N.B. Esta entrada no toma en cuenta los resultados del reciente Sínodo de octubre de 2014. En realidad la Relatio final del Sínodo no cambia el análisis que hago a continuación. Desde cunado se escribió, ha habido algunas aportaciones importantes. Por lo tanto, habrá que volver sobre el tema, esperando lo que sucede en la siguiente sesión sinodal y un documento posterior que vendrá del Papa Francisco.
Planteamiento
del problema
Probablemente
el principal acto de lo que lleva el Papa Francisco de ministerio
petrino ha sido la convocación de un Sínodo Extraordinario de
Obispos para octubre de 2014 sobre el tema de la familia.
En
el viaje de regreso de la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de
Janeiro el 18 de julio de
2013 el Papa dio una
entrevista a los periodistas que lo acompañaban en el avión.
Sumándolas
con otras declaraciones
del mismo Papa Francisco en otras entrevistas, una al Director
de la Revista de los Jesuitas en Roma, La Civiltá Cattolica y al
Director del periódico italiano laicista La Stampa, no dejaron
inquietar a no pocos sectores de la Iglesia. Sobre el tema de los
divorciados y vueltos a casar civilmente declaró:
“
Creo
que ha llegado el momento de la misericordia, como había intuido
Juan Pablo II que instituyó la fiesta de la Divina Misericordia. Los
divorciados pueden hacer la comunión, son los divorciados en segunda
unión los que no pueden Hay que ver el tema en la totalidad de la
pastoral matrimonial. Abro un paréntesis: los ortodoxos, por
ejemplo, siguen la teología de la economía y permiten una segunda
unión..... Estamos en camino para una pastoral matrimonial más
profunda. Mi predecesor en Buenos Aires, el cardenal Quarracino,
siempre decía: "Para mí, la mitad de los matrimonios son
nulos, porque se casan sin saber que es para siempre, porque lo hacen
por conveniencia social, etc...". También debemos estudiar el
tema de la nulidad”.
Estas
declaraciones no dejaron de sorprender a muchos en la Iglesia y dar
origen a varias
preguntas
¿Qué quiere decir con “el momento de la misericordia? ¿Es que la
Iglesia ha desconocido la misericordia de Dios a lo largo de sus
veinte siglos de recurrido? ¿Cómo puede operar la misericordia de
Dios sin el deseo sincero de lograr un cambio radical de vida? ¿Puede
el Señor manifestar su misericordia a falta de un cambio real de
vida una vez que el penitente se ha arrepentido de su pecado? ¿La
pastoral va por una vía y la doctrina por otra? ¿Puede existir lo
que se denomina como “solución pastoral”?
¿Que
opinar sobre lo que dice el Papa acerca de la praxis de las Iglesias
ortodoxas. En la práctica ellas aceptan el divorcio en toda regla,
pese a que no consideran la segunda unión sacramental.
¿Si
el Papa menciona esta opción en este contexto, al parecer de una
forma positiva, entonces es posible que la Iglesia Católica asuma la
practica ortodoxa? Surge otra serie de problemas del lo que dice un
Papa en entrevistas a la prensa, que no son medios para la
proclamación de la doctrina del Magisterio de la Iglesia, y mucho
más abiertas a ser malinterpretadas por la prensa que los documentos
oficiales que pasan por muchos filtros antes de ser promulgados.
¿Este tipo de entrevista ayuda a esclarecer los problemas o más
bien crea confusión? ¿Le conviene a la Iglesia que entrevistas del
Papa con la prensa siembren confusión sobre temas importantes de la
doctrina de la Iglesia, pese a que ésta no ha sido su intención?
En
la misma entrevista el Papa cita favorablemente un dicho de su
antecesor como Arzobispo de Buenos Aires, el Candeal Quaracini, según
la cual la mitad de los matrimonios celebradas en la Iglesia son
nulos “porque
se casan sin saber que es para siempre, porque lo hacen por
conveniencia social, etc” Tal
afirmación es muy grave y pudiera caber en una tertulia ente curas,
pero ¿tal opinión tiene algún sustento? ¿El cardenal realizó
alguna encuesta u otro estudio de tipo científico para poder hacer
tal afirmación? ¿Por qué no saben que el matrimonio es para toda
la vida? ¿Quienes son los responsables de darles a conocer
la naturaleza del matrimonio cristiano
y por qué
han fracasado de una manera tan rotunda
si es cierto lo que decía el Cardenal Quaracini con cuya opinión
parece estar de acuerdo el Papa Francisco? Si éste es el caso real,
¿los párrocos que celebran tales matrimonios son conscientes de la
nulidad de la mitad de estos matrimonios?
Si no lo saben, a qué se debe, pues en el seminario estudian varios
cursos de Derecho Canónico, el curso sobre el Sacramento del
Matrimonio? ¿Se dan cuenta de que, según lo que dice el Papa la
mitad de las celebraciones de matrimonios en la Iglesia
no pasan de ser simulaciones de sacramentos? ¿Esto constituye
sacrilegio? ¿Si la mitad de los que se casan no son capaces de
comprender que el matrimonio cristiano es para siempre ni otras de
sus características, a qué se debe esto? ¿No tienen la capacidad
mental para poder comprendelo por
su bajo cociente intelectual,
o sea la mitad del los que acuden a una
parroquia para casar
simplemente no han
recibido una explicación adecuada de la naturaleza del sacramento?
¿Si las parroquias no han explicado la naturaleza del matrimonio
cristiano a los que acuden a ellas para celebrar el sacramento y lo
hacen por razones sociales, ¿por qué no se les explica la
naturaleza del matrimonio cristiano y darles la opción de aceptar
tal doctrina o rechazarla? Si la rechazan, lo lógico es denegarles
la posibilidad de casarse en la Iglesia en
ese momento,
e
invitarles a una catequesis
más prolongada? Si no aceptan esta opción y quieren proceder a
celebrar
su matrimonio,
entonces no les queda
más opción
que celebrar un matrimonio
civil., pero
comúnmente acuden a la parroquia para celebrar su boda debido a
presiones de los padres o por razones estética en cuanto que
consideran la iglesia más adecuada para celebrar la ocasión con
solemnidad que una sala municipal.
¿Se puede proceder así, sin cerrarles la puerta para una futura
celebración
del sacramento? ¿Pero,
debido a que un cristiano bautizado tiene derecho a celebrar su
matrimonio en la Iglesia, esto quiere decir que puede a sabiendas
entrar en una matrimonio inválido? Otro problema es que “in
internis nisi ecclesia, es
decir, no podemos juzgar la conciencia de nadie. ¿No
será ésta una mejor opción que intentar cambiar la doctrina de la
Iglesia? ¿El hecho de que quieren celebrar su matrimonio en la
Iglesia por razones sociales no es al menos una indicación de que
quieren tener alguna relación, aunque sea tenua
con la Iglesia, y no podría ser una oportunidad para una obra
evangelizadora de estas personas?
El
23 de octubre de 2013 el Cardenal Muller, Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe publicó un artículo importante en
L'Osservatore Romano en el que defiende la doctrina tradicional de la
Iglesia sobre la indisolubilidad
del matrimonio
y comunión a los divorciados y vueltos a casar civilmente. Cabe
señalar que no se trata de unas opiniones personales, sino un
resumen de la doctrina oficial de la Iglesia en su calidad de
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Aprovechando
el Consistorio celebrado para la creación de nuevos cardenales el
Papa Francisco invitó al Cardenal Walter Kasper a hacer una ponencia
que fuera una colaboración a la preparación del próximo Sínodo
sobre la familia,
en la presencia de la casi totalidad
de los cardenales presentes en Roma para la ocasión. La
elección del Cardenal Kasper de parte del Papa Francisco para esta
tarea es interesante, debido a que desde los años 90 cuando él era
obispo diocesano en Alemania había promovido el cambio de la
práctica de la Iglesia respecto al tema de la comunión y los
divorciados en uniones civiles. Además, el 14 de febrero de 1994,
precisamente con la intención de dar una respuesta a la controversia
surgido en aquel momento sobre el tema, La Sagrada Congregación de
la Doctrina de la Fe con el entonces Cardenal Joseph Ratzinger como
Prefecto publicó el documento “A
propósito de algunas objeciones contra la doctrina de la Iglesia
sobre de la recepción de la Comunión eucarística por parte de los
fieles divorciados y vueltos a casar”,
en el que examina las propuestas de varios sectores de la Iglesia
incluyendo Kasper y sus compañeros obispos alemanes. Volveremos a
examinar este documento más adelante.
