DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN
Siendo irlandés y habiendo sido criado en el ambiente devocional que reinaba en Irlanda en los años 50 y 60 con gran énfasis en la Devoción al Sagrado Corazón, me ha extrañado un poco que aquí en el pueblo de la Sierra de Cádiz donde soy párroco importa poco esta devoción. Las pocas personas mayores, en su gran mayoría mujeres, al parecer conocen poco acerca de esta devoción. En general, puede que sean víctimas de la tendencia a eliminar las devociones populares que ha prosperado entre cierto clero a partir del Concilio Vaticano II. Desde hace tres años cuando llegué aquí intenté reavivar devociones como algunas novenas, Mes de María en mayo, el Via Crucis en tiempo de Cuaresma, pero con poco éxito. Algunos feligreses comentaban al inicio que “este cura quiere restaurar devociones que otros han eliminado”. No veo por qué la promoción de la vida litúrgica tiene que despreciar o eliminar devociones de una gran trayectoria en la Iglesia y que tantos frutos han dado. Sí hay una gran estatua del Sagrado Corazón en la Iglesia encima de sagrario en la capilla del Santísimo. También he sabido que antes existía un confesionario en el templo, pero algún predecesor iluminado lo eliminó, pues él u otros introdujeron la absolución general, contrario a todas las normas clarísimas expresadas en múltiples documentos, no el menor de ellos el Código del Derecho Canónico. En un pueblo vecino a uno de esa generación de curas iconoclastas se le ocurrió anunciar a los feligreses que iba a quemar las imágenes de los santos existentes en el templo. Afortunadamente prevaleció el buen sentido de los feligreses porque se llevaron las imágenes a sus casas para que el cura iluminado no pudiera llevar a cabo tal disparate. A Dios gracias que ya no se dan estos deslates, pero algunas de las consecuencias de ellos perduran. He ido decayendo la devoción y desapareciendo en las generaciones jóvenes y menos jóvenes, es decir de cincuenta años para abajo. Lo que ha quedado ha sido el foklore. Los mismos que no pisan el templo en todo el año, a no ser en la ocasión de alguna boda, funeral o primera comunión se quedan hasta muy entrada la noche decorando pasos en Semana Santa o en vísperas de la Fiesta de la Patrona. Es decir, les queda un ligamen muy ténue con la Iglesia que ha quedado principalmente en una tradición del pueblo, con un mínimo de verdadera devoción.
La Devoción al Sagrado Corazón es muy especial y muy característica de la Iglesia Católica y, como demuestra el Papa Pío XII, en su Carta Encíclica Haurietis Aquas 1956, tiene un sólido raigambre bíblico, patrístico y teológico. Jesús en el Evangelio invita a todos a “venir a Él que es manso y humilde de corazón”. En toda su vida, pero sobre todo en la Eucaristía y en la Cruz, manifiesta el inmenso amor de Dios a cada hombre, pues su costado fue penetrado con la lanza del soldado y salió sangre y agua, simbolizando los sacramentos del bautismo y de la Eucaristía, según la interpretación común de los Padres de la Iglesia. Entre todos los Padres, el más grande, San Agustín, es el que coloca el amor como el centro de toda su teología y su espiritualidad. En la Edad Media son muy numerosos los grandes místicos como San Bernardo, San Buenaventura en la tradición franciscana, y algunas de las más grandes santas y místicas como Santa Gertudris la Grande y Santa Catalina de Siena, por mencionar las más conocidas, profundizaron notoriamente en el misterio del amor de Dios manifestado en el Corazón de Jesús. El corazón, como es bien conocido, es el centro y lo más profundo del hombre en la mentalidad bíblica. Coinciden muchas culturas en señalar el corazón como símbolo del amor.
Fue a partir de la rotura de la unidad de la Iglesia en Occidente que tuvo como resultado su posterior fraccionamiento en unas 4000 denominaciones, que providencialmente surgió con nueva fuerza la Devoción al Sagrado Corazón. El P. John Hardon, jesuita muy conocido en Estados Unidos, ya fallecido, que escribió tres libros sobre el Protestantismo y que los mismos Protestantes han utilizado en sus seminarios, explica el desarrollo de esta devoción a partir de la así llamada Reforma Protestante y la introducción del Jansenismo en la Iglesia, particularmente en Francia (http://www.ewtn.com/library/CHRIST/FR90204.txt) Afirma que la Devoción al Sagrado Corazón distingue al Catolicismo de cualquier otra forma de Cristianismo. Afirma que los errores del Protestantismo tiene que ver con la naturaleza de Dios, del hombre, la moral y la espiritual, como del mismo destino del hombre. Lutero, debido a sus experiencias de tipo neurótico, como por ejemplo el terror que sentía hacia un Dios que le podían condenar ejemplificado en su reacción ante la tormenta, llegó a considerar que el hombre no puede dejar de pecar y que su situación es irremediable. Lo más que se puede esperar es que se le cubra con el manto de la justicia de Cristo, pero en realidad en su interior es una podredumbre. Desde el punto de vista de la antropología el error fundamental propulsado por los reformadores protestantes fue la negación del verdadero libre albedrío. El P. Hardon afirma (traduzco del inglés): “El error más fundamental que dividió la Iglesia Católica en el signo XVI, y desde entonces ha sido el elemento que más división ha provocado es la negación del hecho de que tenemos una verdadera libertad interior, en virtud de la cual podemos libremente servir a Dios o voluntariamente rehusar servirlo”.
