sábado, 8 de abril de 2017

DIOS NO SALVÓ A SU PROPIO HIJO

DOMINGO EE LA PASIÓN O DE RAMOS, 9 DE ABRIL DE 2017.

"¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria?" (Lc 24, 26). En este domingo dicho de la Pasión, nos toca la lectura del relato de las últimas horas de la vida de Jesús. Un biblista alemán llamado Kahler observó que los evangelios son ante todo un relato de la Pasión con una larga introducción. Es cierto que todo el relato culmina en la pasión, muerte y resurrección de Jesús.   Pero ¿de verdad era necesario? ¿Jesucristo, hijo de Dios no pudo haber realizado la salvación del hombre de otra manera, menos cruenta y horrorosa? San Lucas consideraba que sí era necesario. Dios toma el pecado en serio y sólo Él pudo salvarnos del abismo que es el mal, el pecado y la muerte eterna. 

Este año nos toca la lectura del relato de la Pasión de San Mateo. Desde el inicio, Jesús se topa con el misterio del mal, de la cobardía, de la traición. Porque "habiendo amado a lo suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13,1), cargó con el pecado. San Pablo resume la Pasión de Jesús con estas palabras: "Me amó y se entregó por mí" (Gal 2,20).    

Examinemos pues algunos aspectos de la Pasión según San Mateo que nos manifiestan por un lado la mezquidad del hombre y por otro  cómo Jesús cargó sobre sí nuestro pecados. Si el amor es entrega, generosidad, compasión, perdón, identificación con el amado, el pecado es traición, cobardía, miseria, mezquindad. y un largo etcetera. 

Al inicio San Mateo nos presenta la traición de Judas. Seguramente, empezó siendo un hombre bueno, generoso que quiso seguir a Jesús y estaba convencido de que Jesús era el Mesías. En el camino se fue cambiando y llegó a ofrecerse para traicionar a Jesús por 30 monedas. Es el epítome de toda traición entre amigos, entre esposos o cualquiera que haya puesto toda su confianza en otro y se ha manifestado indigno de tal confianza. La Iglesia primitivan no enconntraba una explicación humana por tanta maldad y decía que Satanás entró en él. 

En el jardín de Getsemaní, Jesús, viendo todo lo que se le venía encima, oraba con tanta intensidad al Padre que le quitara ese cáliz que sudó sangre. ¿Y los apóstoles, qué hacían? Dormían. Se trataba del momento de la más extrema agonía y ellos no encontraba nada más importante que hacer que dormir. Jesús, al encontrarlos dormidos les dice: "¿No sois capaces de velar una hora? Recordemos las palabras de Jesús en el mismo evangelio de San Mateo acerca del criterio del juicio final: "Tuve hambre y me disteis de beber, tuve sed y me disteis de beber... Cuando lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis." (Mt 26, 31-48)

Lega Judas con una banda de hombres armados con espadas y bastones para prender a Jesús.  Jesús jamás utilizó la violencia, la espada, pero ahora le vienen a arrestar con armas. Luego el evangelio dice laconicamente "Entonces, todos los discípulos lo abandonaron y se dieron a la fuga". Se llenaron de miedo y de cobardía y lo único que pensaban era cómo salvar el propio pellejo. ¿Acaso nosotros somos mejores que ellos?   

Luego viene la audiencia o encuentro con los miembros del Consejo o Sanhedrín. Lo único que pueden hacer es presentar unos falsos testigos. Jesús se encuentra en esta situación que tantas personas han padecido, la de ser acusados por falsos testigos. El demonio es el Padre de la Mentira. En aquella noche y en el día siguiente se da la lucha extrema de Jesús contra los poderes de las tinieblas, contra Satanás y sus cohortes, en este caso representados por este consejo que supuestamente el Pueblo de Dios, que tantas gracias y beneficios había recibido de Dios a lo largo de tantos siglos y casi lo único que sabía hacer era la traición, preferir los falsos dioses, los ídolos, en este caso el cáulcuo política a la verdadera justicia. Mientras ellos cometen unas injusticias extremas, llegan a acusar a Jesús de blasfemia. 

Viene luego el episodio de la negación de Pedro. Suponemos que después de haberse fugado con el resto, le remordió la conciencia y se presentó en la casa de Caifás donde se celebraba la sesión. Allí estaba con varias personas incluyendo una servienta del sumo sacerdote. Lo reconoce por su acento de Galileo, pero dice "no entiendo lo que dices". Y al salir, otro le acusa de ser seguidor de Jesús y responde "no conozco a ese hombre". ¿Cómo es posible que él, que había sido el primero en hacer acto de fe en Jesús como Mesías en el camino de Cesarea de Filipo, y ahora no ante el Sumo Sacerdote, ni ante el gobernador sino ante unos esclavos no era capaz de decir la verdad y reconocer que era de verdad seguidor de Jesús? Unas horas antes, había declarado que iría a la muerte con Jesús. Tampoco nosotros podemos fiarnos de nuestras propias fuerzas para no caer en el pecado y traicionar a Jesús. Quedan dos opciones. La de Judas que no tenía la suficiente confianza y humildad de pedir perdón y la de Pedro de reconocer su pecado y llorar amargamente. En este episodio como en todos los demás, vemos la grandeza inaudita de Jesús. Ya le había dicho a Pedro que habría que perdonar setenta veces siete. Había manifestado con la Parábola del Hijo Pródigo que aunque había ido a una tierra lejana y hecho grandes fechorías, Dios perdona. En cambio, cuando Judas regresó al templo  y lleno de remordimiento quiso devolver las monedas a los sacerdotes, no encontró ninguna compasión ni comprensión en ellos. Que diferencia con la actitud de Jesús!  

En la mañana, Jesús es llevado ante Pilato. Pilato representaba el poder de Roma, y despreciaba a los judíos, Se dio cuenta enseguida de que Jesús no era ninguna amenaza para el poder romano. Ciertamente, de Galilea provenían la mayor parte de los revoltosos, pero Jesús no tenía las características de ningún revoltoso. En un falso intento de liberar su conciencia de la injusticia que sabía que estaba haciendo se lava las manos declárnadose inocente de la sangre de ese hombre. No obstante, manda flagelar y posteriormente crucificar a Jesús. 

Ojalá esta proclamación de la Pasión de Jesús según San Mateo nos estimule a reconocer cuánto dolor cargó Jesús sobre sí siendo totalmente inocente. San Pablo dice en la segunda lectura a los filipenses que "se hizo obiente hasta la muerte, la muerte en cruz". Estamos dadno inicio a la celebración de la Semana Santa este año 2017. Hemos comentado brevemente algunos de los males que Jesús encontró en este camino de la cruz: la traición y la negación de dos de sus seguidores más cercanos y de mayor confianza, el abandono del resto por cobardía, la actitud de los sacerdotes y los fariseos de conveniencia política, dispuestos a entegar a un inocente a una muerte horrosa pensando que eso aplacaría a los romanos, y  éstos, repesentados por Pilato, se dan cuenta de su inocencia, pero los crucifican igual. San Juan considera la Pasión como un juicio sobre este mundo y por ende sobre cada uno de nosotros para ver si optamos por seguir a Jesús sabiendo que su camino llega a la cruz, o queremos eguir en el camino de mal, de la injusticia, la cobardía y demás vicios que caracterizan al ser humano caído bajo el peso del pecado.     

     

   


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