Homilía XX Domingo de Tiempo Ordinario, Ciclo C, 16 de agosto de 2020.
En nuestra cultura actual se da una gran importancia a la igualdad, al menos en teoría, y se condena la discriminación. Veamos qué sucede en la Biblia, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo. Parece que Dios escoge a quien quiere y deja fuera a otros aunque pudieran parecer mejores. Escogió a Israel como su pueblo elegido y el Libro del Deuteronomio dice claramente que no era más granda, más poderoso que otros pueblos a su alrededor. Escogió a Abel y lo favoreció frente a Caín. Eligió a Abrahán como el Patriarca de su pueblo. Desconocemos si había otros posibles candidatos. El hijo de la esposa legítima se lleva toda la herencia, en este caso Isaac es favorecido más que Ismael. Escoge a Jacob por encima de Esau, pese a que Jacob resulta ser un mentiroso que engañó a su padre para que le diera la bendición a él y no a Esau. Escogió a David de entre todos sus hermanos, muchos de ellos siendo más fuertes y guapos, pues cuando llegó Samuel a ofrecer un sacrificio a Dios y ungir al que iba a ser Rey de Israel, y al mismo tiempo rechazó a Saúl. Sucede lo mismo en el Nuevo Testamento. ¿Por qué Jesús escogió a los doce apóstoles cuando había otros muchos que no fueron elegidos? San Pablo, aunque tenía una excelente educación y otras cualidades, había sido persuadir de los cristianos, Sin embargo, Dios lo escogió como s "vaso de elección" para evangelizar a los gentiles.
Este modo de proceder de Dios, según la mentalidad actual, parece poco equitativo. Sin embargo, si hacemos una lectura más atenta de la Biblia nos damos cuenta de que hay también una corrección en todo esto, Veamos nuestra primera lectura de hoy del Libro de Isaías. Pese a la predilección de Dios a favor de Israel, su preferencia del Monte Sión donde se encontraba su morada, es decir, el templo, este pasaje de Isaías dice "A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amor el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y preserven e mi alianza los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi caso de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos sacrificios porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos".La vocación de Israel no era solo para sí mismo sino que por el contrario tenía que llamar a los demás pueblos a conocer al Señor y ofrecer sacrificio en el templo de Jerusalén, la morada de Dios en medio de su pueblo.
Este mismo plan de Dios se realiza en el pasaje del Evangelio de San Mateo que nos ha tocado escuchar hoy, Una mujer cananea le dice a Jesús "Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David, Mi hija tiene un demonio y malo, Jesús queda impresionado por la fe de esta mujer pagana y la alaba por su fe, En el pasaje que nos toca de la Carta de San Pablo a los Romanos, y en general en los capítulos 9 a 11 de la misma, San Pablo manifiesta su dolor por el rechazo de gran parte del Pueblo de Dios de Israel a Jesús como Mesías, pero explica que al final Dios los salvará también. De hecho, ya al principio del siglo II o antes, los judeocristianos se habían separado de la Gran Iglesia que para entonces era de los gentiles. Aunque Dios, a través de Isaías se expresa de manera tan hermosa y alentadora acerca de la misión de los pueblos en el plan de Dios para la salvación de todos, que como sabemos se realiza en Jesucristo Nuestro Señor, la parte más numerosa del pueblo de Israel no aceptó a Jesús, algo muy paradójico como en general se nota en los evangelios y en San Pablo,
Israel era el instrumento escogido para atraer a los pueblos a Dios. Este es el modo de proceder de Dios. Escoge a algunos para que sean sus representantes, sus evangelizadores para que a través de nosotros otros muchos puedan llegar a conocer a Jesús y eventualmente salvar gracias a nuestro testimonio y nuestras palabras. ¿Estamos realizando esta misión?
2
No hay comentarios:
Publicar un comentario