sábado, 19 de diciembre de 2020

EL SEÑOR ESTÁ CERCA.

 HOMILÍA PARA EL IV DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO II, 20 DE DICIEMBRE DE 2020

Hemos llegado casi al final del tiempo de Adviento. La liturgia lo divide en dos períodos, desde el primer domingo hasta el 17 de diciembre o la última semana. Como hemos observado, Adviento significa llegada o venida, pero se trata de una preparación para tres venidas. La primera es la venida del Señor que nació en Belén de la Sma. Virgen María y se cumplen las muchas profecías que encontramos en la Biblia y de manera especial en el Libro de Isaías. Luego nuestra liturgia nos presenta la segunda venida de Jesús como Rey y Juez de vivos y muertos al final de los tiempos. Así como el resto fiel de Israel esperaba con ansia la primera venida en la carne, así nosotros tenemos que disponernos a esperar con alegría la segunda venido vigilando y orando, también nos corresponde disponernos a celebrar la venida que se va a realizar este año con la celebración del nacimiento de Jesús en Belén. La liturgia nos presenta una mera memoria, un mero cumpleaños como solemos celebrar nosotros, sino una actualización de los misterios, pues Dios no está restringido en el tiempo y todas celebraciones litúrgicas nos hacen presente esta venida de Jesús en Belén para que nos dispongamos a acoger las gracias que nos ofrece aquí y ahora este año en nuestra peregrinación hasta la meta definitiva del encuentro con el Señor en el cielo. 

La celebraciones tradicionales, como la corona de Adviento en la que hoy encendemos la cuarto vela, que simboliza el aumento de de luz que representa a Jesucristo, luz de l mundo, Sol de Justicia que los pastores vieron en Belén acompañadas por el canto de los ángeles. Los días de Adviento han sido días de espera y alegría con la seguridad de que el Señor viene que quiere que nos dispongamos para acogerlo en nuestros corazones. Los aspectos externos, tradicionales como el Belén en las Iglesias y en las casas, las estrellas y demás aspectos tradicionales como el canto de los villancicos etc.  que se manifiestan en la Navidad también nos han de ayudar a llenarnos de alegría y de esperanza. El mundo secular ha reducido la Navidad a un celebración familiar y para los niños. El Adviento también ha sido un tiempo de oración y penitencia. Se nos invita al encuentro de Jesús en la confesión para disponernos más a acoger a Jesús en nuestro corazón. 

Este año ha sido en muchos aspectos un año horrible para millones de personas de manera que ha habido un gran aumento de hambre en el mundo, muchos sufrimientos impuestos a todas las personas, incluso a las personas sanas con la excusa del "virus". Muchos de nuestros ancianos han fallecido debido a esta enfermedad y las medidas draconianas impuestas por los gobiernos con una gran dosis de hipocresía. Nos han impuestos tales medidas, mientras ellos no se han sometido a ellas. Ha prevalecido la mentira y la manipulación, la privación de la libertad y derechos fundamentales. Se ha ido estableciendo una dictadura en todos los países, mientras han ido facilitando los abortos, en España con extrema hipocresía están imponiendo una ley de eutanasia, o como se decía antes "matanza por misericordia", falsa misericordia. La gente es sumamente manipulable con el miedo. En algunos países han cerrado las Iglesias, hasta prohibido el canto en las Iglesias o de los villancicos en la calle, El remedio ha sido muchísimo peor que el mal. No permitamos que nos priven de la celebración de la Navidad, pues Dios siempre nos da abundancia de su gracia en la ocasión de la celebración de las grandes fiestas de la Iglesia, pues los mismo ángeles no pudieron dejar de cantar en Belén.

Hoy hemos escuchado el Evangelio de la Anunciación del Arcángel Gabriel de la gran noticia de la llegada del Mesías, Hijo de Dios, Salvador, esperado por el Pueblo de Israel a lo largo de los tiempos y pregonado por los profetas.  El ángel saluda a María con las palabras "Dios de salve, llena de gracia. El Señor está contigo", palabras recogidas el Ave María, una de las oraciones más repetidas de todas sobre todo en el Santo Rosario. Este saludo es mucho más que un saludo de cortesía. "Dios de salve", solo Dios nos puede salvar y en ese momento central de la historia su Hijo va a hacerse hombre en el seno de María. A ella le tocó escuchar el mensaje más grande y extraordinaria de toda la historia. San Pablo habla de la plenitud de los tiempos. 

El ángel procede, "llena de gracia". La palabra gracia, ha llegado a ser una de las palabras más llenas de sentido de la teología y fundamento del hecho de que María fue concebido sin pecado original. Se trata del plan de Dios de hacernos partícipes de la naturaleza divina y en primer lugar María que cuenta con más gracia y bendición de Dios que cualquier otra criatura. Se trata del anuncio del nacimiento de Jesús con el que se cumple la promesa hecha a David, en la primera lectura. Sin embargo, el que va a nacer no va a ser solamente hijo de David, sino Hijo de Dios y su concepción se da por obra del Espíritu Santo. No es de extrañar, pues, que María con toda su humildad, hace la pregunta sobre cómo se iba a cumplir esa gran promesa. Una vez asegurada de que eso es lo que Dios quería, ella responde con la bien conocida expresión "Aquí está la esclava del Señor. Hágase a mí según tu palabra". Como decían los Santos Padres "la obediencia de María desató el nudo hecho por Eva", pues ya en el siglo II María fue denominada la Nueva Eva, según podemos recoger de los escritos de San Justino y San Ireneo.

Aunque estamos padeciendo dolores o sufrimientos por los motivos que sean, no dejemos pasar esta Navidad sin recoger las gracias que el Señor nos tiene preparadas y nos quiere regalar. Esta generosidad de Dios está dirigida a todos y la hemos de compartir con los más posibles. Procuremos que ninguno a nuestro alrededor pierda esta ocasión de compartir esta gran alegría que el ánngel anuncó a los pasores en la noche de Belén. Dentro de nuestras posibildidades, no dejemos de ofrecer algo a Caritas para que alivie a los más necesitados que son mucho más este año. No dejemos de consolar a los afligidos, a los que han perdido seres queridos a lo largo de este año complicado que hemos vivido. Dios se ha hecho hombre hace dos mil años en Belén, pero su presencia en nuestro mundo no terminó con sus 33 años vividos en Tierra Santa, sino se extiende a través de la Iglesia, su Cuerpo. de manera especial a través de la Eucaristía, y de cada uno de nosotros que estamos llamados a reconocerlo en los más "pequeños" o necesitados. 


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