sábado, 25 de agosto de 2018

Compromiso con Jesús

HOMILÍA, XXI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO B, 26 DE AGOSTO DE 2018

Nuestra primera lectura del Libro de Josué es un texto importante en el contexto del Pentateuco o los primero cinco libros de la Biblia. Ya el pueblo ha completado su camino por el desierto y ha entrado en la Tierra Prometida, con Moisés ya muerto, bajo el liderazgo de Josué. Éste reúne al pueblo en el Santuario de Sequén. Están no sólo los desciendientes de los que salieron de Egipto y devagaron por el desierto. Cabe recordar que Dios había prometido que debido a su infidelidad, ninguno de ellos iba a entrar en la Tierra Prometida. También, otros que no habían salido de Egipto se unieron con el pueblo y de ahí también la importancia de este acto de renovación de la Alianza pactada por Dios con la mediación de Moisés en el Monte de Sinaí. Ahora, los descendientes de aquella generación que ya gozabann del don de Dios de la Tierra Prometida y los nuevos adeptos renuevan su compromiso de ser fieles a lo que Dios había estipulado en la Alianza, fundamentalmente el cumplimiento de la Ley también revelada por Dios. Se comprometed solemnemente, pero sabemos por la práctica totalidad de los restantes libros de la Biblia que no cumplieron su compromiso, pero a pesar de tanta fidelidad, Dios tuvo compasión de ellos y a través del Profeta Jeremías, alrededor del año 60 A.c. Dios hizo otra promesa solemne de entregarles una nueva alianza, ya no escrita en piedra sino en el corazón. Obviamente, esta nueva alianza es la que mencinamos cada día en la consgración de la Santa Misa, y se adelantó en la Ültima Cena, llegando a realizarse en la cruz.

Ahora veamos la relación de este texto del Antiguo Testamento con este último pasaje del c. 6 del Evangelio de San Juan, con el cual  cerramos estos seis domingos en los que hemos repasado todo este capítulo extraordinario del Evangelio de San Juan.. Resulta que pese a las reiteraadas palabras de Jesús de que el verdadero pan de vida es su cuerpo y para la vida eterna y su sangre. Ya hemos constatado este hecho el domingo pasado.Lo cierto es que en modo alguno se refiere a un simbolismo. La Biblia está lleno de simbolismos y también el Evangelio. Jesús es el Buen Pastor, la vida, la gallina que cobiga a sus polluelos etc. Además, la gente estaba bien acostumbrado a tales símbolos bíblicos. Pero cuando Jesús habla de comer su cuerpo y beber su sangre, no se trata de ningún símbbolo de este tipo. Además, el derramamiento de sangre era algo que ciertamente tenía que ver con lo sacrificios que se realizaban en el templo, pero recordemos lo que sucede en la Parábola del Buen Samaratano. El sacerdote y el levita (ayudante de los sacerdotes en el templo) cuando vieron al hombre herido y tirado por el camino, se fueron. No se trata de falta de solidariedad sino de las reglas de pureza ritual que les prohibía tocar sangre y tocar los cuerpos de muertos. Por ello, la idea de comer la carne de Jesús y beber su sangre era repulsiva para los judíos. El evangelista señala que muchos de los discípulos de Jesús se marcharon diciendo que no les era posible aceptar tal doctrina.

Pongámonos en el lugar de Je´sús en aquel momento. ¿Qué haríamos? ¿Intentaríamos diluir la doctrina para que sea mñas aceptable no ya a los enemigos sino a  muchos de sus discípulos? Probablemente, haríamos eso. Pero Jesús no lo hace. Ve a su alrededor que se van y vuelve su mirada a los apóstoles, su grupo de seguidores más íntimo con quienes compartía todo. Les pregunta:¿Vosotros querésis marcharos también? Pedro, en nombre de todos responde: ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna? Este episodio corresponde a la profesión de Pedro en le camino a Cesarea de Filipo donde Jesús le pregunta a los apóstoles quién piensa la gente que es el hijo del hombre.

