tal fuerza que le produce alegría (Jesús de Nazaret 326-327), Pasemos al inicio de los Hechos de los Apóstoles y enocntramos que hay un coloquio entre Jesús y los discípulos en elque preguntan, manifestando su mentalidad superada "¿es ahora cuando vas a restarurar el Reino de Israel? Ellos reciben una misión de proclamar la gran noticia hasta los confines de la tierra y lo harán porque fuerza de lo alto que es el Espíritu Santo. Luego aparece la nube como sucedió en la ocasión de la Transfiguración y también cuando la visita del Angel Gabriel a María para anunciar su misión, El Espíritu Santo vendría sobre ella y el poder del Altíismo la cubriría con su sombre, es decir, la nube. En el Libro del Éxosdo la presencia de la nube indica la presencida sagrada del Señor (40,34ss). También la nube iba delante de Israel durante sus peregrinaciones por el desierto (Ex 13, 21ss). La nube no es una referencia a una suerte de viaje de Jesús por las estrellas sino su entrada en el misterio de Dios, pero con su cuerpo glorioso donde va a"preparar un lugar para todos nosotros", "Con eso, se alude a un orden de magnitud completamente diference, a otra dimension del ser", esribe Benedicto XVI (p 328) .
Jesús vuelve al Padre, del cual, en realidad nunca se había separado ni se separa de sus discípulos, como he señalado arriba al citar sus palabras recogidas por San Mateo. "Estar "sentado a la derecha de Dios" significa participar en la soberanía propia de Dios sobre todo espeacio" (ibid). San Agustín decía que Dios es intimo intimior mei, está más cerca de mí que yo mismo. Jesús hombre e Hijo de Dios forma parte de esa intimidad, cercanía de Dios a cada uno de nosotros, no solo por ser el Creador que nos ha creado a su imagen y semejanza, sino como Padre e Hijo que nos comunica su Espíritu.
En el c. 6 del Evangelio de San Marcos, después del relato de la multiplicación de los panes, los discípulos parten en la barca y se encuentran en medio de una tormenta, mientras Jesús había ido a la montaña a orar como hacía con frecuencia. De repente, en medio de las olas, Jesús aparece caminando sobre las aguas. Eso porque está unido con su Padre y presente en todas partes y en todo momento. Es una imagen de la Iglesia a lo largo de los siglos que se enfrentan con un gran número de obstáculos y en no pocas ocasiones, como en estos tiempo, parece que la barca de Pedro se hunde, pero igual que en el Lago de Galileo, el Señor está presente y la está guiando.
También, María Magdalena después de haber visto los dos ángeles en el sepulcro ve a Jesús en el jardín pero la confunda con el hortalano. Cuando ya lo reconoce porque él la llama por su nombre y ella contesta Rabbuni, ella quiere tocarla como antes, pero no le permite, poque sube a su Padre. Se trata de otro modo de presencia. Los dos de Emaús no lo reconocieron en el camino y luego sí en el partir el pan, pero desaparece. San Pablo ecribe a los Corintios ( 2Cor5,16ss), Si conocimos a según los criterios humanos, ya no lo conocemos así. Si uno está en Cristo, es una nueva criatura, es una criatura nueva .Con nuestro bautismo se ha inagurado una novedad de vida, somos nuevos criaturas.
Jesús, llevando a sus discípulos hacia Betania, los "levantando las manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos subiendo hacia el cielo (Lc 34,50ss). Benedicto XVI termina su capítulo sobre la Asención: "Jesús va bendiicendo y permanece en la bendición. Sus manos quedan exxtendidas sobre este mundo, Las manos de Cristo que bendiicen son como un techo que nos proege. Pero son al mismo tiempo un gesto de apertura que desgarra el mundo para que el cielo penetre en él y legue a ser en él una presencia".
Ojalá nuestra celebración de la Solemnidad no se una cosa incomprensible que poco tiene que ver con nuestra vida en este mundo. ¿Acaso Jesús bajo del cielo, haciéndose como uno cualquiera y llegando hasta la muerte de cruz, superando la muerte e inaugurando un nuevo mundo con su resurrección se iba a marchar y olvidarse de nosotros, que no se iba a quedar para guiarnos hacia la meta final que es la comunión con Dios Padre en Él por la fuerza del Espíirtu Santo?
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