HOMILÍA DEL DOMINGO XXII, CICLO A, 30 DE AGOSTO DE 2020.
Nuestra primera lectura de hoy está tomada del Libro del Profeta Jeremías y concretamente "Las confesiones de Jeremías". Al llamar al joven Jeremías a ser su profeta, Dios le hizo ver que su misión iba a ser muy difícil porque su mensaje no iba a satisfacer a ninguno de los poderes fácticos que gobernaban en Jerusalén, ni los reyes, ni sus ministros, ni los sacerdotes ni los falsos profetas que siempre había y que profetizaban lo que al Rey le gustaba escuchar. Jeremías no estaba para tal labor sino para ser fiel a su misión. Esta fidelidad era algo extremadamente difícil. Ante esta situación el profeta se lamenta con Dios y se queja de que lo había seducido. "Yo era el hazmereír todo el día. Todos se burlaban de mí". Sin embargo, Jeremías no era capaz de rechazar la palabra del Señor porque "ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en mis huesos, intentaba contenerla y no podía". El que quiere servir al Señor no tiene más remedio que cargar con su cruz, como dice Jesús en el evangelio de hoy, si es que quiere ser fiel a su misión y sobrellevar la persecución. el rechazo hasta de los amigos y familiares como dice Jesús.
El evangelio de hoy sigue al del domingo pasado y San Pedro, después de haber sido alabado por Jesús por su confesión de fe, intenta convencer a Jesús que no debería someterse al suplicio de la cruz, pero Jesús lo rechaza terminantemente, incluso llamando a Pedro "Satanás", que sería un obstáculo en su camino. Seguir a Jesús inevitablemente lleva a la cruz. Además, Jesús no nos prometió en ninguna parte una vida fácil.
Prosigue Jesús diciendo "Si uno quiere salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por mí la salvará", y "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?" La historia de toda la Biblia además de la historia profana demuestran que el hombre no es capaz de salvarse a sí mismo. En los últimos siglos, especialmente a partir de la Revolución Francesa, seguida por la Revolución Comunista Rusa, el intento de lograr un nuevo tipo de hombre, una felicidad terrena no solo no es posible, sino acaba en la masacre de millones de personas. El Marxismo consideraba que el mal estaba en el capitalismo, el hecho de que la propiedad estaba en manos de privados, mientras el Nazismo pensaba que para alcanzar la sociedad perfecta se tenía que purificar la raza arria. No hace falta comentar mucho acerca de los resultados de estas utopías, aunque quedan no pocos incluso intelectuales y profesores de universidad que apoyan la solución socialista y comunista pese a los resultados desastrosos que han tenido. Hoy en día, se está promoviendo en parte una nueva ideología que llaman "progreso" que supuestamente va a dar la tan anhelada felicidad a las masas. Las Naciones Unidas y otros entes internacionales como también grandes magnates están promoviendo esta ideología que incluye lo que se llama el transhumanismo. Se trata de privar a los seres humanos su libertad para controlar cada aspecto de su vida, incluso meter chips en su cuerpo y controlar cada aspecto de su vida, cosa ya muy avanzada en China comunista. Parte de todo esto es el falso calentamiento global que ahora llaman cambio climático porque lo del calentamiento no cuela. Se trata en parte de alargar la vida, de conecta el cerebro a computadoras que supuestamente ayudarán a que el hombre solucione todos sus problemas en este mundo, incluso el de la muerte, alargando la vida. Algunos de los transhumanistas llegan a pensar que eventualmente van a poder superar el problema de la muerte. La falsa pandemia de COV19 forma parte de esta estrategia. Ya han logrado el primer paso que era meter pánico en la gente, obligarles a andar por todas partes con las mascarillas que no solo son inútiles sino perjudiciales para la salud ,pero sirve como medio de control de la población. Una vez que la gente aborregada acepta eso, luego viene la vacuna obligatoria, es decir, el supuesto remedio para el mal que los mismos han creado. La vacuna va a cambiar el ADN de las personas y por ellos tendrá secuelas nefastas incluso para las futuras generaciones. En todo caso, tanta tecnocracia no satisface al hombre ni van a funcionar ninguna de las medidas científicas y técnicas que han inventado y van a inventar.
Volvamos a las palabras de Jesús: "¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?". Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza y nos ha enviado a su Hijo al mundo para ser "camino, verdad y vida" de manera que nada que se aleja del `plan de Dios para nuestra verdadera felicidad que no su alcanza alargando la vida con la ayuda de la tecnología o lavando el cerebro metiendo dentro de él unos chips, podrá salvarlo. Jesucristo es nuestro único salvador. Uno de los grandes santos del siglo IV que defendía la doctrina de la Sma. Trinidad cuando el hereje Arrio la rechazó diciendo que Jesucristo no era más que la criatura primera y más perfecta, respondía que solo Dios puede salvar al hombre, es decir, Jesucristo Nuestro Señor y lo hace amándonos hasta el extremo de morir en la cruz para liberarnos del pecado y la muerte. Que no seamos borregos ni nos dejemos engañar por los nuevos intentos de salvarnos que infaliblemente van a fracasar como fracasó el comunismo, el nazismo y demás "ismos" que han inventado y han hecho el siglo XX el de más muertes violentas y también más mártires. Los planes que se están tramando ahora pudieran ser peores porque podrían afectar las futuras generaciones y llegar a ser, en palabras del apologeta inglés C.S. Lewis "la abolición del hombre". La única salvación que hay es la de Jesucristo que nos llega por la cruz y nos invita a tomar la cruz por sin sufrimiento y dolor no hay amor y Dios es Amor, como dice San Juan en su primera carta 4,8, No nos olvidemos las palabras de Santa Teresa de Jesús: "Sólo Dios basta".