sábado, 30 de abril de 2016

LA INHABITACIÓN DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN EL ALMA EN EN LA IGLESIA


HOMILÍA, DOMINGO VI DE PASCUA, CICLO C.


Santo Tomás de Aquino afirmaba que la obra de la santificación, es decir la gracia, o en palabras de los Padres Griegos, la divinización, es una obra mayor que la misma creación del universo. En estos últimos domingos del tiempo de Pascua, nos ha tocado la lectura del discurso de despedida de Jesús en la Última Cena, según el relato de San Juan. Dice Jesús en el pasaje del evangelio que hemos escuchado: "Si alguno me ama, guardará mis palabra, el Padre lo amará y haremos morada en él" (14,23). Del primer capítulo del Libro del Génesis podemos concluir que Dios, al haber creado al hombre a su imagen y semejanza, no quería solamente que alcanzara su plena felicidad viviendo en el mundo maravilloso que había creado. Por el contrario, creó el universo y el hombre como su criatura más perfecta, a su imagen  semejanza, para que llegara a una comunión íntima con Él para toda la eternidad. 

Dice Jesús: "Si alguno me ama", pero si nosotros somos capaces de amar a Dios, es porque Él nos ha amado primero, como el mismo San Juan afirma en su Primera Carta. Prosigue: "guardará mis mandamientos". La palabra griega traducida por "guardar" significa "tener presente, ante la vista". Hoy en día, el concepto de obediencia y someterse o guardar mandamientos no está muy apreciado. Aquí está claro que si no guardamos los mandamientos de la ley de Dios, no podemos decir que amamos a Dios. Hay quien dice que es buena persona, que tiene buenas intenciones, pero luego no cumple lo que Dios manda. En realidad se engaña y el carácter de uno se manifiesta en los actos. Jesús nos asegura que el amor y el cumplimiento de los mandamientos tiene como consecuencia que "el Padre lo amará y vendremos a Él". Con estas palabras se refiere del misterio llamado la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma del justo. Por eso dice Jesús, "hacemos morada en Él". El justo en palabras bíblicas y teológicas es la persona que ha rechazado el pecado y ha entrado en la amistad con Dios, y es de verdad hijo de Dios y hermano de Jesús. Es, en otras palabras el estado de gracia". "Haremos morada en él", aquí Jesús utiliza una palabra que significa el hogar, el lugar donde uno vive habitualmente. Luego reitera lo que acaba de decir, añadiendo que "el que no me ama no guarda mis palabras". En varias ocasiones en la historia de la Iglesia, han surgido grupos que consideraban que ellos habían un alto nivel de espiritualidad, despreciando el cuerpo y que no importaban qué pecados de la carne cometían, que eran "espirituales". Esta herejía se dio con mucha fuerza en el siglo II, y se llama gnosticismo. Volvió a surgir en el siglo XII e inicios del siglo XIII. El Evangelio es clarísimo, al afirmar que el que no cumple los mandamientos de Jesús, de la ley de Dios, es decir, los diez mandamientos, y sobre todo el nuevo mandamiento entregado por Jesús el la misma Última Cena: "amaso los unos a los otros como yo os he amado". 

El cielo consiste precisamente en esta comunión con las tres divinas personas y su inhabitación plena en nosotros, y nosotros en ellas, juntamente con todos los ángeles y santos. Obviamente, en este mundo se realiza de una forma imperfecta dado que estamos sólo en el camino y como afirma San Pablo "en esperanza fuimos salvados" y la esperanza tiene como objetivo un bien futuro y difícil de alcanzar. La fe, dice San Pablo, trata de cosas no vistas y la esperanza de cosas que todavía no poseemos, o no poseemos plenamente. Con frecuencia las oraciones litúrgicas de la misa piden que lo que hemos compartido en la Eucaristía la alcancemos plenamente en la vida futura. También hay que decir que la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma de los justos no los deja iguales. Al contrario, provoca un cambio radical en el mismo ser de la persona, cambio que  se expresa luego en sus a través de las virtudes infusas, en primer lugar, la fe, la esperanza y la caridad, llamadas virtudes teologales, en cuanto que tienen directamente a Dios como objeto y no podríamos tenerlas o practicarlas sin estar en estado de gracia o de comunión y amistad con las tres divinas personas. No debe de extrañarnos el hecho de que muchos santos y místicos han expresado el deseo ardiente de estar ya plenamente con el Señor. San Pablo dice a los Filipenses: "No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo  sido yo mismo alcanzado por Cristo... Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás  y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús" (3, 12.14). 

El gran enemigo de este estado de amistad, de filiación divina a la que estamos llamados es obviamente el pecado grave o mortal. También los pecados veniales, aunque no nos llevan a perder este estado, reducen nuestro amor a Dios y nos debilitan de manea que contribuyen a que podamos perder este estado dichoso e inmerecido que es el mayor bien que podríamos tener. Por eso, es muy importante y necesario ante todo conocer los mandamientos de la ley de Dios, saber lo que la Iglesia enseña en el Catecismo y confiar en la ayuda de la gracia para poder vivir alcanzar la meta que Dios ha fijado para nuestra vida. Como dice San Ignacio de Loyola, debemos pedir a Dios la gracia de aborrecer el pecado, porque es la mayor desgracia que podríamos experimentar. Muchos piensan que la falta de salud, o la enfermedad es el mayor mal que nos puede afligir, pero pese a ser una idea muy extendida, es totalmente falsa.  San Pablo escribe a los filipense refiriéndose a la situación del cristiano que todavía vive en este mundo: "Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y le me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús" (3,12-14). Y Santa Teresa de Jesús se expresa de manera similar en sus famosos versos: "Vivo sin vivir en mí, tan alta vida espero, que muero porque no muero... ¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros,esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero,que muero porque no muero". 

Jesús prosigue: "Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre os lo enseñará todo y os recordará todo lo que os he dicho" (14,26). Todo lo que hace Dios, lo hacen las tres personas divinas, cada una según su característica específica. El Padre tiene la iniciativa y manda a su Hijo al mundo y esa misma acción la completa a través del Espíritu santo, de manera que está presente en el seno de su Iglesia, como podemos constatar en nuestra primer lectura y luego en dos semanas cuando celebraremos la gran fiesta de Pentecostés. Nuestra lectura de hoy del Libro de los Hechos de los Apóstoles  se refiere al problema que surgió en la Iglesia primitiva cuando se fueron integrando a los primeros paganos en ella. Algunos de procedencia judía consideraban necesario la aceptación de toda la ley de Moisés y en concreto la circuncisión y las leyes dietéticas. San Pablo se opuso terminantemente a esta posición, como podemos constatar en  las cartas a los Gálatas y a los Romanos. No es la ley de Moisés la que nos salva sino la fe en Jesucristo. Los apóstoles se reúnen en Jerusalén para dirimir esta cuestión y dicen: "Nos ha parecido bien a nosotros y el Espíritu Santo". Es decir, que se dejaron guiar por el Espíritu Santo.

San Juan introduce la palabra "Paráclito" que significa "abogado" o "consolador". El Espíritu Santo en la Iglesia recuerda al los apóstoles, y por ellos a sus sucesores, los obispos, todo lo que Jesús nos ha enseñado. Es decir, el Evangelio no se queda en letra muerta en un mero libro, sino por la acción del Espíritu Santo que guía a su Iglesia hacia la verdad plena (recordemos que Jesús es la Verdad, la revelación de todo lo que el Padre ha querido comunicarnos). 

En cuanto a la acción del Espíritu Santo en el alma del cristiano, es igualmente importante. No nos basta saber lo que Jesús ha enseñado en el Evangelio, hay que ponerlo en práctica en nuestra vida concreta. En un mundo tan secularizado que glamoriza el pecado, y a través de la presión del grupo, de las campañas de los medios de comunicación, y la practica totalidad de la cultura popular actual, nos manda mensajes contrarios a la Palabra de Dios, a los mandamientos de la Ley de Dios que son manifestación de su amor y el camino de la verdad, el Espíritu Santo nos mueve, nos inspira, nos urge, nos ayuda a formar una conciencia recta. Además, el Espíritu Santo es el vínculo de amor entre el Padre y el Hijo. Por eso en referencia a Él se utiliza el símbolo del fuego, es decir, fuego de amor. 

Agradezcamos, pues,  al Señor este mensaje tan consolador que nos entrega la Iglesia en la Liturgia de la Palabra en este Sexto Domingo de Pascua. La vida cristiana les parece a muchos un peso insoportable que les impone una serie de reglas y normas que no los deja ser libres. Eso sería verdad si no fuera que las normas o mandamientos son manifestación del amor de Dios y un camino de verdadera liberación de la esclavitud del error, del pecado y de la muerte, es decir, la segunda muerte, como el Libro del Apocalipsis llama el infierno. San Agustín afirma que el amor aligera el peso, y si el Espíritu Santo es el amor de Dios Padre por el Hijo, y es Consolador, ¿cómo no alegrarnos al saber que no sólo Dios nos manda hacer el bien, sino que nos entrega su misma fuerza que es precismente el Espíritu Santo, para que podamos permanecer en Él y Él en nosotros.  












jueves, 28 de abril de 2016

SIN EL CONTROL DE LA SEXUALIDAD, UNA CIVLIZACIÓN ESTÁ ABOCADA A LA EXTINCIÓN.


SIN EL CONTROL DE LA SEXUALIDAD, UNA CIVLIZACIÓN ESTÁ ABOCADA A LA EXTINCIÓN.

El Beato Pablo VI, en su famosa Encíclica Humanae Vitae, escribe:

Nos queremos en esta ocasión llamar la atención de los educadores y de todos aquellos que tienen incumbencia de responsabilidad, en orden al bien común de la convivencia humana, sobre la necesidad de crear un clima favorable a la educación de la castidad, es decir, al triunfo de la libertad sobre el libertinaje, mediante el respeto del orden moral. 

Todo lo que en los medios modernos de comunicación social conduce a la excitación de los sentidos, al desenfreno de las costumbres, como cualquier forma de pornografía y de espectáculos licenciosos, debe suscitar la franca y unánime reacción de todas las personas, solícitas del progreso de la civilización y de la defensa de los supremos bienes del espíritu humano. En vano se trataría de buscar justificación a estas depravaciones con el pretexto de exigencias artísticas o científicas [25], o aduciendo como argumento la libertad concedida en este campo por las autoridades públicas. (22)

En otro párrafo de la misma Carta Encíclica, afirma:

Consideren, antes que nada, el camino fácil y amplio que se abriría a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la moralidad. No se necesita mucha experiencia para conocer la debilidad humana y para comprender que los hombres, especialmente los jóvenes, tan vulnerables en este punto tienen necesidad de aliento para ser fieles a la ley moral y no se les debe ofrecer cualquier medio fácil para burlar su observancia. Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera, respetada y amada.

Es de todos conocido que al publicarse esta encíclica, un gran número de teólogos, sacerdotes e incluso obispos disintieron de esta doctrina, que ha sido la que la Iglesia siempre ha enseñado. Después de casi 50 años de la publicación de esta encíclica emblemática del Papa Pablo VI, podemos decir que todo lo que temía en Papa en estos párrafos e incluso más ha sucedido. Hoy en día, gracias al uso prácticamente universal de los anticonceptivos, es raro encontrar una pareja que se presente en una parroquia no haya practicado el sexo antes del matrimonio, o que no lleven hasta años conviviendo en una unión de facto. Reduciendo los varios argumentos falaces de los teólogos y pastoralistas que rechazaron la doctrina católica reafirmada en esta carta de Pablo VI a sus líneas fundamentales, podemos decir que ellos han dicho a los fieles católicos: “El Papa y con él toda la tradición de la Iglesia a lo largo de los siglos están equivocados”. Ustedes no les hagan caso. Más bien, hagan caso a nosotros que hemos estudiado el tema y pueden tranquilamente hacer uso de los anticonceptivos cuando lo juzguen necesario, siguiendo su conciencia”. Esta frase “sigue tu conciencia” llegó a ser una frase talismán.

La encíclica fue publicada precisamente en el año 1968 que resultó ser un año fundamental en el desarrollo de la vida cultural de Occidente. En Estados Unidos se produjeron unas enormes marchas violentas en contra de la guerra en Vietnam. En Europa, en primer lugar en Francia, en mayo y junio de aquel año, una rebelión de estudiantes, que logró el apoyo de muchos trabajadores sacudía profundamente los cimientos del país hasta el punto que el entonces Presidente, Charles De Gaul temía que las protestas se convirtieran en una insurrección. Se trataba de protestas en contra de la sociedad del consumo. Lo que empezó en Francia se extendió a muchos otros países europeos, y también a México, donde se iban a celebrar las Olimpiadas de aquel año, y donde el gobierno mató a centenares de estudiantes. Muchos consideran que en aquel año se lanzó al mundo la revolución sexual, aunque ya antes con el movimiento de los hippy el amor libre, se había anticipado al menos en parte.

A continuación voy a dar uno antecedentes históricos de la revolución sexual. Ya en los años 20 del siglo pasado se dieron las primeras manifestaciones de lo que posteriormente se llamó revolución sexual. Algunos argumentan que la revolución sexual, comprendido principalmente como la aceptación de parte de la sociedad en general de la práctica del sexo fuera del matrimonio monógama se iba gestando ya antes de la introducción de la píldora anticonceptiva en los años 60. Parece que en parte al menos las estadísticas avalan esta tesis. Prueba de que ya en el año 1956 se hablaba de la revolución sexual la da la obra del sociólogo de Harvard Pitrimin Solokin La revolución sexual americana, en la que escribe:

La revolución sexual es tan importante como el trastrono político o económico más dramático. Está cambiando la vida de hombres y mujeres más radicalmente que cualquier otra revolución de nuestro tiempo… Cualquier cambio notable en el comportamiento respecto al matrimonio, cualquier aumento de la promiscuidad y las relaciones sexuales, contiene en sí consecuencias muy importantes. Una revolución sexual afecta drásticamente la vida de millones de personas, perturba profundamente la comunidad, e influye decisivamente el futuro de la sociedad(http://billmuehlenberg.com/2009/07/14/more-bad-consequences-of-the-sexual-revolution) En la misma web se aportan unos datos que parecerían escalofriantes en otra época, pero corresponden a lo que muchas autoridades sanitarias en el mundo occidental proponen a la juventud. En el Reino Unido, el folleto del Servicio Nacional de Salud recomienda a los adolescentes, llamado Placer afirma que los adolescentes tienen derecho a una vida sexual caliente y asegura que “el sexo o la masturbación dos veces a la semana”, juntamente con el consumo de fruta y verduras es bueno para la salud. El folleto se titula “un orgasmo al día mantiene lejos al médico”. Esta frase se deriva de otra tradicional que dice lo mismo acerca de una manzana al día. Los expertos en el sexo hacen caso omiso del alarmante aumento del la promiscuidad entre los adolescentes, los embarazos del aumento de las enfermedades sexualmente transmitidas entre los adolescentes. No les importantan estas realidades a las élites sexuales que aconsejan a los adolescentes el desenfreno sexual. Ni hablar de la necesidad del autocontrol, la templanza y la necesidad de no entregarse al deseo de la gratificación instantánea.

El periódico dominical más leído en Inglaterra, The Sunday Times,  recomienda a los padres que eviten intentar convencer a sus hijos acerca dela diferencia entre el bien y el mal al hablar con ellos del sexo. No deberían de insistir en valores para que los adolescentes puedan formar sus propias opiniones, de acuerdo con el folleto gubernamental. Esto parece ser un caso del zorro encargado del gallinero o de los locos encargados del asilo.

Este tipo de pseudo educación sexual que hace caso omiso de la formación del carácter, de la necesidad de enseñar a los jóvenes el respeto mutuo y el respeto por el propio cuerpo, que excluye cualquier tipo de formación moral en el caso del sexo ya lleva décadas y ha producido verdaderas tragedias en todas partes. No es de extrañar, pues, que en los países así dichos desarrollados de Occidente, que en realidad están en un estado de decadencia muy avanzado, según un estudio del prestigioso Pew Institute de Washington, un notable porcentaje de la población considera que el aborto no es siquiera una cuestión moral, o no tiene nada que ver con la moral. ¿Entonces de qué tratará la moral según este porcentaje notable de la población que ha imbuido estos falsos criterios?

En palabras de Edmund Burke, un gran parlamentario británico del siglo XVIII, : La sociedad no puede sobrevivir si no se coloca en alguna parte un poder controlador sobre la voluntad y el apetito, y mientras hay menos en el interior, más tendrá que haber en el exterior. Está ordenado en la constitución eterna de la realidad que hombres de una mente intemperada no puedes ser libes

Podríamos preguntarnos cómo se ha llegado a tal nivel de insensatez y locura. Un hito importante en este proceso lo constituye la actividad de Alfred Kinsey, nacido en 1894 en New Jersey y muerto en 1956, que dejó una huella profunda en todo lo relacionado al sexo, sobre todo con sus estudio sobre la sexualidad del hombre y de la mujer. Nació en una familia protestante metodista, pero renunció al cristianismo para convertirse en ateo ferviente. Recibió un Doctorado en Ciencias de la Universidad de Harvard en 1919 y se dedicó al estudio de la zoología, llegando a ser profesor auxiliar de la Universidad de Indiana. Uno podría preguntarse cómo uno que se especializaba en zoología se hubiera dedicado al estudio del comportamiento sexual humano. A petición de mujeres de la Universidad de Indiana se formó un Instituto que ayudara a mujeres casadas o con intención de casarse y se encargó a Kinsey esta labor. Descubrió que no había mucha investigación hecha acerca del tema, de manera que él y su equipo realizaron hasta 18,000 entrevistas cara a cara sobre el tema. Su investigación fue financiado en parte por la Fundación Rockerfeller. Sus conclusiones y sus métodos de investigación fueron cuestionados, pero a pesar de eso y de tipo de patrón que utilizó, llegaron a ser prácticamente dogma no cuestionado a durante varias décadas.

Según Wikipedia, la síntesis de los resultados adquiridos por Kinsey en sus investigaciones es la siguiente:  
  1. El 37% de los hombres entrevistados experimentaron alguna vez un orgasmo homosexual a partir de la adolescencia.
  2. El 13% de los varones sintieron deseos homosexuales, sin que se produjera por ello contacto físico alguno.
  3. El 25% de ellos tuvieron experiencias homosexuales no incidentales entre las edades de 16 a 55 años.
  4. El 18% mantuvieron igual número de relaciones heterosexuales que homosexuales durante un período mínimo de 3 años, entre las edades de 16 a 55 años.
  5. El 10% tuvo una conducta estrictamente homosexual durante un período de 3 años como mínimo y entre las edades ya reseñadas.
  6. Sólo un 4% manifestaba una conducta estrictamente homosexual durante toda su vida y ya manifiesta durante la adolescencia.
  7. La homosexualidad existía a todos los niveles sociales y ocupacionales.

