sábado, 11 de julio de 2020

El POdr de la Palabra de Dios

HOMILÍA DEL DOMINGO XV DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 12 DE JULIO DE 2020.

Hay un dicho en inglés que dice que las palabras son baratas y otro que reza "los palos y piedras pueden romper tus huesos, pero las palabras no te harán daño". ¿De verdad es así? No necesariamente. Las palabras no son necesariamente baratas ni son incapaces de hacernos daño. Cualquiera que ha sido víctima de un insulto y se ha sentido herido sabe que la palabra no es necesariamente inocua. Santiago en su carta nos advierte del poder de las palabras o la lengua y la compara con el timón de un barco. Sabemos que hay varios tipos de lenguaje. Ciertamente que hay palabras frívolas que ni hacen bien ni mal, pero hay otras que sí hacen o bien o mal. Por ejemplo, podemos recordar desde la niñez unos consejos de nuestros padres que nos impactaron y nos guiaron en varias circunstancias para hacer el bien o evitar el mal, o algo que hemos escuchado de un maestro que nos ha iluminado y ha llegado a ser un tesoro para nuestra vida.

Nuestra primera lectura de hoy es del Libro del Profeta y se trata de un breve pasaje sobre el poder de la Palabra de Dios: "Como baja la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allá sino hasta germinar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar... También en el evangelio de hoy hemos escuchado la Parábola del Sembrador que también compara la Palabra de Dios con unas semillas que en sí mismas tiene la potencialidad de producir abundante grano según sea el estado de la tierra en la que caen.u

En Hebreo la palabra se traduce como "dabar" que tiene la connotación de una palabra y eso nos recuerda lo que encontramos en el primer capítulo del Libro del Génesis donde Dios dice "hágase la luz y la luz se hizo". Se trata de la Palabra creadora de Dios que crea de la nada. De manera semejante la Carta a los Hebreos nos dice: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (4,2). 

En griego "dabar" la expresa San Juan en su prólogo al evangelio como logos. Comienza escribiendo que "En el principio el verbo (o la palabra) y el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios". Cuando escribía San Juan su Evangelio, el término logos tenía una larga historia de más de 400 años en la filosofía griega. De hecho, significa mucho más de lo que nosotros entendemos por palabra o verbo. Un diccionario bíblico cualquiera contiene una larga lista de significados para esta expresión, incluyendo, orden, razón o racionalidad. La Cuarta Plegaria Eucarística dice refiriéndose a Dios: Te alabamos, Padre Santo, porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor, es decir, en la creación se descubre un plan maravilloso y sabio que también manifiesta el amor de Dios. Es más, se trata del Logos con Dios desde toda la eternidad y es Dios, obviamente  San Juan se refiere aquí a Jesucristo Nuestro Señor, Hijo de Dios que como dice más adelante se hizo carne y puso su tienda o su morada en medio de nosotros e incluso dentro de nosotros. 

Volvamos a Isaías. La palabra de Dios se parece a la semilla que se siembra y con la ayuda de la lluvia riega hace fructífera la tierra de manera que no vuelve a Dios "vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo", Nos indica también la Parábola del Sembrador la necesidad de que la palabra de Dios como la semilla caiga sobre tierra bien dispuesta y preparada para que dé su fruto. La Palabra (Logos) es el orden del universo, creación de Dios. Así como es obvio que el universo tiene un orden y unas leyes, es igualmente cierto que la actividad libre o moral del hombre lleva un orden establecido por Dios que se llama la ley moral y hay que cumplirla para alcanzar cumplir el plan de Dios sobre nosotros. Esta ley está inscrita en nuestra conciencia y se dice que es la voz de Dios en nuestro anterior. Es también la ley nueva traído por Jesucristo que es también el Logos, el único capaz de dar sentido a nuestra vida porque en Él, por Él y para Él fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y Él es la imagen perfecta de su Padre. 

Sabemos que la Misa tiene dos grandes partes, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía. Es decir, que el Señor está presente y nos habla por su Palabra que tiene que ser "viva y eficaz" en nosotros. Por lo tanto, al salir de la celebración de la Sagrada Eucaristía no podemos estar contentos si no hay ningún cambio, si Jesucristo tanto en su Palabra como en el Sacramento no ha tocado nuestra vida, no ha iluminado nuestra inteligencia y si no ha caldeado nuestro corazón para amarlo uno poco más este domingo. Todos tenemos el deber de escuchar con atención la proclamación de la Palabra de Dios, y nosotros los sacerdotes tenemos el deber adicional explicarla, darla a entender mejor y aplicarla a la vida concreta de los fieles en cuanto posible, Pidamos al Señor, pues, que abra nuestro espíritu y nuestro corazón a su Palabra y que nosotros los sacerdotes cumplamos cada día mejor el ministerio de la Palabra, que significa el servicio de la misma. Dice Isaías que como la lluvia que riega los campos y produce el fruto de la semilla, así nosotros estamos llamados a dar fruto por haber recibido la Palabra de Dios en cada celebración de la Santa Misa. 


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