sábado, 19 de marzo de 2022

EL NOMBRE DE DIOS.

HOMILÍA DE III DOMINGO DE CUARESMA CICLO C, 20 DE MARZO DE 2020.

EL NOMBRE DE DIOS.

Nuestro primera lectura de hoy es uno de las más emblemáticas de toda la Biblia. Está tomada del c. 13 del Libro del Éxodo, mejor conocida como el episodio de la Zarza Ardiente. Recordemos el contexto. El Faraón y el resto de los egipcios decidieron perseguir a los hebreos y obligarles a trabajar duro en la construcción de una ciudad haciendo ladrillos. Se mandó a las nodrizas matar a los niños hebreos. Así se dio el episodio del nacimiento de un niño. Se ñe colocó en una cesta y fue dejado en el Nilo. Llegó la hija del Faraón a bañarse en el río y preguntó sobre el niño encontrado en la cesta. Una chica hebreo se encontraba allí y ella ofreció encontrar a una nodriza. La hija del Faraón le puso en nombre Moisés, y se considera que fue criado entre las personas más ricas y famosas de Egipto.

Cuando Moisés ya era mozo encontró que un egipcio maltrataba a un hebreo y lo matón y sepultó en la arena. EL día siguiente, Moisés vio una riña entre dos hebreos e intervino. Uno de ellos le preguntó si iba a matarlo como había hecho con el egipcio. Dándose cuenta de que ya se había descubierto lo que hizo el día anterior, se escapó de Egipto hasta Madián donde se casó con Séfora, hija de Jetro. Moisés se había acostumbrado a convivir con gente rica y poderoso, de manera que le parecía normal matar al egipcio. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que la noticia de la cosa pudo haber llegado al Faraón, se escapó del país y tuvo que acostumbrarse a vivir a un nivel de vida sencillo en el desierto. El desierto en la Bibla es el lugar donde uno aprende a superarse y enfrentarse con la dureza de la vida.

Nuestro pasaje hoy nos presenta a Moisés cuidando ovejas en el desierto cuando ve una zarza que se quemaba, pero no se extinguieron las llamas. Se encontraba en Horeb, la montaña de Dios. “Moisés se dijo “Voy a acercarme a mirar esta espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza”. Al acercarse a la zarza, el Señor lo llama dos veces por su nombre. Moisés respondió “Aquí estoy”. Luego dijo Dios: “No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que que pisas es terreno sagrado”. Moisés tenía que manifestar reverencia, pues pisaba tierra sagrado. Luego. Dios revela diciendo que es “el Dios de Abraham , el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Entonces, con señal de reverencia ante Dios, Moisés se tapa a cara “temeroso de ver a Dios”. En la Biblia, ver a Dios era algo tan extraordinario que nadie podría hacerlo sin morir. Dios afirma que ha escuchado las quejas del pueblo y promete bajar a liberarlos.

Moisés no se queda satisfecho sin preguntar el nombre de ese Dios porque si la gente le preguntaba el nombre de ese Dios tenía que poder dárselo. El nombre indentifica una realidad de todas las demás de manera que se puede saber lo que es y lo que no es. Dios responde dando un nombre más bien difícil de entender. Dios no es algo concreto como es cada cosa de la creación. Su nombre es “Yo soy el que soy” o “el que es”. San Agustín dice que Dios es intimior intimo meo superior sumo meo” Dios es más cercano a mi que yo mismo y encima de lo más alto mío. Es decir. Dios no es algo que forma parte de la creación. Como dice el catecismo, Dios está en todas partes. Es el fundamento de todo lo que existe siendo superior a todo y no se le puede considerar como parte de la creación.

Santo Tomás de Aquino explica este nombre que Dios revela a Moisés ipsum esse subsistens. Es el fundamental metafísico de todo lo que existe pero no se identifica con ninguna cosa conreta. La metafísica es la parte de la filosofía que estudia el ser en sí mismo que va más allá de todas las cosas. “Meta significa más allá de” física se refiera a todo lo tangible, todo lo que se puede medir. Dios es el ser en sí mismo y no meramente algo que se encuentra entre todos los seres o objetos. También San Agustín dice acerca de Dios “si comprendis, non est Deus”. Si lo comprendes no es Dios. Por eso Dios le da a Moisés este nombre “yo soy”, es decir, no es algo entre todos los entes concretas sino que es el mismo ser que está en el fondo de todo lo que existe y todo depende de Él. En hebreo, el nombre de Dios es Yahvé (el es). Termina diciendo Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación a generación. Con el paso de los siglos, los judíos utilizaban este nombre de Dios con tanta reverencia que ni siquiera se atrevían a pronunciar el nombre de Dios, Yahvé, y lo sustituían con Señor, el Bendito otras circumluciones.



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