miércoles, 16 de marzo de 2016

¿EXISTE UNA PROTESTANTIZACIÓN DE LA IGLESIA?



La pregunta no es tan fácil de contestar como pudiera parecer. Primero, ¿en qué consistiría tal protestantización? Sabemos que el protestantismo tiene una serie de características desde sus inicios con Lutero, Calvino y Zwinglio, siendo éstos los principales protagonistas de la rebelión protestante en contra de la Iglesia Católica en el siglo XVI. Sin embargo, como existen más de 36,0000 sectas protestantes, no es tan fácil distinguir en pocas palabras las doctrinas protestantes. El fenómeno de la multiplicación de las sectas proviene de una de las principales ideas del mismo Lutero, es decir, el así llamado libre examen de la Biblia. Pues el Reformador consideraba que el sentido de la Biblia es patente y cualquiera con fe la puede entender. Obviamente, los hechos dan un profundo mentís a esta tesis simplona. ¿Acaso una serie de escritos unidos en un solo libro, provenientes de un gran número de autores (aunque el concepto de autor aplicado a la Biblia difiere bastante de lo que entendemos hoy por auto) a lo largo de un período de más o menos 1000 años, escritos en tres lenguas principalmente hebreo y griego, con unos cuantos pasajes en arameo, no es tan fácil que digamos. Parece obvio hoy en día que se necesita un serio estudio del contexto histórico, cultural y religioso de las épocas a las que se refieren los libros bíblicos. Lo mismo dígase de los varios géneros literarios presentes en la Biblia, como el histórico, el mítico, la novelesca, la poética, entre otros, además del hecho de que lo que los autores antiguos concebían como historia no corresponde a lo que hoy en día es considerado como historia. Los otros elementos esenciales del protestantismo, además de la sola sciptura, la sola fides, la sola gratia, y en general una reducción de muchos elementos de la fe católica como el caso de los siete sacramentos, el rechazo de la sucesión apostólica de los obispos y del ministerio petrino. Otros aspectos no menores de la doctrina propuesta por los Reformadores son el énfasis en la justificación del pecador y la naturaleza de la Iglesia y su misión, el papel fundamental del Magisterio de la Iglesia, éstas últimas siendo posiblemente los más complicados. Además de todo este bagaje que proviene de la rebelión del siglo XVI, hay otro tipo de protestantismo proveniente de Estados Unidos que difiere bastante del protestantismo clásico. Es producto de varios revival, o renovaciones de tipo emocional, que incluso dan una mayor importancia a una experiencia subjetivo-emocional, llamado born again “vuelto a nacer”. Voy a precisar un poquito estos elementos para intentar responder a la pregunta planteada arriba. El protestantismo es una suerte de libro de bolsillo del cristianismo, que no contiene elementos fundamentales que mantiene tanto la Iglesia Católica como las Iglesias Ortodoxas.

Además de todos estos aspectos doctrinales, aunque hay mucha diversidad, existe también mucho subjetivismo, proveniente del mismo Lutero y la época posterior a partir de la filosofía de Descartes, aunque éste no fue protestante. Existen exegetas protestantes que ya no siguen los presupuestos del protestantismo clásico del siglo XVI, pues los estudios histórico-críticos, que se han realizado desde la segunda mitad del siglo XVI no permiten una actitud tan ingenua acerca de la Biblia. Sin embargo, particularmente en Estados Unidos, donde el protestantismo tiene más fuerza, hay un gran porentaje de los creyentes que son fundamentalistas y rechazan lo que aportan los estudios histórico-criticos a la mejor comprensión de la Biblia. Otro aspecto del protestantismo clásico característico de Lutero es el pesimismo antrológico. Como producto de su propia experiencia de escrúpulos y un concepto equivocado de Dios a quien veía como un señor furioso dispuesto a fulminarlo y mandarlo al infierno, juntamente con el sentido de la propia incapacidad de superar el pecado, el hombre para Lutero, pese al arrepentimiento de sus pecados, no logra ser verdaderamente justificado. En el fondo, está lleno de podredumbre que no es posible eliminar. En realidad se trata de una noción equivocada de Dios, aunque Lutero no cuestionó nunca la doctrina trinitaria y cristológica de los los concilios de la iglesia antigua. Pues se trataría de un dios incapaz de santificar de verdad y a fondo al hombre.



