Homilía para el Segundo Domingo de Adviento 5 de diciembre de 2021.
Hace unos años se realizó una encuesta en el Reino Unido en la que preguntaron si los participantes creían que Jesucristo realmente existió. Una mayoría de ellos contestaron que no, que es una figura mítica que en realidad no existió, es decir que consideran que se trata de una figura de ficción. Sería una figura como Alicia en el País de las Maravillas o una invención basada en textos del Antiguo Testamento, aunque según la doctrina de la Iglesia los profetas nos adelantaron muchos aspectos de la vida en la misión de Jesús. Hay un sacerdote de la Orden de los Predicadores, irlandés que era profesor de ciencias bíblicas en la ciudad de Limerick en Irlanda, que escribió un libro titulado Más allá de la búsqueda del Jesús Histórico que se proponía probar la inexistencia de Jesús. Se trata de una tesis realmente fuera de lo común y extravagante, pues la casi totalidad de los biblistas en ningún caso aceptan tal opinión. Claro, si Jesucristo no existió, el cristianismo viene abajo, no tiene ningún fundamento porque es una religión basada en hechos históricos. Por ello, creo que es importante comentar un poco lo que escribe San Lucas sobre su modo de proceder en la composición de su Evangelio.
Su evangelio comienza con una breve prólogo, que no aparece en ninguna lectura de la liturgia: "
El evangelista sigue el modo de presentar una obra histórica como era común entre los escritores griegos. Obviamente, la historia no es una ciencia exacta como puede ser la física y la química, aunque hoy en día existe lo que se podría llamar pseudo ciencia, que no sigue el método científico. La historia se basa principalmente de testimonio fidedigno de testigos oculares, de documentos que se refieren al personaje que se estudia, de restos arqueológicos que quedan acerca de su vida etc. En todo caso, no es que los datos fidedignos lleven a negar la existencia de Jesús. Por un lado, no habría modo de explicar la existencia del cristianismo que ha cambiado radicalmente el mundo desde su resurrección y la fundación de la Iglesia. Existen muchísimos más códigos de los evangelios y del resto del Nuevo Testamento que los de las obras de cualquier otra figura, sea filósofo como Platón, sea literario como Homero o Sófocles etc. Es más, el espacio de tiempo entre cuando se escribieron los primeros escritos acerca de Jesús es muchísimo más breve que en el caso de cualquier otra figura del mundo antiguo. Se considera que el primer escrito del Nuevo Testamento es la Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses que según los expertos en la Biblia se data alrededor del año 50, y la mayoría de las demás cartas paulinas en la misma década. Los evangelios se escribieron más tarde, y el de San Marcos se considera el primero que se habría escrito en la segunda mitad de la década, ciertamente antes del año 70, cuando Jerusalén y el Templo fueron destruidos por el ejército romano bajo Tito que posteriormente fue Emperador,
San Lucas propone presentar un relato ordenado de los hechos de la vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesús, Muy importante es el hecho de que esta información fue presentado por testigos oculares, de mitos nada, sino hechos reales constatados por personas dignas de creencia, Se dirige a un tal Teófilo, un personaje desconocido para nosotros,
De manera similar San Lucas, al presentar el relato del nacimiento de Jesús en Belén, ofrece una serie de datos de lo que sucedía sea en el mundo romano como en Palestina:
Igualmente, al introducir el ministerio de Juan que había estado en el desierto y se trasladó al Jordán para dar inicio al bautismo en el mismo río, también un lugar concreto que cualquiera pudiera conocer si lo quisiera. El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, 2 bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. 3 Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, 4 como está escrito en el libro del profeta Isaías.
Es cierto que los historiadores antiguos no necesariamente presentaban tantos detalles como quisiéramos, pero están lejos de una historia fantástica o un mito en el que no se menciona ni el tiempo ni el lugar donde se habrían dado los hechos relatados.
Como hemos visto arriba, incluso un sacerdote y otros varios sean católicos o protestantes en nuestra época intentan negar la realidad de la existencia histórica de Jesús y como también he señalado sin establecer este hecho absolutamente fundamental, ninguno de los dogmas acerca de Jesús se puede sustentar. San Pedro en su primer a carta nos invita a "dar razón a la esperanza que hay en nosotros" (1Pe 3,15). Esta tarea forma parte de la apologética que es un deber de la Iglesia y de todos los fieles. Al acercarnos en este Adviento a la celebración del Nacimiento de Jesús cuando muchos se refieren a la Navidad como "fiestas" "Felices Fiestas" y la ven como una celebración de las familias con costumbres como de dar regalos a los niños, colgar luces de colores etc. Este tipo de celebración tiene su sentido, pero sin la realidad del verdadero nacimiento de Jesús en Belén y demás detalles que nos entregan los evangelios, no pasaría de ser una suerte de focklore.
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