sábado, 29 de febrero de 2020

CREACIÓN Y PECADO ORIGINAL

HOMILÍA PRIMERO DOMINGO DE CUARESMA, CICLO A, 1 DE MARZO DE 2020

Nuestra primera lectura de hoy es Libro del Génesis, palabra que se deriva de nacimiento o principio. Contiene dos relatos de la creación, la primera y más conocida trata de la creación del mundo en siete días con el hombre al final creado a imagen y semejanza de Dios como culmen de la creación y luego el sábado, el día en que Dios descansó y el pueblo también. Hoy nos toca unos extractos del c. 2 y 3, La segunda versión de la creación del hombre y la mujer se presenta en el c. 2. "El Señor Dios modeló al hombre del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo".  En la Biblia, Dios es el que vive y da la vida, que es lo que hace aquí al hombre que tiene su origen en el polvo de la tierra. Igualmente, el aliento simboliza la vida y la misma palabra aliento o soplo, en hebreo ruaj, en griego pneuma y en latín spiritus, el aliento también simboliza la vida y Dios se lo dio a Adán.

Nos es muy fácil reconocer el mal que hay a nuestro alrededor y quejarnos: existen los males físicos como pueden ser los terremotos, los huracanes y otros desastres naturales como también los accidentes que nos suceden y hacen sufrir. Luego en el campo de la moral encontramos un sin fin de males provocados por el hombre en su mal uso del gran don del libre albedrío que Dios nos ha regalado. En el campo de la política, parece que el mal cunde más que antes. El robo de centenares de millones de euros de parte de políticos, la mentira constante, incluso en la misma sede parlamentaria, el hecho de que los mismos gobernantes hacen caso omiso de las leyes, la introducción y aprobación de leyes inmorales como las que aprueban los males más nefastos como el aborto, la eutanasia y las que favorecen el así llamado LGBT ya no llaman la atención ni escandalizan. En medio de tanto mal y escándalo en la vida política e incluso en la Iglesia, nos conviene fijarnos hoy en la obra maravillosa que ha realizado Dios a favor nuestro en su creación y en parte queda expresada en nuestra primera lectura de hoy.

El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente y colocó en él al hombre que había modelado. Cabe señalar que el jardín de Edén lo plantó Dios mismo y lo llenó de "toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer". No se trata de una selva que no necesita de un cultivo racional y planificado como es el caso de un jardín. Un jardín es como una obra de arte y ha de ser hermoso debido a la combinación de la obra de la razón humana y la selva que proviene de la naturaleza. El hombre encuentra la selva, limpia el terreno y siguiendo un plano que había concebido antes, lo va ordenando con árboles, flores, caminos, fuentes y demás aspectos que hacen de los jardines unos lugares privilegiados para pasear y descansar.  Conocí  una señora en Florencia cuyo padre había sido arquitecto de jardines y me enseñó un libro con fotos hermosas de todos los jardines que había diseñado. También he tenido la oportunidad de visitar jardines hermosos, por ejemplo los del Palacio de Versalles, otros en Inglaterra y en Irlanda. Dios se esmeró, según el Génesis, en entregar al hombre lo mejor de todo lo que había creado.

El hombre podía disfrutar del fruto de todos los árboles menos uno, el árbol de la vida o del conocimiento del bien y del mal que se encontraba en el medio del jardín. Aparece la serpiente, simbolizando al demonio o Satanás, y con una mentira siembra la desconfianza en Eva, sugiriendo que Dios los engañaba: Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal.  Se trataría, pues, no solo de conocer el bien y el mal sino de poder decidir qué es bueno y qué es malo, cosa que el hombre que es una mera criatura de Dios no puede hacer porque el orden del universo lo ha establecido Dios su creador. Se trata de una tentación de soberbia, de pretender que uno es como Dios. Además, la serpiente le dice a Eva que el fruto de ese árbol es sabroso, atrayente y deseable. Claro, el hombre no hace el mal porque lo ve como algo inconveniente que le va a producir muchos problemas. Lo encuentra atrayente. Pongamos el que se apodera de bienes ajenos, pongamos un coche. Ve la utilidad que sería tener ese coche o el dinero que sacaría al venderlo o vender sus repuestos. Lo mismo sucede con los pecados de tipo sexual. Ve pornografía porque le proporciona la liberación de la dopamina en el cerebro y normalmente lo lleva a masturbarse que le da un placer al menos momentáneo. El problema del hombre de hoy que comete cualquier pecado porque a corto plazo ve el placer y conveniencia de tener esa cosa, pero igual que Adán y Eva pronto descubre que la mentira del demonio le provoca muchos más males. Pronto ellos descubrieron que estaban desnudos y tejieron hojas de higuera para taparse, Antes no tenían ese problema, Por algo la Biblia declara al demonio como el Padre de la Mentira, La desnudez implica una vulnerabilidad que en su caso los llevó a taparse con las hojas de higuera.

