HOMILÍA DEL DOMING XXII DE TIEMPO ORDINARIO, 29 DE AGOSTO DE 2021.
Normalmente, cuando encontramos la palabra torá en la Bibllia, enseguida pensamos que se trata de la Ley de Dios revelado a Moisés. Existen un total de 613 preceptos sumando los negativos con los positivos. En realidad, la palabra torá tiene un significado más amplio, aunque incluye la ley. Se trata de instrucción o doctrina. De hecho, un padre tiene obligación de instruir a su hijo en el modo de hacer el bien y evitar el mal y si el hijo no cumple lo que manda el padre, lo ha de castigar. También, los primeros cinco libros de la Biblia, que nosotros llamamos el Pentateuco (los cinco libros), se llaman en hebreo la torá. Si bien es cierto que esos libros, unos más que otros, contienen muchas leyes y preceptos, pero hay mucho más que eso. Sí, existen tres códigos de leyes, uno en el Éxodo, otro en el Levítico y el tercero en el Libro del Deuterónomo, palabra proveniente del griego que significa segunda ley o instrucción. Pues, nuestras lecturas de hoy tratan de la ley de una u otra manera. Examinemos, pues cada una para captar su importancia y lecciónes para nuestra vida.
En la Antiguedad, existían famosos códigos de leyes, tal vez la más famoso siendo el del Rey Humaramabi de Babilonia alrededor del año 1800 a.c, Se basan al menos en parte en la ley natural y algunos asepctos de estos códigos se encuentran en las leyes de Israel. Nuestra primera lectura alaba y agradece a Dios. Dios no solo le la dado a Israel la tierra prometida sino "los mandatos y decretos que os mando cumplir". Constituirían una gran ayuda al pueblo al entrar en la tierra. Recordemos que el Libro de Deuteronomio se sitúa al otro lado del Jordán cuando los israelitas se disponían a entrar. Moisés les entrega una serie de consejos para que pudieran entrar en la tierra y experimentar las bendiciones que Dios les quería dar. Se les encomienda "cumplir los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy". Los pueblos de alrededor reconocerán la grandeza de Israel no por extensos terriorios que no poseían ni por cualquier otro bien humano, sino por los preceptos sabios y prudentes que el Señor su Dios les había dado.
Cualquier sociedad humana, incluyendo la Iglesia tiene una serie de leyes y normas para lograr la armonía y el bienestar de la misma. Todo mundo es capaz de reconocer este hecho. Hablamos de un Estado de Derecho, que indica que las normas son razonables y conformes a la naturaleza humana. Sin embargo, también puede existir una falta de derecho y justicia en las leyes. Hoy en día, existe mucha atención para evitar la discriminación o conceder priveligios a un grupo particular cosa que se considera conrario a la justicia que significa dar a cada uno como le corresponde. Por ejemplo, los sobornos se consideran una falta contra la justicia etc. La leyes tienen que ser justas y no favorecer a nadie.
Otro problema pudiera ser el exceso de leyes, cosa que se da con mucha frecuencia en nuestro mundo. Un Estado de tipo socialista o comunista tiende a acaparar todo el poder y reglamentar todos los aspectos de la vida de los ciudadanos. De por sí, suele haber ordenanzas de los Municipios, algunas necesarias, pero también superfluas. Luego a nivel regional otros volúmenes de leyes, a nivel nacional incluso más. Y si el país forma parte de la Unión Europea, hay otros miles de normas, leyes, etc. sin que se haya consultado al ciudadano. Recientemente, con la "plandemia" los gobiernos han hecho caer encima de los ciudadanos otras normas absurdas como las referentes al uso de las mascarillas, del gel para estarse lavando las manos a cada rato, al entrar en cada tienda y en la Iglesia tapar las manos con ese gel durante la misa con el falso pretexto de que se va a evitar los virus, cuando ell cuerpo humano, incluyendo la piel tiene billones de bacteria, hongos etc. Según Sto. Tomas, una ley una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad". Por tanto, la ley tiene que ser razonable y si no lo es es una ley inicua. Por ejemplo, recientemente se ha obligado a los ciudadanos a tapar la cara con mascarillas, incluso los niños, supuestamente para protegerlos contra el supuesto virus, cuya existencia nadie ha probado. No es razonable, porque no hay estudios científicos que avalan la idea de que tapando la cara con un trapo vaya a lograr lo que el gobienro dice que quiere lograr. Al contrario, los estudios científicos demuestran que tal comportamiento daña la salud, la psicología y sobre todo en los niños, Provoca hipoxia o falta de oxígeno y a la larga cáncer entre otras cosas. Por lo cual no `puee promover el bien común y uno no está obligado a obedecer, Luego el gobierno emplea la Policía para imponer multas al ciudadano por no cumplir un mandato absurdo. Otro ejemplo, es lo de los permisos de construir. Resulta que promueven mucha corrupción porque aunque el país cuenta con una gran cantidad de terrenos no ocupados que pudieran servir para crear espacios saludables con jardines, parques, etc. Los políticos restringen a ciertas zonas la construcción y cobran mucho a las familias por las casas amén de recoger mucho dinero negro para financiar los partidos políticos. Como los precios de las casas son inflados debido a tal proceso juntamente con el robo de parte de los bancos al conceder créditos a hasta 40 años convirtiendo a las familias en esclavos de los bancos y la necesidad de que el marido y la esposa tienen que trabajar a tiempo completo para poder pagar al banco. Eso implica la reducción del número de hijos y la dificultad en criarlos debido al cansancio provovado por el trabajo. Esto no tiene nada que ver con el bien común sino con la esclavización de las familias.
Entonces, las leyes son necesarias para el bien común, pero no las que son injustas y nefastas.
Santiago nos dice "Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los asptros en el cual no hay fases ni periódos de sombra". Habla de la "palabra", es decir, de Dios que es el gran don que nos entrega. Nos invita a ser dóciles a la palabra y "no os limitéis a escucharla, engañándolos a vosotros mismos" . La palabra de Dios va mucho más allá de la mera justicia y nos lleva a "visitar huerfñano sy viudas en sus tribulaciónes". Hay que decir que Santiago es muy práctico. No habla por los aires sin bajar a lo concreto. ¿Lo hacemos nosotros?
Otro tipo de mal uso de las leyes lo encontramos en nuestro pasaje evangélico de hoy. Los fariseos siempre quejándose porque los discípulos de Jesús no algunas de sus normas exageradas. En esta ocasión por no lavarse las manos y restragaarlas bien. Esto me recuerdo de la manía que se ha instalado como parte de las normas absurdas del covid y cubrirlas con gel al ir a comulgar. Dice Jesús: "Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la atradición de los hombres" ¿No se da eso con los mandatos absurdos del Covid, caundo la gran mayoría de los bautizados católicos hacen caso omiso del Tercer Mandamiento de la Ley de Dios, pero con una escrupulosidad impresionante cumplen lo mandado por los gobienros Satánicos.
Luego, Jesús da una lista de vicios que salen de dentro del hombre y no vienen de fuera, como se imaginan que viene el supuesto virus:
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