sábado, 26 de febrero de 2022

JESUCRISTO, NUESTRO ÚNICO SALVADOR Y GUÍA

 HOMILÍA PARA EL VIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 27 DE FEBRERO. 2022.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

Los últimos domingos, hemos leído San Lucas’ Sermón de la Llanura, que corresponde al Sermón de la Montaña de San Mateo. Termina con este versículo. Ciertamente, sabemos que nuestro tesoro, lo que más vale en nuestra vida y que llena nuestro corazón como cristianos es la Palabra del Señor, y San Lucas nos presenta unos dichos de Jesús que nos han de orientar hace alcanzar el verdadero tesoro que el Señor nos ha regalado. En primer lugar, debemos de tener a una guía sensato que no sea como el guía ciego que menciona Jesús y que tanto él como su seguidor caen en una fosa. Una fosa, en Israel, se parecía a un pozo y si uno cae en él, es probable que no podrá salir ileso. Nosotros sabemos que el mismo Jesucristo es nuestra verdadera guía, es el camino, la verdad y la vida.

En nuestro mundo actual, sobran gurus que se presentan como los verdaderos guías que nos llevarán a la verdadera felicidad que todos buscamos. En esta época se presenta el nuevo reseteo como la gran solución de los problemas de nuestro mundo. Se dice que el fraude de la plandema covid ha sido una gran ocasión para reiniciar nuestro mundo entero. Un primer paso ha sido la creación del así llamado virus SARSCov 2, con el fin de implementar las medidas drásticas que todos conocemos supuestamente para defendernos contra un supuesto “virus”, que si uno pregunta a cualquiera que propone esta teoría del virus que mataría un gran porcentaje de la población, no saben qué es un virus ni saben que nadie ha probado su existencia, y eso lo han tenido que reconocer los mismos gobiernos este fraude.

EL siguiente paso ha sido las falsas vacunas que no son vacunas como tradicionalmente se conocen. Como la plandemia no ha podido matar a un suficiente número de personas, teniendo un nivel de sobrevivencia de 99.7% de los supuestos contagiados, las falsas vacunas han tenido más éxito juntamente con el pase covid que ha provocado un rechazo monumental en casi todos los países. Los inventores del reseteo del así llamado Foro Económico de Davos, un pueblo en los Alpes Suizas, liderado por un alemán llamado Klaus Schwab. Dicen que “no seremos dueños de nada, pero seremos felices”. O sea, los grandes oligarcas van a ser dueños de todos las fábricas y empresas y obviamente de los gobiernos y a la gente les darán un sueldo para mantenerlos contentos. Sin lo que ahora llaman el pase covid, uno no podrá comprar en una tienda, comprar un billete de tren o avión, incluso pagar la luz etc. Esta es la utopía que proponen juntamente con las Naciones Unidas que tienen otro plan que se llama Agenda 2030, a la que la Santa Sede ha suscrito, que también se llama el Nuevo Orden Mundial, que sería la esclavitud de la mayoría de los seres humanos. No nos olvidemos que el comunismo fue una gran utopía, como también el nazismo que terminaron matando a más de 100 millones de seres humanos en el siglo XX. Otro factor relacionado es el así llamado Cambio Climático que están intentando imponer como la nueva plandemia. Todas las utopías tienen un fallo fundamental y es que desconocen la verdadera naturaleza del hombre. El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios y esto se manifiesta de manera especial en su inteligencia y su voluntad o libre albedrío. Por otro lado, todas estas teorías y planes para cambiar radicalmente la naturaleza del hombre como también es el caso de lo que llaman transhumanismo que consiste entre otras cosas en una evolución del hombre hasta poder unirse con las máquinas, o los ordenadores, no pasan de ser locuras. Por más dinero que tengan los que promueven tales teorías al margen del plan de Dios no dejan de ser lo que comúnmente llamamos locos. Acabarán esclavizando al hombre como hizo el comunismo.