En nuestra segunda lectura de la gran carta de San Pablo a los Romanos, el apóstol nos presenta con la mejor explicación del Pecado Original y sus consecuencias y al mismo tiempo como Jesucristo que es el Nuevo Adán, el verdadero Jefe de la humanidad redimido nos libera de la esclavitud del pecado que habiendo empezado con Adán y Eva se extendió al mundo entero haciendo que todos seamos víctimas de él: "En resumen, si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. 

Por lo tanto, ni la Cuaresma es un tiempo lúgubre en el que hemos de andar cabizbajos debido al primero pecado de nuestros primeros padres y luego todos los demás pecados incluyendo los nuestros, sino una ocasión de profundizar en nuestra propia situación, dándonos cuenta de que Dios nunca falla, que una vez que se produjo el pecado, pasó a su nuevo plan maravilloso que se cumple con el nacimiento de Jesús de María Santísima, su vida, predicación, y sobre todo su muerte y resurrección con la que logra el triunfo definitivo del pecado y la muerte y alcanza su plan original de hacer que el hombre comparta con él la verdadera vida que no tiene fin y que ahora todavía no podemos imaginar.






sábado, 22 de febrero de 2020

UNA LLAMADA URGENTE A LA SANTIDAD

HOMILÍA DEL VII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, 23 DE FEBRERO DE 2020.

Hoy nuestra primera lectura está tomada del Libro del Levítico, el tercer libro de la Biblia. Los levitas eran de una de las doce tribus de Israel, de Laví,  y dedicados al culto del templo. Además de los sacerdotes propiamente dicho, había otros que era ayudantes, un `poco como en la Iglesia tenemos a los diáconos. Por tanto, el libro está dedicado a una serie de leyes y normas respecto al culto en el templo, de la necesaria pureza ritual y muchos otros aspectos relacionados con el culto. Nuestro pasaje de hoy va más allá de estos detalles y se trata de una invitación de parte de Dios a Moisés para que el pueblo de Israel fuera SANTO. En hebreo, "santo" se traduce como kadosh que significa separación. Todo relacionado con Dios es santo. El pueblo de Dios es santo porque le pertenece. El templo es santo porque es la morada de Dios en medio de su pueblo. Jesucristo es el Santo de Dios. Dice el libro de Isaías: "Tan alto está el cielo sobre la tierra, así de altos están mis caminos sobre los vuestros.

Hoy en día, se habla mucho de la integración, se quiere eliminar las fronteras y los muros, pero aquí se trata de separación: "Seréis santos porque yo el Señor vuestro Dios es Santo", kadosh. Este hecho se deriva del relato de la creación en el primer capítulo del Libro del Génesis donde dice que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Obviamente, hay una distancia enorme entre nosotros y Dios, pero al mismo tiempo Dios nos acerca a él y esto es lo que sucede sobre todo con el misterio de la Encarnación con el que el mismo Dios se hace uno de nosotros. Dios es SANTO y nos invita a nosotros a participar en esta santidad. Ya el libro del Levítico a rechazar el odio, la venganza, el rencor en contra del prójimo y amarlo como a uno mismo. Esto ya lo sabemos, ¿pero tomamos en serio este mandato o nos damos cuenta de la dificultad que implica? San Juan nos dice en su Primera Carta que Dios es amor, de manera que no debemos pensar que este mandato de amar al prójimo como a nosotros mismos sea algo imposible. Dice también que Él nos amó primero.

