sábado, 19 de enero de 2019

LA RELACIÓN ESPONSAL DE DIOS CON SU PUEBLO Y LA BODA DE CANÁ

HOMILÍA, II DOMINGO DEL AÑO, TIEMPO ORDINARIO, 20 DE ENERO DE 2019

No cabe duda de que la relación de más intimidad y comunión entre las personas es la del marido y la mujer en el matrimonio. Ahora bien, el titular que viene con nuestra primera lectura de hoy del c. 62 del Libro del Profeta Isaías es: "El marido se alegrará con su esposa". El contexto de la lectura es el regreso a Jerusalén de una parte del pueblo de Israel del exilio de Babilonia y todo lo que va con este hecho como la reconstrucción del templo y la recuperación de la dignidad del pueblo y sus instituciones. Ciertamente, es difícil para nosotros captar la hondura del trauma que significó para los israelitas la destrucción de Jerusalén y del templo y la expulsión de buena parte del pueblo. No se trataba de una catástrofe meramente humana sino que también teológica debido a que Dios había hecho una alianza con ellos en Sinaí con Moisés, y unas promesas sobre la perpetuidad de la dinastía dravídica, que aparentemente no se cumplieron. Dice Dios a través de Isaías: Ya no te llamarán "Abandonada" ni a tu tierra "Devastada"; a ti te llamarán "Mi favorita", y tu tierra "Desposada"porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido". Es decir, que tanto es el amor de Dios por Israel que se casa con él. El tema de la relación esponsal de Dios con su pueblo Israel es recurrente en el Antiguo Testamento y sobre todo en los profetas. Lo encontramos en Oseas, en Ezequiel y en Jeremías además de Isaías. San Pablo retoma este tema en sus cartas y ve a la Iglesia, el Nuevo Israel, como esposa de Cristo.

Si Dios manifiesta un amor tan estrecha y exclusivo para con su pueblo Israel, y Jesucristo por su Iglesia,  no nos ha de extrañar el hecho de que en el Evangelio de San Juan la vida pública de Jesús se inaugura con el milagro de la Boda de Caná. Por una parte, una boda ha sido siempre una ocasión de gran alegría. Por un lado, tenemos que fijarnos en el relato en sí: una boda en un pueblo cercano a Nazaret. Jesús es invitado y lleva a algunos de sus nuevos discípulos. También está María de manera que podemos suponer que hay un parentesco con el novio o la novia. Una boda judía de la época duraba varios días. Se dio la desgracia de que se les acabó el vino. La primera en darse cuenta de la situación es María, que desde luego como mujer y madre tiene una gran intuición. ¿Quién no se da cuenta de lo que pasarían los pobres novios y las familias, por no haber previsto suficiente vino y cómo se chismorreo en un pueblo. María acude a Jesús y con mucha discreción le dice "no tienen vino" Su primera reacción es que no es asunto suyo. María no responde pues tiene la seguridad de que va a remediar la situación. Nadie conoce a Jesús como ella. Hay seis tinajas de agua, es decir, centenares de litros, y Jesús manda a los mozos a sacar vino no agua de las tinajas y darlo a probar al mayordomo. Este, no sabiendo de donde provino el vino comenta que normalmente se da el mejor vino primero y cuando ya han tomado bastante se les sirve un vino de menor calidad. En este caso, hacen lo contrario.

Sobre todo en el Evangelio de San Juan, no debemos quedarnos con el nivel del relato histórico, sino que tiene otro significado más profundo. El misterio de la encarnación gracias al cual Jesucristo, el Hijo de Dios se hace uno de nosotros  y comparte en todo nuestra condición humana es un relación esponsal entre Dios y su pueblo, con nosotros. De ahí la imagen de la boda. El papel de María es muy importante aquí, dado que fue gracias a la colaboración de ella, cuando dijo al Arcángel Gabriel "hágase en mi según tu palabra" el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Su  papel no termina con el nacimiento y la crianza de Jesús. Así como Eva era la "madre de los vivientes", María es, según la Tradición muy antiguo de la Iglesia a la que dan testimonio San Justino Mártir en Roma en el año 163 y posteriormente San Ireneo a finales del mismo siglo II, que María es la Nueva Eva. Es la madre de los hijos de Dios nacidos por el bautismo. Parecía que Jesús no iba a hacer el milagro, pero María estaba perfectamente convencida de que sí lo iba a hacer de tal manera que les dijo a los criados "haced lo Él os diga". Esta frase viene siendo un resumen del secreto de María y también el cumplimiento de su palabra al ángel. También estas son las últimas palabras de María en el Evangelio.

Creo que este episodio y el protagonismo de María en él está relacionado con el otro episodio que se da cuando Jesús desde la cruz le dice a Juan: "He ahí a tu madre" y a María "He ahí a tu hijo", y el evangelista comenta que Juan la acogió en su casa. En la Boda de Caná, María adelanta su solicitud maternal, en este caso hacia la pareja que se casó, y a partir de la cruz, la resurrección y el día de Pentecostés ella comienza a vivir la segunda etapa de su misión que sigue desde el cielo a lo largo de los siglos y es ya Madre de la Iglesia. Así, como sabemos, ella ha protagonizado muchas apariciones a lo largo sobre todo de los últimos siglos, como son las de Guadalupe, Lourdes, y Fátima, entre otras. En todas sus apariciones hay un mensaje de conversión y penitencia a través de la oración y el sacrificio. Pareciera que las apariciones se multiplican más en los últimos dos siglos, probablemente porque el mundo se ha alejado más y más de Dios y de su ley. Así la urgencia que sus mensajes manifiestan. Según relata el Cardenal Cafarra, que  fue Arzobispo de Boloña y murió hace un año y medio, Sor Lucía, la principal de las videntes de Fátima, le dijo que la prueba final que se va a dar antes de la batalla final entre Jesús y Satanás  se produciría como sobre la familia.




No hay comentarios:

Publicar un comentario