sábado, 8 de mayo de 2021

Dios es Amor. ¿Qué significa?

HOMILÍA PARA EL VI DOMINGO DE PASCUA, 9 DE MAYO DE 2021. 

Sí, sabemos que Dios es amor, pues lo dice San Juan en su Primera Carta que hemos leído hoy. En el Evangelio, como el del domingo pasado, se desentraña lo que significa esta frase fundamental que resume toda la espiritual de la Biblia.

Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor". Dios no conoce la contabilidad, el "yo te doy para que tú me des" . ¿Qué les pasó a Adán y Eva? No conocieron de verdad a Dios porque quisieron hacer su propia voluntad y no someterse a las limitaciones que Dios les había impuesto por su misma naturaleza de criaturas. Por un lado, Dios ama incondicionalmente. Hace que el sol brille sobre buenos y malos y que la lluvia caiga sobre bueno y malos. El ha creado todo el universo y cada ente, y no quiere destruir o que no se cumpla su proyecto sobre cada criatura. El amor es, según el Catecismo querer y hacer el bien del otro en cuanto otro. Dios no nos ama porque podrá sacar algún provecho de los bienes que nos regala gratuitamente. Nos ama porque su mismo ser y naturaleza es AMOR O AMAR, darse o entregarse al hombre a quien ha creado a su imagen y semejanza. San Juan dice en el Prólogo de su Evangelio que el Logos (palabra que tiene multitud de significados en griego, pero fundamentalmente significa orden, racionalidad) estaba junto o vuelto hacia Dios y era Dios, referiéndose a la Segunda Persona de la Sma, Trinidad, Jesucristo Nuestro Señor. Si Dios es AMOR, tenemos al Padre que es el principio y fundamento de la divinidad y ama al Hijo o le comunica la divinidad, se entrega a Él y el mismo Hijo ama al Padre y se entrega a él, El Padre es el que ama, el Hijo es el que es amado y el Espíritu Santo es la comunión de amor o el vínculo de unión entre las primeras dos personas. En el islam, la situación es totalmente diferente. Alá es unico y absoluto, que gobierna el mundo con gran arbitrariedad. La noción de que Alá sea amor sería inaudito. 

    En la Biblia, como dice San Juan, Dios nos amó primero. Existe lo que se llama predilección, es decir, nos ama antes y en realidad nos crea para poder compartir con nosostros su vida que es un amar exhaustivamente y ANTES, Jesús dice eso mismo en nuestro evangelio de hoy: No sois vosotros los que me habéis elegido, soy quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. Dios tiene la iniciativa y nos ama primero sin esperar nada de nuestra parte, pues no le falta nada ni podemos ofrecerle nada que necesite. El pecado original de Adán y Eva fue el de la soberbia querer ser como Dios decidiendo lo que es bueno y lo que es malo, cosa que era imposible porque eran criaturas y necesarimente sometidos al orden (logos) que Dios había establecido al crearlos y todo el universo. La soberbia y el egoismo, que coinciden, son lo opuesto del amor que es generoso y gratuito como podemos constatar en nuestra relación con Dios. Si nosotros hemos sido objetos de amor de Dios primero, no es que nosotros podamos tener la iniciativa en la a relación con Dios, sino que él como El Sabueso del Cielo (una poesía de un católico inglés llamado Francis Thompson que se había alejado de Dios, pero Dios lo fue persiguiendo hasta que se convirtió).  

   Si bien es cierto que Dios nos ama incondicionalmente y antes de que nosotros seamos capaces de hacer nada, no es que esta incondicionalidad sea igual a la indiferencia. Amar a Dios necesariamente significa el cumplimiento de sus mandamientos. Si todo lo que hay en Dios es Dios, y él es Amor: Este es mi mandamiento que os améis unos a oro scomoyo os he amado, Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amiagos, si hacéis lo que yo os mando. No se trata de unos mandamientos impuestos desde fuera y arbitrariamente, sino nuestro propio bien. El domingo pasado un poco antes en el discurso de Jesús en los c. 14 a 17 en el Evangelio de San Juan, se nos presentaba la alegoría de la vida y los sarmientos. Nosotros, pues, hemos sido injerado en la vid que es Cristo, de manera que participamos en la misma naturaleza divina como escribe San Pedro en su segunda carta, c. 1. A partir del bautismo, en el que fuimos incorporados en Cristo y hechos miembros suyos, y de la Iglesia que es su mismo Cuerpo Místico, el amor al prójimo es esencialmente un aspecto de nuestro amor a Dios, a Jesucristo. No podemos alcanzar nuestro verdadero bien, si no amamos a Dios sobre todas las cosas, con toda nuestra mente, con toda nuestro corazón y con toda nuestra alma, y el prójimo como a nosotros mismos. 

    Fue precisamente para que pudiéramos aprender a amar y participar en el amor de Dios que el Padre envió al Hijo al mundo: Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que yo he guardo  sus mandamientos y permanezco en su amor. El Evangelio de San Juan está escrito para cristianos que han avanzado en la vida espiritual y Jesús da por supuesto que no les será demasiado difícil cumplir el mandamiento del amor mutuo, porque para llegar al nivel de perfección y santidad que recquiere el evangelio se tenía que haber pasado por varias etapas anteriores. El primer paso se denomina la Via purgativa,que nos exige muchos esfuerzos, penitencias para ir eliminando los defectos más destacados como la soberbia, la pereza etc. La palabra purga se refiere a la necesidad de echar fuera las toxinas. Cuando tenemos en nuestro cuerpo mucho veneno o toxinas, el sistema necesita expulsarlos a través del sudor, de la orina y a través de la diarrea o el vómito de manera que este proceso nos cuesta, pero deja limpio nuestro sistema digestivo. Luego viene La via iluminativa, una vez eliminadas las toxinas, los malos hábitos más gruesos, ya estamos mejor dispuestos para que el Espíritu Santo nos entrega su luz  y vamos progresando más por el camino del seguiminento de Jescristo. Posteriormente, vienen otras pruebas que con frecuencia consisten en la aridez espiritual, pues lo que nos daba gran alegría, por ejemplo los sentimientos de paz y alegría  desaparecen y Dios nos va preparando para entrar en otras fase que se llama La Via Unitiva, que sería el nivel más alto de unión con Dios posible en esta vida. No olvidemos que Dios prueba a los que ama, como afirma el Libro del Eclasiástico. Nuesstra vida en este mundo se parece a una subida  a una montaña. Uno va subiendo con gran esfuerzo y  fatiga y piensa que a la vuelta alcanzaremos la cima, pero descubrimos que nos falta mucho. No nos engañemos, pues nuestra vida en este mundo es como un entrenamiento militar, como dice el Libro de Job. En todo caso, se trata de un aprendizaje de lo que es el amor y es algo que no terminamos de aprener en este vida. Si no hemos progresado suficientemente, ni purgado los obstáculos que todos encontramos en esta vida, nos tocará terminar la purgación en la vida futura que se llama Purgatorio. Según los santos que han podido experimentar o Dios les ha revelado lo que es el purgatorio, más nos vale esforzarnos en este vida y no tener que pasar por la prueba del Purgatorio, que en definitiva es eliminar todo lo que no nos permite amar a Dios y al prójimo como corresponde. 

Les invito a leer la Primera Carta de San Juan que es breve que trata de este tema del amor, Es breve y vale la pena.  

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