Si el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, y San Juan en su Primera Carta dice que “Dios es amor”. Como el hombre no ha sido capaz de salvarse a sí mismo y esto es lo que proponen estos nuevos utópicos, Dios envió a su propio hijo al mundo para salvarnos, y enseñarnos a imitarlo, ser de verdad imagen de Dios y incluso hijos de Dios en su Hijo, no hay otro modo de salvar al hombre si no es a través de Jesucristo. Jesús habla de un tesoro en nuestro corazón, pues este tesoro es Jesucristo que queda hecho realidad en nuestro corazón a través de la razón humana iluminada por la fe, presente en su Iglesia también por los sacramentos y sobre todo la Eucaristía. Si se quiere arreglar al hombre a través de la ciencia, de cualquier nuevo tipo de reseto, se va a cosechar un fracaso rotundo.

Jesús, en la montaña en Galilea en la que encomendó a los apóstoles a proclamar el Evangelio hasta los confines de la tierra, dijo también “me ha sido dado todo poder en el cielo la tierra”. Por lo tanto, ningún aspecto de la vida del hombre, de la naturaleza incluyendo la política, la economía y la ciencia puede ser separado del Reinado de Jesucristo. Cualquier intento de lograr la felicidad a través de un reseteo, de la provocación de un Nuevo Orden Mundial, infalible fracasará porque desconoce la naturaleza del hombre y no está basado en el dominio de Jesucristo, Dios y Hombre sobre toda la realidad, Será una locura.

sábado, 19 de febrero de 2022

¡ES POSIBLE CUMPLIR LO QUE JESÚS NOS MANDA, COMO AMAR A LOS ENEMIGOS?

 

HOMILÍA DEL VII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 20 DE FEBRERO DE 2022,

Nuestra primera lectura de hoy nos cuenta un episodio que se dio cuando Saúl, el primer rey de Israel andaba cazando a David con el que se había enemistado. Todos nos acordamos del episodio de la lucha entre David y Goliat, el filisteo alto y fuerte bien armado mientras David no contaba con armadura. Sin embargo, logró matar al filisteo con un guijarro que había sacado de un richuelo. Gracias a David, que contaba con el favor de Dios Israel había logrado una gran victoria contra los filisteos, que eran un pueblo guerrero que había llegado a Isreal desde el mar y hacían estragos a Isreal hasta que Dios escogió a Saúl y mando al profeta Samuel ungirlo rey de Israel. Lamentablemente, Saul tenía un notable defecto que era la envidia, y debido a los halagos del pueblo a favor de David, Saul pensaba que le quitaría el reino y se empeño por todos los medios a matarlo. Jonatán, hijo de Saul tenía una grandísima amistad con Jonatán y ayudó a David a escaparse de la furia de Saul provocada por el exceso de envidia. En medio de las correrías de David para escaparse de Saúl, descubrió el lugar exacto en el que Saúl y su ejército estaba acampado en una montaña. Uno de los ayudantes de David descubren a Saúl dormido el el cerro y desea matarlo, pero David no le deja porque se trata del “ungido del Señor”, Es decir, David, manifiesta magnamidad hacia su enemigo Saúl que anda buscándolo para matarlo.

Pasemos a nuestro pasaje evengélico de hoy que está tomado de lo que en el caso del Evangelio de San Lucas, es “el Sermón de la Llanura”, a diferencia del de San Mateo que es mejor conocido como Sermón de la Montañas. En todo caso ha bastante coincidencia en la temática de una y otra. El domingo pasado, hemos podido dar inicio a este Sermón que nos presenta San Lucas. “«A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, presentarle la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, qué mérito tenéis”. Posiblemente, habiendo escuchado muchas veces estas palabras de Jesús, n nos impactan tanto. Amar a nuestro enemigo es de lo más difícil que podemos imaginar. Recordemos que “amar” significa hacer el bien al que nos odia y buscar hacernos daño. Es que lo que Jesús nos propone parece imposible. “haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian”. ¿A quién se le ocurre hacer tales cosas? Ciertamente a nivel humano, ninguno,

