sábado, 26 de marzo de 2016

HOMILÍA DOMINGO DE PASCUA, 27 DE MARZO DE 2016

VERDADERAMENTE CRISTO HA RESUCITADO

Si pudiÉsemos preguntarles a los primeros cristianos acerca de lo que era esencial en su fe, ¿qué nos contestarían? ¿Nos hablarían de la moral, de los mandamientos, de la solidariedad que experimentaban de manera que si uno sentía necesidad, la comunidad acudiría en su ayuda? ¿Nos hablarían de la libertad, valor tan preciado en nuestros días, que experimentaban? Si bien es cierto el cristianismo influyó en la moral, exigía de sus adeptos un nivel superior incluso que lo que se prescribía en el Antiguo Testamento, en el Decálogo, pues amar a los enemigos, perdonarles, dar la otra mejilla, caminar otra milla con uno que nos pide caminar una y demás exigencias de Jesús manifestadas en el Evangelio son ciertamente novedosas y caracterizaban a los cristianos en medio del mundo pagano, pero ¿constituían la esencia del mensaje cristiano, del testimonio que los cristianos se sentían obligados a dar? Pues no. Seguramente, lo primero que nos dirían sería: JESUCRISTO HA RESUCITADO, JESÚS ES EL SEÑOR. Nos dirían también VERDADERAMENTE CRISTO HA RESUCITADO!

Los cristianos de las primeras generaciones se daban perfecta cuenta del hecho de que el César, el Emperador Romano se proclamaba y era reconocido como EL SEÑOR, KYRIOS. Él gobernaba un inmenso imperio que se extendía desde lo que es ahora Iraq en oriente hasta España y el norte de África en occidente, y desde Sicilia en el sur hasta Alemania en el norte, llegando hasta el mar negro en Europa oriental. ¿Entonces cómo podían proclamar el mensaje de que Jesuciristo era el verdadero Señor y por implicación que el Emperador no lo era?

El himno o secuencia expresa la misma verdad con estas palabras: surrexit Dominus spes mea (ha resucitado el Señor mi esperanza). San Pedro proclama en su primera carta, dirigida a unos cristianos que viven “como extranjeros en la Dispersión “, es decir se encontraban dispersos en medio de un mundo pagano hostil: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, por su gran misericordia, mediante la Resurección de Jesucisto de entre los mujertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herenca incoruptible, inmaculada e inmarescible, reservada en los cielos para vosotros, a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege ...” (1 Pe 1.3-5). San Pablo habla a los cristianos de Roma de una nueva creación, una nueva vida (6.1-11).

La proclamación de la fe cristiana consiste esencialmente en la proclamación del hecho de que Jesucristo ha resucitado de la muerte, que sí ciertamente murió, pero que la cosa no terminó allí: “Os recuerdo,hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido en el el cual permenecéis firmes, por el cual seréis también salvos, si lo guardaís tal como os lo prediqué...Si no, habríais créido en vano… Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó, Y si no resucitó Cristo vana es nuestra predicación… si solamente para esta vida teneemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los más desgrciados de todoslos hombres” (cfr. 1 Cor 15,1-34). Si Jesucristo fue tan solo un hombre extraordinario, que curó a enfermos, predicó un mensaje de paz, de reconciliación, fue rechazado por las autoridades religiosas de Israel y ajusticiado injustamente por los romanos y murió de la muerte hororosa que era la crucifixión, entonces el cristianismo es inútil, no sirve para nada, es una estafa, un engaño total y completo. No servirían pues ni todas las iglesias, grandes catedrales, Papa, obispos, sacerdotes, monjes, monjas etc. pues todo sería puro engaño.

A lo largo de los siglos, de manera particular en el siglo XX, se ha intentado dar explicaciones a este hecho fundamental del cristianismo, sobre el cual cae o se levanta, que no son el hecho de que Jesús verdaderamente resucitó de entre los muertos. En primer lugar, conviene que nos preguntemos qué significa resucitar en este contexto. De entrada, tenemos que descartar la hipótesis de la rescitucación de un cuerpo muerto, su vuelta a esta misma vida, como el caso de Lázaro en el Evangelio de San Juan. Los judíos, al menos algunos judíos como era el caso de los fariseso, pero no los saduceos, creían en una futura resurrección al final de los tiempos. Este fe surgió en los últimos siglos del Antiguo Testamento, como podemos constatar en el libro de Daniel y el Segundo Libro de los Macabeos. Según esta doctrina, el hombre moría e iba o al paraíso o al infierno, según que haya vivido bien o mal. Allí esperaba para el final de que Dios fuera a rectificar todo y le devolviera su cuerpo, pero un cuerpo más perfecta y restaurara todas las cosas. Pero a ningún judío de la época se le ocurría que en algún caso podría adelantarse este proceso en el caso de una persona, es decir, de Jesús, bien muerto en la cruz y sepultado en la tarde del Viernes Santo. Antes de Jesús y también después ha habido un buen número de personajes que se proclamaron Mesías en Israel y acabaron muertos por la mano de los romanos. A ninguno de sus discípulos que les sobrevivieron se les ocurrió decir que había resucitado.

Algunos historiadores y exegetas han propuesta la hipótesis según la cual se habría dado una muerte y resurrección mítica de Jesús semejante a lo que proponen religiones y mitos paganos de oriente. Por un lado, los discípulos vivían en un ambiente judío y es totalmente improbable que fueran a inventar un mito de este tipo; por otro lado los mitos están lejos de precisar momentos históricos en los que se habrían dado los supuestos hechos míticos. Jesús murió en un día concreto y al tercer día de su muerte resucitó, y nadie en su sano juicio da su vida por un mito. Platón creía en la inmortalidad del alma, pero no tenía ningún interés en la resurrección del cuerpo que consideraba una mera cárcel del alma. En definitiva, para los paganos greco-romanos no había ninguna resurrección. El muerto bajaba a Hades y allí quedaba sin poder salir de ninguna manera.

La única explicación convincente de los hechos reales históricos innegables como son la fundación de la Iglesia, las convicciones de los primeros cristianos acerca de la resurrección de Jesús que diferían en buena medida de lo que podía aceptar un judío. Los relatos de los cuatro evangelios contienen muchos detalles que no coinciden. Por ejemplo hay coinicdencia acerca de los ángeles o hombres que las mujeres encontraron en el sepulcro. Si se hubiera inventado un relato, no habría incluido estas divergencias. Los dos elementos, la tumba vacía y las apariciones de Jesús resucitado a los discípulos son necesarios para la proclamación de la fe en la resurrección y la falta de uno de ellos haría imposible tal proclamación. Se trata de un cuerpo real, es decir, de alguna manera desapareció el cuerpo muerto de Jesús de la tumba y se reconstituyó, pero con nuevas cualidades como la capacidad de aparecer y desaparecer sin pasar por las puertas. También hay algo raro y curioso en el hecho de que en ocasiones los discipulos no pueden reconocerlo, como es el caso de los dos del camino a Emaús. También en la escena del desayuno al lado del Lago de Tiberiades, se dice: “Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Quién eres tú? Ya sabían que era el Señor” (Jn 21, 12). Ésta es una observación exatraordinaria considerando que se trata de una persona con quien habían convivido tres años. Si hubieran inventado la resurrección de Jesús, ciertmente habrian eliminado la intervención de las mujeres como los primeros testigos del hecho de la tumba vacía, y la primera aparición a María Magdalena, considerando que en la época la mujer no era considerada testigo fidedigno delante de un tribunal. Podemos constatar, por otra parte, que un poco más que veinte años más tarde, en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, c. 15, ya no hay ninguna mención de las mujeres, por lo cual podemos deducir que los relatos evangélicos reproducen unas tradiciones muy tempranas y cercanas a los hechos, pues San Pablo escribía a unos 25 años de los hechos.

Sobre ese hecho de la resurrección real e histórico de Jesucristo que murió en la cruz bajo la sentencia de Poncio Pilato cae o se levanta el cristianismo y no hay otra explicación que de lejos pueda dar razón de los hechos que suciederon posteriormente, es decir, que los discípulos. El Papa Benedicto XVI, en su libro Jesús de Nazaret comenta:

Si se prescinde de esto, aún se pueden tomar sin duda de la tradición cristiana ciertas ideas
interesantes sobre Dios y el hombre, sobre su ser hombre y su deber ser —una especie de
concepción religiosa del mundo—, pero la fe cristiana queda muerta. En este caso, Jesús es
una personalidad religiosa fallida; una personalidad que, a pesar de su fracaso, sigue siendo
grande y puede dar lugar a nuestra reflexión, pero permanece en una dimensión puramente
humana, y su autoridad sólo es válida en la medida en que su mensaje nos convence. Ya no es
el criterio de medida; el criterio es entonces únicamente nuestra valoración personal que elige
de su patrimonio particular aquello que le parece útil. Y eso significa que estamos
abandonados a nosotros mismos. La última instancia es nuestra valoración personal. Antes de Jesús y también después ha habido un buen número de personajes que se proclamaron Mesías en Israel y acabaron muertos por la mano de los romanos. A ninguno de sus discípulos que les sobrevivieron se les ocurrió decir que había resucitado. Vol !!, p. 92-93).

Hoy podemos repetir con plena seguridad de la verdad que profesamos que Verdaderamente, Cristo ha resucitado, o como dice la Secuencia de la Misa de hoy: Scimus Christum surrexisse a mortuis vere (sabemos que verdaderamente Cristo ha resucitado de entre los muertos). Por lo tanto la promesa de renovar todas las cosas, de crear un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia es real y ha comenzado a darse. El hecho de que Jesucristo ha resucitado significa que Él en su humanidad está en la presencia de Dios Padre y quiere llevarnos a nosotros con él. Sabemos que la esperanza viva de la que hablaba San Pedro, en el texto que hemos citado arriba, es real. Si estamos “gemiendo y llorando en este valle de lágrimas”, que esta situación no es la definitiva, que hay una gran esperanza.

Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva –porque el primer cielo y la primera tierra desapaecieroon y el ma no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios,engalanada como una novia ataviada para su esposo” (Ap 21,1-3). Si bien es cierto que hay mucho mal en el mundo y ninguno de nosotros puede decir que está libre del contagio de este mal, pero podemos tener la seguridad de que Dios cumple sus promesas como resucitó verdadermente a Jesús de entre los muertos, el Primogénito de los muertos. Ésta es nuestra fe! Alegrémonos en este Domingo de Pascua, el octavo día, el primer día de la nueva creación en la que hemos entrado con nuestro bautismo y esperamos que luego se complete según la promesa de Dios que no falla.



viernes, 25 de marzo de 2016

EL ORIGEN Y SENTIDO DE LA PASCUA



La Pascua (pesaq) era la primera de las grandes fiestas que celebraban los judíos a lo largo del año, y la siguen celebrando. Sería su principal fiesta, dado que lo que celebra es el evento fundante del Pueblo de Israel, el Éxodo o la liberación del pueblo de la opresión del Faraón en Egipto y el primer paso de su historia como Pueblo de Dios que llega a ocupar la tierra prometida, no antes de haber realizado la Alianza de Sinaí y de haber recibido el Decálogo por la mediación de Moisés. De igual manera la Pascua llegó a ser desde los primerísimos tiempos de la Iglesia la principal fiesta de los cristianos, y como veremos más adelante, durante bastante tiempo la única fiesta en el calendario anual. El hecho de que Jesús haya celebrado la Última Cena, haya sido apresado, condenado y haya muerto en la cruz en la ocasión de una Fiesta de Pascua no es fortuito. Todas las grandes intervenciones de Dios en la historia a favor de su pueblo Israel tienen su cumplimiento y su razón de ser en la persona de Jesús y en su misión, que culmina en el Misterio Pascual de su Pasión, Muerte y Resurrección. Por lo cual conviene examinar brevemente el origen y la naturaleza de la Pascua tanto en el caso del Pueblo de Dios de la Antigua Alianza, como entre nosotros los cristianos.

Orígenes remotos de la Pascua

Según la opinión común de los estudiosos, la Pascua del Pueblo de Israel tuvo su origen en una fiesta de primavera de los pastores tal vez por el nacimiento de los nuevos corderos y la transhumación de aquellos pueblos nómadas y semi-nómadas. Sabemos por el Libro del Génesis que Abrahán y su sobrino Lot era unos semi-nómadas que procedían originalmente de la Mesopotamia. Este hecho queda recogido en el Libro del Deuteronomio en lo que se llama el credo histórico del pueblo: “Mi padre ea un arameo errante qae bajó a Egipto y fue a refugiarse allí siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, poderosa y numerosa” (26, 5-6). Habría sido una fiesta de la familia o del clan de arte de aquellos pastores paganos con el fin de encomendarse a su dios pidiendo buena suerte y alejar a los malos espíritus. Se habría matado un cordero y celebrado un banquete, luego de haber untado los postes de las tiendas con la sangre del cordero.

En los capítulos 12 y 13 del Libro del Éxodo encontramos las prescripciones para la celebración de la Pascua. De hecho, Moisés y Aarón le habían pedido al Faraón permiso de salir de Egipto para celebrar una fiesta por orden de Yahvé: “Deja salir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en el desierto! (Ex 5,2). Suponemos que tal fiesta sería la Pascua. Si bien los hebreos llevaban bastante tiempo viviendo en Egipto, por lo cual ya habían abandonado sus raíces pastoriles, es probable que habrían mantenido la tradición de esa fiesta pastoril de antaño.

Más que hacer celebraciones relacionadas con las estaciones, Israel celebraba las intervenciones maravillosas y poderosas de Yahvé a favor de su pueblo, la más grande de todas siendo el Éxodo o la liberación de la esclavitud de Egipto y su eventual ocupación de la Tierra Prometida por Yahvé ya a Abrahán. La descripción de la fiesta con sus normas que se recoge en el Éxodo sería una retroproyección de costumbres posteriores, pero lo importante es que ya no tiene que ver con una pueblo semi-nómada sino con la intervención de Yahvé que los salvó de la mano del ángel exterminador mandado a matar a los primogénitos de Egipto. Hay mucha discusión acerca del sentido de la palabra pezaq. Volveremos a esto más adelante. La fiesta se caracterizaría por ser una celebración hecha de prisa antes de la huida de Egipto, pues la tenían que celebrar “con los lomos ceñidos” como quien se prepara para huir. Posteriormente se les dio a los varios alimentos consumidos en la Pascua un significado simbólico relacionado con el éxodo de Egipto.

También el c. 12 del Éxodo nos entrega unas normas acerca de la fiesta de los Ázimos: “Durante siete días comerséis panes ázimos; ya desde el primer día quitaréis de vuestras casas la levadura. Todo el que coma pan fermentado ése tal será exterminado de en medio de Israel” (15). Obviamente no se trata ya de nómadas ni semi-nómadas con sus ovejas y cabras, sino de un pueblo asentado en la tierra que cultivo cereales como el trigo y la cebada. Habría sido una fiesta que probablemente los israelitas encontraron en Caná y asumieron, aunque le dieron un nuevo significado relacionado con la intervención poderosa de Yahvé y la unieron a la Pascua. Dado que la levadura la hacían dejando fermentarse un poquito de la masa anterior, la fiesta de los panes ázimos y el mandamiento de eliminar todo rastro de levadura de la casa simboliza un nuevo comienzo. Este nuevo comienzo se conjuga bien con el sentido de la Pascua.

En cuanto al significado de la a lo largo de los siglos de la monarquía en Israel, parece que seguía siendo una fiesta celebrada en familia en tiempos antes y durante casi todo el tiempo de la monarquía. Luego alrededor del año 621, a. C. vino la reforma promovida por el Rey Josías, a partir del descubrimiento del libro de la Ley en el templo (2 Re 22-24, y de manera especial 24,21-23). La centralización del culto en el templo de Jerusalén era un elemento fundamental de tal reforma. De hecho, se podría deducir que la celebración de la Pascua había caído en el olvido, cosa bien posible debido a la corrupción religiosa y la imposición de cultos extraños en el mismo templo de Jerusalén: “El rey dio esta orden a todo el pueblo: “Celebrad la Pascua en honor de Yavéh, vuestro Dios, según está escrito en este libro de la alianza. No se había celebrado la Pascua como está desde los días de los Jueces que habían juzgado Israel ni en los días de los reyes de Israel y delos reyes de Judá. Tan sólo en el año dicieocho del rey Josías se celebró una Pascua así en honor de Yavéh en Jerusalén”.

En tiempos de Jesús, la pascua se celebraba en las casas, pero se llevaba los animales a ser matados en el templo, de manera que al menos en parte la fiesta tenía relación con el templo. Según el evangelio de San Juan, la muerte de Jesús tuvo lugar en el día de la Pareseve, es decir, la víspera de la Pascua, precisamente cuando en el templo se realizaba la matanza de los corderos para la pascua. Aquí el simbolismo es obvio en cuanto que Jesús es el “verdadero cordero” que con su sacrificio en la cruz quitó el pecado del mundo, y así puso fin a la multitud se sacrificios realizados en el templo, poniendo fin también a sentido del mismo templo. Es el sentido que Juan da al gesto de la expulsión de los vendedores del templo: “Destruid este santuario y en tres días lo levantaré” y e evangelista explica que “el hablaba del Santuario de su cuerpo” ( cfr. Jn 2,13-22).

En tiempos del Nuevo Testamento no hay noticia de la celebración de la Pascua cristiana de parte de los fieles de las primeras generaciones. Según lo que podemos deducir del Libro de los Hechos, acudían al templo donde oraban, celebraban la “fracción del pan” en las casas. Podemos suponer que esta celebración, en cumplimento del mandato del Señor dado en la Última Cena “Haced esto en memoria mía”, lo realizarían en la noche del sábado, que según la costumbre judía de contar los días, sería ya domingo, como es el caso todavía hoy en día en las grandes fiestas y los domingos cuando se celebra la Eucaristía en la tarde del sábado o la víspera de la fiesta, debido a que se consideraba que el día empezaba en la tarde del día anterior. En el Apocalipsis leemos: “”Caí en éxtasis un día del Señor...” (1,10), de lo cual podemos deducir que la primera fiesta cristiana era El Día del Señor en té kyriaké heméra o en latín dies dominica. Esto indica que ya a finales del siglo I cuando se escribió el Apocalipsis, el día domingo era ya día festivo establecido, aunque era día de trabajo hasta tiempo de Constantino. Sería la única fiesta cristiana.

