sábado, 11 de febrero de 2017

LA IMPORTANCIA DE LA LEY

HOMILÍA, VI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A. 12 DE FEBRERO DE 2017.

El tema de la Ley llegó a ser sumamente importante, en realidad fundamental, en los últimos siglos del Antiguo Testamento. Este hecho lo constatamos  claramente en los evangelios en las múltiples conroversias de Jesús con los fariseos. La ley contiene un total  617 preceptos en la Biblia. Luego los maestros de la ley habían añadido miles de lo que llamaban tradiciones de los antiguos e interpretatciones exagreadas y curiosas de muchos de estos preceptos. Así, por ejemplo, había toda una jurisprudencia sobre cómo se tenía que cumplir el mandamiento de santificar el sábado, pero Jesús llegó a insistir que "el sábado está hecho para el hombre, no el hombe para el sábado". La palabra shabat o sábado significa cesar o dejar de trabajar, pero lo que lograban era en vez de un día de descanso,  convertirlo en un enorme peso para la gente, lo opuesto de un descanso. Ahora bien, los profetas ya habían insistido en el hecho de que no eran los sacrificios materiales los que agradaban a Dios o el cumplimiento riguroso de las normas rituales, sino una auténtica entrega del corazón a Dios. En las lecturas de hoy, constatamos cuál era la verdadera mentalidad de Jesús respecto a la Ley, o Torá, como se dice en hebreo.

En primer lugar, tenemos una lectura del hombre  sabio Sirácide, que el el autor del libro llamado Eclesiástico, o leído en la asamblea, que vivió en Jerusalén a finales del siglo II antes de Cristo. El, retomando lo que se encuentra en el libro del Deuteronomio, recuerda que Dios nos ponedelante dos caminos, el de la vida o la muerte. La Ley es un don de Dios que nos mantiene en el buen camino de la rectitud, de la sabiduría que significa el modo de vivir bien la vida, es decir, cumpliendo en todo momento la voluntad de Dios. El secreto de la buena vida es la confianza en Dios, sabiendo que Él en su providencia amorosa nos cuida y nos guía hacia la meta de la vida eterna y la plena felicidad. El autor no cae en los excesos del legalismo que conocemos como farisaismo.

También San Pablo trata mucho de la Ley, en relación con la fe y la gracia, sobre todo en su Carta a los Gálatas y a los Romanos. Resuluta que en su misión surgió una gran controversia entre él y un grupo de cristianos de tendencia farasaica que perteencía a la Iglesia de Jerusalén. Ellos querían imponer la totalidad de la ley judía a los conversos del paganismo, y de manera especial la circuncisión  que los paganos no aceptaban.  San Pablo explica que la ley era buena en sí, pues provenía de Dios a través de Moises, pero la ve como un pedagogo, cuyos servicios ya no son necesarios cuando el niño madura. Obviamente, San Pablo no era contrario a los grandes preceptos de la Ley, como los diez mandamientos que tienen un valor universal. El mismo había sido un fanático del cumplimiento de los preceptos y tradiciones mínimas. La Ley quedaba superada por la gracia en la persona de Jesucristo y el modo de superar la situación de desgracia provocada por el pecado es la fe. Algunos han considerado a San Pablo como antinomio o contrario a la Ley, pero no es cierto. De hecho, entrega muchos consejos y mandatos a sus cristianos cartas. La diferencia es que ahora hemos recibido al Espíritu Santo que es la fuerza y poder de Dios que nos hace capaces de seguir a Jesús. Santo Tomás de Aquino dice que "la nueva ley es el Espíritu Santo". En cumplimiento de la promesa de Dios hecha a través del Profeta Ezequiel, hemos recibido un nuevo corazón, y para san Pablo ·"el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazónes por el Espíritu Santo que se nos ha dado".

Aunque el Evangelio de San Mateo está dirigido a cristianos de procedencia judía, y por tanto criado en la devoción a la Ley, recoge la mentalidad del mismo Jesús acerca de la misma. Afiirma que no ha llegado a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento, es decir llevarla a su plenitud, que consiste en su misma persona. Jesús invita a sus seguidores a ir más allá de los meras preceptos legales. En realidad lo jurídico es parte importante de la misma naturaleza del hombre, y por más que no queramos las restricciones de las leyes, y prefiramos la libertad, no es posible prescindir de las leyes. Esto nos llevar al caos y al desorden. Por otro lado, el legalismo o fariseismo es siempre un peligro.  Jesús da unos ejemplos de cómo se va más allá de la ley y se practica la nueva ley del amor. El mandamiento "No matarás", no se restringe a no matar físicamente al prójimo, sino en evitarle otros males como llamarle nombres como estúpido y otros. Tampoco se puede cumplir las leyes respecto al culto divino sin haberse reconciliado con un hermano con quien se ha tenido algún pleito. Igualmente, se quebranta el sexto mandamiento, "No cometarás adulterio" , no solamente físicamente, sino también con la misma mente que desea otra mujer. Asñi constatamos cómo Jesús establece un nuevo nivel que parece más allá de las posibilidades del hombre sumido en el pecado y la concupiscencia. Sin embargo, no es que lo que pide Jesús esté más allá de nuestras fuerzas, sino que Dios nos da la gracia para cumplir todo lo que nos manda. De otra manera, tendríamos que pensar que Dios nos engaña al pedirnos lo que no podemos cumplir.

Ahora bien, como llegamos al mundo con una naturaleza herida por el pecado original y el cúmulo de pecados que ha  habido en el mundo desde el inicio, no basta la buena voluntad o los buenos deseos. Como somos débiles y frágiles necesitamos una terapia eficaz. Así como la persona que sufre algún accidente necesita fisioterapia para poder reponerse plenamente. Nosotros, en primer lugar, hemos de reocnocernos como débiles y necesitados de ejerccios, es decir, la oración y la penitencia, una vida ordenada. Tenemos que  tomar la fe en serio y conocer nuestras propias debilidades, e ir esforzándonos para poder cumplir la voluntad de Dios en cada momento y cada circunstancia.



     

             

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