sábado, 22 de septiembre de 2018

EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS

HOMILÍA, XXV DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO B, 23 DE SEPTIEMBRE DE 2018.

Nuestra primera lectura de hoy,  tomada del Libro de la Sabiduría, manifiesta la maldad del malvado que  no aguanta el hecho de que el justo hace el bien: "acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos reprende nuestros pecados..."¿De donde procede tal maldad? El malvado reconoce que no se porta bien, pero no está dispuesto a corregirse sino más bien dañar al que hace el bien y al que considera una afrenta en su contra. El gran escritor católico  inglés G. K. Chesterton consideraba que el dogma del Pecado Original es el más fácil de demostrar. No se necesita mucho esfuerzo para convencerse de que existe mucho mal en el mundo, y la historia nos demuestra que siempre ha sido así. Si, según el Libro del Génesis, Dios vio que todo lo que había hecho era bueno, ¿de ayuda del dogma del Pecado Original. Esta doctrina está avalada por muchos textos de la Sagrada Escritura, en primer lugar,  el tercer capítulo del Libro del Génesis. Ya Dios había creado al homrbe a su imagen y semejanza y lo había colocado en un jardín hermoso, donde podria vivir en comunnión con Él y en armonía mutua. Sin embargo, le había indicados ciertos límites, pues era criatura de Dios y un ser limitado. Adán y Eva cayeron ante la tentación del demonio representado por la serpiente y comieron el fruto prohibido. Dios los castigó y los echó del jardín maravilloso y les impuso muchas penalidades como el trabajo duro. Pues, así entró el pecado en el mundo. En los siguientes capítulos del mismo libro, se relata la multiplicación del pecado, primero con el asesinato de Abel de parte de Caín,  hasta que en el c. 6 se presenta a Dios lamentándose por haber creado al hombre porque no habia hecho más que pecar. Por ello, decide volver a empezar con Noé y el Arca, salvados del diluvio que fue un castigo por tanto pecado. Siguieron pecando y así construyeron la Torre de Babel, que era símbolo de su orgullo y la idea de poder alcanzar al cielo por sus propios medios. Esta vez, el castigo era su dispersión y la confusión de las lenguas.

Si nos ponemos a leer el resto de la Biblia, constataremos que en gran medida se trata de la contínua caída del hombre en el pecado y la paciencia infinita de Dios que una y otra vez lo salva. La doctrina del Pecado Original la desarrolla con más profundidad San Pablo especialmente en el c. 5 de su Carta a los Romanos. Explica cómo el primer pecado llegó a contagiar a todos los hombres pero que la redención, el rescate de Jesús también tiene valor universal. El primer pecado introdujo como un virus en la humanidad de manera que todos nacemos con este virus. Se trata no de un pecado personal e individual, sino de la carencia de unión y amistad con Dios que era lo que desde el inicio había previsto, como se constata a través de la historia de Adán y Evan en el paraíso. Esta tara con la que todos hemos nacido se supera con el bautismo, por el que somos incorporados en el Cuerpo de Cristo y hechos hijos de Dios en unión con Él, de manera que las tres divinas personas llegan a inhabitar en nuestra alma.

Según la doctrina católica, expresada de manera más clara y concisa por el Concilio de Trento, no es que nos hayamos corrumpido totalmente, cosa que afirma Lutero. que sería manifestación de falta de confianza en el poder de Dios de liberarnos del pecado y sus consecuencias. Nacimos con una cierta debilidad y flaqueza espiritual que se llama en términos teológicos concupiscencia. Queda una suerte de desorden en nuestro interior, de manera que no somos capaces de ordenal las fuerzas instinctivas y pasionales bajo la luz de la razón y la fe si no por la gracia de Dios. Nuestro etendimiento ha quedado oscurecido, nuestra voluntad debilidata y nuestras pasiones nos inclinan al mal, de manera que nos resulta más fácil hacer el mal que el bien o no hacer el bien. Ademas, sin el poder de la gracia, no somos capaces de mantenernos libres del pecado por largo tiempo.

Así se puede comprender lo que nos dice el Libro de la Sabiduría en nuestra primera lectura. El Apóstol Santiago en su carta nos erxplica la misma situación: "¿Donde hay envidas y rivalidades, hay desorden y toda clase de males". Luego procede a pregunta: "De donde procedien las guerras y contiendas entre vosotros? ¿No es en vuestras pasiones que luchan en vuestros miembros? Codiciaís y no teneís; matáis, ardéis en envidia y  no alcanzáis nada, os combatís y os hacéis la guerra".

En nuestro pasaje evangélico de hoy, después de la confesión de fe de San Pedro y que Jesús comienza a intentar hacerles ver a los apóstoles el tipo de messianismo que él va a vivir, es decir, el sufrimiento, el dolor hasta la cruz, pero seguida de la resurrección a los tres días, no acaban de entender. Mientras Jesus piensa y habla de los aspectos más dolorosos de su misión, ellos se entretienen en una discusión sobre cuál de ellos era el más importante. Caían en el mismo vicio en el que cayeron Adán y Eva, es decir la soberbia. Luego dice Jesus que el que quiera ser el más grande que sea el servidor de todos, y acercó a  un niño y lo puso en medio de ellos y dijo: "El que acoge a un niño como  éste en mi nmbre , me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado". A diferencia de nuestro tiempo en el que un niño suele ser rodeado de unos cinco adultos que lo admiran y le dan besos etc,. en tiempos de Jesús, los niños no eran valorados así, aunque no es que los padres no los hubieran amado, como manifiestan algunos de los casos de milagros de Jesús como la resurrección de la hija de Jairo. Hoy en día, en no pocas casas, mandan los niños, o el niño porque muchos no tienen más que uno, si es que tienen alguno. El niño no tenía un gran concepto de su importancia, pues sabía cuál era su sitio. Asñi era cuando yo era niño.

En el siglo XVIII, filósofos como el francés Rousseau y otros propagaron la idea del salvaje noble, según la cual el hombre originalmente era un ser perfecto, nombre y los evidentes defectos que ahora padece se deben a la sociedad que lo ha estropeado. La doctrina bíblica, que es la de la Iglesia, tiene una visión mucho más realista de la maldad que padece el hombre y que a lo largo de toda la historia ha padecido. Otras ideologías como la comunista considera que el mal proviene del capitalismo y que una vez que se termine con la propiedad privada, todo mundo se comportará con virtud y generosidad. El problema que tienen tales ideologías es que chocan con la realidad que es dura no les da un rotundo mentís. Hay padres que piensan que lo que corresponde es tratar a los hijos como si fueran amigos, y esta tontería hace mucho daño al mismo niñ. Otros en base a la ideología de la democracia, es decir, que todo grupo humano tiene que ser democrático, consideran que la familia tiene que ser democrática. No nos olvidemos de la doctrina del Pecado Original y sus consecuencias que se resumen con el término concupiscnecia que he explicado arriba y procuremos ir ganando terreno al mal que todos tenemos dentro de nosotros. En vez de despotricar en contra del mal que hay en otros, que no  podemos directamente arreglar, empecemos por intentar cada día arrancar de nuestros corazónes el mal que tienen y así haremos el mundo un poquito mejor.



 

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