Esto significa que la Eucaristía, la presencia real de Jesús en el sacramento y la transformación del pan y del vino en en su cuerpo y su sangre es un aspecto absolutamente fundamental de su doctrina y como constatamos en la úlitma cena, tanto en los otros evangelios como en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios c, 11, cuando les manda a "hacer esto en memoria mía". Es más, sabemos por el mismo texto de San Pablo que desde los primerísimos tiempos de la Iglesia en Jerusalén celebraban este misterio y cumplían este mandato de Jesús. A lo largo de los siglos, cuando se ha querido entender el pan y el vino como meros símbolos de la entrega de Jesús por los hombres, la Iglesia siempre ha reaccionado con gran claridad corrigiendo este error. Lo hizo de manera especial en el siglo XVI, cuando los Protestantes abandonaron como los discípulos de Cafernaún la verdadera doctrina y se sumaron al simbolismo, en el Concilio de Trento. También más recientemente, el Papa Pablo VI publicó una encícilica llamada El Misterio de la Fe en la que  rechaza unas teorías que implicaban que no se trataba de una verdadero transformación o cambio de toda la realidad del pan y del vino en el cuerp y la sangre de Jesús, que tradicionalmente se llama transubstanciación. 

Los discípulos decían que las palabras de Jesús eran duras y no las aceptaban. La fe es un don de Dios y todos los dogmas están íntimamente relacionados de manera que no se puede rechazar uno sin poner el duda los demás. Por lo tanto, aprovechemos esta ocasión par argadecer a Dios el don de la fe con la que podemos proclamar como San Pedro nuestra plena confianza en Jesucristo y la verdad de todo lo que nos ha enseñado y la Iglesia no presenta. Así como Dios al inicio dijo "hágase la luz" y se hizo y creó todo el resto del universo de la nada, así también con su palabra a través de la palabra del sacerdote que actúa "in Persona Christi", es decir, identificado con Cristo por el Sacramento del Orden puede pronunciar estas palabras en el contexto correcto de la misa y se realiza este gran misterio de la fe que enseguida después de a consagración proclamamos.

sábado, 18 de agosto de 2018

LA EUCARISTÍA Y EL BANQUETE CELESTIAL

HOMILÍA, DOMIGO XX DE TIEMPO ORDINARIO, 19 DE AGOSTO DE 2018.

Hoy llegamos al final del gran capítulo 6 del Evangelio de San Juan, y Jesús en vez de echar marcha atrás debido a que los oyentes no capataban el sentido de su mensaje, lo reitera con fuerza diciendo: El que come mi carne y bebe mis sangre, permanece en mí y yo en él". Esta palabra "permanecer" la vuelve a utilizar Jesús en la úlitma cena al hablar de la vid y los sarmientos. Así como el alimento físico se hace parte de nuestro cuerpo por el proceso de la digestión, el alimento celestial que es la Eucaristía, también "prenda de vida eterna" (St. Tomás de Aquino) y "fámaco para la inmortalidad" (San Ignacio de Antioquía). Dado que solo en Jesús podemos alcanzar la salvación y lo que de una y otra manera anhelamos todos esta unión con Jesús que nos proporciona la Eucariistía recibida con fe, esperanza y caridad es esencial para poder entrar en plena comunión con él.

En la primera lectura, el Libro de los Proverbios personalizando la sabiduria como una mujer que prepara un banquete de majares succulentos y de vinos exquisitos e invita a todos a participar en este banquete. Sabemos que con mucha frecuencia la Biblia presenta el cielo como un banquete, pues aqui en la tierra siempre que queremos celebrar una gran fiesta organizamos un gran banquete, sea en la Navidad,  boda, el cumpleaños etc. Es uno de los momentos de comunión y fraternidad más intensos que compartimos. Por ello, nosotros debemos de anhelar alcanzar participar en el banquete celestial, pero de momento tenemos como prenda y adelanto nuestra participación en el banquete eucaristico en el que compartimos el pan de vida, el cuerpo y la sangre del Señor, que es "pan para el camino" y alimento de vida eterna.

San Pablo en su gran Carta a los Efesios nos deja unos consejos prácticos para poder caminar en la novedad de vida que se nos ha dado en Jesús en el bautismo, pues no basta la mera recepción de los sacramentos, en este caso la Eucaristía, tienen que darnos fuerza para reorientar nuestra vida y apretar el paso hacia la verdadera vida que llegar´luego. Dice "comportémonos no como necios sino como sabios". ¿Qué significa comportarnos como necios? Pues el necio es el que se le pasa la vida sin siquiera saber por qué vive, por qué tiene que sufrir y por qué tiene que morir, es decir, desconoce el sentido de la vida. En los salmos se llama necio al que dice que "no hay dios", pero también el que vive como si Dios no existiera. Luego nos invita a hacer buen uso de tiempo "porque la vida es mala". ¿En qué gastamos nuestro tiempo? Todo mucho hoy en día se considera "ocupado". Tiene mil cosas que hacer, pero ¿hace lo que es más importante" Jesús dice "¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?" ¿Cuánto tiempo gasto viendo la TV? El promedio de tiempo gastado viéndola en España es 4 horas al día? ¿Luego digo que no tengo tiempo para orar, para escuchar a otros que necesitan contar algo importante, que neceistan de alguien que les escuche? También el apóstol nos invita a no perder el control de nosotros mismos. ¿Cómo va nuestra paciencia con los demás? La Eucarstía y la oración nos han de dar fuerza para poder practicar estas cosas y otras que cada uno necesita todos los días.

Después de estos 5 domingos dedicados al Evangelio del Pan de Vida, propongámonos mejor nuestra viviencia de la Santa Misa. Procuremos reflexionar sobre la grandeza del don que el Señor nos conceda tanto con su Palabra que según el Salmo 119, es "luz para mi camino", y la sagrada comunión. Que antes de llegar a la Iglesia, despejemos nuestra menta para concentrar en el misterio que vamos a celebrar. Guardemos silencio en el templo al llegar para poder disponer la mente y ayudar a otros a hacer lo mismo. Pongamos atención a las oraciones y las lecturas, también la homilía, y procuremos participar en el canto, pues la misa no es un deber pesado, sino una ocasión gosoza. Al terminar la misa, retirémonos en silencio y fuera del templo tenemos lugar y ocasión de saludar a amigos y vecinos, si es que lo queremos hacer. El templo es un lugar sagrada donde está presente Jesucristo Nuestro Señor, no un lugar de tertulia.

domingo, 12 de agosto de 2018

LA NECESIDAD QUE TENEMOS DE ALIMENTO ESPIRITUAL

HOMILÍA, DOMINGO XIX DE TIEMPO ORDINARIO, 12 DE AGOSTO DE 2018. 

Este domingo, la Iglesia nos propone seguir la lectura y reflexión sobre el trascendental capítulo 6 del Evangelio de San Juan. Como siempre la lectura del Antiguo Testmento, hoy tomada del Primer Libro de los Reyes, conicide con el tema del evangelio. El profeta Elías ha llevado adelante una lucha tremenda en contra de los fuerzas del mal de su tiempo, lideradas tanto por el Rey Acab, por su esposa la reina pagana Jezabel como una multitud de falsos profetas y sacerdotes que no sirven a Yahvé, el verdadero Dios. Elías se ha enfrentado con ellos sobre el Monte Carmelo y les ha ganado, incluso matando a 400 de ellos. Obviamente, eso no le cayó bien a Jezabel y llamó al ejército para acabar con el Profeta Elías. Se escapó al desierto. Allí, cansado del combate, de la caminata por medio del desierto, se sienta al lado de una retama y pide a Dios que le deje morir allí, pues según dice, no es mejor que sus antepasados. Así, estando tan abatido el profeta, aparece un ángel del Señor que le presenta con un jarrón de agua y pan y le manda caminar hasta llegar al Monte Horeb, otro nombre para el Monte Sinaí donde Moisés había recibido las tablas de la ley y había hecho la alianza con Dios y  en medio del pueblo había realizado el sacrificio con el que selló la alianza. 

