sábado, 18 de julio de 2020

LA OMNIPOTENCIA DE DIOS Y EL PROBLEMA DEL MAL

HOMILÍA DEL XVI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 19 DE JULIO DE 2020

Como sabemos, Jesús prefería enseñar con parábolas y esto por varias razones. Sus enseñanzas estaban dirigidas a personas del campo o de aldeas con poca formación o capacidad para discursos retóricas como era el caso de los filósofos griegos que iban de pueblo en pueble enseñando a la gente la sabiduría, es decir, cómo vivir bien y según la naturaleza.

La parábola consiste en una similitud o un ejemplo de comportamiento bueno o malo que concretiza la enseñanza que Jesús quería comunicar. Jesús empezaba con una situación fácilmente comprensible para la gente, pues las tomaba de la experiencia común. De ahí luego sacaba una enseñanza, pues normalmente comenzaba la parábola con "El Reino de Dios se parece a......", en el caso de nuestro evangelio de hoy; "a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó".  Una vez  sembrada la semilla, crece de día y de noche, porque Dios ha dispuesto que las semillas sean así una vez sembradas y teniendo las condiciones necesarias como buena tierra y agua.  En este caso surge algo imprevisto, que un enemigo llegue de noche y siembre cizaña en el campo. El enemigo tendría que haber guardado mucho odio al agricultor para tomar la molestia de ir al campo de su enemigo y sembrar cizaña en el campo del otro.No debemos de extrañarnos porque la maldad del hombre es muy grande y el malo utiliza su mente y demás facultades para perjudicar al que odia. Él, agricultor que representa a Dios, en su sabiduría  no está de acuerdo con arrancar de cuajo la mala semilla de la cizaña hasta la cosecha cuando la buena semilla se recoge en los graneros y la mala se quema. Obviamente, se trata del día del juicio. Con esta paciencia se logra que se evita prejuicio para la buena semilla, o sea no conviene acabar con todo mal enseguida porque pudiera seguir un mal peor para los buenos. Además, conviene dar al malvado la oportunidad de convertirse y abandonar el camino del mal en el que se ha metido.

La primera lectura del Libro de la Sabiduría, considerado el libro más tardía del Antiguo Testamento, afirma; Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Dios es omnipotente sin ningún límite y su modo de proceder no entra en nuestra pequeña mente. Es eterno, que significa que no está sometido al tiempo, algo que ni podemos imaginar. El filósofo del siglo VI Boecio definía la eternidad como "la perfecta posesión de una vida sin fin todo a la vez". Este hecho se expresa en el episodio de la zarza ardiente con Moisés, cuando le dice su nombre que se traduce como "el que es" o "Yo soy". En el evangelio de San Juan, Jesús se atribuye este nombre también. Dios no tiene límites y gobierna el mundo con sabiduría y amor. Lo expresa muy bien nuestro pasaje del Libro de la Sabiduría que hemos escuchado: "Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento. Dice San Pablo a los Corintios que "la sabiduría del hombre es necedad para Dios". Santo Tomás de Aquino dice que lo propio del sabio sabiduría es ordenar" (sapientis est ordenare), El orden se refiere a dirigir todas las cosas hasta su fin último establecido por Dios. La sabiduría también nos mueve a no hundirnos en el pesimismo viendo que hay tanto mal en el mundo, sino a tener "la dulce esperanza" de que Dios quiere ante todo que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Por tanto, nos da la oportunidad de arrepentirnos y también San Pablo nos asegura que nadie es tentado más allá de sus fuerzas, que Dios nos dará la gracia para alcanzar la vida eterna. Esto no nos exime  de hacer lo que nos corresponde. De lo contrario estaríamos cayendo en la necedad que es lo opuesto a la sabiduría, y se llama el pecado de la presunción, Este pecado consiste en la expectación necia de alcanzar la salvación sin poner los medios necesarios para ello, No pensemos que es fácil. Si fuera fácil el mismo hombre hubiera tenido la fuerza necesaria para lograrla. Esta es la herejía que se llama Pelagianismo, promovida por un monje británico del siglo V, que decía que "si Dios me ha dado libre albedrío" puede ejercerlo, entiendo que podía salvarse y en todo caso Jesucristo no es más que un buen ejemplo y estímulo par nuestra salvación, Hemos de confiar en Dios como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que depende de Dios, como dice Jesús en la última cena "sin mí no podéis hacer nada".


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