sábado, 9 de enero de 2021

EL BAUTISMO DEL SEÑOR

 HOMILÍA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR, 10 DE ENERO DE 2021,

En primer lugar, hemos podido notar la importancia del papel de San Juan Bautista como precursor desde que empezamos las liturgias de Adviento.  Él es el último de los profetas y cumple las profecías sobre todo de Isaías. San Lucas en su Evangelio, presenta de forma paralela tanto la anunciación de su nacimiento a su padre Zaquearías en el mismo tiempo. Luego viene la anunciación del mismo Arcángel Gabriel a María que va a ser madre del Mesías, de El Salvador e Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Hay un gran paralelismo entre el relato del nacimiento del Bautista y el de Jesús, como también la circuncisión de ambos. Luego pasamos a la misión de Juan, primero cumpliendo las profecías en el desierto incluso con su modo de vestir y lo que come. Da origen a un gran movimiento del bautismo en el Jordán como arrepentimiento por los pecados, de manera que Juan es precursor no solamente en su nacimiento sino en su misión del bautismo. En la época había una gran expectación acerca de la llegada del Mesías. Por ello, las autoridades de los judíos, el Sanedrín, enviaron mensajeros a Juan para preguntarle quién era, si era el Mesías o el Profeta (esto se refiere a una promesa hecha por Moisés acerca de la futura venida de un profeta como él mismo). Juan les aseguró que no era ni uno ni otro, sino "una voz clamando en el desierto" proclamando la necesidad de abrir el camino al Señor, obviamente a través del arrepentimiento expresado por el bautismo. Después de él, vendrían uno mucho más grande al que no es digno de atar la correa de sus  las sandalias. 

Como sabemos, hasta ese momento Jesús proseguía su trabajo de carpintero en Nazaret, pero podemos suponer que el Padre le indicó que ya era el momento de dar inicio a su ministerio y por ello abandonó Nazaret y se fue al Jordán donde la gente iba a ser bautizada por él. Hoy en día, probablemente suponemos que se trata de otro misterio que no nos llama mucho la atención por estar habituado a leerlo en el Evangelio o escucharlo en la liturgia, pero para los primeros cristianos no era así. Ellos, a partir de la resurrección y la venida del Espíritu Santo estaban totalmente convencidos de que Jesús era el verdadero Mesías prometido por los profetas, pero eso de ponerse en fila con los pecadores identificados con ellos debió de ser algo difícil de tragar. Fue necesario, pues reflexionar y encontrar el verdadero sentido de este hecho y que con el bautismo en el Jordán de parte de Juan se dio inicio al Ministerio de Jesús.

Los cuatro evangelios nos entregan su relato sobre el bautismo de Jesús. Hoy nos toca la versión de San Marcos que es más breve que los otros sinópticos. No recoge la frase "he aquí en Cordero de Dios", que repetimos en cada misa. Probablemente muchos católicos pensaría que la frase "Cordero de Dios" se refiere a que Jesús es manso y pacífico según lo que normalmente entendemos acerca de un cordero. Un judío contemporáneo de Jesús captaría perfectamente la referencia al "cordero de Dios", relacionándolo con el sacrificio del cordero pascual en el relato de la salida del pueblo de Egipto. Un sacrificio es un acto de entrega de un animal o cereal a Dios en representación de nuestra propia ofrenda de la vida,

