HOMILÍA DEL CUATRO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO B, 31 DE ENERO DE 2021.
Una y otra vez en los evangelios podemos constatar que la gente que escuchaba a Jesús o constataban los milagros extraordinarios que realizaban hacían precisamente estas preguntas. Hace más de cuarenta años cuando me tocó estudiar la Biblia y la teología dogmática, los profesores y autores solían distinguir lo que llamaban una "cristología baja" y otra alta. La primera la encontraban particularmente en el Evangelio de San Marcos, que es el que nos toca estudiar este año, y la segunda correspondería al Evangelio de San Juan. Es decir, que según ellos, Marcos resaltaba ante todo la humanidad de Jesús, mientras San Juan incluso desde los primeros versículos presentaba a Jesús utilizando la palabra griega "logos", que se suele traducir como "verbo" o "palabra", pero es mucho más de lo que normalmente entendemos como "palabras" Incluso, en inglés hay un dicho que reza "las palabras son baratas". San Juan comienza diciendo que el "logos" existía al principio, que estaba "con Dios" o delante de Dios y que era Dios y que todo lo que se ha creado (obviamente Dios es el creador de todo) fue creado por Él, y más adelante dice que el logos se hizo carne e hizo su morada o carpa en medio de nosotros. (1,14). Logos en griego significa la realidad última, el orden del universo, la racionalidad, Queda claro que San Juan se está refiriendo a la divinidad de Jesús y tendríamos una cristología alta.
¿Entonces es cierto que San Marcos evita o no llega a presentar a Jesús como Dios?. Nuestro pasaje evangélico de hoy con la ayuda de la primera lectura tomada del Libro del Deuteronomio nos ayudará a responder a esta pregunta y la que he colocado como título de la homilía de hoy. Pasemos, pues a comentar el pasaje de Deuteronomio. La palabra Deuteronomio proviene de dos palabras griegas deuter y nomos, es decir, segunda ley. SE trata del quinto y último libro del Pentateuco, que a su vez significa volumen, con el que esta primera parte de la Biblia termina. Para los judíos se llama torâ o la Ley, todo entregado por Dios a través de Moisés. No hay duda de que en el Antiguo Testamento el personaje más importante de todos es Moisés.El es el que se encontró con Dios en la zarza ardiente y a quien Dios entregó su nombre yahvé. No solo se presentó ante el Faraón, sino que condujo al pueblo desde Egipto por el desierto donde subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la ley, los diez mandamientos, donde también se encontró cara a cara con Dios, Entregó todas las demás leyes, 613 en total. Es el líder y personaje central de toda la historia de Israel. Los escribas y rabinos cuando enseñaban en última instancia se basaban toda su enseñanza en Moisés. Debatían entre sí sobre las interpretaciones de los rabinos más famosos, pero esos no eran nadie comparado con la verdadera autoridad que era Moisés.
El libro del Deuteronomio consiste en una serie de discursos o sermones dados por Moisés cuando el pueblo había llegado al otro lado del Río Jordán listos para cruzar y entrar en la Tierra Prometido. Ya no le tocaría a Moisés entrar sino Josué. Por tanto, el Deuteronomio sería una síntesis de todo lo que había realizado y enseñado Moisés. En nuestra primera lectura de hoy del c. 18 del Deuteronomio, Moisés afirma que Dios suscitará a un profeta como él de entre el pueblo.. "Pondré sus palabras en boca y les dirá lo que yo le mande", indicando que la última palabra de Dios no proviene de Moisés sino de ese profeta futura. Sabemos que los escribas y fariseos no se habían olvidado de este pasaje y este profeta, Cuando las autoridades del Templo de Jerusalén enviaron a representantes para preguntar a San Juan Bautista quién era y cuál era su misión, le preguntaron si él era "el profeta" y respondió que no. Luego dijo a sus seguidores que detrás de él viene uno más grande que él y no era digno de desatar sus sandalias. Sabemos que se trata de Jesús.
Pasamos a nuestro pasaje evangélico de hoy. Jesús se encuentra en la sinagoga de Cafarnaún un sábado. Como en otras ocasiones, a Jesús le habría tocado leer la lectura bíblica y comentarla. San Marcos indica que los presentes "quedaron asombrados por su doctrina porque no enseñaba como los escribas sino con autoridad. Sabemos que los rabinos argumentaban siguiendo a los rabinos más famosos que habían hecho escuela o en última instancia a la autoridad de Moisés, pero Jesús no procedía así, sino que enseñaba con su propia autoridad e incluso llegó a corregir a Moisés en la ocasión en la que respondía a una pregunta sobre el divorcio. Implicaba que él era el profeta prometido por Moisés y con mayor autoridad, es decir autoridad divina.
En la sinagoga se encontraba un hombre poseído por un "espíritu inmundo", por el demonio o más de un demonio. Reconoce el poder, la autoridad de Jesús y le preguntan: "¿Qué quieres de nosotros?¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quien eres: El Santo de Dios". Incluso los demonios saben quien es Jesús. Jesús con plena autoridad sobre el demonio lo manda terminantemente salir del poseído: "Cállate y sal de él" El espíritu inmundo lo retorció y, y dando un grito muy fuerte y salió. Todos los presentes quedaron estupefactos. Hemos observado que las enseñanzas de Jesús asombraba a los presentes, pero el milagro de la expulsión del demonio los impactó mucho más.
Hay un dicho en latín que reza inteligenti pauca, o al inteligente le bastan pocas explicaciones. Así podemos captar lo que San Marcos nos indica aquí: si Jesús enseñaba con tanta autoridad tendría que ser el profeta prometido por Dios a través de Moisés y como tenía un poder total sobre los demonios, no hay otra conclusión, sino que es Dios, lo mismo que escribía San Juan al inicio de su evangelio y en otros pasajes posteriores.
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