Ya a mediados del siglo II, aparecen los primeros indicios de la celebración de la pascha en las Iglesias cristianas. En la segunda mitad del siglo se dio lo que fue posiblemente la primera gran controversia en la Iglesia y se trataba de la fecha en la que se tendría que celebrar la Pascua. Las Iglesias de Asia menor, apoyándose en una tradición apostólica que probablemente se remontaba a San Juan el evangelista, insistían en celebrar la fiesta en el mismo día en el que los judíos celebrabansu Pascua, es decir, el 14 del mes lunar de nisan, aunque cayera entre semana. A estos se les ha denominado cuatridecimano. En cambio, las otras Iglesias, con Roma a la cabeza consideraba que Pascua cristiana, debía de celebrarse en el domingo, pues Jesús había resucitado el domingo. El domingo era considerado el octavo día, el primer día de la nueva creación inaugurada por la resurrección de Jesús, el principio del nuevo mundo en el que Jesús nos ha introducido por el bautismo. A mediados del siglo, San Policarpo, que había sido discípulo de San Juan Evangelista de joven en su ciudad de Esmirnia, ahora en Turquia, donde fue martirizado en el año 156, viajó a Roma y discutió con el Papa Aniceto sobre este tema, pero no lograron ponerse de acuerdo. El Papa Víctor a finales del siglo II decidió excomulgar a aquellos cristianos que seguían la costumbre de celebrar la fiesta el 14 de nisan. San Ireneo, a su vez discípulo de San Policarpo en Esmirnia, y que se habia trasladado a Occidente llegando a ser Obispo de León, sobre el Río Ródano, en Francia, escribió al Papa Víctor, pidiéndole que evitara medidas de fuerza y a resolver el tema pacíficamente. El nombre Ireneo, que proviene de eirené en griego, significa precisamente paz. No se sabe cómo al final se resolvió la controversia, pero con el paso del tiempo aquellas Iglesias de Asia Menor se sumaron también a la costumbre romana y del resto de las Iglesias y dejaron atrás sus costumbre de celebrar la fiesta de la Pascua el 14 de nisan. Todavía en el siglo IV parece que hubo problemas con el modo de fijar la fecha de la fiesta de la Pascua porque intervino el Concilio de Nicea (325 A.D.) y estableció que tendría que celebrarse el primer domingo después de la luna nueva de marzo, que es lo que todavía tenemos.

La Pascua en la Iglesia Antigua.

Aunque se dio esta diferencia de criterio acerca de la fecha de la Pascua, en lo que todos estaban de acuerdo era que antes de la celebración tenía que realizarse al menos un día de ayuno, o tal vez dos. Se trataba de ayuno completo, privándose de todo alimento, excepto en el caso de los enfermos y de las mujeres embarazadas. La celebración de la Vigilia Pascual se llevaba acabo a partir de media noche hasta la madrugada. El énfasis no estaba en una memoria histórica de los hechos protagonizados por Jesús antes de su muerte, como llegó a ser en la Edad Media, sino una vivencia del misterio del paso de Jesús a través del dolor y la muerta a la vida nueva de su victoria definitiva en la resurrección. En este contexto se puede comprender la importancia que tenía el bautismo dentro de la celebración de la gran vigilia. En aquellos primeros tiempo en medio de las persecuciones y las burlas de los vecinos paganos que los consideraban caníbales,los acusaban de incesto y otras barbaridades, los cristianos celebraban la Vigilia Pascual con la máxima alegría y con la esperanza del retorno del Señor, pensando que seguramente se daría precisamente en una noche de Pascua. La veían como prolepsis o anticipación de la segunda venida del Señor. Se leía hasta 12 lecturas bíblicas. Los ritos podían variar de una zona a otra, pero igualmente coincidían en lo principal. El bautismo se realizaba por inmersión, ya no en agua corriente como indica la Didajé que podría ser de Siria y de alrededor del año 100 A.D., pero no necesariamente se cubría la cabeza con el agua. Los neófitos llegaban vestidos de sayal en señal de penitencia. Se volvían hacia occidente, que simbolizaba las tinieblas y el mal, y renunciaban a Satanás y al mundo. Luego vueltos hacia oriente, que simboliza la luz, a Jesucisto Luz del Mundo, el verdadero Sol de la Justicia, y expresaban su fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se realizaba también las unciones pre y post bautismales y lo que hoy llamamos el Sacramento de la Confirmación, llamado por los griegos myron. Al haberse desnudado, ingresaban el la pila de bautismo también desde occidente y los diáconos ayudaban de manera que se les echaba el agua sobre la cabeza y salían hacia oriente. En ese momento se les colocaba el vestido blanco simbolizando la nueva vida que había nacido en ellos, y procedían a participar por primera vez en la celebración de la Eucaristía, en la que además de participar en en cuerpo y la sangre del Señor, participaban en otra copa que contenía una mezcla de leche y miel, simbolizando su ingreso en la verdadera Tierra Prometida, pues en el Antiguo Testamento se trataba de una tierra que manaba leche y miel.

Toda la ceremonia, con las 12 lecturas, una homilía del Obispo que podía durar una hora y el canto de himnos y salmos terminaría al amanecer, cuando los fieles volverían a sus casas llenos de una intensa alegría. En el siglo tercero se fue introduciendo el catecumenado y la Cuaresma como elementos importantes en la preparación de los candidatos al bautismo. A partir de la época de Constantino, cuando por mandado del mismo Emperador, los funcionarios tenían que ser cristianos, la Iglesia estableció un catecumenado con mayor rigor para evitar que ingresaran conversos poco preparados y con intenciones equivocadas en la Iglesia. De esta época contamos con una serie de catequesis pre-bautismales de algunos de los Padres de la Iglesia tanto de Oriente como de Occidente. Como son las de San Cirilo de Jerusalmén, San Juan Crisóstomo y Teodoro de Mopsuestia; en Occidente los Padres más conocidos e influyentes en cuanto a la predicació pascual son San Ambrosio y San Agustín. El mismo San Agustín entrega algunos datos acerca de su propio bautismo en Milán de la mano de San Ambrosio.

En una carta escrito a un tal Genaro, que le había enviado otra carta con unas consultas, San Agustín explica magistralmente el sentido de la Pascua como misterio y no mera conmemoración de un acontecimiento pasado. Hay que señalar que la palabra sacramento en griego se dice mysterion:

Hay sacramento en una celebración cuando la conmemoración de lo acaecido se hace de modo que se sobreentienda al mismo tiempo que hay un oculto significado y que ese significado debe recibirse santamente. Es lo que hacemos cuando celebramos la Pascua: no nos contentamos con traer a la memoria el suceso, esto es, que Cristo murió y resucitó, sino que lo hacemos sin omitir ninguno de los demás elementos que testimonian su relación al significado de los sacramentos. Dice el Apóstol: Murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación1. En esta muerte y resurrección del Señor queda consagrado el tránsito de la muerte a la vida. El mismo vocablo pascua no es griego, como suele pensar el vulgo, sino hebreo; así lo dicen los que conocen ambas lenguas. La realidad que se anuncia con esa palabra hebrea no es la pasión, pues padecer se dice en griego pásjein, sino el tránsito de la muerte a la vida, como he dicho. En el idioma hebreo, el tránsito se denomina pascha, como dicen los que lo saben. A eso aludió el mismo Señor al decir: Quien cree en mi, pasa de la muerte a la vida2. Se entiende que eso es principalmente lo que expresó el evangelista cuando decía de la Pascua que iba a celebrar el Señor con sus discípulos, y en la que les dio la cena mística: Habiendo visto Jesús que era llegada la hora de pasar de este mundo al Padre3. Lo que se celebra, pues, en la pasión y resurrección del Señor, es el tránsito de esta vida mortal a la inmortal, de la muerte a la vida.
http://www.augustinus.it/spagnolo/lettere/index2.htm

San Agustín explica que el tránsito que se ha de dar en nosotros de la muerte a la verdadera vida se realiza en la fe y en la esperanza en cuanto que todavía no se ha realizado plenamente en nosotros mientras estamos en este mundo. En la misma carta el Santo de Hipona explica por qué se celebra la Pascua en domingo y no el día que corresponde según el mes. El domingo es día de descanso y vuelve al Libro del Génesis para recordar el sentido del descanso, aunque en el paraíso el descanso se daría pero no sería sempiterno.:



Ahora caminamos en fe y en esperanza de lo que, como arriba expliqué, tratamos de alcanzar con el amor: un santo y perpetuo descanso de toda fatiga y de toda molestia. A ese descanso hacemos desde esta vida el tránsito, que nuestro Señor Jesucristo se dignó anunciar y consagrar en su pasión. En aquel descanso no reina una pereza desidiosa, sino una inefable tranquilidad de la actividad reposada. Al fin se descansa de las obras de esta vida, para empezar a gozar de la actividad de la otra. Tal actividad se emplea en la alabanza de Dios, sin fatiga de miembros, sin ansia de preocupaciones; no se entra en ella por el descanso de modo que le siga la fatiga; es decir, no empieza a ser actividad de modo que deje de ser descanso. No se vuelve a trabajar y preocuparse; permanece en actividad lo que produce el descanso, sin trabajar en fatigas ni vacilar en pensamientos. Y ya que por ese descanso se vuelve a la vida primitiva, de la cual cayó el alma al pecar, ese descanso está simbolizado en el sábado. La vida primitiva, que se devuelve a los que regresan de la peregrinación y reciben su primera estola56, es figurada por el primer día de la semana, que llamamos domingo. Si te fijas en los siete días del Génesis, hallarás que el séptimo no tiene tarde, porque simboliza el descanso sin fin57. La vida primitiva no fue sempiterna para el pecador; en cambio, el descanso último es sempiterno. Por eso, el día octavo es la bienaventuranza sempiterna; ese descanso, que es sempiterno, desemboca en el día octavo sin anochecer; de otro modo no sería eterno. Luego el día octavo será como el primero, porque no nos quitan la vida primitiva, sino que nos la devuelven eterna. (# 17)


