HOMILÍA DEL DOMINGO XIX DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 20 DE AGOSTO DE 2010.
En primer lugar, notamos en este pasaje la prioridad que Jesús da a la oración solo en un monte. Esto se nota en otras partes del evangelio también. Este hecho se refleja también en la primera lectura que está tomada del Primer Libro de los Reyes. Se trata del profeta Elías que después de una lucha con unos 450 profetas, y estando perseguido por los soldados enviados a perseguirlo por le reina Jezabel, se rinde en el desierto y no le quedan ganas de seguir adelante, pese a haber hecho ya grandes prodigios. En medio del desierto, se siente agobiado y prefiere morir. Se presenta un ángel que le ofrece un jarrón de agua y pan y le invita a seguir su camino hasta la Montaña de Dios, que es Horeb o Sinaí, donde Moisés se había encontrado con Dios y le dio los diez mandamientos. Cuando llegó a la montaña, espera que Dios esté presente, pero aunque había habido truenos y relámpagos.un terremoto.u huracán pero Dios no estaba en ninguno de estos fenómenos, hasta que llegó un suave, una brisa casi imperceptible y en ella se encuentra Dios. En el caso de Jesús, estaba acostumbrado a retirarse a lugares solitarios para levantar la mente y el corazón a Dios su Padre.
Los apóstoles estaban cruzando el lago y se presentó una tremenda tormenta que los asustó. De repente, ven una figura humana caminado sobre las aguas y reconocen que es Jesús, Pedro, como de costumbre, se adelante y pide a Jesús si puede caminar sobre las olas hacia Él. Jesús accede y se lanza Pedro al agua hasta que se da cuenta de lo peligroso que eso pudiera ser y comienza a hundirse. Levanta un grito al Señor y lo salva. Pedro se lanzó con gran confianza, pero al darse cuenta de lo que estaba haciendo en vez de estar seguro de que no pasaría nada porque estaba Jesús allí, se asusta.
Este episodio se ha interpretado a lo largo de los siglos como una imagen de la misma Iglesia amenazada por los ataques del mundo y la necesidad de una gran fe para superar tales embates. Si la Iglesia en miedo de los peligros del mundo no tiene su vista fija en el Señor, como San Pedro, tendrá muchas más dificultad.
Luego Jesús menciona la importancia de la fe. Dice que si los apóstoles tuvieran fe tan solo como una semilla de mostaza, podrían decir al monte que se hunda en el mar y obedecería. No es que tengamos que tomar al pie de la letra este dicho, pues con frecuencia Jesús utiliza la forma de hablar llamada hipérbole o exageración para que sus oyentes pudieran campar mejor lo que decía. En todo caso, está clara la importancia fundamental de la fe.
¿En qué consiste la fe? Se trata de la respuesta nuestra de la revelación o manifestación o autocomunicación de sí mismo a nosotros que se recoge en la Biblia y la Tradición de la Iglesia. En primer lugar, la grandeza, la sabiduría y el poder de Dios se manifiesta en la creación del universo de la nada, tanto el macrocosmos con los miles de millones de estrellas y galaxias, todas en un orden maravillosa. Luego está el microcosmos, de manera especial en el caso de los seres vivos que la biología va descubriendo y es asombroso. Todo esto debería de llevarnos a reconocer a Dios como el creador del universo, pero además, se ha revelado a lo largo de la historia de Israel a través de los Patriarcas, Moisés y los Profetas culminando en el misterio más increíble que es el hecho de que el Logos, Hijo de Dios, segunda persona de la Sma. Trinidad llegar a hacerse uno de nosotros, morir en la cruz y resucitar. Aunque podemos descubrir algo de todo esto con nuestra mente humana, con la razón, también se necesita la fe sobre todo cuando se trata de los grandes misterios como son la Encarnación, la Sma. Trinidad y la Redención. Hay múltiples motivos para creer en todo lo que Dios ha revelado y se expresa en la fe de la Iglesia, es decir, el Credo y los dogmas de fe. Se trata de aceptar con verdaderos todos los misterios de la fe, por confianza en la sabiduría de Dios que no puede engañar ni ser engañado. Claro, la fe es un don de Dios que se nos regala en el Bautismo y hemos de desarrollar a lo largo de nuestra vida.
San Pablo no se cansa de insistir en la fe como el camino de la justificación y no la ley antigua y la circuncisión, La justificación significa el paso de ser enemigos de Dios y alejados de Él debido al pecado original de Adán y Eva que hemos heredado todos. La fe se resume en lo que se llama el "kerigma" o la proclamación de Jesucristo como nuestro único Salvador. Sigue la catequesis que es una explicación sistemática y completa de todo lo que es la fe de la Iglesia y se recoge en el Catecismo de la Iglesia Católica. Obviamente, la catequesis es muy importante y no debemos de pensar que se trata de una instrucción solamente dirigida a los niños. De hecho la catequesis de los adultos es más importante que la de los niños, porque si los padres, por ejemplo, tienen un escaso conocimiento de la fe y la moral, difícilmente van a poder cumplir su misión de ser los primeros y más importantes educadores de sus hijos. Por ejemplo, ellos han de enseñar a los niños a rezar desde muy pequeños y su enseñanza tiene que ser avalada ante todo por el ejemplo.
La fe se desarrolla con el aprendizaje de su contenido y también por a oración, la participación en la Santa Misa y otros aspectos de la Sagrada Liturgia, el conocimiento de la Palabra de Dios que contiene la Sagrada Biblia, pues San Jerónimo decía que "ignorancia de la Sagrada Escritura es ignorancia de Cristo". Pongamos un gran empeño tanto en el conocimiento de la fe como en su práctica. Nadie da lo que no tiene.
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