Resulta que Dios no se ha revelado directamente a cada uno, sino que lo ha hecho a través de unos testigos como son los profetas y sobre todo a través de su Hijo. Entonces, se manifiesta a través de nosotros. Esto ya era su plan en el caso de Israel. Tenía la conciencia de ser el pueblo elegido por Dios y por tanto diferente de cualquier otro pueblo. Esto no tenía que ser un motivo de desprecio de los demás pueblos, sino que ellos viendo a Israel fueran atraídos a Dios y pudieran llegar también ellos a conocerlo y seguir su camino. Si esto era el plan de Dios para el pueblo de Israel, lo es mucho más para nosotros que hemos sido bautizados y hechos Hijos de Dios en el Hijo. Por esto, San Pablo constantemente recuerda a sus cristianos que ellos están "en Cristo", es a través de nuestras palabras y acciones que manifestaremos que formamos parte del Cuerpo de Cristo.

En el Sermón de la Montaña que nos toca leer en estos domingos, Jesús nos presenta con el perfil de sus seguidores y lo resume con la expresión: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. Nuestro comportamiento como seguidores de Jesús ha de ser desde el punto de vista humana realmente increíble. "Habéis oído que se dijo "ojo por ojo y diente por diente". Hoy en día nos interesa mucho la justicia, es decir, dar a cada uno lo que le corresponde, pero como cristianos Jesús nos llama a ir mucho más lejos: "No hagáis frente al que os agravia...". Nos pide amar a nuestros enemigos, hacer el bien y orar por los que nos persiguen etc.

¿Todo esto es imposible? Sí, si depende solo de nosotros que nos encontramos marcados por el pecado. Pareciera que Jesús estaría pidiendo a un cojo que corra en un maratón. Si razonamos así, es que no nos hemos dado cuenta del cambio radical que se ha realizado en nosotros por el bautismo que ha sido perfeccionado por los otros sacramentos. Si pensamos que todo esto es una ilusión, entonces estaremos diciendo que Jesús es un embaucador. Si, lo sería si no nos hubiera dado el ejemplo, si no se hubiera unido a nosotros para ayudarnos a alcanzar esta gran meta de la santidad a la que nos llama a todos.

Estamos a punto de dar inicio a la Cuaresma este año. Antiguamente, la gente celebraba el Carnaval como la última oportunidad de celebrar, de hacer juerga antes de los 40 días de oración y penitencia, cuando no se daba fiesta alguna, ni se celebraba bodas. Incluso los cines no proyectaban películas. Si bien, con no  poca frecuencia los carnavales eran ocasiones para el exceso. Había uno buen número de días de ayuno y no solo los viernes. Se aprovechaba la oportunidad para confesarse. A veces se daba en las parroquias las Misiones Populares cuando venían unos predicadores expertos para mover la mente y el corazón de los feligreses a arrepentirse y hacer penitencia. Luego venía la Pascua para celebrar. Hoy en día, la mayor parte de estas observancias se han perdido. ¿Nos consideramos más santos que la gente de siglos pasados que no tenemos necesidad de oración, ayuno y penitencia? Si Dios en el Antiguo Testamento y Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio de hoy tomado del Sermón de la Montaña pusieron una vara tan alta, hemos de tomarla en serio, pues si Dios es Amor,y el amor consiste ante todo en querer y hacer el bien al otro, no digamos que "yo soy buena persona", porque no parece que Jesucristo haya venido al mundo, ni muerto en la cruz para "buenas personas", sino para pecadores que hacen penitencia y se convierten.











sábado, 15 de febrero de 2020

LA LIBERTAD

HOMILÍA, VI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 16 DE FEBRERO 2020.

