sábado, 16 de mayo de 2020

DAR RAZÓN DE LA ESPERANZA QUE HAY EN NOSOTROS

HOMILÍA DEL VI DOMINGO DE PASCUA, CICLO A, 17 DE MAYO, 2020.

Vamos a reflexionar hoy sobre nuestra segunda lectura que, como los demás domingos de Pascua este año, está tomada de la Primera Carta de San Pedro. Primero escribe el apóstol: "Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor". Primero, Jesucristo el Señor está en nuestros corazones y eso a partir del bautismo a no ser que lo hayamos expulsado por haber cometido algún pecado mortal, El bautismo ha sido un momento absolutamente fundamental en nuestra vida cristiana, ha sido una nueva creación, se nos ha comunicado una nueva vida que es la participación a través de nuestra unión con Jesucristo de la vida divina, Por esto podemos glorificar al Señor Jesús. La palabra gloria en la Biblia se refiere a la manifestación de la bondad, de la grandeza de Dios, Tal vez estamos acostumbrados a estas ideas y no nos sorprenden ni producen asombro en nosotros.

San Pedro prosigue; "Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que la pidiere". Analicemos lo que es la virtud teologal de la esperanza, El Papa Benedicto XVI en su carta Encíclica Spe Salvi escribe:  En efecto, « esperanza » es una palabra central de la fe bíblica, hasta el punto de que en muchos pasajes las palabras « fe » y « esperanza » parecen intercambiables. Así, la Carta a los Hebreos une estrechamente la « plenitud de la fe » (10,22) con la « firme confesión de la esperanza » (10,23). También cuando la Primera Carta de Pedro exhorta a los cristianos a estar siempre prontos para dar una respuesta sobre el logos –el sentido y la razón– de su esperanza (cf. 3,15), « esperanza » equivale a « fe ». El haber recibido como don una esperanza fiable fue determinante para la conciencia de los primeros cristianos, como se pone de manifiesto también cuando la existencia cristiana se compara con la vida anterior a la fe o con la situación de los seguidores de otras religiones. (2), 

Volviendo a lo que ha realizado el bautismo en nosotros, los teólogos explican que en primer lugar, la nueva creación y nueva vida a la que he aludido arriba tomando píe de lo que escribe San Pablo a los Romanos, consiste ante todo en lo que se llama la inhabitación de las tres divinas personas en nuestra alma. San Juan en su c.15 recoge el discurso de Jesús en la Última Cena y repite varias veces el verbo manein en griego que significa permanecer o hacer morada. La presencia de las tres divinas personas en nuestra alma no nos deja iguales, al contrario, nos transforma y eleva a un nuevo nivel de vida que es precisamente lo que significa una nueva creación. Es una realidad que en ningún caso podemos alcanzar nosotros. Esta transformación o elevación se llama también gracia santificante o gracia habitual. También los Padres Griegos la llamaban divinización o deificación, Esta nueva realidad se da en nuestro mismo ser, porque Dios ha creado al hombre con una apertura,  con la posibilidad de recibir este don inaudito. Ahora bien, eso no es todo. También esta nueva vida se tiene que manifestar en nuestros actos como potencia operativa que nos permite actuar y vivir según esta nueva realidad. Así también Dios nos infunde  las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. 

