sábado, 20 de julio de 2019

ESCUCHAR A JESÚS

HOMILÍA PARA EL DOMINGO XVI DE TIEMPO ORDINARIO CICLO C, 21 DE JULIO DE 2019,
Nuestra primera lectura de hoy del Libro del Génesis como también el pasaje del Evangelio de San Lucas sobre la visita de Jesús a la casa de Marta, María y Lázaro nos presenta la importancia de la hospitalidad. Con no poca frecuencia los evangelios nos presentan a Jesús como huesped en la casa incluso de fariseos, en bodas, en la casa del publicado Mateo luego de haber acogido la invitación de Jesús de seguirlo, y de  manera especial en la casa de Marta, María y Lázaro que estaban entre sus mejores amigos. En la cultura de entonces, el hecho de compartir la mesa de parte de Jesús con personas consideradas pecadores públicos como Mateo y Zaqueo era fuente de escándalo para los bien pensantes como era el caso de los fariseos. Implicaba un notable nivel de intimidad con esas personas y no nos ha de extrañar que luego en la Última Cena, queriendo Jesús quedarse con nosotros y que hiciéramos memoria perpetua de Él y sobre todo lo que hizo en la misma cena y en la cruz. Entramos en comunión íntima con Jesús en cada Misa sobre todo con la escucha de la Palabra de Dios y la realización del sacrificio de la Misa juntamente con compartir su cuerpo y sus sangre que ofreció en la cruz. Examinemos, pues el episodio de la cena de Jesús en la casa de Marta y las lecciones que nos deja hoy.

Marta, que suponemos era la ama de casa o la mayor de las hermanas, se ocupaba con los menesteres de la cocina, mientras Jesús charlaba con sus discípulos. Ellos estarían sentados a sus pies que era el modo como los discípulos de un rabino escuchaban sus enseñanzas. Las mujeres se encargaban de la preparación de la cena. Lo curioso era que María no colaboraba con ella en esas tareas y por el contrario estaría sentada a los pies de Jesús con los hombres escuchándole. La molestia de Marta no se reduce al hecho de que María no prestaba ayuda en la cocina, sino también por la rareza de su actitud como mujer, es decir, estar sentada con los discípulos escuchando a Jesús, cosa inaudita para una mujer de la época.

A lo largo de lo siglos, de manera especial en la Edad Media, se interpretaba este pasaje como una afirmación de la superioridad de la vida contemplativa sobre la vida activa, Aquellos que se retiraban a los monasterios, tanto mujeres como hombres, para dedicarse principalmente a la oración lejos de sla bulla del mundo. Los monasterios solían estar en lugares retirados en el campo, y aunque realizaban labores con las manos, no estaban metidos en los asuntos del mundo y se consagraban a Dios con el voto de la castidad. San Pablo había manifestado su preferencia por este tipo de vida consagrada a Dios y con la renuncia al matrimonio y la formación de una familia.

Estando hoy en día en un mundo que no priva el silencio ni la contemplación sino el activismo, no es de extrañar que muchas personas aprecian la actitud de Marta al quejarse con Jesús acerca del comportamiento de María y el hecho de que no le ayudaba. Les resulta difícil de aceptar la respuesta de Jesús a Marta: "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas. María ha escogido la

¿Qué lecciones podemos sacar de este episodio de la vida de Jesús? La interpretación tradicional a la que me he referido arriba tiene su valor. La unión con Jesús, lo que llamamos la vida de gracia se tiene que desarrollar para poder cumplir el mandamiento de Jesús del amor y servicio al prójimo. Antes, necesitamos una gran familiaridad con Jesús y con su palabra y haber asimilado sus actitudes. Deberíamos evitar la impaciencia y la molestia que vemos en el caso de Marta.

¿Por qué dice Jesús que una sola cosa es necesaria? Obviamente, con frecuencia nos dejamos agobiar por el estrés y la angustia porque pensamos que tenemos tantas cosas que hacer. Jesús nos está pidiendo tener claras nuestras prioridades. Lo primero es seguir el camino marcado por Jesús para alcanzar la salvación eterna, y si tenemos eso claro lo demás caerá por su peso.

¿Basta que nos presentemos en la Iglesia cada domingo para más o menos escuchar las lecturas y la homilía? A la persona que le toca leer la lectura le corresponde prepararla antes para poder familiarizarse con ella y darle sentido. Si San Jerónimo decía que "ignorancia de la Sagrada Escritura es ignorancia de Cristo", cómo nos va en eso? ¿Si de verdad creo que lo que contiene la Biblia es la Palabra de Dios, con qué frecuencia la leo? ¿Desde el domingo pasado, he abierto la Biblia siquiera una sola vez? ¿Cuánto tiempo he dedicado a ver la televisión o escuchar la radio? ¿Me doy la excusa de que no tengo tiempo? Resulta que tengo tiempo para todo lo que realmente considero importante. ¿Llegar al cielo, a la vida eterna que depende de como vivo en este mundo lo considera lo más importante?

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