El
día siguiente
de la ponencia del Cardenal Kasper, el Papa Francisco lo alabó
profusamente, por lo cual podemos intuir que está de acuerdo con los
planteamientos
del cardenal alemán y que le gustaría que se produjera un cambio,
si no en la doctrina, al menos en la pastoral o en la praxis de los
tribunales eclesiásticos. De ahí surge otra pegunta: “Es posible
que la acción pastoral de la Iglesia haga caso omiso de su doctrina
en temas tan importantes como los sacramento de la Eucaristía y del
Matrimonio?
Las
reacciones a las ideas propuestas por el Cardenal Kasper en su
ponencia ante el Papa y el
colegio cardenalicio
no dejaron de llegar. El Cardenal Cafarra, ya Presidente del
Pontificio Instituto de la Familia Juan Pablo II, y uno de los
arquitectos de la Exhortación Apostólica Postsinodal de
Juan Pablo II Familiaris
Consortio, una
entrevista, siguiendo la nueva metodología de las disputas
teológicas en la Iglesia por medio de entrevistas a la prensa que se
difunden rápidamente
por Internet, cuestionó fuertemente los planteamientos de Kasper.
Posteriormente La Conferencia Episcopal Española, al parecer movida
por Monseñor Luis Ladaria, S.J, Secretario dela Congregación de la
Fe, publicó una lista de todos los documentos del Magisterio sobre
el tema de la comunión y los divorciados en nuevas uniones civiles.
Más tarde intervino el Cardenal Velasio de Paolis, un peso pesado
del Derecho Canónico con una conferencia en la que también rechaza
con contundencia
la posición defendida por el cardenal alemán. Ha
intervenido también el Cardenal Burke, Prefecto de la Sagrada
Signatura, el tribunal de apelaciones de la Santa Sede, es
decir,
el que detiene la mayor autoridad jurídica en la Iglesia.
La blogosfera ha estado muy activa en este debate. Tampoco ha faltado
otra entrevista el Cardenal Kasper en
la revista norteamericana Commonweal
en
la que vuelve a defender su tesis y cita lo dicho por el Papa
Francisco en la entrevista en el avión desde Rio de Janeiro a Roma,
según lo cual la mitad de los matrimonios
celebrados son nulos, como hemos notado arriba.
“También
hay una intervención importante del Papa Benedicto XVI en un
encuentro con el clero de la diócesis de Aosta el 25 de julio de
2005, respondiendo a una pegunta de un sacerdote afirma:
comprender que el problema es muy difícil y que se debe profundizar
aún más”.
En
este caso se trata de una situación concreta en la que una persona
ha recibido el Sacramento del Matrimonio en una situación de poca
fe, luego ha fracasado su matrimonio y ha tenido una experiencia de
conversión. Por ello, el Papa Benedicto reconoce éste como un caso
doloroso, pero no se puede decir que todos los casos sean así. “No
me atrevo a decir si realmente se puede encontrar aquí un momento de
invalidez, porque al sacramento le faltaba una dimensión
fundamental. Yo personalmente lo pensaba, pero los debates que
tuvimos me hicieron comprender que el problema es muy difícil y que
se debe profundizar aún más”.
Posteriormente
saltó a la prensa el caso de unas declaraciones de un argentino que
declara
que su esposa divorciada y vuelto a casar civilmente había escrito
al Papa Francisco sobre su caso y que la había autorizado a
comulgar en una llamada telefónica. Este
caso provocó más confusión
con unos titulares de periódicos afirmando: “El Papa autoriza a
divorciada y vuelta a casar a comulgar”, y otros “El Vaticano
aclaró que el papa Francisco no autoriza a los divorciados a
comulgar”. De hecho la Sala de Prensa del Vaticano tuvo sus
dificultades al intentar explicar este caso, afirmando en un
comunicado: “Las
noticias difundidas sobre esa materia -ya que están fuera del
ámbito propio de las relaciones personales- y su amplificación
mediática no tienen por lo tanto confirmación alguna de
fiabilidad y son fuente de malentendidos y confusión”. El mismo
párroco del
lugar
donde vive la mujer en cuestión consideró “imposible” que el
Papa Francisco le diera permiso a ella para comulgar. Parece muy raro
que un Papa resolviera una consulta de este tipo por teléfono,
saltando las instancias locales como son el párroco y el obispado
local.
En
una entrevista posterior del Papa Francisco, este vez en el avión de
vuelta de Tierra Santa, más que un cambio de doctrina parece enseñar
la posibilidad de mejorar la actuación de los tribunales
eclesiásticos. Este solución tampoco deja de tener sus problemas,
pues no pocos cuestionan su actuación en algunos países y lo ven
como un divorcio por la puerta trasera.
Artículo
del Cardenal Gerhard L. Muller publicado en L'Osservatore Romano
sobre Sobre
la indisolubilidad del matrimonio y el debate acerca de los
divorciados vueltos a casar y los sacramentos
.
En
este artículo el Prefecto de la Sagrada Congregación de la
Doctrina de la Fe no deja ninguna duda sobre la doctrina de la
Iglesia en el tema que estamos analizando. Al momento que reconoce la
inquietud de no pocos católicos de países de larga tradición
cristiana que pregunta sobre la posibilidad de que la Iglesia pueda
permitir acceder a los sacramentos a personas divorciadas y en nuevas
uniones civiles. Afirma que la respuesta teológica
a
tal problema parte de
la revelación divina se
le
que tiene que prestar el pleno obsequio del entendimiento y de la
voluntad (Dei Verbum 5). Luego realiza un amplio recorrido de la
doctrina de la Iglesia partiendo de la Sagrada Escritura, la
Tradición de la Iglesia y el Magisterio en épocas recientes para
terminar ocn unos comentarios teológico morales y desde una
perspectiva de la solicitud pastoral. A continuación presento una
breve síntesis de los puntos salientes de la intervención del
Cardenal Muller.
Partiendo
de los textos clásicos del decálogo que prohíben
el adulterio y reconociendo que aunque se acepta el divorcio en el
Antiguo Testamento, hay una cierta reticencia hacia esta práctica
que no concuerda
con el importante concepto de la relación esponsal de Dios con su
Pueblo y cita al Profeta Malaquías: “ “No
traicionarás a la esposa de tu juventud... siendo así que ella era
tu compañera y la mujer de tu alianza” (cfr Mal 2,14-15).
Este es el contexto en el que Jesucristo presenta su doctrina en
contra del divorcio, que Moisés había permitido debido a la “dureza
de corazón” del hombre, mientras remite al plan originario de Dios
sobre el matrimonio en el libro del Génesis
(Mc 10,5-9;
Mt 19; Lc 16,18), La Iglesia Católica siempre ha acogido esta
doctrina como proveniente de Dios y sin posibilidad de revisión. El
pacto establecido entre los cónyuges proviene de Dios y los hombres
no pueden disponer de él.
Hay
un discusión entre los exegetas acerca de cierta flexibilidad sobre
el tema en referencia al texto de San Mateo sobre la porneia
(fornicación)
(Mt 5,32;19,9). Sin embargo, muchos consideran que tales textos se
refieren a uniones inválidas que no constituyen ninguna excepción a
la indisolubilidad. Luego analiza los textos de San Pablo de la
Primera Carta a los Corintios (7,12-16), que ha llegado a ser la base
del así llamado privilegio
paulino
según
el cual es posible disolver un matrimonio de derecho natural “a
favor de la fe” del cónyuge convertido al cristianismo, y el texto
clásico de Efesios: “Maridos,
amad a vuestras esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó
por ella” (Ef 5,25;
y “Por
eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su
mujer, y los dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y
yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia” (Ef 5,31-32).
Pasando
a la Tradición de la Iglesia el Cardenal recuerda que los Padres de
la Iglesia mantuvieron firmemente la doctrina del Señor sobre la
indisolubilidad del matrimonio. Luego de la separación de las
Iglesias Orientales de la Catedra
Petri
se desarrolló una “indulgencia pastoral” basada en la Oikonomía
que permite segundas o terceras nupcias con carácter
penitencial. Afirma con contundencia: “ Esta
práctica no es coherente con la voluntad de Dios, tal como se
expresa en las palabras de Jesús sobre la indisolubilidad del
matrimonio, y representa una dificultad significativa para el
ecumenismo
“. La
Reforma Gregoriana volvió a auténtica tradición de la Iglesia
después de ciertas tendencias liberalizadoras. También el Concilio
de Trento reitera la doctrina
de la indisolubilidad del matrimonio y afirma que no es cierto que ha
habido una cierta tolerancia por la praxis
oriental, sino al contrario se instó la práctica de exigir una
profesión de fe a conversos al catolicismo
que afirma la imposibilidad de un segundo o tercer matrimonio.