Los cambios que se dieron a finales de la Edad de los Padres y  en la Edad Media, 


En los siglos posteriores, a lo largo de la Edad Media, se fue perdiendo este sentido de la Pascua como misterio, y se fue perdiendo el sentido originaria de la Pascua cristiana de los primeros siglos. Se trataba de un único misterio del paso o tránsito del Señor a través del dolor de la Pasión y la muerte hasta la gloria de la resurrección, y nuestro tránsito de la mano del Señor a la nueva vida prometida e inaugurada en el bautismo y llamada a ser completada en la vida gloriosa del cielo. El primer paso en este sentido se dio en a finales del siglo IV en Jerusalén que es donde se estableció lo que ahora llamamos La Semana Santa. Nuestro conocimiento de estos hechos lo tenemos gracias a la virgen Egeria que realizó una peregrinación a Oriente incluyendo Tierra Santa y fue testigo de las celebraciones de lo que sería la Semana Santa, comenzando en la víspera del Domingo de Ramos con una salida hacia Betania en recuerdo de la estadía de Jesús allí con Lázaro y sus hermanas. En canto al Domingo de Ramos cuenta con notables detalles cómo se realizaba la procesión con las palmas y olivos:
Todos los niños que hay por aquellos lugares, incluso los que no saben andar por su
corta edad, van sobre los hombros de sus padres, llevando ramos, unos de palmas, y
otros, ramas de olivo (cf. Mat. 21, 8). De este modo es llevado el obispo de la forma que
entonces fue llevado el Señor

Prosigue Egeria con el relato de los diversos oficios que se realizaban de Lunes Santo hasta el Miércoles Santo. El Jueves Santo la misa se celebraba a eso de las 4.00 de la tarde y dice posteriormente acerca de la salida del Obispo y del Pueblo hacia Getsemaní en la noche:

Luego, bajan a pie cantando himnos a Getsemaní con el obispo hasta el más pequeño
de los niños, donde una gran multitud de gente, cansada de tanta vigilia y agotados por
los diarios ayunos, van bajando de tan elevada montaña muy lentamente, poco a poco,
cantando himnos hasta el monte Getsemaní. Se tienen encendidas muchísimas antorchas
en la iglesia para iluminar al pueblo

El enfoque de la celebración del Viernes Santo era la cruz que era venerada por el pueblo y luego una serie de lecturas, salmos e himnos. Este proceso de ampliación de la celebración de la Pascua a toda la semana, sobre todo en Jerusalén donde están los lugares santos, en cierto sentido contribuyó a la pérdida del sentido original del misterio de la Pascua y la convirtió en un memorial histórico de los acontecimientos. Posteriormente, con el desarrollo de la liturgia y la pérdida de la particpación activa de los laicos en ella, se iba desarrollando lo que llamamos la religiosidad popular. La liturgia era un asunto exclusivo del clero y los monjes. Este proceso se aceleró a partir del siglo II, cuando se aumentó el comercio y la urbanización. Se formaron los gremios, cada uno con su santo protector y se solía celebrar su fiesta con una procesión. Igualmente se fueron formando las cofradías que fueron facilitando la participacíón de los laicos y la formación de una suerte de liturgia paralela en la calle con las procesiones del Corpus y de la Semana Santa. A lo largo del primer milenio, los crucifijos solían representar al Señor glorioso y vestido, siguiendo la línea expresada en el Evangelio de San Juan, según la cual la cruz es manifestación de la gloria de Jesús, su triunfo. En cambio, se puede constatar en el segundo milenio la diferencia de sensibilidad en el arte con la multiplicación de las Piedades, los Cristos Nazarenos, las llagas de Jesús en la Cruz, himnos como Stabat Mater Dolorosa, que apelan a los sentimientos acerca del dolor de Jesús en la Pasión y de la Santísima Virgen Dolorosa. A partir del Concilio de Trento la predicación emotiva e incluso las flagelaciones de parte del mismo predicador se hicieron comunes. La reforma litúrgica, promovida por el Movimiento Litúrgico que empezó alrededor de la época de la Primera Guerra Mundial, dio sus primeros frutos con la publicación de la Encíclica Mediator Dei del Papa Pío XII y la reforma de la celebración del Triduo Pascual puesta en marcha por el mismo Papa. El Vaticano prosiguió en el mismo sentido con un notable esfuerzo por recuperar el verdadero sentido de la Pascua con las celebraciones del Triduo Pascual. No se trata de perder los aspectos positivos que se lograron en el segundo milenio, sino de poner en el centro de toda la celebración la Gran Vigilia Pascual, “Madre de todas las Vigilias” en palabras de San Agustín. No se puede esperar que costumbres que llevan siglos se cambien de un día para otro. Muchos de los fieles le dan más importancia a la celebración del Domingo de Ramos que la de la Vigilia Pascual, el Domingo de Pascua. La multiplicación de las celebraciones tiene sus inconvenientes en cuanto que tiende a oscurecer la principal de ellas que es la Gran Vigilia.

Conclusión

Las tres grandes fiestas del pueblo de Israel eran la Pascua, que conmemoraba la liberación del pueblo de la opresión del Faraón en Egipto, la Fiesta de las Semanas, 50 días más tarde que conmemoraba la Alianza de Sinaí, y la Fiesta de las Tiendas o Sucot, que era una fiesta de la cosecha en el otoño. Por razones obvias desde los primeros tiempos de la Iglesia la más importante de estas fiestas para los cristianos era la Pascua, en cuanto que la muerte y resurrección de Jesús, su Pascua, o paso a través dela muerte a la victoria de la resurrección se dio precisamente en tiempo de Pascua. También en la ocasión de la Fiesta de las Semanas o Pentecostés, que significa cincuenta días, según el relato de San Lucas en los Hechos de los Apóstoles se dio la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y el nacimiento de la Iglesia, de manera que estas dos fiestas, en primer lugar la Pascua, llegaron a ser las principales fiestas a lo largo del año. Si bien es cierto, que la celebración del domingo, día del Señor, seguramente precede a la fiesta anual de la Pascua, ya a mediados del siglo II, era común la celebración d  la Pascua, con gran solemnidad. A lo largo de los siglos, la extensión de la Pascua originaria a incluir toda la semana empezando con el Domingo de Ramos, y luego otras fiestas ha tendido a dejar en cierto sentido en la sombra,  al menos en parte, la Pascua como como leatissimum spatium (un gran tiempo de alegría) como la llama San Agustín. La reforma litúrgica promovida por el Vaticano II ha querido volver a poner en su lugar la celebración de la Pascua y sobre todo la Vigilia Pascual, aunque en la mente de muchos de los fieles, la multitud de signos contenidos en esta celebración nocturna dice poco. En algunos países donde se utiliza el Rito de Iniciación Cristiana de los Adultos y se celebran los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia, se está progresando. Lamentablemente muchos, no solo fieles laicos,  prefieren guiarse por criterios prácticos y no valoran la importancia que la liturgia da al la Vigilia. Privan criterios mundanos según los cuales en la mentalidad actual la gente le da más importancia a alagar la vida que alcanzar la vida eterna. Los cristianos de los primeros tiempos más bien celebraban la Pascua ´con una grandísima alegría como anticipación de la alegría sin fin que deseaban alcanzar en la vida eterna. 




























domingo, 20 de marzo de 2016

LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN

¿Qué es la "Economía del Bien Común? Los que hemos estudiado filosofía social y la Doctrina Social de la Iglesia sabemos que de manera especial desde la doctrina de Santo Tomás de Aquino, la Iglesia considera que el fin de la sociedad humana, la política, la economía la vida social, la cultura etc. es precisamente la búsqueda del bien común, que en realidad es el bien de todas las personas. Esta doctrina de Santo Tomás la han venido desarrollando los Papas a partir del León XIII, con su encíclica "Rerum Novarum". La Iglesia es consciente de que en este mundo marcado por el pecado tanto original en el que todos nacimos, como personal y social, la perfección y la sociedad perfecta no se puede alcanzar acá abajo. Los que han intentado establecer tal utopía probablemente bien intencionada han logrado masacrar a millones de personas en el intento. La Iglesia no avala ni el sistema socialista/comunista ni el capitalismo que en los últimos siglos han sido los que se han aplicado, ambos con resultados nefastos, uno peor que el otro. El experimento socialista más reciente que ha logrado meter en la miseria un país que tiene una cantidad enorme de recursos naturales es el de Venezuela. Si bien es cierto que el capitalismo crudo ya no existe como existía en el siglo XIX, en la época de los grandes magnates como Rockerfeller, J.P. Morgan y otros, pero lo que ha logrado ha sido dejar en la miseria a un gran porcentaje de la humanidad y producir una nueva serie de magnates como Carlos Slim, Gates y otros varios. Curiosamente estas élites quieren reducir drásticamente la población del mundo a través de anticonceptivos, aborto etc. Ni el capitalismo ni el socialismo corresponden a la verdadera naturaleza del hombre según el proyecto de Dios. No respeten la verdadera dignidad del hombre, ni su libertad ni su naturaleza social.

En los últimos años, un joven economista austraco, Christian Felber ha propuesto una nueva teoría económica que denomina: "La Economía del bien común". Él es católico y reconoce que la idea del bien común proviene de Santo Tomás, pero él dice que está proponiendo una teoría económica, no moral, que es lo que hace la Doctrina Social de la Iglesia, si bien es cierto que su teoría parece responder a lo que la Iglesia propone y lo que, según insiste, está expresado en todas las constituciones políticas de los estados democráticos.

Felber explica que la economía actual funciona a través de la acumulación de dinero, que el éxito económico se mide por la cantidad de dinero que la gente gana y gasta, así como el Producto Interior Bruto de los Países, es decir, un cálculo de la cantidad de bienes y servicios que un país produce cada año. Dice acertadamente que todo este esfuerzo de acumular dinero está mal enfocado porque el dinero es un mero medio, no el fin de la actividad económica, que el verdadero fin tanto de la actividad económico como de la gestión política de la sociedad es el bien común. Por ello, propone una verdadera reestructuración de toda la economía en general y del manejo económico de los gobiernos. Para ello, propone que se crea unas Agencias de Acreditación del Bien Común. Existen varias agencias de acreditación de riesgo que tienen su sede en Estados Unidos. Ellas estudian la economía de un país, de un banco, etc, y la califican según unos criterios. Así le conceden .A+, A-, etc. de manera que se puede establecer el valor de los bonos de emite un estado, una región, un banco o una empresa. Si el ente estudiado está casi en quiebra se dice que emite "bonos basura" y tiene que pagar un interés muy alto para que alguno los compre. Un país solvente como Alemania emite bonos y los entes financieros los compran a muy poco interés porque hay pocas posibilidades que entre en quiebra. Las Agencias de Acreditación del Bien Común estudiaría a las empresas, bancos, municipios, regiones y Estados, según unos criterios de medición del bien común. Tales criterios incluirían cosas como la participación de los trabajadores en la gestión de la empresa en en sus beneficios, la ecología, beneficios entregados a los trabajadores, conciencia social, solidariedad etc. Entonces, si una empresa alcanzara A plus, le vendrían muchos beneficios como la buena fama, una reducción en los impuestos que pagaría al fisco. Por otro lado, una empresa que tratara mal a los trabajadores, que no cumpliera las leyes laborales, que vendiera unos productos peligrosos para los consumidores, que dañara el medio ambiente, recibiría una pésima calificación y se vería castigado con una carga tributaria notablemente más alta que las empresas que tiene buenas prácticas que promueven el bien común. Lo mismo con un municipio. Si no se esfuerza en cumplir sus deberes hacia la sociedad, como por ejemplo ordenar la ciudad de manera que hay buenos parques, que se arreglen las calles etc. Recibiría una calificación alta en el tema del bien común y podría beneficiarse de mayores subsidios para seguir mejorando. Lo mismo dígase de los gobiernos regionales y estatales. Si hay corrupción y políticos y funcionarios roban los caudales públicos, eso se reflejaría en la calificación del bien común que recibiría el país. Otro ejemplo sería el de China. Si China sigue envenenando su población un un nivel de contaminación de sus ciudades, si sigue explotando a los trabajadores chinos, si explota de mala manera petroleo en Ecuador, por poner un ejemplo y pone en peligro la selva amazónica, etc, entonces recibiría una calificación bajísima calificación en el bien común. Eso tendría consecuencias nefastas para China porque los demás países estarían obligados por tratados a aumentar los aranceles a los productos chinos de manera que el gobierno chino tendría que cambiar radicalmente su modus operandi. Los mismo cualquier otro país.

Obviamente no se puede explicar adecuadamente esta teoría en un par de párrafos, pero creo que es una idea muy buena y tiene mucho que ver también con como se lleva a cabo la actividad política, dado que el bien común no se reduce al campo económico. En estos momentos grandes masas de la población están hartos del manejo político de sus países y está teniendo mucho auge el populismo con consecuencias nefastas en varias partes. En Europa se tiene lo que se llama "El Estado del Bienestar", gracias al cual es Estado se desempeña como verdadero "niñero", que gestiona sistemas de salud, educación y otros, además de repartir subsidios a muchos colectivos, de manera que la práctica totalidad de los Estados están en quiebra técnica, y los impuestos van por los cielos, amén de burocracia que es cada vez más pesado. La gente no quiere tener hijos y el precio de la vivienda ha crecido enormemente, gracias en buena medida a la carga tributaria que significa comprar un casa. Se necesita unos cambios radicales para que la gente se quede con mucho más del dinero que ganan y les quite menos el Estado para poder ser "niñero". En esto entre otras cosas consiste la libertad, que la gente aprenda a ser responsable de su propio futuro y que pueda ahorrar para tener una pensión digna, aunque el Estado podría garantizar un nivel mínimo y favorecer el ahorro por medios fiscales etc. ..



Chrisian Felber ha escrito al menos un libro (creo que dos en alemán), pero uno está traducido al español, y el habla perfectamente el español. Ha dado muchas conferencias en España, también alguna en Chile. A continuación enlazo un vídeo de Youtube entre los muchos que hay.
Aquí están los datos de su libro "La economía del Bien Común", la última edición siendo de septiembre de 2015.

https://www.amazon.es/Econom%C3%ADa-Del-Bien-Com%C3%BAn-Edici%C3%B3n/dp/8423420892/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1458498815&sr=1-1&keywords=christian+felber


https://www.youtube.com/watch?v=87Jdpa7Seqs



DOMINGO DE RAMOS,20 DE MARZO DE 2016



Todos los evangelios nos presentan el episodio de la entrada de Jesús en Jeusalén como Mesías acompañado de los vítores de sus seguidores y su llegada el templo. Además de hace memoria de este episodio, la Iglesia nos propone este domingo como Domingo de la Pasión y el celebrante va vestido de blanco. En cierto sentido se adelanta el triunfo de Jesús en su resurrección que celebraremos el próximo domingo, la entrada de Jesús en Jerusalén como Rey y Señor, pero montado sobre un asno, manifiesta su particular modo de reinar. Jesús es Rey y Señor, pero a ese reino de Dios que proclamaba a lo largo de su ministerio sólo se accede a través de convertirse en Siervo. Podríamos contrastar el modo sencillo y humilde de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén con lo que era en la época un triunfo de un general romano que regresaba a Roma para que su triunfo sobre algún enemigo del poder romano había sido derrotado. Veamos en primer lugar este aspecto de la misión de Jesús, de ser Siervo, del particular tipo de servicio que realizó ayudándonos de las tres lecturas, la primera del Libro de Isaías, la segunda de San Pablo a los Filipenses y el relato de la Pasión que en este año es el de San Lucas. Además, quiero señalar algunas características del relato de San Lucas que lo difieren de los otros evangelios.

La primera lectura está tomada del libro del Profeta Isaías y corresponde a la segunda parte del libro que comienza en el capítulo 40 y termina en el capítulo 55. Se trata de otro profeta anónimo que vivió a unos 150 años del mismo gran profeta Isaías, es decir, en el período del exilio que se dio entre los años 586 y 538 a. C. Hay cuatro “Cantos del Siervo” y nuestra lectura de hoy está tomada del cuarto de ellos. Se trata de una figura misteriosa que tiene un gran paralelo con el mismo Jesús. Al igual que Jesús es flagelado y recibe bofetadas: Desde la a mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. "El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían".  Es el Siervo de Yahvé, el Dios de Israel, que está al servicio de su pueblo pese a tantos dolores y sacrificios. No por nada los primeros cristianos reconocieron estos pasajes del Libro de Isaías como representando a Jesús y todo lo que vivió sobre todo en su Pasión.

San Pablo, en su carta a la comunidad de Filipo, a la que tanto amaba, profundiza en el tema de Jesús como Siervo, y ve toda su vida, toda su misión como cumplimiento de un servicio que lo lleva a rebajarse desde la condición divina, despojarse y vivir en este mundo como uno cualquiera para llegar luego a rebajarse más todavía hasta la entrega de sí mismo en la cruz. Pero, el servicio de Jesús no termina en la cruz, sino que Dios lo exaltó: "Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor»" . Jesús, el Siervo humillado y ultrajado en la cruz, llega a ser Señor, a quien todo mundo dobla rodilla, tanto en el cielo como en la tierra.

En el relato de la Pasión presentado por San Lucas, comenzando con la Última Cena, Jesús dice: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios” .¡Por qué este deseo ardiente de Jesús de comer esa Pascua con sus discípulos en aquella noche? Porque a partir de la celebración de esta cena iba a “pasar de este mundo al Padre” como dice San Juan en su evangelio (13,1) y “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”, es decir, hasta el extremo, hasta ya no poder amar más.

