sábado, 5 de septiembre de 2020

LA CORRECCIÓN FRATERNA

 HOMILÍA PARA EL DOMINGO XXIII DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 6 DE SEPTIEMBRE DE 2020.

    La corrección fraterna es un tema que nos toca de cerca a todos. ¡Cuántas veces al constatar algún fallo, error o pecado de otro, lo comentamos con otros y rarísima vez decimos algo a la persona implicada! ¿Cómo pensamos que vamos a ayudar a la persona que se ha equivocado comentando su error a otro y no a él? Veamos, pues, qué nos dice la Palabra de Dios que nos toca hoy tanto en la primera lectura del Profeta Ezequiel como las palabras de Jesús en nuestro evangelio de hoy. 

    Ezequiel cuenta que Dios le comunica que lo ha colocado como atalaya o vigilante para que pueda descubrir los peligros que se acercan a la ciudad. Como sabemos, las ciudades antiguas y medievales se protegían con murallas y había vigilantes de noche cuya misión era estar atento para avisar a la gente de cualquier peligro o ejército enemigo que se acercaba. En este caso, el atalaya que era el mismo profeta tenía que estar atento para comunicar al pueblo toda palabra que viniera de Dios. "Si yo digo al malvado: "¡Malvado, eres reo de muerte!", y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.» 

    En la Biblia la actitud que es común hoy en día o el individualismo era desconocido. Recordemos como Caín respondió a Dios en el libro del Génesis sobre donde estaba su hermano y dijo "¿Acaso soy yo guardián de mi hermano?  Desde el siglo XV con el Protestantismo y posteriormente con las tendencias filosóficas llamadas la Ilustración, se ha hecho común este tipo de individualismo. El individualismo es una idea completamente equivocada. Como escribe San Pablo: ¿qué tienes que no hayas recibido". Todos formamos parte de una familia y una comunidad y no podemos lavarnos las manos ni pensar como es común: "No te metas conmigo". San Pablo le da una gran importancia al hecho de que por el bautismo llegamos a formar parte del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia y todos somos responsables unos por otros. Santo Tomás de Aquino trata el tema de la corrección fraterna en el tratado de la caridad. No olvidemos que  la caridad no es meramente dar limosna a través de Caritas u otra organización similar. Es la reina de todas las virtudes y por ello, el mayor bien que podemos hacer para el otro es ayudarle a alcanzar la salvación eterna. La primera de las obras espirituales de la misericordia es "amonestar a los pecadores". Puede que la palabra "amonestar nos asuste", pero si nos damos cuenta de la gravedad del pecado mortal y su castigo que es la condena eterna en el infierno, tal vez nos asustemos menos. 

Comentemos lo que dice Jesús sobre el tema que está recogido en nuestro evangelio de hoy, Propone tres pasos. De entrada hemos de suponer que se trata de algo de cierta gravedad, pues si no lo fuera, no sería necesario este proceso. En primer lugar, se trata de alguna imperfección que nos molesta en el hermano porque dice Jesús: "«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos". En buena medida, el éxito de este proceso depende de la actitud de uno ante el que ha cometido el pecado, es decir, ante todo humildad y ayuda manifestar lo que uno siente o como lo ha hecho sufrir lo que ha hecho el otro. 

El segundo paso es llevar a otro o dos para que el asunto quede confirmado por la palabra de dos o tres testigos. Esta es una buena estrategia porque si los testigos también han sufrido del modo de proceder del que ha cometido el pecado, es más probable que se dé cuenta y decida a rectificar su conducta. En los doce pasos que utiliza Alcohólicos Anónimos existe algo así, pues el alcohólico tiene una oportunidad de darse cuenta del daño que su comportamiento está provocando. Luego, si esto no funciona, dice Jesús que acudan a la comunidad, es decir, a la Iglesia. Esto se podría realizar pidiendo al párroco que esté presente y ayude al culpable para que rectifique.

Luego, dice Jesús   que si no hace caso ni siquiera a la comunidad, que sea tratado como un gentil o un publicano, que sería una suerte de excomunión. Sin embargo, si recordamos cómo Jesús trató a los publicanos como el caso de Mateo que llegó a ser su apóstol, o Zaqueo o el caso del publicano en el templo, vemos que no se trata de cerrar totalmente la puerta a la persona que ha cometido la ofensa. Además, enseguida Jesús habla de la oración de dos o tres en su nombre, de manera que podemos suponer que entiende que debemos orar por esta persona que se ha desviado del buen camino. No olvidemos lo que dice Jesús en el Padre Nuestro y repetimos con mucha frecuencia "Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden".  También el perdón ofrecido, como el caso de Jesús en la cruz que perdonó a sus verdugos y como el centurión, oficial romano del ejército, al constatar como murió Jesús dijo "verdaderamente, este hombre es Hijo de Dios". 

Habiendo reflexionado sobre este tema importante de la corrección fraterna y cómo puede realizarse, creo que hay una lección para todos nosotros y nos corresponde cambiar nuestra conducta: ya no andar propagando a otros los fallos del próximo. Hoy en día, el Internet ha llegado a ser un instrumento para condenar a otros sin siquiera conocerlos. Hagamos caso a lo que nos enseña Jesús y no lo que comúnmente se hace en Internet. 

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