Hoy nuestra primera lectura está tomada del Libro de Sirácide que es un libro del que no encontramos muchas lecturas en la liturgia. Los libros del Antiguo Testamento se dividen normalmente en tres grupos. Los primeros cinco, que se llaman Pentateuco, que se refiere a un códice que contiene esos cinco libros. El siguiente grupo va desde el Libro de Josué hasta el segundo libro de las Crónicas y se denominan Libros Históricos. Luego vienen los libros proféticos de los grandes profetas como Isaías, Jeremáis y Ezequiel, además de los doce "menores" en cuanto que dejaron unos escritos más breves. Finalmente, el resto de los libros, llamados Los Escritos por los judíos, los llamamos sapienciales e incluyen los Salmos y diversos libros que en general tratan de la sabiduría o dan consejos sobre cómo vivir bien o sea según la ley de Dios. El libro de Sirácide pertenece  a este último grupo y proviene de un hombre sabio de este nombre que vivía en Jerusalén en la segunda parte del segundo siglo antes de Cristo. En general, propone unas reflexiones sobre la historia del Pueblo de Israel.

Nuestra lectura de hoy presenta el tema del libre albedrío o la libertad: "Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad". "Si quieres" indica que tenemos la opción de hacer o no hacer algo, lo que se denomina "libre albedrío". Se trata de una de las principales características que Dios nos ha dado. El niño, aunque tiene la facultad del libre albedrío, todavía en gran medida no es capaz de ejercerla. En prácticamente todos los aspectos de su vida se somete a la voluntad de sus padres. Lo levantan en la mañana, lo mandan o llevan al colegio, le dan de comer y si no le gusta lo que le dan, le obligan a comerlo etc. Está sometido a la voluntad de otros y se supone que gracias a ello, formará buenos hábitos y aprenderá luego a practicar la virtud. Luego llega a la adolescencia y comienza a querer hacer las cosas a su modo, a seguir no lo que le dicen sus padres sino los amigos, la cultura dominante, aunque  todavía depende en gran medida de sus padres. Ellos suelen dejarle una cierta libertad y normalmente le parece insuficiente e intenta  ampliar el espacio de su libertad. Se espera que llegue a la adultez y aprenda a ejercer la libertad con responsabilidad, pero hoy en día el concepto de la libertad que se maneja es "hacer lo que me viene en gana". Está bien hasta cierto punto que el adolescente quiere eso, pero que uno que ya es adulto lo quiera es señal de inmadurez y se le llama un adolescente perpetuo. La libertad o el ejercicio del libre albedrío va de la mano con la responsabilidad, es decir, asumir las consecuencias de los propios actos. Los buenos padres intentan inculcar en sus hijos la responsabilidad y ellos tienden a reconocer que una persona madura tiene que ser responsable, tiene que cumplir la palabra empeñada y una larga lista de deberes que reducen el campo de su libertad. Va reconociendo que no es el dueño de su vida ni del mundo, que vive con otros a quienes tiene que respetar. 

Tenemos, pues la opción de cumplir los mandatos del Señor. Hay dos tipos de mandatos del Señor, En primer lugar, los que provienen de nuestra misma naturaleza racional y que en Filosofía y Teología Moral se llama LA LEY NATURAL,  y el segundo son los mandamientos positivos que Dios nos ha revelado y se recogen en la Biblia. Se trata de la ley revelada por Dios, pero resulta que Dios revela también a través de la Biblia parte de lo que es la ley Natural. También , están las leyes positivas que provienen de la Iglesia o del Estado, pero no directamente de Dios. 