Igualmente
el Concilio Vaticano II en la Gaudium
et Spes reafirma
claramente la doctrina tradicional: “Esta
íntima unión, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el
bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su
indisoluble unidad” (n. 48).
El matrimonio sacramental pertenece a la economía de la gracia y
sólo se puede vivir en relación con Jesucristo Nuestro Señor.
En
cuanto al Magisterio más reciente la Familiaris
Consortio, publicada
el 22 de noviembre de 1981 como
fruto del Sínodo de Obispos sobre la familia mantiene con toda
claridad la doctrina de la indisolubilidad
del matrimonio y trata el tema de los cristianos divorciados y
vueltos a casar. La exhortación invita a los pastores a discernir
bien cada situación. Estas personas pertenecen a la Iglesia y
necesitan de la solicitud pastoral de los pastores. Sin embargo no
pueden acceder a la Eucaristía
debido a que su estado contradice objetivamente la
unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada
en la Eucaristía”
(FC
84) Otra
práctica induciría a los fieles al error acerca de la
indisolubilidad del matrimonio.
Síntesis
de la intervención del Cardenal Kasper ante el Papa y el Colegio
Cardenalicio.
En
primer lugar el cardenal alemán propone el problema de la comunión
para los divorciados y vueltos a casar civilmente se debe tocar según
un nuevo paradigma, que no sea el de la Iglesia y los sacramentos
sino de los que sufren y piden ayuda. Propone plantear unas
preguntas.
Kasper,
como no puede ser de otra manera, reitera el hecho de que no se puede
proponer un nuevo matrimonio en el caso de personas ya casadas
válidamente en la Iglesia con el Sacramento del Matrimonio mientras
vivan los dos cónyuges, pues esto proviene de una tradición de fe
vinculante que no se puede abandonar. A continuación plantea una
suerte de disyuntiva entre los que llama “un binomio indisoluble de
fidelidad y misericordia de Dios” en la acción pastoral de la
Iglesia en el caso de los divorciados y en una unión civil con otra
persona. Esta situación la considera similar a la que se enfrentó
el Concilio Vaticano II en casos como el ecumenismo y la libertad
religiosa. Constatando la fidelidad del Concilio a la tradición y al
mismo tiempo una solución que abría las puertas. Pregunta el docto
cardenal alemás si no se puede hacer otro tatno en el caso espinoso
que nos toca tratar ahora.
Basándose
en el discurso del Papa Francisco a la Rota Romana el 24 de enero de
2014 en el que afirma
que la dimensión jurídica y la pastoral no están opuestas. La
pastoral
y la misericordia no se contraponen a la justicia sino que son “la
justicia suprema”. Recuerda que los tribunales eclesiásticos no
resuelven meros casos sino se trata de personas con una dignidad
única y que no bastaría resolver estas situaciones tan sólo en
base a documentos.
En
segundo lugar, Kasper no le parece oportuno ni conveniente resolver
ettas situaciones mediante la ampliación de la acción de los
tribunales eclesiásticos porque daría la impresión de que la
Iglesia estuviera entregando divorcios de una forma tramposa. Hace
referencia a la invitación hecha por la Congregación de la
Doctrina de la Fe en 1994 y por el Papa Benedicto XVI en el Encuentro
de las Familias en Milán en 2012 a estas personas de hacer una
comunión espiritual. Sin embargo, nuestro
cardenal si
bien
reconoce
el valor de la comunión espiritual, cuestiona esta solución: “¿no
es tal vez una instrumentalización de la persona que sufre y pide
ayuda si hacemos de ella un signo y una advertencia para los otros?
¿La dejamos morir sacramentalmente de hambre para que otros vivan?”
A
continuación y en tercer
lugar, Kasper trae a
colación algunos casos que se dieron en la Iglesia antigua como
posible solución en tales casos difíciles
al tiempo que hace referencia a un artículo de J. Ratzinger
publicado en 1972 que menciona un derecho consuetudinario
según el cual
cristianos vivían
un segundo vínculo mientras vivía el primer esposo después de un
período de penitencia. Indica que a través de la comunión tenían
a disposición “una tabla de salvación”. Por ello plantea la
siguiente pregunta: ¿esta
vía más allá del rigorismo y del laxismo, la vía de la
conversión, que desemboca en el sacramento de la misericordia, en el
sacramento de la penitencia, es también el camino que podemos
recorrer en la presente cuestión?
a
Por
lo tanto el Cardenal Kapser pregunta si en el caso de personas que se
han arrepentido del fracaso de su primer matrimonio y que no pueden
abandonar los nuevos compromisos asumidos y
si intenta con todas sus fuerzas vivir el segundo matrimonio, si se
debe negarles
después de un tiempo de “metanoia” el acceso al sacramento de la
penitencia y luego la comunión, No la plantea
como una vía
general sin más bien un pequeño grupo de personas en esta
situación. Además, señala el cardenal alemán
que el hecho de ver a sus
padres acercarse a los sacramentos, los hijos de la nueva unión
estaria más inclinados a hacer otro tanto ellos, y así no
perderíamos una nueva generación.
En
cuarto lugar, Kasper acude a la práctica de la Iglesia de los
orígenes para sacar otro argumento. Después de mencionar varios
estudios históricos y exegéticos sobre el tema, afirma que en
muchas iglesias locales, después de un período de penitencia, de
acuerdo con el derecho consuetudinario, después
de la penitencia se practicaba “ la
tolerancia pastoral, de la clemencia y de la indulgencia”.
Este derecho
consuetudinario habría sido reconocido
por Orígenes, San Basilio el Grande y San Gregorio Nacianceno. Tal
práctica debido a la autoridad de San Agustín fue abandonada en
Occidente, aunque según el cardenal alemán, no parece que éste
hubiera excluído
toda solución pastoral porque en algún texto habla
de pecado venial. También cuestiona, al igual que otros autores,
las declaraciones de nulidad por defecto de forma, práctica muy
tardía en la tradición. Para terminar con tema afirma: “J.
Ratzinger ha sugerido retomar de manera nueva la posición de
Basilio. Parecería ser una solución apropiada, solución que está
en la base de mis reflexiones”.
Crítica
de los planteamientos del Cardenal Kasper
Siguiendo
la costumbre ya establecida en este debate de dar entrevistas, el
Cardenal Carlo Caffarra, Arzobispo de Boloña, dio una entrevista
importante al periódico italiano Il
Foglio en
su ediciónd el 14 de marzo de 2014. Sin mencionar al Cardenal Kasper
y sus propuestas, las rechaza radicalmente y hace una defensa cerrada
de la Familiaris
Consortio (FC)
y también
de la Humanae
Vitae, además
de recomendar volver a estudiar las 93 catequesis del Papa Juan Pablo
II dadas en los primeros años de su Pontificado sobre el tema del
amor y la sexualidad, comúnmente denominada su Teología del Cuerpo.
Cabe
señalar que en el contexto de la preparación del próximo Sínodo
Extraordinario sobre la Famila se ha dicho que existe una situación
completamente nueva o inédita en cuanto a la familia y que la
doctrina de Humanae
Vitae
yo no tiene vigencia, cosa demostrada por las encuestas.
Afirma
Caffarra que en la FC se sigue un nuevo método en relación con el
matrimono y la familia. Tal método sigue la línea establecida por
el mismo Jesús cuando le preguntaron sobre el divorcio, Es decir,
rehusó entrar en la casuística, y más bien quiso volver a la
verdad sobre el matrimonio inscrita por Dios en la misma creación.
“Es
decir: debéis mirar allá donde el hombre y la mujer vienen a la
existencia, en la verdad plena de su ser hombre y mujer llamados a
ser una sola carne”.
La
FC tiene “un sentido sobrenatural de la fe” que no depende de las
opiniones de los fieles, La Iglesia puede también recurrir a los
estudios sociológicos para conocer mejor la verdad y la cultura de
la época, pero el sentido de la fe se refiere a lo que Dios en la
creación ha constituido en la misma naturaleza del hombre y la mujer
e igualmente la naturaleza del matrimonio y la familia, No se trata
tan solo de una norma a la que se pueda o no encontrar excepciones.
El
Arzobispo de Bolonia
afirma que la imagen que la FC no tiene nada que decir al mundo
actual es una caricatura.
También
el cardenal italiano hace una fuerte defensa de la acción poderosa
de la gracia cuando un pastor predica la verdad sobre el matrimonio y
la familia y no sus propias opiniones. Juntamente con esta
proclamación de la verdad entra en acción el Espíritu Santo en los
corazones de los oyentes. Afirma también que lo que piensan en
países centroeuropeos como Alemania, Austria o Suiza no corresponde
al sentir de la Iglesia en continentes enteros como Africa o Asia. En
el caso de África la Iglesia tiene que luchar contra la poligamia.
Afirma que 75% de los católicos en los países africanos son
contrarios a dar la comunión a los divorciados en uniones civiles, e
invita a escuchar también la voz de los pobres.
Entrando
ya en el tema específico de dar la comunión a los divorciados y
vueltos a casar civilmente, el Cardenal Caffarra pregunta: “¿qué
pasa con el primer matrimonio rato y consumado?
Si
la Iglesia da la Eucaristía a estas personas está legitimando
implícitamente esa segunda unión. En tal caso hay un ejercicio
de la sexualidad humana fuera del matrimonio legítimo que la Iglesia
no puede reconocer. Recuerda que el Papa Juan Pablo II en su
alocución a la Rota en el año 2000: “se
deduce claramente que el Magisterio de la Iglesia enseña la no
extensión de la potestad del Romano Pontífice a los matrimonios
sacramentales ratos y consumados como doctrina que se ha de
considerar definitiva, aunque no haya sido declarada de forma solemne
mediante un acto de definición» (NdR. n.6 de la Alocución). En
lenguaje técnico
se trata de una doctrina definitivamente propuesta por el Magisterio
que no admite discusión entre los teólogos a la que tienen que
acatar los fieles.
En
cuanto al sacramento del matrimonio, ciertamente sana en cuanto
libera en el hombre y la mujer la capacidad de amarse para siempre.
Además, es un don de Dios, pues “lo que Dios ha unido no lo separe
el hombre”. Gran parte del problema que tenemos hoy es que no se
enseña el verdadero sentido del matrimonio como sacramento a los
jóvenes que se casan y luego tenemos las consecuencias que ya
conocemos.
Caffarra
también toca el tema de la misericordia, que, como hemos señalado
arriba, lo tiene muy a pecho
el Cardenal Kasper y el mismo Papa Francisco. Lo ilumina con una
referencia a la actitud de Jesús ante el caso espinoso que le
presentaron los fariseos de la mujer cogida in fragranti en
adulterio. Ni la condeno, ni condonó el pecado cometido sino la
manda irse y no pecar más. La Iglesia tiene la misión de perdonar
pero en las misma condiciones que Jesús. Se perdonan los pecados más
graves como el homicidio cuando hay verdadero arrepentimiento, pero
“en
el caso
del divorciado vuelto a casar, la Iglesia dice: «éste
es el mal, el rechazo del don de Dios, la voluntad de despreciar el
vínculo puesto por el mismo Señor»” El
arrepentimiento quiere decir volver al matrimonio. De otra manera no
es serio decir que estoy arrepentido y permanezco
en la misma situación, cuando en realidad hay un ruptura objetiva
del vínculo del que se arrepienta esta persona.
Antes
de terminar la entrevista el Cardenal toca el tema de la misión del
confesor y la diferencia entre lo que se llamaba el púlpito y el
confesionario. A esto volveremos más adelante.
Intervención
del Cardinal Velasio de Paolis.
Otro
cardenal que ha salido con una defensa cerrada de la doctrina
tradicional de la Iglesia sobre la propuesta del Cardenal Kasper de
dar la comunión a divorciados y vueltos a casa es S.E. Velasio de
Paolis, ya Delegado Pontificio para los Legionarios de Cristo y un
notable experto en Derecho Canónico, en una conferencia pronunciada
el 14 de mayo de este año. Señalo a continuación los puntos
salientes de la intervención del cardenal italiano en este debate,
sin repetir puntos ya tratados arriba. En
su Conferencia dictada el 14 de mayo en la ocasión de la
inauguración del año jurídico del Tribunal Eclesiástico
de Umbria, De Paolis trata ampliamente la temática
fundamental actualmente en discusión en la ocasión del próximo
Sínodo Extraordinario sobre la Familia. Se
propone no sólo comentar sobre las consecuencias de la crisis que
padece la familiar en la actualidad sino buscar sus causas
fundamentales.
El
cardenal italiano hace un amplio recorrido de los antecedentes
históricos de la crisis que padecemos en la actualidad y señala la
fractura
de la fe y la razón tan característica del mundo moderno. En este
sentido luego de muchas condenas de parte de la Iglesia del derrotero
del mundo moderno, como es el caso del Syllabus Errorum de Pío IX ,
llegando al gran programa de “aggiornamento”
promovido por el Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II, que no
fue bien interpretado por muchos, se
llega a la situación actual.
Manifiesta con fuerza que la gran crisis de nuestra Iglesia actual es
la crisis de fe, En dos intentos de fortalecer la fe en los fieles
católicos los Papas Pablo VI y Benedicto XVI proclamaron sendos Años
de la Fe.
Indica que el gran problema no es el del acceso o no de los
divorciados y vueltos a casar a la comunión sino el sentido de los
sacramentos del matrimonio
y la Eucaristía. “El
Papa Benedicto XVI dirá en la encíclica Spe
salvi[7]que
con la revolución francesa la esperanza cristiana pierde su carácter
de trascendencia y se hace inmanente: se reduce a la dimensión
humana, es fruto simplemente de la actividad del hombre y se mueve en
esa dimensión. El hombre proclama su autonomía e independencia de
Dios. El hombre no tiene necesidad de Dios. El hombre ocupa el lugar
de Dios. Es el punto más alto de la modernidad, si por modernidad se
entiende la exaltación del hombre.”.
Nuestro
cardenal italiano
reitera
la doctrina tradicional de la Iglesia sobre la imposibilidad de las
personas divorciadas
y vueltas
a casar civilmente de acceder sea al sacramento de la penitencia como
de la Eucaristía, por estar en un estado objetivo de contradicción
a la ley divina y manifestar una falta de voluntad de remediar esta
situación. Rechaza con fuerza un concepto de misericordia que no
vaya de la mano con la conversión del pecador: “ El
cumplimiento de un mandamiento de Dios no es ni puede ser visto como
opuesto al amor y a la misericordia. Es más, todo mandamiento de
Dios, incluso el más severo, refleja el rostro del amor de Dios,
aunque no sea el de su amor misericordioso”. Como consecuencia no
se puede admitir a los divorciados y vueltos a casar a la Eucaristía
con el pretexto de la misericordia:
Ni
se puede aducir la debilidad humana o la falta de la vocación a la
continencia perfecta. La ley del Señor a v
a
veces puede
pedir acciones heroicas. Si el Señor nos encuentra en esta condición
no nos hará faltar la gracia. Ni se puede justificar la ayuda de la
cual la eventual persona inocente tiene necesidad para la educación
de los hijos. Y tanto menos se puede aducir la irreversibilidad de
la situación. Siempre por las mismas razones. Vivir conyugalmente
con una pareja que no es el propio marido o la propia mujer es
un acto intrínsecamente malo que no se puede jamás justificar por
ningún motivo. Es la doctrina moral católica confirmada
recientemente por el Sumo Pontífice Juan Pablo II en la encíclica
Veritatis
Splendor. Justificar
en estos casos el acceso a la Eucaristía afirmando que se trata de
casos singulares que
no se pueden medir con la ley, porque la ley no puede cubrir todos
los casos, es olvidar que en el caso presente se trata de una ley
divina que por su misma naturaleza cubre todos los casos y no admite
excepción, a menos que se quiera admitir la doctrina de la ética
de la situación, condenada por la Iglesia en la mencionada
encíclica Veritatis
splendor”
De
Paolis, en respuesta al planteamiento de Kasper arriba señalado,
recuerda que pese a que sean problemas individuales y dolorosos,
topan con un mismo obstáculo:
“la ilicitud de una convivencia more
uxorio entre
dos personas que no están ligadas por un verdadero vínculo
matrimonial”.