Volviendo a nuestro relato de la Pasión de San Lucas que hemos escuchado, notemos que enseguida pasa al relato de la institución de la Eucaristía. Se trata del primer paso de la entrega de si mismo como Siervo que culmina el la cruz, y por ello nuestro Salmo Responsorial recoge las palabras del Samo 22, dichas por Jesús en ese momento del supremo suplicio. En seguida San Lucas nos entrega un episodio borchornoso de los discípulos discutiendo entre ellos sobre cuál de ellos era el más grande. No podría haber un contaste más grande entre la actitud de ellos y la de Jesús, que plenamente consciente de su misión, se entrega totalmente a lo que el Padre le pide en ese momento supremo de su vida. Primero Jesús menciona al que lo va a entregar y les da una importante lección sobe el servicio: “¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.” Esta insistencia en la importancia del servicio, de la misión de Jesús como Siervo, que ya hemos visto tanto en la lectura del Profeta Isaías, como en la de San Pablo, la presenta también San Juan con el episodio del lavatorio de los pies. Es un paradigma de toda la vida de Jesús y lo quiere dejar en este momento como testimonio y resumen de toda su vida y su misión. Está en las antípodas de la actitud común entre nosotros que tiene su inicio en el primer pecado de Adán y Eva que quisieron “se como Dios”. Este tipo de prepotencia, de soberbia que a lo largo de la historia ha provocado tantos males la quiere derrocar Jesús con su entrega total a la muerte tan ignominiosa en la cruz. La actitud de entrega y servicio tiene que caracteriza sobe todo a los que representan a Jesús como sus ministros, pues la misma palabra ministerio que proviene del latín, significa servicio. Nadie puede ser seguidor de Jesús, ni menos su representante, sin llegar a ser servodor de todos.

A continuación, quisiera señalar algunos aspectos particulares del relato de Lucas de la Pasión. Es el único que presenta el episodio del encuentro de Jesús con Herodes. Se trata de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, que cuando nació Jesús recibió a los Magos y mandó matar a los inocentes. Es el mismo que mandó degollar a San Juan Bautista. En una ocasión Jesús lo había llamado zorro. Esta vez ni le contesta. Herodes es un hombre lleno de frivolidad, de vanidad que ni merece una respuesta.

San Lucas es el único evangelista que recoge la escena de las mujeres de Jerusalén que intentan consolar a Jesús. Él en cambio las exhorta a llorar más bien por ellas mismas y por sus hijos, y añade una frase enigmática “si esto se hace con la leña verde, ¿con la seca qué se hará?”. Por una parte vemos la solicitud de Jesús hacia las mujeres, que pues Lucas ya había dado a conocer la misión de las mujeres de colaboración en la misión de Jesús. Ellas, conmovidas por el dolor de Jesús, intentan consolarlo, pero resulta que es Él quien consola a ellas. Eso porque prevé la destrucción de Jerusalén y el templo que se dio en el año 70 A.D. Las mujeres vuelven a aparecer al final del relato en la sepultura de Jesús, y a la primera hora de la mañana del Domingo de la Resurrección.

San Lucas es el único de los evangelistas que nos entrega el episodio del así llamado buen ladrón. Como él también es el único que nos da la parábola del Hijo Pródigo, con razón ha sido llamado “el evangelista dela misericordia”. Este hombre que había sido un revoltoso, lo que se llamaría hoy en día un terrorista, al sufrir el mismo suplicio que Jesús, es movido por la actitud de Jesús que sufre pacientemente todas las injusticias e injurias, mientras se da cuenta él de que está siendo condenado justamente por los males que ha hecho. La misericordia de Dios no tiene límites y esto lo vemos palpablemente en el extremo de la cruz.

Estamos al inicio de la Semana Santa. En nuestro mundo actual agitada y estresante muchos aprovechan estos días para alcanzar un descanso. Que este descanso no sea pura evasión. Que no nos olvidemos de lo que está en juego. Toda la vida de Jesús se ofrece “por nosotros los hombres y por nuestra salvación”. Preguntémonos si de verdad tomamos en serio nuestra salvación. Como dice San Pedro en su Primera Carta, “Habéis sido rescatados de la conducta necia rescatada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha ni mancilla” (1Pe 1, 18-19). Jesús es el Hijo que se ha hecho Siervo, esclavo para liberarnos de la esclavitud en la que nos hemos metido por el pecado. Esta liberación la realiza a través del amor que lo lleva al extremo de dejarse ajusticiar y matar, el inocente por los pecadores. No no pasemos en vano esta Semana Santa, este Triduo Pascual. Que demos unos nuevos pasos en el camino que nos lleva a la meta que nos ha conquistado Jesús en la cruz y que manifiesta en su resurrección.







miércoles, 16 de marzo de 2016

¿EXISTE UNA PROTESTANTIZACIÓN DE LA IGLESIA?



La pregunta no es tan fácil de contestar como pudiera parecer. Primero, ¿en qué consistiría tal protestantización? Sabemos que el protestantismo tiene una serie de características desde sus inicios con Lutero, Calvino y Zwinglio, siendo éstos los principales protagonistas de la rebelión protestante en contra de la Iglesia Católica en el siglo XVI. Sin embargo, como existen más de 36,0000 sectas protestantes, no es tan fácil distinguir en pocas palabras las doctrinas protestantes. El fenómeno de la multiplicación de las sectas proviene de una de las principales ideas del mismo Lutero, es decir, el así llamado libre examen de la Biblia. Pues el Reformador consideraba que el sentido de la Biblia es patente y cualquiera con fe la puede entender. Obviamente, los hechos dan un profundo mentís a esta tesis simplona. ¿Acaso una serie de escritos unidos en un solo libro, provenientes de un gran número de autores (aunque el concepto de autor aplicado a la Biblia difiere bastante de lo que entendemos hoy por auto) a lo largo de un período de más o menos 1000 años, escritos en tres lenguas principalmente hebreo y griego, con unos cuantos pasajes en arameo, no es tan fácil que digamos. Parece obvio hoy en día que se necesita un serio estudio del contexto histórico, cultural y religioso de las épocas a las que se refieren los libros bíblicos. Lo mismo dígase de los varios géneros literarios presentes en la Biblia, como el histórico, el mítico, la novelesca, la poética, entre otros, además del hecho de que lo que los autores antiguos concebían como historia no corresponde a lo que hoy en día es considerado como historia. Los otros elementos esenciales del protestantismo, además de la sola sciptura, la sola fides, la sola gratia, y en general una reducción de muchos elementos de la fe católica como el caso de los siete sacramentos, el rechazo de la sucesión apostólica de los obispos y del ministerio petrino. Otros aspectos no menores de la doctrina propuesta por los Reformadores son el énfasis en la justificación del pecador y la naturaleza de la Iglesia y su misión, el papel fundamental del Magisterio de la Iglesia, éstas últimas siendo posiblemente los más complicados. Además de todo este bagaje que proviene de la rebelión del siglo XVI, hay otro tipo de protestantismo proveniente de Estados Unidos que difiere bastante del protestantismo clásico. Es producto de varios revival, o renovaciones de tipo emocional, que incluso dan una mayor importancia a una experiencia subjetivo-emocional, llamado born again “vuelto a nacer”. Voy a precisar un poquito estos elementos para intentar responder a la pregunta planteada arriba. El protestantismo es una suerte de libro de bolsillo del cristianismo, que no contiene elementos fundamentales que mantiene tanto la Iglesia Católica como las Iglesias Ortodoxas.

Además de todos estos aspectos doctrinales, aunque hay mucha diversidad, existe también mucho subjetivismo, proveniente del mismo Lutero y la época posterior a partir de la filosofía de Descartes, aunque éste no fue protestante. Existen exegetas protestantes que ya no siguen los presupuestos del protestantismo clásico del siglo XVI, pues los estudios histórico-críticos, que se han realizado desde la segunda mitad del siglo XVI no permiten una actitud tan ingenua acerca de la Biblia. Sin embargo, particularmente en Estados Unidos, donde el protestantismo tiene más fuerza, hay un gran porentaje de los creyentes que son fundamentalistas y rechazan lo que aportan los estudios histórico-criticos a la mejor comprensión de la Biblia. Otro aspecto del protestantismo clásico característico de Lutero es el pesimismo antrológico. Como producto de su propia experiencia de escrúpulos y un concepto equivocado de Dios a quien veía como un señor furioso dispuesto a fulminarlo y mandarlo al infierno, juntamente con el sentido de la propia incapacidad de superar el pecado, el hombre para Lutero, pese al arrepentimiento de sus pecados, no logra ser verdaderamente justificado. En el fondo, está lleno de podredumbre que no es posible eliminar. En realidad se trata de una noción equivocada de Dios, aunque Lutero no cuestionó nunca la doctrina trinitaria y cristológica de los los concilios de la iglesia antigua. Pues se trataría de un dios incapaz de santificar de verdad y a fondo al hombre.