El protestantismo y la secularización

En cuanto a la doctrina moral, y en concreto la moral sexual, en general las comunidades protestantes mantenían una doctrina coincidente con la católica hasta el año 1930, cuando los Anglicanos en la Conferencia de Lambeth declararon permisible el uso de los anticonceptivos. A partir de allí, y sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial con el progreso de la así llamada revolución sexual que tuvo un punto álgido en el año 1968, las divergencias entre la doctrina moral católica en el tema de la sexualidad ha divergido mucho. Podemos decir que la secularización ha golpeado más duramente a las comunidades protestantes, con la excepción de algunas de tipo fundamentalista en los Estados Unidos, de manera que la Comunión Anglicana ha llegado a aceptar la homosexualidad e incluso “ordenar” a obispas lesbianas. Uno de los resultados de esta secularización masiva entre las comunidades protestantes orgininarias ha sido un abandono cada vez más pronunciado de la práctica religiosa. Más adelante vamos a intentar reponder si existe la misma tendencia en la Iglesia Católica.

En un primer intento de dar respuesta a la pregunta planteada podemos afirmar en el seno de la Iglesia existen unas tendencias hacia la secularización que se han dado con más fuerza entre los Anglicanos y los protestantes, con resultados nefastos. Se ha ido perdiendo lo que es específico en el ser cristiano. Si bien es cierto que los protestantes han contado con menos diques de contención que la Iglesia por no contar con un Magisterio al que le toca llamar la atención y señalar cuál es la doctrina correcta, ha habido un progresivo debilitamiento de la identidad católica entre muchos católicos y una gan pérdida de la disciplina en la Iglesia. Este proceso empezó con la crisis que se dio a partir del Concilio Vaticano II, hasta el punto que el Beato Pablo VI llegó a decir que “el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia”. El Concilio, en palabras del Papa San Juan XXIII, quiso abrir las ventanas de la Iglesia al mundo, pero este proceso se llevó a cabo con bastante imprudencia, no de parte del mismo Concilio, sino de un grupo notable de sus interpretadores,

Algunos de los aspectos centrales del protestantismo clásico no afectan a los católicos actuales, como es el caso del principio fundamental de Lutero sola fide justificación . De hecho, como producto del diálogo ecuménico se ha llegado a un acuerdo sustancial sobre este tema en el año 1999. Tampoco otro elemento esencial de la Reforma, es decir, la sola scriptura ha provocado problemas para la Iglesia en nuestro tiempo. Este principio en parte es positiva en cuanto que se promueve de parte de los católicos el conocimiento más profundo de la Sagrada Escritura, cosa que se da más entre los católicos en países de mayoría protestante, amén de ser algo vivamente promovido por el Concilio Vaticano II. Sí se ha presentado problemas en relación con al fe y la historia, es decir, las controversias acerca del Jesús histórico y el Cristo de la fe. El estudio de este tema a través de la aplicación de la metodología de la historografía de tipo racionalista proveniente de la Ilustración y empezando en Alemania en el siglo XVII, ha producido ciertos problemas, tanto para el protestantismo como para el catolicismo. Sin embargo, no es que se trate de una tema relacionado con los principios fundamentales de la Reforma Protestante, pues en la época no se planteaban estos problemas. Donde sí ha habido problemas para el Magisterio de la Iglesia y una serie de intervenciones importantes en estas últimas décadas, a partir del Vaticano II ha sido en la moral y la mediación de la Iglesia y la importancia de su Magisterio. Vamos a examinar algunos de estas controversias en un intento de responder a nuestra pregunta.

La controversia sobre los anticonceptivos y la Encíclica Humanae Vitae

La primera gran contorversia que se dio en la Iglesia en el campo de la moral después del Concilio Vaticano II has sido la de la moralidad del uso de los anticonceptivos. Conviene traer a la memoria algunos aspectos de esta controversia, que tuvo su punto álgido el 1968 con la publicación de la encíclica Huamanae Vitae de parte del Beato Pablo VI. Esta importante carta enciclica se publicó precisamente en tiempo de grandes convulsiones políticas y sociales como fueron las protestas contra la Guerra del Vietnam en Estados Unidos como huelgas y revueltas de trabajadores en Fracia, que remecieron al gobierno del General Charles de Gaul, y abrieron el camino para lo que luego se ha dado en llamar la revolución sexual. Esta última se había gestionado sobre todo en Estados Unidos en el período de la entre guerra y propulsado hábilmente por el investigador farsante sobre la sexualidad Alfred Kinsey, en cuyas perversiones y métodos criminales de adquirir sus falsos resultados, recogidas en sus dos libros  Sexual Behavior in the Human Male  , (1948) y Sexual Behavior in the Human Female (1953) tuvieron una influencia enorme en la posterior revolución sexual, amén de supuestas experiencias sexuales de infantes. No puedo entrar en detalles acerca de los hechos horrorosos protagonizados por Kinsey y su equipo de supuestos investigadores. Cabe señalar que un gran porcentaje de los encuestados eran delincuentes sexuales que poblaban las cárceles. En realidad lo que pretendía sus supuestas investigaciones era justificar sus propias aberraciones criminales. Pese a los hechos incontestables que demuestran sus múltiples perversiones, Kinsey ha tenido una influencia enorme en el campo de la así llamada educación sexual y en la promulgación de leyes en este campo.

El Papa Pablo VI, durante el Concilio Vaticano II, había reservado para sí el pronunciamiento sobre el tema del control de la natalidad. Ya su predecesor Juan XXIII había nombrado una comisión ad hoc para estudiar el tema. En la época se había introducido la píldora anticonceptiva y en algunos sectores de la Iglesia se pensaba que no caía dentro de la tradicional prohibición de los anticonceptivos. Pablo VI amplió el número de los integrantes en la comisión, algunos de los cuales distaban de ser auténticos expertos en el tema. En realidad la comisión tenía una finalidad más amplia, la de estudiar la población, la familia y la natalidad. Sin embargo, ha sido llamada “La comisión sobre el control de la natalidad”. El Concilio concluyó sus sesiones el 8 de diciembre de 1965. La comisión realizó sus labores entre los años 1964 y 1966. El teológo moralista católico Germain Grisez, que colaboró con el P. John Ford, S.I, uno de los mejores moralistas norteamericanos de la época y fiel al Magisterio de la Iglesia, que era miembro de la comisión. Según Grisez, el Papa Pablo VI no tenía ninguna intención de intentar cambiar la doctrina de la Iglesia respecto a la prohibición de los anticonceptivos, ya reinterada por la encíclica del Papa Pío XI en su encíclica Casta connubi de 1931, que a su vez fue publicada como respuesta católica a la decisión de los Anglicanos en la Conferencia de Lambeth del año anterior de permitir el uso de tales medios de control de la natalidad. La duda era si la nueva píldora era un anticonceptivo. En realidad Pablo VI, al ampliar la comisión ya constituda por su predecesor Juan XXIII, afirmó que no se trataba en manera alguna cambiar la doctrina tradicional, reafirmada por Pío XI, que condenaba los anticonceptivos. En 1967, el informe de la comisión, favorable al cambio de la doctrina de la Iglesia respecto al control de la natalidad fue fugada a a prensa. El Papa, siempre favorable al diálogo y a escuchar las partes, según Grisez, quería saber si había algunos argumentos a favor de un desarrollo de la doctrina tradicional.