Este error penetró en la Iglesia Católica de la mano en primer lugar del teólogo de Louvaina en el período posterior al Concilio de Trento, cuyo nombre latinizado es Bayo. Posteriormente los errores de Bayo fueron seguidos y desarrollados por el teólogo de origen holandés llamado Jansenio, que llegó a ser Obispo de Ypres, con el apoyo de su amigo francés que fue Abad del Monasterio de St-Cyran. Este doctrina repetidamente condenado por Roma, se denominó Jansenismo, aunque el famoso libro de Jansenio, Agustinus, fue una publicación póstuma. El mismo Jansenio se sometió ante mano y en el lecho de muerte al juicio de la Iglesia, pero se extendió a toda Francia y más allá su doctrina, hasta el punto que 50 obispos franceses adhirieron a tal doctrina.
Para Bayo, como para Jansenio, la visión de Dios es connatural al hombre, no un don sobrenatural. Por consiguiente, la gracia, incluso la visión de Dios son realidades debidas a la naturaleza humana, también la libertad de la concupiscencia de la que gozaba Adán. Además de los errores de Jansenio y sus seguidores se promovió un rigorismo que se oponía a la recepción frecuente de la Eucaristía. Como contrapartida de estos errores Dios en su Providencia hizo surgir la Devoción al Sagrado Corazón y gracias a la divulgación de las revelaciones hechas a Santa Margarita Mará de Alacoque se extendió rápidamente en toda la Iglesia. No se trata de ora devoción, sino que tiene su fundamento en los siete pilares o misterios cardinales de nuestra fe, como los denomina el P. Hardon:
-Dios creó al género humano libremente de su puro amor y lo invitó a entrar en comunión con la Santísima Trinidad a través de su incorporación en Jesucristo su Hijo, por la acción del Espíritu Santo.
-Dios envió a su Hijo al mundo para ofrecerse libremente en la cruz por amor a los hombres. La esencia del amor es la voluntad de sufrir libremente por el amado.
-Jesucristo, Hijo de Dios sufrió y murió no solamente por unos cuantos elegidos predestinados, sino por amor a todos los hombres.
-Dios ofrece a todos los hombres la gracia necesaria para salvarse, aunque no todos se salvan. Eso debido a su voluntad perversa que rechaza el amor y la gracia de Dios.
-Poseemos el don del libre albedrío. Amamos a Dios cumpliendo su voluntad, y uniendo así nuestra voluntad a su Voluntad Santísima.
-Nuestra libre voluntad puede llevarnos a amar a Dios más allá del mero deber. Podemos abrazar la cruz en comunión con el mismo Jesús.
-Jesucristo se da a sí mismo aquí y ahora en la Eucaristía. Permanece en medio de nosotros a través de la Eucaristía. Lo recibimos en nuestro corazón para fortalecer nuestra voluntad y unirnos a su amor.
La devoción al Sagrado Corazón se extendió en Francia, donde el Arzobispo de Marseilles realizó la primera consagración al Divino Corazón de Jesús en la ocasión de una peste. En el siglo XIX y principios del siglo XX, se extendieron las consagraciones de naciones y del mundo entero al Sagrado Corazón. Ésta a manos del Papa León XIII en el año 1899. En el caso de España, se hizo la consagración de la nación al Sagrado Corazón en el año 1919 con una oración proclamado por el Rey Alfonso XIII. Este domingo21 de junio se conmemora aquella consagración realizada en Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la península, con una misa solemne presidida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Mons Antonio María Rouco. Además, en este día de la Solemnidad del Sagrado Corazón se da inicio al Año Sacerdotal en conmemoración del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el Cura de Ars. Así como en siglos pasados la Divina Providencia inspiró a una monja sencilla en un convento desconocido del sur Francia para que se propagara la Devoción al Sagrado Corazón, como antídoto de los errores de los reformadores y del jansenismo, ojalá que este año deje abundante fruto en la Iglesia y en el mundo, particularmente a través de una renovación de la vida y celo pastoral de los sacerdotes a ejemplo del Santo Cura de Ars, San Juan Vianney.
Para leer el texto de la Consagración de España al Sagrado Corazón en 1919, ver:
http://www.bernardo-francisco-de-hoyos.info/consagracion-sagrado-corazon-jesus/consagracion-scjesus.htm
viernes, 19 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario