sábado, 2 de mayo de 2020

SUFRIENDO CON PACIENCIA

HOMILÍA DEL IV DOMINGO PASCUA, CILCO A, 3 DE MAYO DE 2020.

Este cuarto domingo de Pascua la lectura del Evangelio está tomada del c. 10 de San Juan que trata del Buen Pastor. Ya desde los años 60 del siglo pasado, el Papa Pablo  VI estableció ese domingo como Jornada de Oración por las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada. Podríamos preguntarnos por qué el papa sintió la necesidad de hacer eso, más allá del hecho de que considerara que escaseaban las vocaciones. En España, el promedio de la edad de los sacerdotes es mayor que los 60 año. Ha habido más de 900 conventos de clausura y poco a poco mucho se están cerrando dado que las monjas se van muriendo y no hay nuevas entradas. Algo está fallando en la Iglesia. El Papa Juan Pablo II decía que la comunidad católico tiene la obligación de asegurar a la Iglesia un número suficiente de sacerdotes y sin la vida religiosa la Iglesia no sería lo que debería de ser. Como todos los males que hay en nuestra Iglesia actual, se debe al debilitamiento de la fe en las familias y las comunidades debido a la secularización rampante de nuestros países. ¿Acaso la gente es más feliz prescindiendo de Jesucristo Nuestro Señor y del amor infinito que manifestó tanto con su doctrina como el ejemplo de entrega de su vida por amor hasta la cruz? Mientras pedimos al Señor que mueva a los jóvenes a considerar la grandeza de la vocación de la consagración a Él por el bien de la Iglesia y de las almas, pensemos también en cómo nosotros podríamos aumentar nuestra fe y propagarla a otros.

Me voy a fijar en la lectura de la Primera Carta de San Pedro que hemos escuchado hoy. El apóstol se dirigía a una comunidad o varias comunidades de cristianos "dispersos" que seguramente sufrían persecución y la carta intenta animarles para que  vivan esa situación con alegría y esperanza. Es un mensaje muy apropiado en este tiempo de Pascua y especialmente este año que no es como otros. "Si, obrando bien, soportáis el sufrimiento, hacéis cosa hermosa ante Dios". Cuando nos atacan o insultan ¿cuál es la actitud que comúnmente asumimos? Pues, no normal sería insular o atacar al que nos ha hecho ese daño. ¿Y se practicamos paciencia y no devolvemos mal por mal?   También si hemos hecho un favor a otra persona, o le hemos dado algún dinero para que pudiera atender algún apuro  y resulta que ni siquiera lo reconoce o da las gracias, obviamente no cae mal y si no decimos nada a otros, tendemos a pensar mal de esa persona. ¿Cuál es la actitud de Jesús en tales circunstancias? En el Sermón de la Montaña dice Jesús: "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, orad por los que os persiguen" También dice"si amáis a los que os aman, "¿qué mérito tenéis? Incluso los paganos lo hacen". Manda que si nos piden prestado no exigir que devuelvan el bien prestado, etc. El motivo que da Jesús para este tipo de comportamiento es que seremos como nuestro Padre en el cielo que "hacen llover sobre malos y buenos". San Pedro recuerda a los cristianos de sus días que así hacen algo hermoso ante Dios. Eso porque Dios es amor y el amor consiste en querer y hacer el bien al otro en cuanto otro, no esperando algún beneficio por las obras de caridad que hacemos.

"Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas."  Es decir, que Jesús cumplió en su vida lo que predicó. No podemos llamarnos de verdad cristianos si no seguimos en nuestra vida lo que Jesús predicó y practicó.  San Pedro recuerda a aquellos a quienes dirigía su carta el tipo de vida que llevaban antes de su conversión al cristianismo: "Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas. Jesús es el Buen Pastor que guía a sus ovejas por el camino que lleva a su padre y es guardián de las ovejas. 

Además de pedir al Señor con gran confianza que envíe a buenos pastores a su Iglesia, que nosotros aprendamos a no ser ovejas descarriadas porque nos dejamos guiar por nuestros vicios y malas costumbres. Eso lo realizaremos solo si tenemos en mente el ejemplo y la palabra de Jesús. No seamos de los que dicen "Señor, Señor", sin hacer la voluntad del Señor. 



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