Pablo VI, siempre respetuoso de las opiniones de otros y a favor del diálogo, manejó mal los tiempos y la composición de su Comisión fue heterógena de manera que se creó una enorme expectativa acerca de un supuesto cambio de la doctrina sobre el uso de los anticonceptivos. El informe de la Comisión fue filtrada a la prensa para aumentar la presión sobre el Papa para que dictara a favor de la posición mayoritaria de la comisión. No contaron con el hecho de que el Papa tuviera un gran sentido de la propia responsabilidad y aunque tardó más de un año en publicar su en cíclica Humanae Vitae, no dejó ninguna duda acerca de la posición de la Iglesia sobre el tema. La opinión pública se había echado en contra de la doctrina de la Iglesia y muchos, incluso obispos y cardenales daban por seguro que el Papa iba a cambiar la doctrina. Por ello, se dio el mayor episodio de disenso y rechazo de una doctrina moral de la Iglesia de los últimos siglos.

Apenas publicada el encíclica o incluso organizado antes se dio una verdadera rebelión de parte de un gran número de teólogos algunos de gran relieve como Bernard Haring, Karl Rahner, Charles Curran, organizador del disenso en Estados Unidos, incluso varias Conferencias Episcopales intentaron desdecir lo que claramente había dicho el Papa en la encíclica con una supuesta aplicación pastoral. Este disenso, fenómeno nuevo en la Iglesia, fue el primer paso de un disenso mayor y rechazo de la práctica totalidad de la moral sexual de la Iglesia y cuestionamiento de la misma autoridad de la Iglesia. No está de más recordar que el Beato Cardenal Newman afirmaba que la esencia de la religión revelada es precisamente la obediencia. El mantra de muchos, obispos, sacerdotes y laicos llegó a ser “sigue tu conciencia” al parecer sin importar si la conciencia había logrado alcanzar la verdad. Se trata de una caída en el subjetivismo en algunos aspectos similar a la rebelión de Lutero y sus secuaces. Como en la época afirmaba el gran teólogo y cardenal Charles Journet, “No tiene sentido levantar en lugar de la autoridad de la Encíclica la autoridad de su conciencia personal” (In the Light of the Encyclical, L'Osservatore Romano, 10-10-1968). El Papa en la misma Encíclica (n 6) afirma que enseña con la misma autoridad de Cristo, pero eso no desanimó a los opositores. Una década más tarde, el San Papa Juan Pablo II dejó clara su voluntad de afirmar y profundizar lo enseñado por su predecesor en la Humanae Vitae, una larga serie de catequesis que se han llamado La Teología del Cuerpo. Se llegó luego a hablar de un Magisterio Paralelo, es decir de los teólogos, que basados en su supuesta autoridad derivada de sus estudios se consideraban autorizados a contradecir lo que la Iglesia había enseñado desde siempre. En realidad, lo que decían a los fieles católicos era esto: “El Papa ha reiterado lo que la Iglesia siempre a enseñado respecto a la transmisión de la vida humana. Él está equivocado porque no ha hecho caso a los consejos que una gran mayoria de nosotros les hemos dado. Por lo tanto, vosotros están autorizados por nostros, que sabemos más de estos temas que el Papa, a no hacerle caso a loque enseña en la Encíclica Humanae Vitae”. No es que hayan dicho esto en tantas palabras, pero éste es el resumen de su posición. Por lo tanto, lo considero como el mayor intento de protestantización de la Iglesia, por desestimar la mediación del Magisterio y su autoridad proveniente del mismo Señor a enseñar la doctrina de fe y moral.

Algunas consecuencias del rechazo de la doctrina expuesta en la Humanae Vitae.