Su trabajo sobre la sexualidad femenina, publicado en 1953, arroja los siguientes resultados, igualmente recogidos por Wikipedia:  
  1. Un 13% de mujeres habían experimentado algún orgasmo homosexual a partir de la adolescencia.
  2. Sólo un 3% de las mujeres habían sido predominantemente homosexuales durante un período de 3 años como mínimo.
  3. Las mujeres, en contraste con los hombres, no solían ser promiscuas y tenían sus relaciones homosexuales sólo con 1 o 2 compañeras en el 71% de los casos

Los resultados de las investigaciones cuestionables de Kinsey fueron la base de una cantidad enorme de programas de educación sexual para niños y adolescentes a lo largo de todas las décadas desde cuando los publicó, y como se puede constatar del ejemplo que he citado arriba de Inglaterra, en muchos países, no solamente Estados Unidos. Lejos de ser datos científicos, los resultados de los estudios fraudulentos de Kinsey son más bien expresión de su propia ideología que intenta pasar como comportamiento normal de la población norteamericana del año 1940. Lo que intentaba, y en gran medida logró, fue el rechazo de la ética judeocristiana tradicional y la aceptación de parte de muchos académicos y posteriormente los agentes de los medios de comunicación de una agenda de normalización de comportamiento sexual inaceptable. Las investigaciones fraudulentas de Kinsey promovían y justificaban la pederastia. Se dedicó como parte de su investigación a la realización de experimentos sexuales con niños. Sus conclusiones perversas llegaron a forma parte de la filosofía sexual de los más conocidos propagadores de la pornografía como, por ejemplo, Hugh Hefner, fundador y dueño de la revista pornográfica Playboy. En su primer ejemplar, ." Nosotros creemos, … que estamos cumpliendo con una necesidad publicitaria solo un poco menos importante que aquella que hace poco se ha encargado de publicar El Informe Kinsey”. Sin la aceptación de parte del mundo académico y científico de la ciencia fraudulenta de Kinsey, podríamos preguntarnos si Hefner y demás vendedores de pornografía hubieran tener el éxito enorme que han tenido?

La pseudo ciencia de Kinsey no murió con él en el año 1953, sino que ha sido perpetuada por el Insituto Kinesy establecido en la Universidad de Indiana y se ha extendido a otras universidades y de esa manera sigue dando cobertura académica a la normalización de la perversión sexual, e incuso a la pedofilia, y obviamente la industria pornográfica.

(Para más información sobre Kinsey y su fraude sexual se puede ver: Dr. Judith A. Reisman Edward W. Eichel Dr. John H. Court & Dr. J. Gordon Muir, Editors, Kinsey Sex and Fraud, The Indoctrination of People, Lochinvar-Huntington, La Fayette, Lousiania, 1990. El libro se puede consultar en http://www.drjudithreisman.com/archives/Kinsey_Sex_and_Fraud.pdf).

Ahora quiero referirme a otro estudio muy importante realizado por un etnólogo inglés en el año 1934, J.D. Unwin (2895-1936). Con esta entrada, más que abundar en la contribución de Kinsey a la revolución sexual reinante y sus consecuencias nefastas, quiero señalar lo que Unwin descubrió con su propia investigación, publicada en su libro, Sex and Culture. El autor analiza hast 80 culturas primitivas y 16civilizadas e incluso contrariamente a lo que él esperaba encontrar, pues en más bien un liberal freudiano, descubrió que las culturas que imponían un estricto control sobre la sexualidad y en concreto la continencia prenupcial especialmente de las mujeres, y en general el matrimonio monogámico tendente a promover y favorecer la familia, libera energías culturales. Es decir, una sociedad que prioriza la gratificación del instinto sexual a través de aceptación de diversas formas de promiscuidad como el sexo extramatrimonial, la homosexualidad etc. en poco tiempo se autodestruye. Aldous Huxley, en su obra Ethics and means, Chatto & Windus, pp. 311-12, resume la tesis de Unwin:
 
 Las conclusiones de Unwin, que están basadas en una gran riqueza de evidencia cuidadosamente organizada, se pueden resumir de esta manera. Todas las sociedades humanas se encuentran en una u otra de estas cuatro condiciones culturales: zoísta, deísta, manista, racionalista. De estas sociedades la zoista maniffiesta la menor cantidad de energía mental y social, la raconalista la que más. La condición cultural de una sociedad sube en proporción exacta a los controles que impone en la oportunidad sexual pre-nupcial y post-nupcial.”

Los hay que niegan los resultados de la investigación de Unwin, pero hay que señalar que procedió con mucha precaución e intentó presentar por un lado los resultados de sus investigaciones de la manea más objetiva posible, más allá de sus propias conclusiones. No iba buscando probar una tesis que ya tenía, sino que le sorprendían los resultados que iba encontrando y eran conrarios a sus propias convicciones de tipo freudiano. En pocas palabras, el control de los instintos sexuales y su expresión responsable dentro del contexto del matrimonio y la familia libera energías para que se pueda producir unas sociedades florecientes.

Unwin afirma:

La evidencia es que en el pasado una clase ha subido a una posición de dominio político debido a su gran energía y que en el período de su asenso, sus reglas sexuales simepre han sido estrictas. Ha mantenido su energía y domindado la socieda mientras sus reglas sexuals han exigido contintencia tanto pre-nupcial como post-nupcial… No conozco excepción alguna a estas reglas”

Debido al hecho de que la familia es la base de toda sociedad, la monogamia hereterosexual es el mejor modo de lograr una sociedad floreciente. Sin embargo, todas las sociedades, una vez logrado el éxito o el progreso com se dice hoy en día, han aflojado sus reglas acerca del control de la sexualidad. Entonces los individuos han empezado a anteponer sus deseos y placer personal por delante del bien común y de ahí a provenido la decadencia de tal sociedad. Las sociedades se debilitaban y desaparecían debido al caos interno o a la conquista de invasores con más energía social.

Unwin concluye:

Estas sociedades vivían en ambientes geográficos diferentes; pertenecian a diferentes raíces raciales; pero la historia de sus costumbres maritales es la misma. Al principio cada sociedad tienía las mismas ideas respecto a la regulación sexual. Entonces sucedieron las mismas luchas; los mismos sentmientos se expresaban;los mismos cambios se realizaron; los mismos resultados se producían. Cada sociedad reducía su oportunidad sexual a un minimo y manifestaba gran energía social, y florecía enormemente. Posteriormente extendía su oportunidadsexual; su enegía se reducía, y desaparecía. La única característica de todo el fenómeno es su constante monotonía”

El libro de Unwin, aunque ya está agotada la edición, se puede encontrar aquí en varios formatos digitales https://archive.org/stream/b20442580#page/24/mode/2up

También hay unos comentarios interesantes en esta web de la que copio algunos dators comparativos sobre el caso de Estados Unidos https://ethikapolitika.org/2014/08/19/civilizations-sex/
En 2010 51% de los estadounidenses estaban casados; en 1960 72% eran casados; en 2010 40.7% de los nacimientos eran de madres solteras; en las elecciones en Estados Unidos de 2012 39% de los votantes no eran casados; en 1972 el porcentaje de los mismo era de24% Según una encuesta del Instituto Pew, 40% de los jóvenes estadounidenses consideran el matrimonio como obsoleto. Los resultados negativos de tales datos no tardarán en llegar.
 
Hay que señalar también que la situación de los católicos respecto a estas estatísticas no difiere de la del resto de la población. Esto indica que los católicos están lejos de ser "sal de la terra y luz del mundo". En análisis de este fenómeno y de cómo se ha llegado a esta situación sería materia de otro estudio. Lo cierto las élites sociales y mediáticas ve a la Iglesia como el ultimo bastión a ser abatido en esta marcha de la revolución social. Incluso una parte no despreciable de la jerarquía de la Iglesia parece estar por la labor de reinterpretar la moral cristiana y hacerla más aceptable tanto a las élites como a las masas descristianizadas que pululan en nuetro mundo occidental.
 
¿Qué se puede esperar en esta situación de clara decandencia y de debilitamiento de la Iglesia antes un fenómeno de probable descomposiciónn social y de la autodestrucción de la cultura occidental, en cuya creación  la misma Iglesia ha tenido un papel fundamental? Obviamente no podemos prever el futuro, pero hay que constatar que estamos en un momento decisivo, cuando al tiempo que se debilita la civilización occidental y su matriz que es el cristianismo, el islam está enn una época de resurgimiento y no es poco probable que logre apoderarse de la Europa sin fe, y sin voluntad de defender los ideales cristianos, que logre lo que no ha logrdo en sus casi 1400 años de existencia, es decir, apoderarse de Europa por via de la alta natalidad y la baja natalidad de los Europeos.






























sábado, 23 de abril de 2016

V DOMINGO DE PASCUA, CICLO C. 23 DE ABRIL DE 2006

CIELO NUEVO Y TIERRA NUEVA


HOMILÍA, V DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 24 DE ABRIL 2016.

A lo largo de los últimos domingos en este ciclo de Pascua hemos tenido la gracia de poder escuchar una selección de lecturas del Libro del Apocalipsis, o de la Revelación, el libro con el que culmina toda la Biblia. Para muchos es un libro bastante desconocido debido al género literario apocalítpica, palabra procedente del griego que significa precisamente revelación, es decir, recorrer el velo. También el Libro de Daniel pertenece al mismo género, que se empezó a utilizar en Israel en los últimos siglos del período del Antiguo Testamento cuando ya no había más profetas. Se caracteriza por grandes visiones, la presencia de animales exóticos con muchos cuernos, alas y otras características curiosas, con la intervención de ángeles etc. Hay otros libros de este tipo que no forman parte de la Biblia tanto del tiempo anterior a la venida de Jesús como posterior. En el caso del Apocolipsis de Juan (se discute si se trata del apóstol San Juan u otro Juan), está situado alrededor del año 96 A.D. durante la persecución del Emperador Domiciano, y tiene como fin la consolación de los fieles perseguidos, asegurándoles del hecho de que Dios, que ha creado el mundo de la nada y lo ha hecho todo bueno, no va a abandonarlo, sino por el contrario, que Jesucristo resucitado está sentado a la diestra de Dios, como Cordero y que el poder de Dios que lo resucitó de los muertos va a prevalecer y rectificar todo lo malo que existe en el mundo. Les invito encarecidamente a tomar la Biblia y leer este libro maravilloso, que no llevará mucho tiempo. Se puede encontrar en línea algún comentario que puede ayudar a comprender su mensaje, además de la introducción y las notas que las Biblias modernas suelen tener para guiarnos.

El pasaje que nos toca comentar hoy está al inicio del penúltimo capítulo. El vidente ve “un cielo nuevo y una tierra nueva”, algo ya prometido en el libro de Isaías 66,18 y mencionado en la Segunda Carta de Pedro 3,13. Estamos acostumbrados pensar que el Apocalipsis promete la destrucción del mundo que conocemos, pero no es así. Si Dios ha creado el mundo de la nada y todo lo vio como bueno, ¿cómo entonces va a querer destruirlo? Por otro lado, la Biblia está a mil leguas de una visión platónica de desprecio de lo material, sobre todo cuando nos presenta la fe en la resurrección y la restauración de todas las cosas. Ciertamente Dios castigó a su pueblo por sus pecados e infidelidad a la alianza, pero era para que recapacitara y volviera la buen camino. Aquí se trata de eliminar de la tierra todo lo que proviene del dominio del mal que se estableció desde el primer pecado: la idolatría, las inmensas injusticias, la mentira que proviene del demonio, la infidelidad, la soberbia y la arrogancia, en general toda estructura del mal y del pecado que ha dominado en el mundo desde la caída de Adán y Eva y su expulsión del paraíso. En cambio, todo el mundo material, con toda su belleza, todos los animales, incluso los más raros que ni siquiera conocemos, todo es bueno y todo se va a renovar, a volver a su estado prístino como han salido de la mano de Dios. Este proceso de nueva creación se ha iniciado sobre todo con la resurrección de Jesucristo y nosotros hemos ingresado en él por el bautismo. San Pablo afirma: “Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo”. (Rom 8, 22-23).

El autor prosigue diciendo que el mar desapareció. Al hombre bíblico le provocaba gran angustia y temor el mar. Se lo imaginaba como lleno de monstruos y las tormentas y los oleajes se provocaban angustia. Los barcos en general navegaban lo más cerca de la costa posible. No es cómo en nuestros días cuando miles de barcos enormes pertrechados con muchos dispositivos de navegación y posibilidades de prever el tiempo, cruzan los océanos. Igualmente los grandes aviones vuelan encima de los mares y los polos. Para tener una idea de cómo era la navegación en aquel tiempo podemos leer el relato de los Hechos de los Apóstoles del viaje de San Pablo a Roma y su naufragio en la Isla de Malta. No es que el mar vaya a desaparecer o que la gente de aquellos tiempos odiara el agua, sino que se van a acabar todos estos aspectos amenazantes del mar.

“Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo”. En la Biblia, la ciudad de Jerusalén no es un mero pedazo de tierra con unas calles y edificios. Una ciudad es un lugar de convivencia, de cultura de intercambio entre las personas con sus hogares, sus espacios de comercio, de servicios públicos, de recreación y demás. Jerusalén es “la ciudad santa”, pues allí se encontraba el templo, el lugar sagrado donde moraba el mismo Yavé, el Dios de Israel. También lugar de peregrinación del pueblo, y del mismo Jesús con San José y María. Allí está el monte Sión donde estaba el templo y al llegar allí los peregrinos se llenaban de alegría, al cantar los salmos compuestos para tales ocasiones. Jerusalén es simbólico y representa la Iglesia, esposa de Cristo y madre.

Jerusalén está “engalanada como una novia ataviada para su esposa”. Esta frase nos recuerda el Libro del Cantar de los Cantares, que en realidad es un canto de amor entre esposas, asumido en la Biblia como expresión del amor de Dios por su pueblo, visto como un amor esponsal, por lo tanto de grandisima intimidad. Este idea se encuentra en los los profetas, como por ejemplo, Oseas o Ezequiel. San Pablo en su Carta a los Efesios retoma este tema del amor esponsal de Dios y lo aplica a la Iglesia, manifestando que el Sacramento del Matrimonio es una manifestación del amor de Cristo por su Iglesia, que se manifestó en la cruz, por lo tanto es fiel y sacrificado.

Como comentaba arriba, el templo era la “morada de Dios en medio de su pueblo”, pero eso ha cambiado porque según nuestro texto del Apocalipsis, pues en esta nueva Jerusalén que baja del cielo no hay templo. Para comprender esto, podemos recordar el relato del Evangelio de San Juan sobre la expulsión de los vendedores del templo. Los judíos se quejan con Jesús se preguntan con qué autoridad había hecho eso. “Respondió Jesús, Destruid ese templo y en tres días lo levantaré”. Luego dice el evangelista “Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo”. (Jn 2,13-22). Así se entiende por qué no hay templo en la nueva Jerusalén, porque el verdadero templo, es decir, lugar del encuentro y de la morada de Dios entre los hombres es el cuerpo resucitado de Jesús. En realidad el cielo es “estar en Cristo Jesús” o “con Él” como tantas veces repite San Pablo. No es de extrañar, pues que el mismo Pablo diga que “Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca -Cristo vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él” (Col 3, 3-4).

“Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatiga, porque el mundo viejo ha pasado”. Nos conviene ponderar esta promesa de Dios, pues desde el inicio de la presencia del hombre en el mundo se ha derramado un océano de lágrimas debido a tantos dolores, injusticias, pérdidas de seres queridos, guerras, masacres y males de todo tipo. ¿Acaso Dios se iba a mantener indiferente ante tanto dolor y angustia en un mundo marcado por el pecado y abocado a la muerte? “El mundo viejo ha pasado”. Hoy vivimos en un mundo que pese a unos progresos materiales impresionantes en el terreno de la ciencia y la tecnología, está cargado de angustia de depresión, de desesperanza. Una gran mayoría de los habitantes de nuestro mundo, sobre todo el mundo Occidental ex-cristiano piensa que el goce de los bienes que este mundo puede proporcionar, el confort, vacaciones en lugares exóticos, placer sexual y abundante dinero pueden apagar la sed que tiene de verdadera paz, de auténtica felicidad. En realidad se está comprando una falsa felicidad, a un precio muy alto, como el de matar a millones de niños antes de nacer, de no querer tener hijos o tener uno sólo y por ello entregar a esos pocos hijos un mundo dominado por otra cultura basada en unos conceptos de un dios que odia al resto de la humanidad que no quiere someterse a la dictadura del Islam que está en auge.

Resumiendo, dice Dios, “Mira que hago un mundo nuevo” y “Escribe. Estas son palabras ciertas y verdaderas”. La realidad es que Dios ya ha inaugurado la creación de este mundo nuevo con la resurrección de su Hijo Jesucristo, Nuestro Señor. A nosotros y todos nos bautizados nos toca hacer crecer las semillas de este nuevo mundo que Dios va creando y cuya creación terminará en la venida gloriosa de Nuestro Señor al final de los tiempos. Nuestro mundo ha perdido la fe en Dios y ya no hace caso de las promesas de Dios que son infalibles y se cumplirán, como ya se han cumplido en la vida de Jesús, de su Santísma Madre María y en la vida de millones de mártires, de santos a lo largo de los siglos. En la Vigilia Pascual hemos renovado nuestras promesas bautismales y hemos renunciado a Satanás, y al mundo. Hay que decir que en la Biblia la palabra mundo tiene dos significados. Por un lado se refiere al mundo maravilloso que Dios ha creado, incluyendo a todos los hombres y que Dios ama: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo para que todo el que crea en Él no perezca, sin que tenga vida eterna” (Jn 3,16). Por otra parte, está el mundo entendido como la suma de todo lo que se opone al proyecto del amor de Dios, el pecado, el mal y la muerte. En este sentido se habla de secularismo, en cuanto la palabra saeculum en latín puede significar siglo o mundo, en el sentido de poner nuestra confianza sólo en lo que puede ofrecer este mundo, marcado por el mal.


Preguntémonos si estamos colaborando con Dios, con Jesús resucitado y con el Espíritu Santo en la construcción de este nuevo mundo que está realizando. Para ello, en primer lugar tenemos que acrecentar nuestra fe en Dios y en Jesucristo, conocerlo a través de su Palabra y de la doctrina de la Iglesia y conformar nuestra vida a todo lo que nos enseña. La fe se necesariamente comporta una gran esperanza, nos ha de engendrar “a una esperanza viva” (1 Pe 1,3). El Papa Benedicto XVI en su Carta Encíclica Spe Salvi, que trata prescisamente de la esperanza cristiana, afirma:  En este caso aparece también como elemento distintivo de los cristianos el hecho de que ellos tienen un futuro: no es que conozcan los pormenores de lo que les espera, pero saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío. Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente. De este modo, podemos decir ahora: el cristianismo no era solamente una « buena noticia », una comunicación de contenidos desconocidos hasta aquel momento. En nuestro lenguaje se diría: el mensaje cristiano no era sólo « informativo », sino « performativo ». Eso significa que el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva. (Spe Salvi, 2). Según San Pablo, los paganos no tienen esperanza. Pues hay muchos neopaganos en nuestro mundo que no tienen esperanza, ni saben qué sentido tiene la vida. El Papa señala que el cristianismo no es mera información, sino “comporta hechos y cambia la vida”.