Un enemigo es uno que nos ha hecho daños y aquí Jesús está pidiendo que lo amemos. Hace el bien a los que nos odian. Podríamos preguntarnos ¿cómo es posible hacer eso? ¿No va contra la naturaleza humana? Pues, sí va contra la naturaleza human caída por el pecado original y demás pecados, pues debido a ello nuestro intelecto está oscurecido, nuestra voluntad debilitado y nuestras pasiones nos inclinan al mal. Por otro lado, Jesucristo es el Hijo de Dios, el camino, la verdad y la vida, y por ellos no puede estar equivocado ni exigirnos algo imposible. También San Pablo nos asegura que nadie es tentado más allá de sus fuerzas. Cada uno de nosotros los cristianos hemos sido “regenerado a una esperanza viva”, como escribe San Pedro en su primera carta, y tanto San Juan como San Pablo nos aseguran que somos hijos de Dios, que hemos vuelto a nacer, cosa que dice Jesús a Nicodemo. San Pablo, nos invita a “caminar en la novedad de vida”. ¿En que consiste esta novedad de vida? Consiste en nuestro identificación con Jesús gracias a la cual podemos alcanzar lo que sin él no podríamos hacer.

Claro, esta transformación que se da en el bautismo depende también de nuestra colaboración con la gracia. San Pedro en su segunda carta afirma que participamos en la naturaleza divina, de manera que se nos habilita a una nueva vida superior por nuestra unión con Jesucristo. No obstante, nos corresponde colaborar con la gracia, de manera especial en la eliminación de los vicios y pasiones basadas en el egoísmo y la sensualidad para ser capaces de alcanzar lo que Jesús nos indica en este pasaje evangélico. Los padres han de educar a sus hijos de manera que puedan superar las tendencias al egoismo, la pereza y otros vicios que si no fuera por la gracia de Dios y nuestra colaboración con ella nos dominarían.

Tenemos los diez mandamientos, los siente pecados capitales, las virtudes, sean los teologales que son la fe, la esperanza y la caridad, como las moral como son las virtudes cardinales la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza que nos corresponde practicar. Luego tenemos nuestra conciencia que tenemos que formar para poder en cada caso evitar el mal y hacer el bien. Al hacer este lista nos pudiera parecer muy complicado y difícil, pero en realidad es posible porque en cada momento y con la práctica se hace menos difícil. Una virtud es un hábito y un hábito se parece a un músculo que con el ejercicio se fortalece y todas las virtudes están relacionadas de manera que la práctica de una nos facilita la de otra cuando nos hace falta.

Hemos escuchado estas palabras de Jesús en nuestra Santa Misa de hoy. No debemos dejar pasar la oportunidad, en primer lugar de examinar nuestra conciencia y descubrir donde estamos fallando y poner manos a la obra, no pensando que es demasiado díficil.

sábado, 12 de febrero de 2022

SOLO EN DIOS PONER NUESTRA CONFIANZA

 

HOMILÍA DEL DOMINGO VI DE TIEMPO ORDINARIO CICLO V.13 DE FEBRERO DE 2022.


El domingo pasado nos tocó reflexionar sobre el pasaje del c. 6 del Libros del Profeta Isaías que trata de la vocación del profeta. Hoy pasamos al Profeta Jeremías y nuestro pasaje comienza: “Maldito el hombre que pone su confianza en el hombre y en la carne busca su fuerza”. No se trata del excluir toda confianza en otros, por ejemplo cuando uno hace un contrato con otro. Desde luego no se puede vivir sin fiarse de alguna manera de otros. Si no, por ejemplo, no iríamos una panadería porque podríamos pensar que el pan está envenenado. Desde luego con tal actitud no se podría vivir. SE trata de poner nuestra confianza plena y absoluta en otro. “Y en la carne busca fuerza”. En la Biblia, la carne se refiere a lo humano en cuanto débil y frágil. San Pablo en muchas ocasiones en sus cartas se refiera a la carne y el Espíritu contrastando uno con el otro. Otro ejemplo se encuentra en la agonía de Jesús en Getsemaní cuando Jesús encuentra a los apóstoles que lo acompañaban dormido y dice quejándose del hecho de que no eran capaces de vigilar con él y que el “espíritu” sí lo quiere pero la carne es débil.