Vamos a desentrañar un poco estos tres tipos de leyes. La ley moral natural es lo que la razón humana reconoce como lo que debemos de hacer y evitar. Todo mundo sabe que tiene que hacer el bien y evitar el mal, que es el primer principio de la ley natural. Santo Tomás de Aquino explica que los primeros principios los conocemos automáticamente sin tener que aprenderlos. Ahora bien, hay que determinar qué es lo que hay que hacer y evitar, o qué es bueno y qué es malo. En el primer capítulo de su Carta a los Romanos, San Pablo afirma que no solo los judíos conocen la ley de Dios porque se los ha revelado sino también los paganos y que Dios los castiga por ello "llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales aunque del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen" (Rom 28-30). San Pablo da por supuesto que los paganos reconocen estas cosas como malas y que deberían de evitarlas. En general, los diez mandamientos recogen las principales fechorías que el hombre comete y no debería, como reconocer a Dios como Señor, la blasfemia, el asesinato, el adulterio y demás pecados contra el orden de Dios en el campo de la sexualidad que tiene como principal objeto la propagación de la especie, la mentira, el robo y el hurto etc. Dios los revela porque pocos y después de haber cometido muchos errores podrían descubrirlos por su propia reflexión, cosa que es consecuencia del pecado original que oscurece la mente, debilita la voluntad y nos lleva a dejarnos guiar por nuestros instintos y pasiones. 

En cuanto a las leyes positivas del Estado, para ser de verdad leyes y tener de obligación tienen que estar en conformidad con la Ley Natural que es de origen divina y corresponde al orden que Dios ha establecido en su creación y nos capacita con la misma razón humana para conocerla. Si el Estado intenta hacer leyes que  obligan o permitan el mal, como es el caso del aborto, la eutanasia,, el mal llamado matrimonio gay, que ni es gay ni matrimonio, el ciudadano no tiene ninguna obligación moral de aceptarlas sino la obligación de oponerse a ellas. Las leyes positivas que no sean injustas obligan en conciencia. Claro, el Estado tiene el poder de obligar el cumplimiento de sus leyes, que en teoría han de servir al bien común y puede multar o meter en prisión. También la Iglesia tiene el poder de hacer leyes que se recogen en el Derecho Canónigo y obligan a los católicos en conciencia, como por ejemplo, la obligación de asistir a Misa el domingo, de contribuir al sustento de la misma Iglesia etc, pero no tiene el poder de forzar su cumplimiento. 

Luego dice el autor que es "prudencia cumplir su voluntad". La prudencia es la primera y la principal de todas las virtudes morales. Una virtud es una disposición permanente de hacer o evitar algo, y sería lo que llamamos un hábito bueno. La prudencia es la virtud regidora de todas las demás virtudes. Sin ánimo de entrar en detalles, podemos definirla como el modo recto de actuar (recta ratio agibilium, en latín), o la disposición de escoger siempre los medios adecuados para alcanzar el fin, Nuestro fin último es la felicidad eterna con Dios en el cielo y hay muchos fines intermedios. No necesitamos dar una larga explicación sobre la prudencia de cumplir la voluntad de Dios. Ya he manifestado que Dios tiene un orden no solo en el universo físico de manera que el las estrellas, galaxias y demás entes cósmicos funcionan, sino también para las acciones del hombre. Si Dios ha establecido un orden, es obvio que nosotros hemos de actuar de acuerdo a él para que alcancemos el fin de nuestra existencia. 

Para terminar, conviene afirmar que la capacidad de hacer lo que queremos, o como se dice coloquialmente "lo que nos viene en gana" es limitada por nuestra misma naturaleza de personas racionales y sociales. También la limita una serie de hechos, pues si no estamos locos sabemos que si nos tiramos de de un edificio alto nos mataremos. O sea, la libertad está en una íntima relación con la verdad, como dice Jesús: "conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". La virtud, según Aristóteles está en el medio o la moderación, evitando los extremos. Como hemos visto la libertad está restringido por la responsabilidad y gobernada por la prudencia. 


sábado, 8 de febrero de 2020

V DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, 9 DE FEBRERO 2020

HOMILÍA
Este domingo también nos toca una lectura del Libro del Profeta Isaías, esta vez del final del libro. Según los estudiosos, el libro se divide en tres grandes partes, la primera los cc. 1-40, que correspondería a la época en la que vivió en gran profeta, la segunda cc. 40-55, que sería de otro profeta, de la escuela de Isaías podemos decir, que vivió en el exilio y contiene unos pasajes de extraordinaria importancia que señalan con mucho detalle lo que luego se cumplió en Jesús. Los capítulos finales (56 a 66) correspondería a la época en la que una parte notable del pueblo habría retornado a Jerusalén y se había reconstruido el templo, de la que está tomada nuestra primera lectura de hoy.