Aunque no es mi intención tratar con detalle las graves consecuencias para la Iglesia en los fieles católicos de esta rebelión de parte ante todo de obispos y sacerdotes y su intento de imponer su propia opinión por encima de la doctrina de la Iglesia, sí quisiera señalar brevemente algunas de sus consecuencias, que fueron lo que provocaron la publicación de otra gran Encíclica, esta vez de San Juan Pablo II, la Veritatis Splendor del año 1993, en la que se propone “afimar los principios para el discernimiento de lo que es contrario a la doctrina sólida”. Ya en 1984, el mismo papa dedicó una serie de catequesis para explicar y profundizar en el sentido de la Humanae Vitae. Más adelante me extenderé un poco sobre algunas de las consecuencias prácticas de este rechazo de la doctrina de la Iglesia. Se repetií mucho que la doctrina propuesta en la Humanae Vitae no es infalible o no está defida dogmáticamente. Esto para justificar el rechazo de la doctrina contenida en la encíclica y propuesta con la autoridad del Señor concedida a los apóstoles y sus sucesores, en primer lugar San Pedro y los Papas. San Juan Pablo II en su enciclica de 1993 abordó algunas de las consecuencias que provocó el rechazo de la Humanae Vitae en la teología moral de muchos. Por una parte se proponía una teoría equivocada sobre la opción fundamental, según la cual si uno tiene una orientacion general de la vida hacia Dios y su voluntad, eso no se rompe con un acto. Así se fue creando confusión acerca de la distinción entre el pecado moral y el venial. Se propuso una nueva distinción entre pecados serios y graves o mortales. El Papa rechaza tanto la teoría del consecuencalismo que pone todo el peso de la moral de la acción en la finalidad o las consecuencias de la acción, sin tomar en cuenta el fin del acto. Igualmente rechaza la teoría del proporcionalismo, según la cual un acto es bueno o mal según la proporción de bien o mal que proviene de tal acto. De esta manera rechazan la posibilidad de unas prohibiciones absolutas sin excepciones. Resumiendo, todo esto proviene en un principio de la desobediencia de muchos moralistas a la Iglesia al reafirmar el Beato Pablo VI la doctrina sobre la procreación o el rechazo de los anticonceptivos. En esto se asemeja la Reforma Protestante que fue también una rebelión en contra de la autoridad de la Iglesia y un rechazo de la Tradición en muchos aspectos.

Ya en el año 1994, el escritor Vittorio Messori preguntaba al entonces Cardenal Josef Ratzinger en su larga entrevista publicado bajo el título Informe sobe la Fe, la posibilidad de que los católicos, teólogos y laicos estén atraídos por el protestantismo. El Cardenal respondía:

 “Desde luego no es fácil explicarlo. Me viene a las mientes esta consideración. El protestantismo surgió en los comienzos de la Edad Moderna y, por lo mismo, está más ligado que el catolicismo a las ideas-fuerza que produjeron la edad moderna. Su configuración actual se debe en gran medida al contacto con las grandes corrientes filosóficas del siglo XIX. Su suerte y su fragilidad están en su apertura a la mentalidad contemporánea. No es extraño que teólogos, católicos, que no saben ya qué hacer con la teología tradicional, lleguen a opinar que hay en el protestantismo caminos adecuados y abiertos de antemano para una fusión de fe y modernidad.

Conclusión:

Habiendo rechazado el principio de la mediación de la Iglesia y autoridad del Magisterio, el protestantismo empezó con una gran debilidad. Se multiplicó en un número enorme de sectas y se sometió al vaivén de las corrientes secularistantes de la Ilustración de los siglos XVII y XVIII. Aunque el la misma época, después del Concilio de Trento, la Iglesia Católica tuvo que enfrentarse con grandes desafíos como fueron el jansenismo, el absolutismo regio que intentó a través del gallicanismo, febronianismo, josefinismo y en general el embate de la Ilustración con su rechazo de la revelación, gracias al hoy en día tan denostado centralismo romano, se logró mantener la unidad y la catolicidad de la Iglesia. El Concilio Vaticano II abrió otra época en la vida de la Iglesia con sus grandes desafíos y también oportunidades. El secularismo y el relativismo ya no son fenómenos de élites intelectuales, sino llegan a tocar al pueblo cristiano entero, gracias a los medios masivos de comunicación. No pocos en la Iglesia piensan que ella ha de enfrentarse con estos desafíos de manera similar a lo que han hecho los Anglicanos y los comunidades protestantes surgidas en el siglo XVI, no los evangélicos más o menos fundamentalistas de Estados Unidos. Ya no es posible mantener el orden y la disciplina dentro de la Iglesia como se hacía en otros tiempos, por ejemplo, en el Pontificado de San Pío X cuando se enfrentó con la crisis del modernismo, que en el fondo era un primer de reaccionar al mundo secularizado y relativista como lo habían hecho los protestantes a lo largo del siglo XIX. El Papa Pablo VI, tan convencido del valor del diálogo y tan respetuoso de las posiciones de otros, no consideraba que pudiera apagar el fuego del disenso con los mismos métodos de su predecesor San Pío X. Ya había muchos obispos y cardenales convencidos de los errores y abiertos a aceptar doctrinas erróneas o pensar que la doctrina de la Iglesia podía evolucionar para acoger más aspectos del mundo secularizado y relativista.

Podemos concluir que ha habido muchos intentos de protestantización de la Iglesia al menos en algunos aspectos. San Juan Pablo II, con la ayuda del entonces Cardenal Ratzinger, intentó ponerle un dique a estos intentos, pero su éxito ha sido solamente parcial. Se ha visto en los recientes Sínodos de Obispos convocados por el Papa Francisco un resurgimiento de estos intentos de protestantización en la forma de la propuesta del Cardenal Kasper de dar la comunión a los divorciados y vueltos a casar, y en unas expresiones positivas acerca de los homosexuales, que difícilmente podrían homologarse con la doctrina de la Iglesia expresada en el Catecismo.

En 2013, el prestigioso Pew Institute con sede en Washington hizo una encuestas sobre la moral en una cuarentena de países, y sobre lo que los Católicos mantienen acerca de temas como el aborto y el uso de los anticonceptivos. Los resultados pueden ser o no sorprendentes: http://www.pewglobal.org/2014/04/15/global-morality/

Por pone unos ejemplos: En Chile sólo el 16% de los encuestados considera el sexo antes del matrimonio moralmente inaceptable; en España 8%. En España 39% considera que no tiene nada que ver con la moral, y así la totalidad de los países europeos. En cuanto a la moralidad del uso de los anticonceptivos los porcentajes son incluso mayores y muchos también consideran que el aborto no es una cuestión que tenga que ver con la moral. Unos se pregunta qué según ellos es la moral si matar a un niño en el seno materno no es una cuestión que tenga que ver con la moral.

Hay, pues un claro debilitamiento de la fe y su influjo en la vida real de los católicos. Tiene muchos aspectos como la casi nula práctica del Sacramento de la Penitencia en la totalidad de los países así llamados desarrollados. Muchos dicen que “pido perdón a Dios en mi corazón”, pero ni se les ocurre preguntarse si eso es lo que Dios quiere o qué es lo que quiere. De los pocos que acuden al sacramento no saben qué confesar o piensan que no tienen pecados. Otros apelan a su propia interpretación de la Biblia y no lo que enseña la Iglesia. En parte debido a la crisis de la pederastia en la Iglesia, son bastantes los católicos que piensan que la Iglesia debería de cambiar la tradición del celibato sacerdotal, gracias a que lo que forma su conciencia no es lo que enseña la Iglesia sino los medios masivos de comunicación. Están sujetos a lo que el entonces Cardenal Ratzinger, a punto de ser elegido Papa, llamó la dictadura del relavitismo. El mismo se preguntó a sí mismo al referirse a los últimos tiempos y su vuelta: "¿Cuando vuelva el hijo del hombre, encontrará fe en la tierra? " (cf. Lc 18,1-8). Según entiendo el tercer secreto de Fátima se refería a la apostasía de las naciones cristianas. Si es así, lo estamos constatando ya. 









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