Con frecuencia en la Biblia encontramos el término corazón y no se refiere meramente al organismo físico que es el corazón, sino lo más íntimo que hay en el hombre, la conciencia. Jesús, resumiendo todos los mandamientos dice “Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo”. Aquí como en lo que dice Jeremías, se trata de una confianza plena y absoluta sin fisuras. Solo Dios merece tal confianza y el que no se la da “aparta su corazón del Señor”. Dios nos exige una dedicación total y absoluta a él y a sus mandamientos por ser quién es, el Señor, nuestro creador a quien debemos todo. El profeta explica las consecuencias de no dirigir todo nuestro corazón a Dios: “Sera como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto”. No podrá dar fruto por falta de agua, pues como todo mundo saben el desierto tierra salobre e inhóspita no hay agua y sin agua no hay vida, plantas sino arena que arrebata el viento. El hombre que no se mantiene unido al Señor, cumpliendo su voluntad no podrá dar ningún fruto.


El que pone su confianza en el Señor será bendito “será un árbol plantado junto al agua que junto a la corriente echa raíces; cuando llega el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta,no deja de dar fruto”. Hoy nuestro Salmo Responsorial del salmo 1 nos de el mismo mensaje. El mismo Jesús decía de manera similar “¿qué aprovecha al hombre ganar todao el mundo si pierde su alma?”.


Nuestro pasaje del Evangelio de San Lucas corresponde al Sermón de la Montaña en San Mateo que se da no en un a montaña sino en una llanura. Es posible o probable que Jesús hay dado más de una vez la misma enseñanza, una vez en la montaña y otra en una llanura. También San Lucas tiene cuatro bienaventuranzas en vez de las ocho que nos da San Mateo, y luego tiene cuatro “ayes”. San Lucas contrasta a los ricos comparados con los pobres, los que ahora están contentos porque luego vana a sufrir duelo y llorarán; igualmente si el mundo habla bien de ellos ahora les tocará el rechazo del mundo como sucedió con los profetas antiguos. Se trata de un mensaje similar al de Jeremías, poniendo la confianza en la riqueza o los ricos, en lo que puede dar el mundo al final resulta ser una apuesta equivocada que a la larga da pena y angustia.


Podemos aprender tanto del profeta Jeremías como del Jesús en el Evangelio de San Lucas lo que San Agustín dice al inicio de sus Confesiones, Dios nos ha hecho para sí solo en Él podemos alcanzar el descanso que anhelamos.








sábado, 5 de febrero de 2022

LA DIFÍCIL VOCACIÓN DE LOS PROFETAS Y APÓSTOLES

 

HOMILÍA DEL V DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 6 DE FEBRERO DE 2022.


El domingo pasado nos tocó la vocación del Profeta Jeremías. Hoy seguimos con las vocaciones, esta vez del Profeta Isaías y de los apóstoles y de manera especial de Pedro. La Biblia nos presenta dos versiones de la vocación de Moisés y otros grandes personajes tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, como por ejemplo Gedeón y Sansón en el libro de los Jueces, además de Jeremías y Isaías, está la vocación del profeta Ezequiel que se dio en Babilonia, y en los Evangelios constatamos que la vocación de los apóstoles se presenta en todos los cuatro evangelios. No olvidemos la importancia de la conversión y vocación de San Pablo de la que hay tres versiones en el Libro de los Hechos de los Apóstoles y otra en la Carta del mismo apóstol en su Carta a los Gálata, todo lo cual revela la importancia de las vocaciones que manifiestan el plan de Dios sobre los grandes personajes bíblicos. Dios no solo nos da la vida sino también tiene un proyecto para cada uno y nos toca encontrarlo y ser fieles a lo que Dios nos pide.