Elías obedece al ángel y llega a la montaña, y allí llega una tormenta, unos relámpagos, y al final una brisa suave, y descubrió que en esa brisa estaba Dios. Este episodio de Elías, el más grande de los profetas, que se apareció juntamente con Moisés en la otra montaña, la del Tabor, cuando la Transfiguraicón de Jesús y cuya vuelta esperaban los que estaban cerca de Jesús en la cruz, es una imagen de nuestro caminar por este mundo para al final lograr el encuentro con Dios. Nosostros también nos fatigamos y tenemos una gran necesidad de un alimento espiritual para llegar al final del camino. 

Hoy en día tenemos poca experiencia del hambre, pues en estos países occidentales se tira a la basura una gran cantidad de comida. Una excepción a esta situación actual son los venezolanos que debido a la política nefasta que ha llevado el gobierno a lo largo de dos décadas hay mucha hambre en el país. La gente tiene que levantarse temprano y ponerse en cola para que con una cartilla lograr comprar tal vez un kilo de arroz. Luego, es común que los padres dejen de comer un día para que los hijos puedan comer y el nivel de desnutrición de los niños ha llegado a extremos jamás vistos. En España en los años 40, debido a un bloqueo criminal de parte de los países que ganaron la Segunda Guerra Mundial que coincidió con una gran sequía, no pocos pasaron  hambre. Si llegamos a tener que dejar de comer por tres días, por ejemplo, sentiríamos un gran debilatimeinto en todo nuestro cuerpo. 

El hombre no es solo cuerpo, sin tiene un alma espiritual que ciertamente está íntmamente unida al cuerpo, de manera que, por ejemplo, la inteligencia que es una potencia intelectual echa mano del cerebro para poder pensar, luego hablar. Igualmente la voluntad que también es de naturaleza espiritual, necesita del cuerpo para poder actuar libremente. En el primer capítulo del Libro del Génesis, se nos revela una de las verdades más fundamentales de nuesto ser, que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza. Por ello, mientras los padres colaboran en la procreación de los hijos, al mismo tiempo Dios crea el alma espíritual de cada uno. Esta alma es espiritual y por lo tanto inmortal, algo que es dogma de la Iglesia. Sabemos que así como Jesucristo resucitó de la muerte con su cuerpo glorioso, así nosotros somos llamados a participar en la misma gloria de la resurrección y llegar a la vida plena, eterna y feliz con El en el cielo. Esto significa que nosotros tenemos que colaborar libremente con Dios, con Jesucristo Nuestro Señor que actúa a través del Espírtu Santo para alcanzar el fin para el que Dios nos ha creado. De ahi la importancia del alimento espiritual. 

¿Y en qué consiste el alimento espiritual? San Pablo enseña que el bautismo es una nueva creación. Si ya por la misma naturaleza humana somos imagen y semejanza de Dios, ahora somos elevados a una realidad infinitamente superior que se suele llamar la gracia, o en los escritos de San Juan, la vida o la vida eterna. Llegamos a ser hijos de Dios, "hijos en el Hijo" por nuestra unión con Jesucristo y llamados a resucitar con él y unidos a las tres divinas personas gozar de la verdadera alegría y felicidad en el cielo. En primer lugar, viene lo que se llama la "inhabitación de la Sma. Trinidad en el alma del justo", el justo siendo la persona bautizada que no ha caído en el pecado mortal. Esta presencia de la Sma. Trinidad en nuestra alma no es pasiva sino por el contrario nos eleva y transforma, haciéndonos santos e hijos de Dios. Esta realidad se llama la gracia santificante y también la llaman los Padres de lengua griega "divinización" o "deificación", y en la Segunda Carta de San Pedro se llama "participación en la naturaleza divina".  Todas estas maravillas se dan a nivel de nuestra misma naturaleza, pero hay más. A nivel operativo, es decir, lo que nos hace capaces de actuar de manera conforme con esta nueva realidad, el Espíritu Santo nos infunde las virtudes infusas, en primer lugar, la fe, la esperanza y la caridad. Ahora bien, en este mundo en el que todavía estamos en camino es posible perder o rechazar esta maravillosa realidad, y eso sucede cuando caemos en pecado mortal. Nada de esto es automático y nos corresponde practicar las virtudes que son unos buenos hábitos y eliminar los vicios que son malos hábitos. La práctica constante de la virtud, por ejemplo, la fe, la esperanza y la caridad, llega a ser como segunda naturaleza y podemos llegar a cumplir con facilidad la voluntad de Dios y gozar ya en la tierra de un adelanto de lo que experimentaremos en la vida eterna o el cielo. 