El protestantismo y la secularización

En cuanto a la doctrina moral, y en concreto la moral sexual, en general las comunidades protestantes mantenían una doctrina coincidente con la católica hasta el año 1930, cuando los Anglicanos en la Conferencia de Lambeth declararon permisible el uso de los anticonceptivos. A partir de allí, y sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial con el progreso de la así llamada revolución sexual que tuvo un punto álgido en el año 1968, las divergencias entre la doctrina moral católica en el tema de la sexualidad ha divergido mucho. Podemos decir que la secularización ha golpeado más duramente a las comunidades protestantes, con la excepción de algunas de tipo fundamentalista en los Estados Unidos, de manera que la Comunión Anglicana ha llegado a aceptar la homosexualidad e incluso “ordenar” a obispas lesbianas. Uno de los resultados de esta secularización masiva entre las comunidades protestantes orgininarias ha sido un abandono cada vez más pronunciado de la práctica religiosa. Más adelante vamos a intentar reponder si existe la misma tendencia en la Iglesia Católica.

En un primer intento de dar respuesta a la pregunta planteada podemos afirmar en el seno de la Iglesia existen unas tendencias hacia la secularización que se han dado con más fuerza entre los Anglicanos y los protestantes, con resultados nefastos. Se ha ido perdiendo lo que es específico en el ser cristiano. Si bien es cierto que los protestantes han contado con menos diques de contención que la Iglesia por no contar con un Magisterio al que le toca llamar la atención y señalar cuál es la doctrina correcta, ha habido un progresivo debilitamiento de la identidad católica entre muchos católicos y una gan pérdida de la disciplina en la Iglesia. Este proceso empezó con la crisis que se dio a partir del Concilio Vaticano II, hasta el punto que el Beato Pablo VI llegó a decir que “el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia”. El Concilio, en palabras del Papa San Juan XXIII, quiso abrir las ventanas de la Iglesia al mundo, pero este proceso se llevó a cabo con bastante imprudencia, no de parte del mismo Concilio, sino de un grupo notable de sus interpretadores,

Algunos de los aspectos centrales del protestantismo clásico no afectan a los católicos actuales, como es el caso del principio fundamental de Lutero sola fide justificación . De hecho, como producto del diálogo ecuménico se ha llegado a un acuerdo sustancial sobre este tema en el año 1999. Tampoco otro elemento esencial de la Reforma, es decir, la sola scriptura ha provocado problemas para la Iglesia en nuestro tiempo. Este principio en parte es positiva en cuanto que se promueve de parte de los católicos el conocimiento más profundo de la Sagrada Escritura, cosa que se da más entre los católicos en países de mayoría protestante, amén de ser algo vivamente promovido por el Concilio Vaticano II. Sí se ha presentado problemas en relación con al fe y la historia, es decir, las controversias acerca del Jesús histórico y el Cristo de la fe. El estudio de este tema a través de la aplicación de la metodología de la historografía de tipo racionalista proveniente de la Ilustración y empezando en Alemania en el siglo XVII, ha producido ciertos problemas, tanto para el protestantismo como para el catolicismo. Sin embargo, no es que se trate de una tema relacionado con los principios fundamentales de la Reforma Protestante, pues en la época no se planteaban estos problemas. Donde sí ha habido problemas para el Magisterio de la Iglesia y una serie de intervenciones importantes en estas últimas décadas, a partir del Vaticano II ha sido en la moral y la mediación de la Iglesia y la importancia de su Magisterio. Vamos a examinar algunos de estas controversias en un intento de responder a nuestra pregunta.

La controversia sobre los anticonceptivos y la Encíclica Humanae Vitae

La primera gran contorversia que se dio en la Iglesia en el campo de la moral después del Concilio Vaticano II has sido la de la moralidad del uso de los anticonceptivos. Conviene traer a la memoria algunos aspectos de esta controversia, que tuvo su punto álgido el 1968 con la publicación de la encíclica Huamanae Vitae de parte del Beato Pablo VI. Esta importante carta enciclica se publicó precisamente en tiempo de grandes convulsiones políticas y sociales como fueron las protestas contra la Guerra del Vietnam en Estados Unidos como huelgas y revueltas de trabajadores en Fracia, que remecieron al gobierno del General Charles de Gaul, y abrieron el camino para lo que luego se ha dado en llamar la revolución sexual. Esta última se había gestionado sobre todo en Estados Unidos en el período de la entre guerra y propulsado hábilmente por el investigador farsante sobre la sexualidad Alfred Kinsey, en cuyas perversiones y métodos criminales de adquirir sus falsos resultados, recogidas en sus dos libros  Sexual Behavior in the Human Male  , (1948) y Sexual Behavior in the Human Female (1953) tuvieron una influencia enorme en la posterior revolución sexual, amén de supuestas experiencias sexuales de infantes. No puedo entrar en detalles acerca de los hechos horrorosos protagonizados por Kinsey y su equipo de supuestos investigadores. Cabe señalar que un gran porcentaje de los encuestados eran delincuentes sexuales que poblaban las cárceles. En realidad lo que pretendía sus supuestas investigaciones era justificar sus propias aberraciones criminales. Pese a los hechos incontestables que demuestran sus múltiples perversiones, Kinsey ha tenido una influencia enorme en el campo de la así llamada educación sexual y en la promulgación de leyes en este campo.

El Papa Pablo VI, durante el Concilio Vaticano II, había reservado para sí el pronunciamiento sobre el tema del control de la natalidad. Ya su predecesor Juan XXIII había nombrado una comisión ad hoc para estudiar el tema. En la época se había introducido la píldora anticonceptiva y en algunos sectores de la Iglesia se pensaba que no caía dentro de la tradicional prohibición de los anticonceptivos. Pablo VI amplió el número de los integrantes en la comisión, algunos de los cuales distaban de ser auténticos expertos en el tema. En realidad la comisión tenía una finalidad más amplia, la de estudiar la población, la familia y la natalidad. Sin embargo, ha sido llamada “La comisión sobre el control de la natalidad”. El Concilio concluyó sus sesiones el 8 de diciembre de 1965. La comisión realizó sus labores entre los años 1964 y 1966. El teológo moralista católico Germain Grisez, que colaboró con el P. John Ford, S.I, uno de los mejores moralistas norteamericanos de la época y fiel al Magisterio de la Iglesia, que era miembro de la comisión. Según Grisez, el Papa Pablo VI no tenía ninguna intención de intentar cambiar la doctrina de la Iglesia respecto a la prohibición de los anticonceptivos, ya reinterada por la encíclica del Papa Pío XI en su encíclica Casta connubi de 1931, que a su vez fue publicada como respuesta católica a la decisión de los Anglicanos en la Conferencia de Lambeth del año anterior de permitir el uso de tales medios de control de la natalidad. La duda era si la nueva píldora era un anticonceptivo. En realidad Pablo VI, al ampliar la comisión ya constituda por su predecesor Juan XXIII, afirmó que no se trataba en manera alguna cambiar la doctrina tradicional, reafirmada por Pío XI, que condenaba los anticonceptivos. En 1967, el informe de la comisión, favorable al cambio de la doctrina de la Iglesia respecto al control de la natalidad fue fugada a a prensa. El Papa, siempre favorable al diálogo y a escuchar las partes, según Grisez, quería saber si había algunos argumentos a favor de un desarrollo de la doctrina tradicional.

Pablo VI, siempre respetuoso de las opiniones de otros y a favor del diálogo, manejó mal los tiempos y la composición de su Comisión fue heterógena de manera que se creó una enorme expectativa acerca de un supuesto cambio de la doctrina sobre el uso de los anticonceptivos. El informe de la Comisión fue filtrada a la prensa para aumentar la presión sobre el Papa para que dictara a favor de la posición mayoritaria de la comisión. No contaron con el hecho de que el Papa tuviera un gran sentido de la propia responsabilidad y aunque tardó más de un año en publicar su en cíclica Humanae Vitae, no dejó ninguna duda acerca de la posición de la Iglesia sobre el tema. La opinión pública se había echado en contra de la doctrina de la Iglesia y muchos, incluso obispos y cardenales daban por seguro que el Papa iba a cambiar la doctrina. Por ello, se dio el mayor episodio de disenso y rechazo de una doctrina moral de la Iglesia de los últimos siglos.

Apenas publicada el encíclica o incluso organizado antes se dio una verdadera rebelión de parte de un gran número de teólogos algunos de gran relieve como Bernard Haring, Karl Rahner, Charles Curran, organizador del disenso en Estados Unidos, incluso varias Conferencias Episcopales intentaron desdecir lo que claramente había dicho el Papa en la encíclica con una supuesta aplicación pastoral. Este disenso, fenómeno nuevo en la Iglesia, fue el primer paso de un disenso mayor y rechazo de la práctica totalidad de la moral sexual de la Iglesia y cuestionamiento de la misma autoridad de la Iglesia. No está de más recordar que el Beato Cardenal Newman afirmaba que la esencia de la religión revelada es precisamente la obediencia. El mantra de muchos, obispos, sacerdotes y laicos llegó a ser “sigue tu conciencia” al parecer sin importar si la conciencia había logrado alcanzar la verdad. Se trata de una caída en el subjetivismo en algunos aspectos similar a la rebelión de Lutero y sus secuaces. Como en la época afirmaba el gran teólogo y cardenal Charles Journet, “No tiene sentido levantar en lugar de la autoridad de la Encíclica la autoridad de su conciencia personal” (In the Light of the Encyclical, L'Osservatore Romano, 10-10-1968). El Papa en la misma Encíclica (n 6) afirma que enseña con la misma autoridad de Cristo, pero eso no desanimó a los opositores. Una década más tarde, el San Papa Juan Pablo II dejó clara su voluntad de afirmar y profundizar lo enseñado por su predecesor en la Humanae Vitae, una larga serie de catequesis que se han llamado La Teología del Cuerpo. Se llegó luego a hablar de un Magisterio Paralelo, es decir de los teólogos, que basados en su supuesta autoridad derivada de sus estudios se consideraban autorizados a contradecir lo que la Iglesia había enseñado desde siempre. En realidad, lo que decían a los fieles católicos era esto: “El Papa ha reiterado lo que la Iglesia siempre a enseñado respecto a la transmisión de la vida humana. Él está equivocado porque no ha hecho caso a los consejos que una gran mayoria de nosotros les hemos dado. Por lo tanto, vosotros están autorizados por nostros, que sabemos más de estos temas que el Papa, a no hacerle caso a loque enseña en la Encíclica Humanae Vitae”. No es que hayan dicho esto en tantas palabras, pero éste es el resumen de su posición. Por lo tanto, lo considero como el mayor intento de protestantización de la Iglesia, por desestimar la mediación del Magisterio y su autoridad proveniente del mismo Señor a enseñar la doctrina de fe y moral.

