viernes, 7 de diciembre de 2018

EL ADVIENTO, TIEMPO DE ALEGRÍA Y ESPERANZA

II DOMINGO DE ADVIENTO, 2 DE DICIEMBRE DE 2018,CICLO C.

¿Con lo que está cayendo en el mundo, es posible rescatar algo de alegría y esperanza? Nuestras lecturas litúrgicas de hoy nos indican que sí. La primera lectura tomada del libro de Baruc afirma: "Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados, a todas las colinas encumbradas, ha mandado que se llenen los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con seguir dad, guiado por la gloria de Dios; ha mandado al bosque y a los árboles fragrantes hacer sombre a Israel. Porque Dios guiará a Israel entre fiestas, a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia". También el salmo 125 habla de un cambio de suerte para Sion, es decir, Jerusalén y "el Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Nuestra segunda lectura, de la Carta de San Pablo a los Filipenses, la carta en la que más el apóstol manifiesta su alegría. Ora por ellos y expresa su amor hacia ellos: "Testigo es Dios de lo entrañablemente que os quiere en Cristo Jesús"... "Así llegaréis al Dios de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús a la gloria y alabanza de Dios".

Toda esta alegría está relacionada con la llegada de Jesús a nuestro mundo y nos invita a prepararnos con gran empeño para este gran acontecimiento. Segunda su segunda venida al final de los tiempos, a la que estaban dedicadas las lecturas del domingo pasado, el primer del Adviento en este año en el que estamos en el ciclo  C.  En el evangelio del domingo pasado, nos tocó un pasaje escatológico de evangelio de San Lucas que es el que nos tocará leer a lo largo de este nuevo año litúrgico. El Señor hablaba de "signos en el sol y la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje...Por otra parte, Jesús no revela cuando se va a dar el fin de los tiempos, de manera que si nos dice todas estas cosas, es que contienen una lección para nosotros ahora. Una y otra vez también nos habla de la necesidad urgente de la vigilancia, por ejemplo, en el caso de la Parábola de las Diez Vírgenes. Las que llegan tarde por no haber tenido aceite en las acluzas se quedan fuera y no hay modo de entrar en la fiesta de bodas que obviamente se refiere al cielo. No debemos de ser holgazanes, maltratando a los demás, como el mayordomo de otra parábola "porque a la hora que menos penséis, vendrá el hijo del hombre". ¿Como podemos acoger a Jes

En el evangelio de hoy San Lucas, en el caso del inicio de la vida pública de Jesús,  al igual que en la ocasión del nacimiento de San Juan Bautista y de Jesús, coloca su relato en el contexto histórico, cultural y político de la época, como era costumbre en el caso de los historiadores y biógrifos de la época. En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Hudea, y Herodes virrey de Galilea,  su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconitide, y Lisanio virrey de Abilene, bao el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto".

Fijémonos que el evangelista comienza con el emperador, ya no Augusto quer lo era cuando Jesús nación sino Tiberio su sucesor. Prosigue con otros personajes menos importantes, virreyes o reyezuelos e gobernador Poncio Pilatogobernantes de territorios que fomaban parte de la Palestina de la época y los personajes de mayor relvevancia religiosa de la época, Anás y Caifás. Si Dios había previsto que su Palabra iba a manifestarse, importa notar que no se comunica a ninguno de estos personajes poderosos, sino a Juan conocido como el bautista y en el desierto. Juan no era más que hijo de Zaquarías, un sacerdote de bajo rango en el templo de Jerusalén. La bajada de la Palabra sosbre Juan se asemeja a lo que ya había sucedido an el Antiguo Testamento  tanto en el caso de los Jueces como de los profetas.

El evangelista resume el mensaje de Juan en estas palabras: Una voz grita en el desierto. Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos: elevense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Todos verán la salvación de Dios", palabras tomadas del Profeta Isaías,  y tambíén reflejadas en nuesra primera lectura de Baruc de hoy. En la antiguedad no contaban con autovías que incluyen túneles y puentes para facilitar el paso de los vehículos. Con frecuencia, un ejército tenía que hacer el camino al andar.

 El hecho de que Juan salió a predicar no en Jerusalén o en el templo, sino en el desierto es un hecho relevante. No es que el desierto no tenga una gran importancia en la Biblia como un ambiente adecuado para el encuentro con Dios, pero también era inhóspito y la vida en él era dura. No se trataba como nosotros podríamos imaginarnos, verlo desde la ventana de un hotel o casa de retiros cómodo previsto de todo lo necesrio para una vida tranquila y serena. Si  Dios quiso revelar su Palabra a Juan en el desierto, la gente tenía que salir al desierto para escucharla proclamada por Juan. En el caso nuestro, nuestro encuentro con el Señor exige una serie de sacrificos y esfuerzos que nos han de sacar de nuesta zona de confort, como hoy en día se dice. 

¿Cómo podemos abrir camino para el Señor en nuestra alma, si no es a través de la oración. Escribe San Efrén de Siria, Diácono y Doctor de la Iglesia: "Las virtudes se forma por la oración. La oración conserva la templanza. La oración suprime la ira. La oración previene los sentimientos de soberbia y envidia. La oración arrastra al alma al Espíritu y eleva al hombre al cielo". En estos días de Adviento podríamos estar como Marta, agitada y agotada por las tareas, pero para que el Señor pueda encontrar el camino allanado para entrar en nuestro corazón, necesitamos de silencio interior, trabajar con calma y paciencia. Hemos de buscar no nuestra propia satisfacción sino como agradar a los demás.

Pensemos, pues en alguna cosa concreta que podemos hacer en estos días de Adviento para que no pase en balde por nuestra alma la gracia que el Señor nos quiere regalar en este tiempo y en la Navidad ya  próxima. Hagamos algún propósito, no muchos o vagos sino algo concreto que nos ayudará a abrirle camino al Señor en este Adviento y Navidad.

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