 Estamos llegando la final de esta celebración de la Pascua de este año 2016. Conviene que nos preguntemos si de verdad el mensaje del triunfo de Jesús sobre el mal y la muerte en su Pascua ha cundido en nuestro corazón y en nuestra vida. La fe y la esperanza tienen una dinámica que se completa en la caridad, es decir, el amor a Dios y al prójimo. Muchas personas son conscientes de la necesidad de ser solidarios y la solidariedad está de modo hoy en día con tantas ONG que realizan campañas a favor de los necesitados. Sin embargo, la filantropía no basta. Sin la fe en Dios y la esperanza firme en el cumplimento de sus promesas, tampoco podemos vivir la caridad o el amor cristiano, que no es mera filantropía. Se nota que muchos tienen conciencia de sus obligaciones hacia el prójimo y hacia los más necesitados, pero se olvidan de que primer viene Dios, como dice la expresión antigua en español: Primero Dios. 

sábado, 16 de abril de 2016

EL BUEN PASTOR Y ORACIÓN POR LAS VOCACIÓNES

CUARTO DOMINGO DE PASCUA, CILCO C, DOMINGO DEL BUEN PASTOR

Este cuarto domingo de Pascua tradicionalmente se llama Domingo del Buen Pastor, y desde hace unos 50 años el Beato Pablo VI lo declaró Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada constituyen un aspecto muy importante de la vida de la Iglesia, como fácilmente puede reconocer cualquier católico. ¿Por qué el Papa sintió la necesidad de instituir esta Jornada de Oración por las vocaciones? Ciertamente, podemos recordar las palabras de Jesús en el Evangelio, “la mies es mucha y los operarios pocos”, y la necesidad de orar para que el Señor de la mies mande operarios a su mies. En la Biblia también es común la imagen de la viña y es obvio la necesidad de labradores para que una viña dé frutos. Hoy en día, sobre todo en los países occidentales llamados desarrollados, escasean las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada. Muchos católicos se han subido al carro del secularismo, del consumismo y, gracias al uso prácticamente universal de los anticonceptivos, no quieren tener más de un hijo, si es que se casan y quieren tener alguno. Privan los valores materiales y pocos piensan en el verdadero sentido de su vida o en qué va a pasar después de al muerte. No les interesa la vida eterna, sino más bien con una confianza mágica en las posibilidades de la medicina, de la gimnasia etc, Lo que más les importa es alargar la vida.  El mensaje de Jesús que enseña la Iglesia no atrae a muchos porque están empeñados en buscar una felicidad barata que excluya el dolor, el sacrificio, la entrega generosa a los demás. Quieren "calidad de vida" medida como bienestar material e inmediato, seguridad económica y que el Estado "niñero# los cuide. . No es de extrañar que los libros de autoayuda escritos por diversos gurús sean de  los más comprados y leídos.  Tampoco es de extrañar que se extienda la adolescencia hasta tal vez los 40 años, fenómeno denominado "Síndrome de Peter Pan".  Con la difusión de esta mentalidad de parte de los medios masivos de comunicación, que escasean las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada. 

La imagen de los reyes como pastores de su pueblo era común en tiempos bíblicos, tanto en Israel como en los pueblos de alrededor. Si echamos un vistazo a la imagen que la Biblia nos proporciona de los reyes, descubrimos que casi todos ellos son considerados malos. Por ello, Dios, a través del Profeta Ezequiel promete que él mismo sería el pastor de su pueblo. También en el libro de Jeremías le promete verdaderos pastores. Todas estas promesas se cumplen en Jesús, que hoy en nuestro evangelio del décimo capítulo del Evangelio de San Juan se presenta como EL BUEN PASTOR. Cabe señalar que la palabra kalós en griego puede traducirse tanto como bueno como bello. Hoy en día se aprecia la belleza de una cara bonita o un cuerpo esbelto, pero la verdadera belleza de la persona no consiste en eso. Reconocemos que una bella persona es uno que es amable, servicial, atento a las necesidades de los demás, alegre y solidaria. La verdadera belleza de la persona consiste en la entrega a los demás, en definitiva en la virtud y sobre todo la caridad. Así Jesús es el bello pasto que “da la vida por sus ovejas”.

Veamos, e primer lugar, el contexto de este breve pasaje del evangelio que hemos escuchado hoy. Jesús estaba en Jerusalén en la ocasión de la Fiesta de Janucá o de la Dedicación, también llamada Fiesta de las Luces. Conmemoraba la rededicación del Templo en el año 165  . de C. de parte de Judas Macabeo, después de la victoria sobre los griegos bajo Antíoco Epifanes IV, que había conquistado Jerusalén y desacrado el Templo, colocando en él una imagen del dios griego Zeus. En esta ocasión, que se da en invierno, a mediados de diciembre, casi coincidiendo con el solisticio de invierno y nuestra Navidad, se colocaba un candelabro de 9 brazos en el templo y en las casas, y se encendía una lámpara cada día.












Esta declaración de Jesus se da en el contexto de una gran polémica entre Jesús y las autoridades judías en la que entra también el episodio de la curación del ciego de nacimiento. Los fariseos son unos guías ciego que no reconocen a Jesús como Mesías. De hecho, al reivindicar el título de Buen Pastor, Jesús está indicando que Él es el Mesías.