Luego
De
Paolis
aborda el tema de la pastoral en cuanto según algunos la ley siendo
universal o los principios dogmáticos no tienen aplicación a todos
los casos concretos y declara tal noción de la pastoral errónea:
“ sea
el arte con el cual la Iglesia se edifica a sí misma como pueblo de
Dios en la vida cotidiana. Es una arte que se funda sobre la
dogmática, sobre
la moral, sobre
la espiritualidad, y sobre el derecho de obrar prudentemente en el
caso concreto”,
Igualmente
rechaza lo que llama “los
equívocos de la misericordia”.
Aunque
la
misericordia
sea un aspecto del amor, no se identifica con el amor, pues el amor
tiene muchas facetas, Si bien es cierto que Dios es amor y perdona
siempre que no nos quedamos fuera del camino de ese amor de Dios por
nuestra falta de voluntad de conversión. Si bien es cierto que no
debemos ni podemos condenar a una persona, pero esto dista mucho de
no poder valorar moralmente una situación.
Después
de señalar que la cultura que es una manifestación de una
concepción filosófica y antropológica y que la fe tiene necesidad
de ella para expresarse, recuerda que la Iglesia siempre ha
reivindicado la competencia de interpretar el derecho natural, peor
la cultura no puede ser criterio último de verdad. El
Carnebal
De Paolis termina su intervención con la siguiente pregunta: “ ¿Cómo
puede ser que tantos cristianos sientan esto como un peso más bien
que como un don y lleven a cabo grandes esfuerzos para
redimensionarlo o aun más
para anularlo en vez de trabajar para defender la verdad y dar el
testimonio del gozo de vivirlo?
Instrumentum
laboris para el Sínodo Extraordinario de octubre de 2014
El
25 de junio de 2014 se presentó en el Vaticano el Instrmentum
laboris o Documento de trabajo para el Sínodo de 2014.
Está basado principalmente en las respuestas de las Conferencias
Episcopales al cuestionario enviado hace varios meses con la
intención de conocer la situación de los fieles católicos en todo
el mundo respecto a los temas fundamentales que constituyen la actual
crisis de la familia en el mundo y en la Iglesia. El
tema de los divorciados vueltos a casar lo trata dentro del Capítulo
III sobre Situaciones
pastorales difíciles.
En realidad el documento presenta una imagen desoladora
de la familia
desde la perspectiva cristiana y los datos que presente son
preocupantes. Da la impresión que los únicos que tienen una idea
clara de la naturaleza del matrimonio la familia cristianos son los
que forman parte de movimientos apostólicos y familiares. El numeral
89 presenta una sintesis
de la situación de estas personas que va de “la falta de
conciencia de su situación a la indiferencia. Los hay que ven su
situación irregular con despreocupación y no tienen interés en
acudir a los sacramentos de la Penitencia
y la Eucaristía.
De éstos, gracias a un camino catequético o de conversión, los
hay que toman conciencia de su situación irregular. Frecuentemente
no entienden la relación intrínseca entre el bautismo, la
Eucaristía y el matrimonio. Fallan los itinerarios
catequéticos en cuanto no explican bien el vínculo entre estos
sacramentos.
“Muchos
sienten frustración y se sienten marginados. Algunos se preguntan
por qué los otros pecados se perdonan y éste no;o bien por qué
los religiosos y sacerdotes que han recibido la dispensa de sus
votos y de las obligaciones sacerdotales pueden celebrar el
matrimonio y recibir la comunión, mientras que los divorciados
vueltos a casar no. Todo esto pone de relieve la necesidad de una
oportuna formación e información
“ (IL 92)
A
continuación el documento.
observa que hay un buen número de conferencias episcopales que
expresan el deseo de que la Iglesia
”se
dote de instrumentos pastorales mediante los cuales se abra la
posibilidad de ejercer una misericordia, clemencia e indulgencia más
amplias respecto de las nuevas uniones” (IL 92). En cuanto a los
sacramentos se indica que un buen número de los que se encuentran en
esta situación la resuelven “ a través de un sacerdote que
condescienda a la petición de acceso a los sacramentos. Al respecto,
se señala (en particular en Europa y en América Latina) un modo
distinto de responder de parte de los pastores. A veces, estos fieles
se alejan de la Iglesia o pasan a otras confesiones cristianas”.
(ibid 93). También
se sugiere la agilización de las causas matrimoniales en los
tribunales eclesiásticas y posiblemente eliminar la necesidad de
tener dos sentencias y reducir el costo de tales procesos. Existe la
propuesta
de obviar los procesos judiciales largos y difíciles a través de
procesos administrativos. Recurriendo a ideas expresadas por el
Papa Francisco el documento sugiere la necesidad de que la Iglesia
“Ciertamente, en estos casos, la Iglesia no debe asumir la actitud
de juez que condena (cfr. Papa Francisco, Homilía
del 28 de febrero de 2014),
sino la de una madre que acoge siempre a sus hijos y cura sus heridas
(cfr. EG 139-141).
Con gran misericordia, la Iglesia está llamada a encontrar formas de
“compañía” para sostener a estos hijos suyos en un itinerario
de reconciliación. Con comprensión y paciencia, es importante
explicar que el hecho de no poder acceder a los sacramentos no
significa quedar excluidos de la vida cristiana y de la relación con
Dios “ (Ibid 103). ene
Observaciones
críticas acerca del debate en curso sobre la situación eclesial
de los divorciados vueltos a casar.
Después
de nuestro
recorrido por las principales
intervenciones
de parte de los defensores de y opositores de dar la comunión a los
divorciados vueltos a casar, cabe preguntar ¿cuál ha sido el motivo
del Papa Francisco en abrir tal debate? Pareciera que favoreciese
personalmente una solución que diera la comunión a estas personas
de acuerdo con la tesis del Cardenal Kasper. Sin embargo, el Sínodo
tiene un fin pastoral y no tiene competencia para proponer cambios en
la doctrina de la Iglesia. El
debate
ha sacado a luz varios temas que pudieran ser profundizados por los
teólogos.
Pareciera que en la mente de algunos la doctrina puede ir por un
carril y la pastoral por otro,
de manera que se hable de un “solución pastoral”, gracias a la
cual el confesor autorizaría a una persona divorciada y vuelta a
casar comulgar en el caso de que no se pudiera lograr una resolución
favorable en el tribunal eclesiástico competente y la persona esté
subjetivamente convencida de que su matrimonio no fue válida.
El Papa San Juan Pablo II, con su encíclica Dives
en misericordia
y su posterior institución de la Fiesta de la Divina Misericordia,
ha promovido la gran importancia de la misericordia en la vida de la
Iglesia. La Iglesia ha de ejercer el ministerio de la misericordia de
Dios sobre todo el el Sacramento de la Penitencia, pero ¿se puede
hablar de la misericordia infinita de Dios en el caso de los que no
están dispuestos a convertirse, a dejar el camino del pecado y
volver al cumplimento de los mandamientos de la ley de Dios?
Conviene volver a recordar la naturaleza bíblica y teológica de la
misericordia divina. El Cardenal Kasper argumenta que como en el caso
del ecumenismo y la libertad religiosa en el Concilio Vaticano, así
también en este caso hay posibilidad de un desarrollo de la
doctrina. ¿Qué se puede decir de esta propuesta? ¿
La propuesta de agilizar los procesos matrimoniales en los tribunales
eclesiásticos también tiene
sus problemas. ¿No
se daría una suerte de declaraciones de nulidad “exprés” y por
ende un divorcio eclesiástico? ¿Tanto énfasis en la misericordia
de Dios y el sufrimiento de las personas que se encuentran en este
tipo de irregularidad
debido a haber entrado en unas nupcias civiles luego del fracaso de
su matrimonio no deja en la sombra otras verdades fundamentales del
cristianismo como la necesidad imperiosa de seguir a Jesucristo hasta
ha cruz y que no hay vida humana sin sufrimientos y dolores a veces
agudos y prolongados, o el poder de la gracia?
¿Qué
implica
la idea expresada, al parecer con aprobación por el Papa Francisco
que la mitad de los matrimonios
celebrados en la Iglesia son inválidos? ¿Esto es posible? Un
canonista estadounidense laico Edward Peters propone que se revise la
disposición del Concilio de Trento en su Decreto Tametsi
según
el cual es necesario la forma canónica para validez del matrimonio,
que en en Estados Unidos se están dando muchas declaraciones de
nulidad debido a que parejas se han casado en la Iglesia de forma
tramposa a sabiendas de que el matrimonio era inválido. ¿Qué se
puede decir de esto y sería una solución al menos parcial
al problema? Esta
solución puede resolver algunos problemas que se dan en Estados
Unidos donde al parecer algunas parejas por falta de la forma
canónica se casan inválidamente y luego es posible declarara tal
matrimonio nulo.
Requisitos
generales para que un católico puede recibir la Sagrada Eucaristía
Dado
que nuestra discusión versa sobre la posibilidad o no de que los
divorciados y vueltso a casar civilmente puedan recibir la comunión,
conviene recordar las normas de la Iglesia para que cualquier fiel la
pueda recibir. Ya
el Papa San Pío X invitaba a los católicos a recibir la comunión
con frecuencia y permitió que los niños a partir de gozar del uso
de la razón que se considera que se da a los siete años de edad. El
santo Pontífice
intentaba terminar con ciertos resquicios del jansenismo que todavía
perduraba en la Iglesia. Los principales requisitos para que
cualquier católico pueda recibir la comunión son que cumpla el
ayuno eucarístico que en nuestros
días queda reducido a una hora y principalmente que tenga conciencia
de estar libre de pecados graves o mortales, de acuerdo con lo
establecido por San Pablo en su Primera Carta a los Corintios:
“Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba la copa.
Pues,
quien come y bebe sin discernir el Cuerpo. Come y bebe su propio
castigo (11,28-29). Por ello, el Derecho Canónico
en su canon 915 indica:
“No
deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que
están en entredicho después de la imposición o de la declaración
de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto
pecado grave”.
Debido
a
que
que no pocos opinaban que este canon no se aplica a los
divorciados y vueltos a casar la Pontificia Comisión para los Textos
Legislativos señala enn una declaración publicada el 24 de junio de
200o
al tiempo que recuerda lo que indica el Catecismo en su numeral 1820,
señala:
“Hoy
son numerosos en muchos países los católicos que recurren al
divorcio según las leyes civiles y que contraen también civilmente
una nueva unión. La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra de
Jesucristo (‘Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete
a adulterio
contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro,
comete adulterio’: Mc 10,11-12), que no puede reconocer como
válida esta nueva unión, si era válido el primer matrimonio.
Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una
situación que contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo
cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista
esta situación, y por la misma razón no pueden ejercer ciertas
responsabilidades eclesiales. La reconciliación mediante el
sacramento de la penitencia no puede ser concedida más que aquellos
que se arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la
fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total
continencia”.
El
25 de julio 2013 el Pontificio Consejo para la Familia se sintió
obligada a negar una noticia publicada en el diario italiano
La
república la
Santa Sede estaba preparando un documento que iba a cambair esta
disciplina. La única via que les queda abierta a estas personas es
la de la comunión espiritual que todos los católicos pueden hacer
con fruto cuando por alguna razón se encuentran en la imposibilidad
de comulgar sacramentalmente.
Los
Papas y documentos oficiales han reiterado constantemente el hecho
que las personas que se encuentran en situaciones irregulares debido
al divorcio y estar en una nueva unión civil no están excluidos
de la Iglesia. Tampoco la Iglesia juzga su culpabilidad subjetiva en
su situación pero participar en la celebración de la Eucaristía
sin comulgar tiene un gran valor. Durante muchos siglos grandes
santos, como por ejemplo Santa Teresa de Jesús, no comulgaban
diariamente y no podemos pensar que era inútil su participación en
la misa, que por otra parte no entendían si desconocían el latín.
De hecho existe una pobreza litúrgica en cuanto que prácticamente
la única liturgia que muchos católicos conocen es la misa.
Tradicionalmente se cantaban vísperas solemnes en las catedrales y
monasterios los domingos y días festivos con la participación de
fieles. También participaban en la exposición al Santísimo con un
período de adoración y posiblemente algún sermón. Afortunadamente
estas prácticas se están recuperando en un buen número de
parroquias y catedrales. También las bendiciones son liturgia y el
Bendicional entrega una gran multitud de posibilidades para celebrar
solemnemente diversas bendiciones, que pueden ser no solamente de
cosas como edificios, sino también de personas,
Existen
las liturgias penitenciales según el segundo rito del Ritual del
Sacramento de la Penitencia que se celebra con cantos, lecturas,
salmos, homilía, examen de conciencia con confesión individual a
los sacerdotes. Este rito que puede ser muy provechoso para los
fieles y puede ayudar a que capten el sentido comunitaria de la
reconciliación con Dios y con la Iglesia que se realiza a través
del sacramento, requiere la asistencia de varios sacerdotes. Habría
que insistir
en la catequesis en el hecho de que la Eucaristía es un don
inmerecido para cuya recepción debemos disponernos y cargar menos
sobre el derecho de recibirla.
La
importancia de la misericordia
Ciertamente
el legado que ha dejado San Juan Pablo II a la Iglesia en relación a
la misericordia es un gran tesoro que se está viviendo con más
fuerza en muchas partes. También sabemos que el Papa Francisco tiene
muy a pecho la necesidad de que la Iglesia sea una instancia de
misericordia, según la conocida metáfora que ha utilizado
comparando la Iglesia como un hospital de campaña. En
la encíclica
Dives
en misericordia, después
de tratar ampliamente el concepto de misericordia en el Antiguo
Testamento, con particular
énfasis en la palabra, cuyo significado explica ampliamente en una
larga nota, manifiesta como la misericordia de Dios está presente a
lo largo de todo el Antiguo Testamento y en particular en los textos
proféticos. En el Nuevo Testamento repara de manera particular
en la parábola del Hijo Pródigo qua largamente haciendo hincapié
en el hecho
de que lo más grave es que el hijo pierda su dignidad de hijo en la
casa de su padre y cómo la recupera por la actitud misericordiosa
del padre que lo acoge y restituye
a su antigua dignidad de hijo. El papa polaco se manifiesta muy
interesado
en señalar cómo la misericordia supera la estrechez de la justicia,
pues ésta
parece ser la idea central de su carta. De manera muy oportuna
expresa la íntima relación que existe entre la conversión y la
experiencia de la misericordia de Dios: “El
auténtico conocimiento de Dios, Dios de la misericordia y del amor
benigno, es una constante e inagotable fuente de conversión, no
solamente como momentáneo acto interior, sino también como
disposición estable, como estado de ánimo. Quienes llegan a conocer
de este modo a Dios, quienes lo « ven » así, no pueden vivir sino
convirtiéndose sin cesar a El”.
Es decir, la Iglesia ha de proclamar la misericordia de Dios para que
los fieles puedan llegar a convertirse, que que se conviertan primero
para descubrir la misericordia, pues, “Dios nos ama primero”.
Si
bien es cierto que la
misericordia supera la fría justicia, tampoco anula la justicia,
pues Jesucristo tes también Juez de Vivos y Muertos. El
evangelio la misericordia va de la mano de la auténtica conversión
o cambio de vida (metanoia,
que significa “cambio de mente o mentalidad”; “epistrofe” que
significa “dar una vuelta en U”, como
se dice coloquialmente),
como es el caso del mismo hijo pródigo, de Zaqueo, de la mujer
encontrada en flagrante
adulterio. El relato del juicio final tal y como lo encontramos
en el evangelio de San Mateo, tiene al Señor ejerciendo misericordia
con los que en su vida terrena la ejercieron con “los más
pequeños”, y condenando al “fuego eterno” a los que no la
practicaron (Mt 25,31-46). En el caso del fariseo y el publicano
en el tiemplo, éste se presenta a Dios en toda su miseria y le pide
que le haga misericordia. Jesús indica que éste bajo a su casa
justificado mientras el fariseo no, pues no reconoció sus pecados ni
su miseria. Por
ello para poder experimentar la misericordia de Dios se requiere una
humilde admisión de los propios pecados y no un intento de
reivindicar la propia inocencia (Lc 18,0-14). Por ellos, tanto en el
Antiguo Testamento como el el Nuevo, la experiencia de la
misericordia divina necesita no sólo de la intervención de Dios
sino de la acogida de ella de parte del hombre.
Por
lo tanto la Iglesia en su pastoral en el caso de personas que han
experimentado situaciones dolorosas de abandono de parte de un
cónyuge ha de proclamar la misericordia de Dios, pero ojalá pueda
intervenir a tiempo y acompañar a estas personas para que no lleguen
al “hospital
de campaña”. Con frecuencia los abuelos ayudan a criar a los hijos
abandonados por el cónyuge que irresponsblemente
los ha abandonado. También la comunidad parroquial podría hacer
mucho
para ayudar a estas personas. Se podría formar grupos parroquiales
dedicados a esta tarea. Se les podría ayudar a averiguar
si su caso tiene remedio en los tribunales eclesiásticos. Primero
debemos intentar evitar que se sientan solas y abandonadas y puedan
superar el trauma de la separación y a los hijos también.
La
así llamada “solución del fuero interno”.
Cuando
una persona divorciada y vuelta
a casar acude a un sacerdote para intentar volver a los sacramentos ,
esta persona estás subjetivamente convencida que su matrimonio
no fue válido, suele recomendar que acuda al tribunal eclesiástico
para intentar resolver
su caso. A veces no es posible proceder
for falta de datos o testigos. Entonces se ha propuesto que se puede
recurrir a lo que se llama la solución en el “fuero interno”. He
leído en webs de sacerdotes
en Estados Unidos que proponen esta “solución” en la confesión.
Autorizan a esta persona a comulgar tal vez en otra parroquia debido
al posible escándalo. Un
sacerdote franciscano llamado Tom Richstatter, Profesor
de Teología
Sistemática en Meinerad Seminaary en Estados Unidos.
en su web personal entrega con lujo detalles una explicación de lo
que consistiría la solución de fuero
interno.
Sin embargo, no sustenta su opinión en ningún documento
oficial del Magisterio. Sí hace referencias generales y vagas a
documentos del Vaticano, pero no tienen que ver con este tema. Es
decir, según él y otros, los que no pueden lograr una declaración
de nulidad y están
subjetivamente convencidos que su matrimonio es nulo pueden, previa
consulta
con un sacerdote en la confesión acudir a comulgar.. Sin embargo,
ésta no es la auténtica solución de fuero interno.
Sí
existe la solución de fuero interno avalado por el Magisterio de la
Iglesia en tales casos, con la diferencia que la persona en cuestión
que no puede lograr una declaración de nulidad puede acudir a su
párroco y si se compromete a vivir en perfecta continencia, lo que
se suele llamar “como hermano y hermana” pueden recibir la
comunión, pero si es el caso tendrían que acudir a una parroquia
donde su caso no es conocidio para evitar escándalo o malos
entendidos.
En
el Pontificado del Papa Pablo VI hay una carta de la Sagrada
Congregación de la Doctrina de la Fe del 9 de abril de 1973, y otra
el 31 de marzo de 1973,
que se refieren a la “práctica aprobada por la Iglesia”, y ésta
última carta explica que consiste
en que vivan “según principios morales cristianos” y que se
evite el escándalo.
El canon 1085,2 prohíbe
entrar en otra unión a no ser que se haya logrado la declaración de
nulidad del matrimonio o su disolución. Hay también una carta de la
misma Congregación de la Doctrina de la Fe, firmada por el Cardenal
Joseph Ratzinger del 14 de septiembre de 1994 , mencionada arriba,
que reitera la misma doctrina y se basa en la Familiaris
Consortio de Juan
Pablo II que también insiste en la necesidad
de mantener perfecta continencia en tales casos. Cualquier otra
propuesta de una solución del fuero interno que no coincida con ésta
repetidamente
propuesta por el Magisterio de la Iglesia no es válida.
Algunos
argumentan en contra de esta solución desde la supremacía de la
propia conciencia subjetiva, como han lo han hecho también en contra
de la doctrina de la Iglesia en contra del uso de los anticonceptivos
según la encíclica Humanae
Vitae.
En primer lugar, el fiel católico tiene el deber de formar bien su
conciencia y lo hará guiándose por el Magisterio de la Iglesia. El
fiel común no tiene ni la capacidad ni el tiempo disponible de hacer
un estudio pormenorizado de todos los temas morales desde sus
principios en la ley natural y la Sagrada Escritura, como la
Tradición de la Iglesia, los Concilios y la tradición teológica.
Tampoco es necesaria tal tarea cuando la Iglesia ha publicado el
Catecismo
de la Iglesia Católica y el Compendio
del mismo fácilmente disponible para orientar al fiel católico
sobre lo que la Iglesia enseña. También las encíclicas y otros
documentos importantes están a la mano en Internet. Además, el
matrimonio, tanto civil como canónico, es una realidad objetiva,
externa con importancia en la sociedad y su existencia o falta de
ella no está sujeta al capricho de la conciencia personal de cada
uno. En el caso del sacramento, es Dios quien une a los esposos, “lo
que Dios ha unido no lo separe el hombre”. Retomando una idea
recogida arriba de la intervención
del Cardenal De Paolis, la tradición moral católica basada en la
Sagrada Escritura no permite realizar los actos propios del consorcio
sexual más que a los que están legítimamente casados en la
Iglesia. Por ello la situación de los divorciados y vueltos a casar
civilmente están en una situación objetivamente contrario al
proyecto de Dios, no pueden acudir a recibir los sacramentos, excepto
en el caso de la “solución de fuero interno” descrita arriba
según el Magisterio de la Iglesia.
Deficiencias
en la catequesis prematrimonial
Además
del tema que nos ocupa, el Documento de Trabajo para el Sínodo
trata de otros muchos problemas relacionados como las parejas de
hecho, los que se casan civilmente para luego tal vez hacer el
casamiento en la Iglesia. El documento tambíén
indica que el tema de fondo es la falta de verdadera evangelización
y una catequesis adecuada además de la tremenda presión que ejerce
la sociedad actual a través de los medios de comunicación y las
mismas leyes de los estados en contra de sentido cristiano del
matrimonio y la familia y
de la sexualidad humana en general.
La gran mayoría de los católicos bautizados o desconocen la
doctrina de la Iglesia acerca de la sexualidad humana y el verdadero
sentido del matrimonio cristiano, o simplemente la rechazan en parte
porque las
noticias
que reciben de ella provienen
de los medios que tienen a propagar una concepción hedonista,
materialista y relativista, individualista de la vida. La ven como un
atentado contra su libertad personal y un resto de épocas
oscurantistas como la Edad Media. El concepto de la educación que
manejan los políticos, los medios y la sociedad en general es
materialista, “economista”. Es decir, el joven aprende
que es preciso estudiar duro para sacar una carrera o una profesión.
Igualmente sabe que para tener éxito en el deporte tiene que
esforzarse, y hacer muchos sacrificios. En cambio, es prácticamente
un dogma secularista que todo mundo tiene “derecho” al máximo de
goce sexual con tal de que no sea con menores de edad. Así
que se inician a temprana edad en el consumo del alcohol y de otras
drogas recreativas, y en las experiencias
sexuales, sean éstas pornografía, masturbación, relaciones
sexuales. En vez de enseñarles a los jóvenes el valor del
autocontrol, del respeto al otro y
la virtud, le entrega este mensaje: “tengan sexo, pero aquí
están estos condones o estas píldoras para “protegerse”.
Muchos
padres de familia no dialogan con sus hijos o simplemente les
recomiendan a usar “protección” para no quedarse embarazadas las
chicas. Sin embargo, tales consejos no funcionan porque los embarazos
juveniles y el número de madre solteras, como el número de
abortos aumenta exponencialmente.
m
¿Ante
tal avalancha de propaganda barata dirigida por todos los medios a
una juventud erotizada, qué puede hacer la Iglesia? Incluso jóvenes
que participan en grupos juveniles parroquiales quedan embarazadas o
se juntan sin casarse. El
fracaso rotundo de
la catequesis tanto para la Primera Comunión como la Confirmación
evidente.
Durante los seis meses que dura la catequesis que se da en
preparación para amnos sacramentos se ven muchos niños y jóvenes
en la misa. El domingo siguiente después de recibir el sacramento y
no regresa casi ninguno. En el período entre la Primera Comunión y
la Confirmación, unos cinco años no han tenido ninguna experiencia
de Iglesia
ni se han confesado. ¿Es posible cambiar
esta situación y lograr que la catequesis para la Confirmación se
convierta en una ocasión en la que los jóvenes hagan un compromiso
personal de seguir a Jesucristo y asumir su posición en la Iglesia
como cristianos adultos? Estamos entregando sacramentos a personas
no evangelizadas. Si decimos que no, entonces la causa está perdida,
pero en este momento no se ve ninguna inquietud
sobre esta situación de parte de los obispos ni de los párrocos.