¿Y cuáles son los principales alimentos espirituales? Hoy es el tercer domingo en el que reflexionamos sobre "el pan de vida" o la Eucaristía que es el principal alimento que el Señor nos ha dejado y que es un "memorial" de la Pasión de Jesús" y "prenda de vida eterna". Jesucristo ha alcanzado la victoria sobre el mal, la muerte y el demonio con su gloriosa resurrección ya.  Mientras no llega su venida final en la parusía, que será su segunda venida gloriosa cuando "juzgará a los vivos y muertos" y entrará plenamente en su gloria en unión con todos los ángeles y santos, tenemos en la Eucarstía a través de los signos del pan y del vino, una prenda o adelanto de esa victoria que nos ha de dar alimento para seguir en nuestra pereginación hasta llegar a la meta de la unión plena con él en el cielo.

Ahora bien, no basta una recepción rutinaria de la sagrada comunión para alcanzar el fruto pleno de la Eucaristía en nuestra vida. La Iglesia nos obliga a paricipar en la Eucaristía los domingos, pero con frecuencia en países tradicionalmente católicos como España se ha vivido la Misa Dominical como una mera obligación con gran minimalismo. Para superar este problema la Iglesia nos recomienda vivamente la práctica diaria de la oración sobre todo en la mañana y en la noche y otras prácticas devocionales como el examen de conciencia, la confesión con cierta frecuencia, la lectura espiritual, la lectura y meditación de la Palabra de Dios, las novenas etc. 

La oración se ha definido a lo largo de los siglos como "elevación de la mente y del corazón a Dios" y en palabras de Santa Teresa de Jesús, "una conversación con quien sabemos nos ama". En primer lugar, hemos de buscar algún tiempo, sobre todo al levantarno y antes de acostarnos, sin olvidar otros momentos a lo largo del dia, para dedicarlos exclusivamente al Señor. Existen libros de oraciones que pueden ayudar, sobre todo si no nos permitimos caer en la rutina de repetir sin pensar las oraciones sino de ponderar lo que dice la oración. El examen de conciencia es un tipo de oración en la que hacemos un repaso del dia y constatamos aquello por lo que debemos darle gracias a Dios y aquello por lo que debemos pedirlo perdón. Sería bueno tener una libreta para apuntar lo que Dios nos va comunicando en esos momentos. El rosario es otro modo importante de hacer oración, pues mientra repetimos las Aves vamos meditando en los misteriors. También hay herramientas, también digitales,  que nos pueden ayudar a rezarlo con mayor provecho. Si Dios se ha revelado a nosotros y ha dejado por escrito en la Biblia aquello que ha querido comunicarnos, entonces es muy importante irnos familiarizando con la Palabra de Dios y constatando lo que nos exige, esforzándonos cada día a vivirla mejor. En cuanto a la Misa, no basta estar presente con nuestro cuerpo cuando nuestra mente devaga en otras preoucpaciones. Hay gente que llega a la Iglesia antes de la Misa y se pone a charlar con otros. Es muy difícil contralar la mente y elevarla al Señor, ¿cómo podemos logar eso si al llegar al templo, lugar sagrado dedicado exclusivamente al culto de Dios y a la oración, nos divagamos y estorbamos a otros que intentan orar ante el Santísimo. No hay oración sin disciplina. También existen las oraciones breves que se llaman jaculatorias que se pueden repetir con frecuencia a lo largo del día. Por ello, es conveniente decidirnos sobre las horas en las que vamos a orar. Un buen momento es antes y depués de las comidas. Si vamos a alimentar le cuerpo, no dejemos de almentar el espíritu.