El contenido de nuestra lectura de hoy corresponde en buena medida a las tradicionales obras corporales de misericordia que el Catecismo recoge. A continuación copio tanto las obras corporales como las espirituales de misericordia e invito a los que no las conocen a verlas en el Catecismo de la Iglesia Católico (apartado 2447) que se puede consultar en Internet:

"2447 Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf Mt 6, 2-4)

OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA
1. Dar de comer al hambriento
2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos

OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA
1. Enseñar al que no sabe
2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Corregir al que está en error
4. Perdonar las injurias
5. Consolar al triste
6. Sufrir con paciencia los defectos
de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos

La Iglesia ha recogido estas obras de misericordia. Veamos los primeros versículos que hemos escuchado hoy:

Parte tu pan con el hambriento,
hospeda a los pobres sin techo,
cubre a quien ves desnudo
y no te desentiendas de los tuyos

¿Qué duda cabe que si nosotros tomamos en serio estas obras de misericordia, nos iremos convirtiendo en luz del mundo empezando con los que viven a nuestro alrededor. Dice el libro de Isaías ""Entonces romperá la luz como la autora". Es decir, que aquí hay una explicitación de la síntesis de todos los mandamientos que nos dejó Jesús "amarás al Señor tu Dios con toda tu alma, con toda tu mente y con todo tu ser". De igual manera se cumple el criterio que pone Jesús para el Juicio Final !tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber..." (Mt 25, 31-46). Coincide también con lo que recoge nuestro Evangelio de hoy tomado del Sermón de la Montaña: "Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesto en lo alto del un monte"- Aquí Jesús no da consejos u órdenes a la comunidad o al gobierno, sino a cada uno. También dijo Jesús que "los pobres siempre los tendréis entre vosotros", y el Papa Benedicto XVI en su Carta Encíclica "Dios es amor" recoge esta misma idea cuando afirma que por más organizados sean los Estados siempre hay un espacio importante para las obras de misericordia de los individuos. Por otro lado, lo que hacen los estados y Ayuntamientos es crear burocracia. 

Los invito, pues a revisar el texto de las obras de misericordia, pues ¿cómo van a conocer los demás a Dios, a Jesucristo Nuestro Señor si nosotros no reflejamos la luz que viene de Jesucristo, si no practicamos las obras de misericordia que son obras de caridad y de justicia. Obviamente, es muy importante, incluso pecado grave no hacerlo, participar en la Santa Misa los domingos si no tenemos un obstáculo justificante, pero si luego lo que escuchamos en las lecturas, si lo que pedimos en las oraciones no hacemos un esfuerzo sincero para cumplirlo, de poco o nada nos sirve. No pasaremos de ser hipócritas que nos profesamos como seguidores de Jesucristo pero no lo llevamos a la práctica. Sí Dios es misericordioso y quiere que todos los hombres lleguen al conocimiento de la Verdad que es el mismo Jesucristo, pero no va a hacer un milagro para que se logre eso que es lo que quiere para todos. 

sábado, 1 de febrero de 2020

PRESENTACIÓN DEL SEÑOR EN EL TEMPLO, JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA Y LA CANDELARIA

PRESENTACÓN DEL SEÑOR EN EL TEMPLO.

La fiesta de hoy es de notable importancia, pues el evangelio nos relata cómo Jesús llega por primera vez al templo llevado por María. Se trata de la celebración de la consagración de Jesús, como todo niño primogénito hebreo al Señor. Antes de la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II, se solía llamar la Purificación de la Santísima Virgen María. No es que se haya olvidado del papel de María en todos los misterios de Jesús ya desde la Anunciación del Ángel. Tiene que ver también con la consagración de Jesús y el aspecto de la luz se recoge con las palabras del anciano Simeón "luz para ilumnar a las naciones y gloria del pueblo Israel.