Una característica de estas vocaciones es que superan la capacidad humana del llamado, normalmente le da miedo y se siente incapaz de cumplirla. En el caso de Moisés, presentó la excusa que no sabía hablar bien y por ello no se sentía preparado para presentarse al Faraón y pedirle la liberación del Pueblo de Dios de la opresión a la que lo tenía sometido el Rey de Egipto. Como vimos el domingo pasado, Jeremías respondió que era un mero muchacho y por ello incapaz de cumplir lo que Dios le proponía. Dios normalmente invita a su profeta o apóstol a no tener miedo, que él está con ellos.

Hoy nos toca la vocación del más grande de los profetas, Isaías que se encontraba en el templo, suponemos orando. Se dice cuando se dio, el año de la muerte de rey Ozías. Se trata de una visión impresionante de Dios en el cielo rodeado de ángeles, serafinas que cantan “Santo, Santo, Santo, el Señor de los Ejércitos, la tierra está llena de su gloria” (canto que repetimos en cada Misa al inicio de la Plegaria Eucarística) e incluso un terremoto. No es de extrañar que el profeta se asuste. Además, el templo estaba lleno de humo, suponemos de incienso. Responde “Ay de mi, estoy perdido! Yo hombre de labios impuros que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los Ejércitos”. Un ángel saca un ascua del fuego y lo acerca a los labios del profeta con unas pinzas indicando que se le purifica y perdona sus pecados. A diferencia del caso de Jeremías y otros Dios dice “¿A quién mandaré? ¿Quién irá de mi parte? El profeta, sin poner ningún obstáculo, responde “Aquí estoy mándame”.

Pasemos ahora a la versión de San Lucas de la vocación de los apóstoles, y especialmente San Pedro. Se trata de la primera época del ministerio de Jesús en Galilea que manifiesta una gran acogida del pueblo a su predicación y sobre todo está movido por los milagros. Jesús estaba predicando al lado del Lago Genesaret y vio dos barcas junto a la orilla. Los pescadores estaban desembarcados y lavando las redes. Jesús, al parecer sin recibir ninguna invitación, subió a uno de los barcos que era de Pedro y se sentó y enseñaba a la gente. Es interesante la autoridad que manifestaba Jesús, pues el evangelista no indica que lo haya invitado Pedro ni que haya pedido permiso al apóstol.

Al terminar, otra vez Jesús toma la iniciativa y le dice a Pedro y sus compañeros : “Rema mar adentro y echar las redes para pescar”. Pedro responde que habían estado pescando todo la noche sin coger nada pero a la palabra de Jesús estaba dispuesto de hacerlo. Conviene recordar que el mejor momento para la pesca es la noche, cosa que obviamente Pedro sabía y en la noche no había pescado nada. Resulta que se dio una pesca superabundante de manera que Pedro tenía que pedir la ayuda de los de la ora barca, que eran Santiago y Juan.

Podemos imaginar el asombro de Pedro que se arrojó a los pies de Jesús y decía “”Apártate de mí que soy un pecador”. Es decir, la misma reacción que el Profeta Isaías. Jesús lo tranquiliza diciendo “De ahora en adelante, pescarás a hombres”. La reacción de Pedro y sus compañeros era tan poderosa y extraordinaria que “sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”. Este hecho nos ayuda a captar el impacto que tuvo Jesús en la vida no solo de los apóstoles sino en el pueblo. Lo mismo hizo Mateo abandonando su despacho de recaudador para seguir a Jesús y estando tan contento que hizo un banquete para Jesús, sus discípulos y sus compañeros en el oficio de recaudador de impuestos. Aquí hay una lección para todos nosotros: Cuando Dios nos llama, cuando manifiesta su voluntad sobre nosotros lo que hay que hacer es dejar al lado nuestro propios proyectos y seguir a Jesús.