Como afirma Benedicto XVI, la fe se desarrolla o se manifiesta como esperanza. La fe es el primer paso de nuestra santificación y como explica San Pablo en su Carta a los Romanos, nos justifica. Se trata de un concepto técnico en la teología que significa pasar del pecado y la enemistad con Dios a la amistad y unión con él. San Pedro nos invita a "dar razón de la esperanza" que hay en nosotros. Utiliza la palabra logos que era un concepto fundamental para los griegos y que San Juan recoge al inicio de su Evangelio cuando escribe "En el principio era el Logos, y el Logos estaba con Dios y era Dios", refiriéndose al misterio de la Encarnación de la segunda Persona de la Sma. Trinidad. Logos significa razón y orden entre otros muchos matices que tiene. La esperanza tradicionalmente se ha considerado como la virtud o hábito que nos dispone a alcanzar un bien difícil (bonum arduum) pero posible. Obviamente, la esperanza para el cristiano consiste en la promesa de Dios de la salvación que no solo es difícil para nosotros sino imposible sin la gracia de Dios. El motivo de nuestra esperanza como cristianos es la misericordia infinita de Dios que no puede fallar en sus promesas. 
San Pablo dice "en esperanza fuimos salvados" y considera que mientras la fe se refiere a las cosas no vistas o de las que no tenemos una experiencia directa, la esperanza se refiera a las cosas no poseídas plenamente. Por ello, nuestra salvación sí es real, pero no se ha alcanzado plenamente. De ahí la importancia fundamental de la esperanza del cristiano en esta vida. San Pablo pensaba también que los paganos no tienen esperanza, pues sus dioses no son más que demonios e incapaces de realizar lo que nuestra naturaleza racional anhela que es la plena felicidad que obviamente no se alcanza en este mundo. Por ello, hemos de intentar explicar a los paganos, o en nuestro caso a los neopaganos, que hoy en día son una mayoría, aunque no pocos de ellos se dicen católicos, por qué nuestra esperanza existe, cómo Jesucristo sobre todo con su resurrección es nuestra esperanza, la única esperanza que no falla. 

San Pedro va más allá, y explica cómo hemos de dar razón de nuestra esperanza a los que no tienen fe: pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo. En el diálogo con los no católicos, hemos de ser humildes y saber escuchar lo que dicen aceptando todo lo que es positivo y no con prepotencia. La palabra católico significa según la totalidad, es decir, todo lo que es verdad y lo positivo que tienen los no católicos forma parte de la fe católica  o no está con contradicción con ella, y hay que reconocerlo. No se trata de ganar un argumento sino de llegar a la verdad.  Hay que respetar al otro, pues si están el error, no es culpa suya sino que ha nacido en el paganismo y se requiere paciencia para conducirlo hacia la verdad plena. San Pablo  normalmente relaciona la esperanza con la paciencia y la perseverancia y utiliza la palabra hipómene en este caso, que sería un verbo auxiliar de la esperanza. 

San Pedro no se está refiriendo aquí a un grupo de teólogos o apologistas profesionales, sino a cualquier fiel. ¿Me doy cuenta de que a mí me corresponde dar  a los que no tienen fe o la tienen muy débil y poco desarrollado una explicación acerca de diversos puntos de la fe. ¿Y cuál es el mayor problema de los católicos respecta a su fe? Me parece que la respuesta de esta pregunta consiste en una sola palabra LA IGNORANCIA. 
Si no, ¿cómo se explica que según una encuesta reciente hecha en EEUU, 70% de los católicos no saben no creen en el dogma de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, que el pan y el vino se transforma en el cuerpo y la sangre de Jesucristo? ¿Qué nivel de conocimiento tentemos de la Sagrada Escritura? San Jerónimo decía que "Ignorancia de la Sagrada Escritura es ignorancia de Jesucristo". Los niños y los jóvenes reciben una educación basada en el secularismo, el relativismo y no pocos de los profesores se burlan de la doctrina católica porque piensan que todo lo que no se puede demostrar con la ciencia es mito, leyenda etc. ¿Sabemos que se puede probar la existencia de Dios y que necesariamente el universo ha sido creado por él, que el hombre no es meramente un animal más evolucionado etc.? 

Si somos sinceros, no podemos decir que no tenemos tiempo para ir estudiando la fe, y descubriendo las respuestas a las dudas que podemos descubrir nosotros o en otros. Hay abundante material disponible hoy en día en Internet, por ejemplo el Catecismo de la Iglesia Católica en su versión completa o el Compendio, Videos con buenas explicaciones etc. No basta lo que recibimos en la catequesis cuando éramos niños, pues el traje del niño ya no nos sirve. ¿Y no será un pecado de omisión dejar de interesarnos por conocer la fe mejor y poder dar razón de la esperanza que hay en nosotros". 

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