La primera lectura es del Profesta Malaquías que es el último de los profetas del Antiguo Testamento. Eñ entrará en el santuario del Selir el que el pueblo busca "el mensajero de la alianza que vosotros deseáisl". Ya con el profeta Ezequiel la gloria del Señor se levanta y abandona el templo encima de la puerta de oriente y posteriormente regresa. Esto sucede debido a la infidelidad de los reyes, sacerdotes y del pueblo. Ahora, refiriéndose al futuro el profeta describe como regresa el Señor utilizando las imágenes de un fundidor de la plata que con el fuego purifica la plata y el que blanquea la tela blanca con lejía, cosa que se realizaba fuera de los muros de la ciudad debido al olor desagradable que producía. El encuentro con el Señor pide una purificación del hombre, pues no es digno de entrar en la presencia del Señor o en su templo que era el lugar en el que se hacía presente Dios en medio de su pueblo.

El Salmo 23 es un canto de alabanza dirigido al Señor como Rey de la Gloria que entra en su templo "¿Quien es ese Rey de la GloriaEs Señor. Dios de los Ejércitos. Él es el Rey de la Gloria". Jesús niño, que entra en el templo por primera vez, es el Rey de la Gloria y podemos ver cómo toma posesión de su templo.

"Todo primogéntio varón será consagrdo al Señor". De ahí la celebración de la Vida Consagrada como la establecía el Papa San Juan Pablo II. Es cierto que desde los primeros tiempos de la Iglesia, existían tanto hombres como mujeres que, siguiendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, se dedicaban exclusivamente al Señor, yendo más allá de los mandamientos para hacerle presente en el mundo de manera más cercana a como El vivió. En los primeros siglos vivían en las comunidades y se dedicaban, además de la oración, al servicio de las personas más necesitadas en la comunidad. De ahí que los Santo Padres, casi sin excepción alababan esta vocación y la veían como un adelanto o traer a este mundo los bienes que todos estamos llamados a alcanzar en el cielo, según lo que el mismo Jesús había dicho. La Iglesia no podría prescindir de la vida religiosa en sus diversas formas porque faltaría algo fundamental de lo que el mismo Jesús quiso dejar en este mundo después de su Ascensión. También la Sma. Virgen María, además de ser Madre de Jesús es la siemrpre virgen consagrada de esa misma manera a las cosas del Señor. Luego cuando terminaron las persecuciones con el Emperador Constantino, surgió el movimiento de hombre y mujeres llamadas a vivir los mismos consejos evengélicos primero como ermitaños en el desierto, para posteriormente unirse en comunidades en conventos o monasterios. En el siglo XIII con las órdenes mendicantes, especialmente los Franciscanos  y Domínicos se pasó ya a no querer vivir lejos de las ciudades sin dentro de ellas y dediándo de manera especial a la predicación y la enseñanza. En el caso de la Orden de la Merced se trataba de la liberación o redención de los cautivos que los moros raptaban y llevaban a África, una gran obra de misericordia. A partir del siglo XVI con la fundación de la Compañia de Jesús se dio inicio a otro tipo de orden religiosa que se dedicaba a las misiones, a la enseñanza y otros tipos de obras. En el siglo XX,se introdujo otro tipo de vida consagrada, ahora más dentro del mundo sin necesidad de vivir en un convento o llevar hábito, pero todos tienen en común la consagración al Señor a través de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Todos están llamados a ser luz en medio de un mundo cada vez más oscuro y que no solo se aleja de los  la invitación de Jesús de servirle en los consejos evangéicos sino rechazando los mandamientos, de los principios de la ley natural. De ahí la costumbre de una procesión con candelas en este día.

Encomendemos al Señor y a la Sma. Virgen María a todos los religiosos y religiosas de la Iglesia para que sean fieles a su vocación y su testimonio vaya a atraer a muchas vocaciones renunciando los que presenta el mundo y encontrando la verdadera felicidad en el seguimiento del Señor y el servicio a los hermanos, pues los consejos evangélicos constituyen una manera particularmente eficaz de amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas nuestras fuerza y al prójimo como nosotros mismos.