Muchos
de estos jóvenes entran luego en universidades a estudiar carreras
que los llevan al hábito de la racionalidad científica. Con una
formación cristiana basada principalmente en sentimientos, piedad
popular difícilmente podrán llegar a tener una fe madura que sepa
responder a estos desafíos.
Luego
cuando acuden a la parroquia para casarse se les ofrece unas charlas
que suportan como una suerte de peaje en muchos casos para mantener
contentos a los padres o para casarse en un ambiente más hermoso que
una sala municipal. Parece obvio que estas charlas no son suficientes
ni la parroquia está adecuadamente preparada para entregar una
preparación a
la altura de las exigencias actuales cuando muchos de los que acuden
a ella para casarse no están evangelizados. .
Debería de encargarse de esta catequesis prematrimonial el obispado
organizándola tal vez a nivel de Vicarías Foráneas, o
Arziprestazgos. Tendría que ser más dinámica y participativa e
involucrar a psicólogos
y otros profesionales, como también parejas mayores que sean capaces
de estimular a los jóvenes con sus testimonios y rica experiencia.
Luego
se requiere un seguimiento de los jóvenes recién casados que se
quedan a vivir en la misma parroquia poder avisar a la otra parroquia
donde se van a vivir para que desde allí los atiendan. Esto requiere
una buena pastoral
familiar y la colaboración de movimientos familiares.
Conclusiones
Después
de haber analizado la propuesta de un cambio en la praxis
de la Iglesia respecto
a la negativa de dar la comunión a los fieles divorciados y vueltos
a casar, pero no la doctrina, cosa muy difícil de entender, y las
principales respuestas provenientes de voces autorizadas dentro del
colegio cardenalicio, podemos sacar algunas conclusiones. No
queda muy claro por qué el Papa Francisco promovió este debate al
nombrar al Cardnal Kasper para dar una ponencia a los cardenales
sobre el tema cuando la posición de Kapter es muy conocida desde
hace un par de décadas. No cabe duda que el cardenal alemán es un
teólogo de peso en la Iglesia. Sin embargo, no calza la opinión que
expresa según la cual pudiera darse aquí un ejemplo de desarrollo
de la doctrina como se dio en el Vaticano II acerca del ecumenismo y
la libertad religiosa. El Beato John Henry Newman en su obra clásica
sobre el desarrollo de la doctrina
propone siete “notas” para un genuino desarrollo de la doctrina
cristiana. Un somero examen de tales notas y nos revela que no tienen
aplicación en el caso de esta
doctrina. Tomemos,
por
ejemplo, la cuarto nota de Newman que es “sequencia lógica” que
obviamente no se cumpliría si la Iglesia cambiara su doctrina sobre
el matrimonio, los requisitos para poder recibir la Sagrada
Eucaristía y su doctrina moral según la cual nadie excepto personas
debidamente casadas según el Sacramento del Matrimonio en la Igleisa
puede realizar actos sexuales .
El
recurrir a algunos hechos aislados que se encuentran en algunos
Padres de la Iglesia que fueron excepcionales
no puede ser la base de un auténtico desarrollo de la doctrina
católica. La Tradición de la Iglesia no termina con los Padre, pese a ser ellos autorizados testigos de ella, sino se va enriqueciendo
a lo largo de la historia
de la Iglesia bajo la guía del Espíritu Santo. Así como no es
posible volver a la situación que reinaba cuando todavía no se
había dado la separación de las Iglesias de Oriente de la Sede de
Pedro, tampoco podemos sustentar un cambio de doctrina y de praxis
pastoral tan insistentemente proclamada y repetido por todos los
Papas recientes. Antes de la publicación de la encíclica Humanae
Vitae en
1968 se crearon grandes expectativas de un cambio
en la doctrina acerca de licitud o no del
recursos
a los anticoncpetivos. Debido a que muchos teólogos disintieron de
la doctrina propuesta por el Papa que fue la misma que la Iglesia
había sostenido siempre, se creó una gran confusión en la mente de
muchos fieles y desprestigio del Magisterio de la Iglesia. Pese a los
grandes esfuerzos hechos por el Papa Juan Pablo II en los primeros
años de su Pontificado por dar un fundamento más sólido y ampliar
la doctrina dando a la Iglesia una verdadera “teología del
cuerpo”, todavía no se ha logrado superar la crisis que se instaló
a partir del año 1968. Por ello, no conviene hacer otro tanto con
este tema de la posibilidad de dar la comunión a divorciados y
vueltos a casar.
El
Instrumentum Laboris
entrega
amplia información con lujo detalles
acerca de muchos que se llaman católicos pero no están dispuestos a
acoger los que el Magisterio de la Iglesia enseña sobre la sexulidad
y la familia. No le conviene a la Iglesia más confusión de la que
ya hay en la mente de los fieles, y como es bien sabido, los medios
de comunicación por lo general no suelen ser capaces de hacer ls
distinciones que son comunes en la teología católica, sin más bien
tiende a tergiversar
las noticias con titulares
llamativos.
Muchos de los fieles no leen ningún documento oficial de la Iglesia
y forman su conciencia con los que dice la prensa.
En
una época marcada por el individualismo, subjetivismo y el
relativismo cuando hay una crisis general de las instituciones y un
rechazo de la religión organizada, por más que la Iglesia intente
presentar y explicar mejor su doctrina acerca de la sexualidad y la
familia, una gran porción de los que se denominan católicos no la
van a aceptar por haber aceptado lo que propone el mundo secularista.
Sabemos que hay progresos y retrocesos en relación con la vivencia
de la fe cristiana a lo largo de los siglos. Es generalmente
reconocido que no son las masas las que mueven la humanidad, algo que
Lenin y otros revolucionarios sabían muy bien, pues los Bolcheviques
no llegaron nunca a tener una mayoría a su favor en Rusia. Hay un
consenso general que afirma que esamos al fin de una época, y por
ello al inicio de otras que algunos laman posmoderna.
Algunos
opinan que la pastoral puede ir por un camino mientras la doctrina va
por otro, Sin embargo, la doctrina de la Iglesia proclama la verdad
del Evangelio tal y como la proclamó Jesucristo Nuestro Señor.
Ciertamente Jesús tuvo mucha paciencia con sus apóstoles que
entendían muy poco de su predicación del Reino. Prueba de ello es
su interés en quién iba a estar a su derecha y a su izquierda en su
Reino. El, como Buen Pastor, los u fue conduciendo por el camino de
la verdad con la acción del Espíritu Santo. Incluso cuando muchos
de sus discípulos lo abandonaron debido a lo poco aceptable que su
doctrina del pan de vida fue para ellos, Jesús
les preguntó a los doce si ellos también quería marcharse ( Jn
6,67). De la misma manera la Iglesia tiene que seguir proclamando la
verdad del evangelios, de manera que la puedan captar las
generaciones actuales, sin querer cambiarla. Seguir a Jesucristo
implica llegar con Él a la cruz. El Cardenal Kasper dice que al
cristiano normal no se le pide heroísmo,
pero el Evangelio
le invita a tomar su cruz y seguir al Señor. La
nueva ley proclamada por Jesús
en el Sermón de la Montaña y en otros pasajes del Evangelio es
imposible de cumplir para cualquiera con las meras fuerzas
de nuestra naturaleza caída y herida por la concupiscencia. La nueva
ley está pensada para nuevas criaturas, reengendrados “a una
esperanza viva” (1 Pe 1,3)
por el bautismo por el que hemos sinodo
incorporados a Jesucristo y hechos hijos de Dios. La Nueva Ley, dice
Santo Tomás, es el Espíritu Santo mismo. El matrimonio
es signo del amor de Cristo por su Iglesia por la que se entrega para
que sea santa, inmaculada, sin mancha ni arruga de cualquier tipo (Ef
5,30).
Las personas que se encuentran en situaciones dolorosas debido a un
fracaso matrimonial no deben de desanimarse sino confiar en la
providencia amorosa de Dios y en la fuerza de la gracia. Además, la
Iglesia primitiva se enfrentaba con una situación bastante
peor que la nuestra y eran unos cuantos. Por lo tanto, la gran tarea
es la de la Nueva Evangelización y no la de rebajar las exigencias
del evangelio. Obviamente eso no nos dispensa de acompañar y apoyar
a las personas que se encuentran
con
grandes dificultades, como imágenes del Buen Pastor.
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