En primer lugar, hemos podido notar la importancia del papel de San Juan Bautista como precursor desde que empezamos las liturgias de Adviento.  Él es el último de los profetas y cumple las profecías sobre todo de Isaías. San Lucas en su Evangelio, presenta de forma paralela tanto la anunciación de su nacimiento a su padre Zaquearías en el mismo tiempo. Luego viene la anunciación del mismo Arcángel Gabriel a María que va a ser madre del Mesías, de El Salvador e Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Hay un gran paralelismo entre el relato del nacimiento del Bautista y el de Jesús, como también la circuncisión de ambos. Luego pasamos a la misión de Juan, primero cumpliendo las profecías en el desierto incluso con su modo de vestir y lo que come. Da origen a un gran movimiento del bautismo en el Jordán como arrepentimiento por los pecados, de manera que Juan es precursor no solamente en su nacimiento sino en su misión del bautismo. En la época había una gran expectación acerca de la llegada del Mesías. Por ello, las autoridades de los judíos, el Sanedrín, enviaron mensajeros a Juan para preguntarle quién era, si era el Mesías o el Profeta (esto se refiere a una promesa hecha por Moisés acerca de la futura venida de un profeta como él mismo). Juan les aseguró que no era ni uno ni otro, sino "una voz clamando en el desierto" proclamando la necesidad de abrir el camino al Señor, obviamente a través del arrepentimiento expresado por el bautismo. Después de él, vendrían uno mucho más grande al que no es digno de atar las sandalias. 

Como sabemos, hasta ese momento Jesús proseguía su trabajo de carpintero en Nazaret, pero podemos suponer que el Padre le indicó que ya era el momento de dar inicio a su ministerio y por ello abandonó Nazaret y se fue al Jordán donde la gente iba a ser bautizada por él. Hoy en día, probablemente suponemos que se trata de otro misterio que no nos llama mucho la atención por estar habituado a leerlo en el Evangelio o escucharlo en la liturgia, pero para los primeros cristianos no era así. Ellos, a partir de la resurrección y la venida del Espíritu Santo estaban totalmente convencidos de que Jesús era el verdadero Mesías prometido por los profetas, pero eso de ponerse en fila con los pecadores identificados con ellos debió de ser algo difícil de tragar. Fue necesario, pues reflexionar y encontrar el verdadero sentido de este hecho y que con el bautismo en el Jordán de parte de Juan se dio inicio al Ministerio de Jesús.

Los cuatro evangelios nos entregan su relato sobre el bautismo de Jesús. Hoy nos toca la versión de San Marcos que es más breve que los otros sinópticos. No recoge la frase "he aquí en Cordero de Dios", que repetimos en cada misa. Probablemente muchos católicos pensaría que la frase "Cordero de Dios" se refiere a que Jesús es manso y pacífico según lo que normalmente entendemos acerca de un cordero. Un judío contemporáneo de Jesús captaría perfectamente la referencia al "cordero de Dios", relacionándolo con el sacrificio del cordero pascual en el relato de la salida del pueblo de Egipto. Un sacrificio es un acto de entrega de un animal o cereal a Dios en representando la ofrenda a Dios de la propia persona oferente. 

El hecho de que Jesús se presenta a ser bautizado en medio de la multitud de pecadores nos indica su gran solidaridad con el hombre que ha caído con Adán, y el importante hecho de que Jesús como Hijo de Dios no solamente nos manda u ordena a cumplir los mandamientos, sino que se rebaja hasta nuestro nivel y se hace hombre en todo menos el pecado.  Esto es algo inaudito y nadie hubiera  esperado que Dios lo hiciera, En el Antiguo Testamento, hizo alianzas con su pueblo, pero aquí comparte toda la fragilidad nuestra hasta ser condenado en la cruz para liberarnos del pecado y la muerte. 

Se trata de una obra de las tres divinas personas. El Padre tiene la iniciativa y manda a su hijo al mundo que ejecuta el gran plan, pero baja sobre él el Espíritu Santo en la forma de una paloma y es el que guía a Jesús a lo largo de su ministerio. En cuanto a la Iglesia, Jesús, en la última cena prometió al Espíritu Santo de manera que el Espíritu cumpliría la misma misión en el caso de la Iglesia que con Jesús. 

Nosotros hemos sido bautizados "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", y así incorporados a su Cuerpo la Iglesia para también llegar a ser hijos de Dios, hijos en el Hijo. Esta fiesta nos lleva al final de nuestra celebración de la Navidad este año. Ojalá, nos ayude a querer seguir las huellas de Jesús y dejarnos guiar por el Espíritu Santo como él.


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