Si nos privamos del alimento físico como hacen los que sufren de la enfermedad mental llamada "anorexia nervosa", nos iremos conviertiendo en pura carte y hueso, poniendo la vida misma en peligro. Claro, la privación del alimento espíritual, igual no se nota de manera tan acuciante, pero qué duda cabe que se va a notar en nuestro comportamiento, en los vicios, nuestra palabras soeces hacia los demás, en la envidia, el chismorreo y tantos otros vicios. Muchos, si no todos, se engañan como el Fariseo que se fue al templo orar y presnetó a Dios una litanía de lo que consideraba eran sus buenas obtras, pero de nada le sirvió esa oración. Nadie o casi nadie está dispuesto a reconocer sus vicios, sino suele pensar que es "buena gente". Hay personas que en su casa son unos dictadores, mientras ante los de fuera parecen virtuosas. No nos engañemos, superar los vicios y practicar la virtud nos exige una gran disciplina que nos ayudará a no engañarnos y así procederemos con mayor velocidad en el camino de nuestra pereginación hacia la vida eterna, y nos irá mejor en el juicio.




viernes, 3 de agosto de 2018

EL PAN DE VIDA

HOMILÍA, DOMINGO XVIII DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO B, 5 DE AGOSTO DE 2018.

Hoy proseguimos con el mismo c. 6 del Evangelio de San Juan en el que luego de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús se encuentra con la gente que lo ha buscado en en la sinagoga de Cafernaún. Jesús les llama la atención porque ellos los siguen ante todo por les ha dado de comer pan en abundancia y les invita a buscar el pan de la vida que no deja con más hambre sino que perdura hasta la vida eterna, una clara referencia a la Eucaristía. 

Dado que en las lecturas  litúrgicas dominicales suele haber una relación entre el texto de la primera lectura tomada del Antiguo Testamento y el evangelio del ese domingo. Empecemos con  un comentario del texto que nos toca hoy, tomado del c. 16 del Libro del Éxodo. Den entrada, los invito a tomar un tiempo para leer el Éxodo entero, que no llevará mucho tiempo y varios de los episodios son conocidos. El pueblo ha sido liberado de la opresión del Faraón en Egipto y ya están en el desierto, pero no están contentos, pues se quejan de la falta de comida y añoran las cantes, las cebollas y los ajos de Egipto preguntándole a Moisés si no los sacó de Egipto para que murieran de hambre en el desierto. La murmuración es algo muy humano y también es algo que hace un gran daño a las comunidades, pues es muy fácil quejarse, pero hay que preguntarnos qué hacemos nosotros para que las cosas mejoren. 

La realidad es que nada le satisface plenamente al  hombre porque, como decía San Agustín, "nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti. En Egipto habían sentido la dureza de los trabajos forzados que les imponía el Faraón, pero resulta que ahora tampoco están satisfechos. Han alcanzado la libertad pero ven que la esclavitud tenía sus ventajas e incluso piensan en volver a ella. Esto pasa en muchas circunstancias, Una pareja joven se casa con una gran ilusión, pero con el pasar del tiempo, la rutina, todo lo que implica la crianza de los hijos, resulta que los sueños de una vida feliz no se cumplen o no se cumplen como se habían imaginado. Igualmente, el joven que se gradúa de la universidad, se llena de felicidad, pero se tiene que enfrentar luego con la dura batalla de lograr un puesto de trabajo, y superar la falta de experiencia que es normal cuando un da inicio a la vida laboral. Hay parejas que se hartan  uno del otro y buscan la “aventura” con un o una amante, como si la vida tuviera que ser una aventura, sino más bien una lucha constante. Es bien conocido la así llamada crisis de los 40 años que suele darse en la vida de muchas parejas.