Algunas consecuencias del rechazo de la doctrina expuesta en la Humanae Vitae.

Aunque no es mi intención tratar con detalle las graves consecuencias para la Iglesia en los fieles católicos de esta rebelión de parte ante todo de obispos y sacerdotes y su intento de imponer su propia opinión por encima de la doctrina de la Iglesia, sí quisiera señalar brevemente algunas de sus consecuencias, que fueron lo que provocaron la publicación de otra gran Encíclica, esta vez de San Juan Pablo II, la Veritatis Splendor del año 1993, en la que se propone “afimar los principios para el discernimiento de lo que es contrario a la doctrina sólida”. Ya en 1984, el mismo papa dedicó una serie de catequesis para explicar y profundizar en el sentido de la Humanae Vitae. Más adelante me extenderé un poco sobre algunas de las consecuencias prácticas de este rechazo de la doctrina de la Iglesia. Se repetií mucho que la doctrina propuesta en la Humanae Vitae no es infalible o no está defida dogmáticamente. Esto para justificar el rechazo de la doctrina contenida en la encíclica y propuesta con la autoridad del Señor concedida a los apóstoles y sus sucesores, en primer lugar San Pedro y los Papas. San Juan Pablo II en su enciclica de 1993 abordó algunas de las consecuencias que provocó el rechazo de la Humanae Vitae en la teología moral de muchos. Por una parte se proponía una teoría equivocada sobre la opción fundamental, según la cual si uno tiene una orientacion general de la vida hacia Dios y su voluntad, eso no se rompe con un acto. Así se fue creando confusión acerca de la distinción entre el pecado moral y el venial. Se propuso una nueva distinción entre pecados serios y graves o mortales. El Papa rechaza tanto la teoría del consecuencalismo que pone todo el peso de la moral de la acción en la finalidad o las consecuencias de la acción, sin tomar en cuenta el fin del acto. Igualmente rechaza la teoría del proporcionalismo, según la cual un acto es bueno o mal según la proporción de bien o mal que proviene de tal acto. De esta manera rechazan la posibilidad de unas prohibiciones absolutas sin excepciones. Resumiendo, todo esto proviene en un principio de la desobediencia de muchos moralistas a la Iglesia al reafirmar el Beato Pablo VI la doctrina sobre la procreación o el rechazo de los anticonceptivos. En esto se asemeja la Reforma Protestante que fue también una rebelión en contra de la autoridad de la Iglesia y un rechazo de la Tradición en muchos aspectos.

Ya en el año 1994, el escritor Vittorio Messori preguntaba al entonces Cardenal Josef Ratzinger en su larga entrevista publicado bajo el título Informe sobe la Fe, la posibilidad de que los católicos, teólogos y laicos estén atraídos por el protestantismo. El Cardenal respondía:

 “Desde luego no es fácil explicarlo. Me viene a las mientes esta consideración. El protestantismo surgió en los comienzos de la Edad Moderna y, por lo mismo, está más ligado que el catolicismo a las ideas-fuerza que produjeron la edad moderna. Su configuración actual se debe en gran medida al contacto con las grandes corrientes filosóficas del siglo XIX. Su suerte y su fragilidad están en su apertura a la mentalidad contemporánea. No es extraño que teólogos, católicos, que no saben ya qué hacer con la teología tradicional, lleguen a opinar que hay en el protestantismo caminos adecuados y abiertos de antemano para una fusión de fe y modernidad.

Conclusión:

Habiendo rechazado el principio de la mediación de la Iglesia y autoridad del Magisterio, el protestantismo empezó con una gran debilidad. Se multiplicó en un número enorme de sectas y se sometió al vaivén de las corrientes secularistantes de la Ilustración de los siglos XVII y XVIII. Aunque el la misma época, después del Concilio de Trento, la Iglesia Católica tuvo que enfrentarse con grandes desafíos como fueron el jansenismo, el absolutismo regio que intentó a través del gallicanismo, febronianismo, josefinismo y en general el embate de la Ilustración con su rechazo de la revelación, gracias al hoy en día tan denostado centralismo romano, se logró mantener la unidad y la catolicidad de la Iglesia. El Concilio Vaticano II abrió otra época en la vida de la Iglesia con sus grandes desafíos y también oportunidades. El secularismo y el relativismo ya no son fenómenos de élites intelectuales, sino llegan a tocar al pueblo cristiano entero, gracias a los medios masivos de comunicación. No pocos en la Iglesia piensan que ella ha de enfrentarse con estos desafíos de manera similar a lo que han hecho los Anglicanos y los comunidades protestantes surgidas en el siglo XVI, no los evangélicos más o menos fundamentalistas de Estados Unidos. Ya no es posible mantener el orden y la disciplina dentro de la Iglesia como se hacía en otros tiempos, por ejemplo, en el Pontificado de San Pío X cuando se enfrentó con la crisis del modernismo, que en el fondo era un primer de reaccionar al mundo secularizado y relativista como lo habían hecho los protestantes a lo largo del siglo XIX. El Papa Pablo VI, tan convencido del valor del diálogo y tan respetuoso de las posiciones de otros, no consideraba que pudiera apagar el fuego del disenso con los mismos métodos de su predecesor San Pío X. Ya había muchos obispos y cardenales convencidos de los errores y abiertos a aceptar doctrinas erróneas o pensar que la doctrina de la Iglesia podía evolucionar para acoger más aspectos del mundo secularizado y relativista.

Podemos concluir que ha habido muchos intentos de protestantización de la Iglesia al menos en algunos aspectos. San Juan Pablo II, con la ayuda del entonces Cardenal Ratzinger, intentó ponerle un dique a estos intentos, pero su éxito ha sido solamente parcial. Se ha visto en los recientes Sínodos de Obispos convocados por el Papa Francisco un resurgimiento de estos intentos de protestantización en la forma de la propuesta del Cardenal Kasper de dar la comunión a los divorciados y vueltos a casar, y en unas expresiones positivas acerca de los homosexuales, que difícilmente podrían homologarse con la doctrina de la Iglesia expresada en el Catecismo.

En 2013, el prestigioso Pew Institute con sede en Washington hizo una encuestas sobre la moral en una cuarentena de países, y sobre lo que los Católicos mantienen acerca de temas como el aborto y el uso de los anticonceptivos. Los resultados pueden ser o no sorprendentes: http://www.pewglobal.org/2014/04/15/global-morality/

Por pone unos ejemplos: En Chile sólo el 16% de los encuestados considera el sexo antes del matrimonio moralmente inaceptable; en España 8%. En España 39% considera que no tiene nada que ver con la moral, y así la totalidad de los países europeos. En cuanto a la moralidad del uso de los anticonceptivos los porcentajes son incluso mayores y muchos también consideran que el aborto no es una cuestión que tenga que ver con la moral. Unos se pregunta qué según ellos es la moral si matar a un niño en el seno materno no es una cuestión que tenga que ver con la moral.

Hay, pues un claro debilitamiento de la fe y su influjo en la vida real de los católicos. Tiene muchos aspectos como la casi nula práctica del Sacramento de la Penitencia en la totalidad de los países así llamados desarrollados. Muchos dicen que “pido perdón a Dios en mi corazón”, pero ni se les ocurre preguntarse si eso es lo que Dios quiere o qué es lo que quiere. De los pocos que acuden al sacramento no saben qué confesar o piensan que no tienen pecados. Otros apelan a su propia interpretación de la Biblia y no lo que enseña la Iglesia. En parte debido a la crisis de la pederastia en la Iglesia, son bastantes los católicos que piensan que la Iglesia debería de cambiar la tradición del celibato sacerdotal, gracias a que lo que forma su conciencia no es lo que enseña la Iglesia sino los medios masivos de comunicación. Están sujetos a lo que el entonces Cardenal Ratzinger, a punto de ser elegido Papa, llamó la dictadura del relavitismo. El mismo se preguntó a sí mismo al referirse a los últimos tiempos y su vuelta: "¿Cuando vuelva el hijo del hombre, encontrará fe en la tierra? " (cf. Lc 18,1-8). Según entiendo el tercer secreto de Fátima se refería a la apostasía de las naciones cristianas. Si es así, lo estamos constatando ya.