viernes, 10 de mayo de 2019

EL TRIUNFO DE LOS MÁRTIRES

HOMILÍA DEL IV DOMINGO DE PASCUA, 12 DE MAYO DE 2019, CICLO C.

Proseguimos con la serie de lecturas que la Iglesia nos propone estos domingos de Pascua y la que nos toca hoy está tomada del c. 7 del Libro del Apocalipsis. En esta parte del libro se trata de una visión del cielo con Dios Padre en su Trono y Jesús el Cordero a su lado, con ángeles y una gran multitud de mártires o testigos que han superado las pruebas que les han tocado aquí abajo y ahora cantan juntamente con los ángeles las maravillas que Dios hace. También se trata de uno rollos de papiro que están sellados y nadie excepto Jesucristo crucificado, resucitado y ahora sentado a la diestra del Padre es capaz de abrir esos sellos. Les invito a leer estos capítulos a partir del c. 5 en los que se abren los sellos y aparece primero el caballo blanco y posteriormente otros caballos de diversos colores t se va revelando el contenido de los rollos sellados.

La visión de San Juan es de una muchedumbre inmensa de delante del trono del Cordero provenientes de todas partes del mundo y de todas las lenguas vestidos de blanco con palmas en sus manos, signo de triunfo. Se trata de mártires porque han lavado sus mantos en la sangre del Cordero. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los mártires han tenido una posición privilegiada y han sido los primeros cuya santidad ha sido reconocida por la Iglesia. A partir de Constantino se construía basílicas sobre sus tumbas, Así la Basílica de San Pedro en Roma y la de San Sebastián también en las afueras de la ciudad cerca de la Via Appia. La palabra mártir significa testigo y ellos reciben una gracia especial para poder unirse más íntimamente a la Cruz de Jesucristo y declararlo como el valor absoluto de su vida. Es interesante que se diga que son de todas las razas, lenguas y regiones de la tierra. Seguramente, en el silgo XX ha habido más mártires que todos los demás siglos juntos. Quedan muchos testimonios de los mártires de los primeros siglos, como Santas Perpetua y Felicidad en Africa, Santa Blandina en León en Francia, San Cipriano también en África, muchos en Roma y en el resto del Imperio. En el siglo XVI y XVI, se dieron otros muchos mártires en Inglaterra por ejemplo, también cuando la Iglesia llegó a Extremo Oriente, como es el caso de San Pablo Miki y compañeros, algunos siendo japoneses, otros españoles. Hay muchos mártires chinos no solo en siglos pasados sino también en el siglo XX. De igual manera en Vietnam y en Corea, las historias de estos martirios son realmente escalofriantes. Sólo con la gracia especial del Señor pudieron sobrellevar tanto sufrimiento y expresar su gran confianza en poder casi enseguida encontrarse con Él en el cielo. También tenemos los mártires de México del Siglo XX, siendo posiblemente el chico de 14 años San Jose Sánchez del Río el más famoso e igualmente en España una cantidad enorme de mártires unos años después. Conviene que los niños y jóvenes conozcan la historia de estos grandes héroes de la fe, y otros que también son santos sin llegar al martirio.

Los mártires se han identificado de manera especial y única con el Señor en la cruz y han alcanzado la gloria y el triunfo de manera que lo acompañan en el cielo ahora e interceden por nosotros que todavía caminamos por este valle de lágrimas. ¿A qué se dedican en el cielo? Pues, al culto de Dios, que es alabanza, acción de gracias y adoración.

En la cruz Jesús parecía completamente vencido, humillado y totalmente acabado, pero Dios realiza un dilema más extraordinario que cualquier cosa que pudiéramos imaginar. Su triunfo comienza en la cruz y se manifiesta plenamente en su resurrección. Es más, nosotros por el bautismo hemos participado en su muerte aparentemente ignominiosa y también en su resurrección gloriosa. Esta es el gran mensaje de la Pascua que encontramos reiterado varias veces en el libro del Apocalipsis. Sí el libro cuenta cosas duras y difíciles, pero Dios acorta estas cosas gracias a las oraciones de sus Hijos. Es compasivo y misericordioso. Es cierto que nos toca sufrir un poco en esta vida, pero no es nada comparado con la gloria que nos espera, pues "ojo no ha visto, ni oído escuchado las cosas que Dios ha preparado para aquellos que lo aman",




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