En la segunda parte de nuestra lectura, Dios responde mandándoles el maná (en hebreo “manhú” que significa ¿qué es? , y codornices, de manera que cada mañana estaría el desierto cubierto del maná  y lo tendrían que recoger para luego convertirlo en pan. Como, constatamos en el resto de los libros que describen las andanzas del pueblo en el desierto que duraron 40 años, sobre todo el Libro de los Números, otra vez se cansaron del maná y de la carne de codorniz y se pusieron a murmurar en contra de Moisés.

La gente le dice a Jesús que Dios les dio a los hebreos pan de ángeles en  el desierto par de vida, pero Jesús los corrige al decir que sólo su Padre da el verdadero pan de vida, pues los antiguos del desierto murieron, pero el pan que él dará los conducirá a la vida eterna. Pero ellos entienden mal. E la Biblia, la vida es de Dios, y él la da como don. Aquí no se trata de la vida física o la muerte física sino la muerte eterna que produce el pecado. EI pecado se parece mucho a una adicción. Vemos, por ejemplo la adicción al alcohol o al sexo, Primero, el adicto se encuentra con una situación difícil, que le provoca dolor y sufrimiento. Esto varía mucho. Encuentra que en un primer momento el trago, la pornografía, la masturbación, los sueños románticos, o la prostitución, la homosexualidad le proporciona un cierto alivio pero con el pasar del tiempo no funciona de manera que tiene que ver más pornografía y pornografía más dura, por ejemplo, hasta la pornografía infantil, de manera que llega a hacer cosas que al inicio no se hubiera permitido de ninguna manera. Su adicción viene a ser una esclavitud. Afecta muchos aspectos de su vida, su familiar, su trabajo, su relación con Dios. Poco a poco va matando la conciencia. En realidad, es una surte de muerte, aunque todavía no lo lleva a la muerte física. Todo pecado es una esclavitud que le priva al hombre de la verdadera vida que es la que Dios le ha comunicado en el bautismo, lo que llamamos la vida de gracia, que lleva a la práctica de las virtudes, en primer lugar la fe, la esperanza y el amor. Si no  fuera por la misericordia de Dios, sería imposible liberarse de tales situaciones.


Bueno, Jesús ofrece el “pan de vida que es alimento para la vida eterna”. La via eterna para San Juan es la vida verdadera, es decir, la unión con Dios por Jesucristo que nos une al Padre por la acción del Espíritu Santo. Hoy en día, los médico se dan cuenta cada vez más que la solución de muchas enfermedades está en lo que comemos. Si comemos saludablemente, nos haremos fuertes y saludables. Algo análogo sucede con la Eucaristía, que es lo que nos ha de dar fuerzas para no caer en el pecado y la muerte eterna. Obviamente, esto no es algo automático, sino que depende de nuestra colaboración con Dios. No basta acudir rutinariamente a la comunión sin daros cuenta de lo que significa Cuando el sacerdote o el ministro dice “EI Cuerpo de Cristo” y nosotros respondemos “Amén”, no sólo expresamos nuestra fe en su presencia en la forma del pan y del vino, sino que nos comprometemos a vivir conforme a lo que nos pide Jesús. Ojalá no seamos como los hebreos en el desierto que se quejaron y querían volver a la esclavitud, es decir, la esclavitud del pecado sino que realmente dejemos que el Cuerpo y la Sangre de Jesús sean fuente de verdadera vida, es decir de la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que todavía no es plena en este mundo, pero es real y tiende a llevarnos a la plenitud de la vida verdadera que ya ha empezado dentro de nosotros.