Quiero comentar tres verbos que Jesús utiliza en este breve pasaje. En primer lugar, dice “mis ovejas escuchan mi voz”. Se ha dicho que la cultura del Pueblo de Israel es una cultura basada en la palabra, más bien que la imagen, como había sido la cultura griega que tanto apreciaba la belleza física y por ello visual. Dios dirige su Palabra a su pueblo, primero a Ahraham, luego Moisés y los profetas. La oración más importante de Isreal es la “Shema Israel”, “escucha, Israel”. Dios se comunica con su Palabra y quiere que su pueblo escuche. Con el Salmo 94 con frecuencia se da inicio a la Celebración de la Liturgia de las Horas diciendo: “Ojalá eschéis hoy su voz, no como en Meribá, como Masá en el desierto” Todo este proceso de hablar y escuchar culmina en Jesús, que es la misma Palabra (Logos, en griego, según San Juan, que tiene una gran carga de sentido). El cristianismo no es una “religión del libro”, como llegó a ser el Judaísmo tardío debido al extraordinario énfasis en la Torá, le ley escrita e interpretada por los rabinos. También el islam, siguiendo la influencia de los rabinos judíos, es una religión de un libro, el Corán. Podemos decir que Dios tiene una voz, viva que nos llega incluso a nosotros. No es lo mismo leer un mensaje importante en un texto escrito que escuchar el mismo mensa je a viva voz de una persona que lo comunica con pasión, en entusiasmo, con garra. De manera que no es de extrañar que San Pablo afirme que “la fe viene del oído” fides ex audito, y sigue reconociendo la importancia de que haya quien proclame con la voz la Palabra, “cómo se va a oír si no hay quien proclame” .

El cristianismo no es una filosofía o una ideología, como el platonismo o el marxismo o tantas otras. En el fondo, se trata de una voz que nos habla y se comunica con nosotros. Dice Jesús que las ovejas “escuchan la voz” del pastor y lo siguen. A lo largo de los siglos, la Iglesia siempre ha dado una gran importancia a la Sagrada Tradición, además de la Palabra de Dios conservada en la Biblia. Ciertamente, los apóstoles y los demás discípulos se acordaron de la voz de Jesús, su modo de expresarse, su tono. Para ellos, y luego para todas las generaciones católicas, el Evangelio no es mera palabra escrita, sino palabra viva transmitida (que es lo que significa la palabra “tradición”, que proviene de tradere en latín que significa entregar). No solamente leemos la Biblia, que es algo muy importante y recomendable, sino que al ser proclamada la Palabra de Dios en la liturgia de alguna manera se hace presente para nosotros la voz del Señor, se hace presente en su palabra. La voz del Señor perdura en la Iglesia también cuando nos hablan con autoridad apostólica los papas y los obispos. El Beato Cardenal Newman buscaba la viva voz de la Iglesia y se daba cuenta de que sólo en la Iglesia Católica está presente, ha perdurado a lo largo de los siglos y ha llegado a nosotros.

En segundo lugar, Jesús dice “yo los conozco y ellas me siguen”. El verbo conocer en la Biblia no se refiere solamente aun tipo de conocimiento intelectual o abstracto que se pueda adquirir del estudio de los libros. Se trata de una relación íntima y personal como es el caso de la relación entre los amigos o los esposos. Por eso, pudo decir María al Ángel Gabriel, “no conozco varón”. Este tipo de conocimiento queda magistralmente ilustrado en el Salmo 139: “Señor, tú me escrutas y me conoces; cuando me siento y cuándo me levanto, mi pensamiento calas desde lejos;… Sondéame, oh Dios, mi corazón conoce, pruébame, conoce mis desvelos; mira no haya en mi camino de dolor, y llévame por el camino eterno”. Así, los santos de todos los tiempos se imbuían de la palabra de Dios, estaba en sus labios y en su corazón y así podían seguir de verdad a Jesús hasta el punto de poder decir con San Pablo: “para mi vivir es Cristo” o “Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo” (Fil 3, 7-9). Así podemos constatar que el concepto bíblico de conocimiento está íntimamente relacionada con el amor. El Buen (Bello también) Pastor conoce a sus ovejas y ellas lo conocen a Él, reconocen su voz, y lo siguen.

En tercer lugar, Jesús dice “yo doy mi vida por ellas; no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano”. La belleza y la bondad de Jesús está sobre todo en su entrega hasta el extremo de la cruz, como más adelante San Juan afirma al inicio de su relato de la Cena y la Pasión, “los amó hasta el extremo”. En Galilea y en general en Israel antes y después del tiempo de Jesús, habían surgido no pocos falsos mesías que se presentaron con auténticos libertadores del pueblo. No eran el verdadero Mesías, porque no llevaban adelante un proyecto de Dios. También en nuestros tiempos no faltan gurús que engañan a la gente, incluso dentro de la Iglesia, hasta que fueron descubiertos como los farsantes que eran. Jesús tiene todas las señales de la autenticidad, como las tuvieron otros grandes santos como San Francisco, o en la actualidad el Padre Pío o la Madre Teresa de Calcuta. La gente sencilla de Galilea reconocía que Jesús no era como cualquier otro y  que buscaba su auténtico bien, que no buscaba su propio provecho. Los falsos mesías de antes y de la actualidad siempre han sido descubiertos, pero la figura de Jesús crece con el tiempo y en cada época surgen santos que hacen presente unos un aspecto de su persona y su ministerio, otros otro aspecto.

Al celebrar este Domingo del Buen Pastor, tengamos delante de nuestra mente y nuestro corazón la auténtica imagen de Jesús que se encuentra delineada en el Evangelio, y reproducida en la vida de tantos santos, también de nuestro tiempo. Pidamos que en estos tiempos difíciles para la Iglesia y para el mundo entero, que el Señor siga mandando al mundo a verdaderos pastores buenos y bellos, en el sentido de lo que es la belleza de Jesús, la entrega de su vida a favor de los más necesitados, de todos porque nadie puede salvarse a sí mismo y sólo en Él hay salvación y sentido de la vida. No es que el Señor pueda abandonar a su Iglesia y dejarla sin los pastores que necesita, pero sí aquellos a quienes dirige su llamada podrían ser mezquinos y poco generosos al y no querer acoger la llamada de Dios. Pidamos, pues por todos los seminaristas, por los religiosos que se dedican a la vida contemplativa en los conventos y monasterios, que en palabras de San Juan Pablo II, son la vanguardia de la Iglesia, por los religiosos y demás personas consagradas que se dedican a todo tipo de actividades pastorales y caritativas y así hacen presente a Jesús, Buen Pastor en el mundo a través de sus obras de caridad de evangelización. El Papa Benedicto XVI afirmaba en su encíclica Deus Caritas est que por más bien organizados estén los servios sociales siempre hay un gran campo de acción para la caridad cristiana.