HOMILÍA XX DOMNGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 20 DE AGOSTO DE 2017.
En el pasaje del evengelio que nos toca hoy, Jesús sale de la tierra de Israel y va al nore, a lo que es ahora Líbano, cerca de Tiro y Sidón, que era tierra de paganos. El Pueblo de Israel era el pueblo escogido de Dios y los judíos tenían una gran conciencia de este hecho. En los últimos siglos del Antiguo Testamento, después de la vuelta de la parte del pueblo que regresó a su tierra ancestral, podemos constatar, por ejemplo, en el Libro de Esdras, una mentalidad cerrada, pues había que separarse de los paganos y ciertamente no casarse con ellos. También en el Primer Libro de los Macabeos, se dio un esuferzo de parte del Rey Atioco Epífanes IV de imponer la cultura griega a los judíos e incluso se construyó un gimnasio en Jerusalén. Los judíos tradicionalistas se escandalizaron con lo del gimasio porque los griegos hacían sus deportes desnudos, cosa inaudito entre los judíos fervorosos. El pueblo se dividió en dos partidos, uno abierto a la civilización griega y otro totalmente cerrado representado Matatías que mató al representante del rey y dio inicio a la rebelión de los Macabeos. De esta manera, pudieron conservar su identidad como pueblo elegido por Dios con el que Él había hecho su Alianza. Sin embargo, no todos ellos se daban cuenta del verdadero motivo de Dios al haberlos escogido como su propio pueblo de la Alianza
Una de las caracterísitcas de la actuación de Dios en la Biblia es el hecho de que Él escoge a quien quiere libremente. Así escogió a Abraham, a Moises y a los profetas, y al mismo pueblo. Es algo que una y otra vez la Biblia resalta, de manera especial en el Libro del Deuteronomio. Dios los escogió no porque fueran el mejor o el más poderoso de los pueblos. Al contrario, eran "no pueblo", los escogió porque él quiso y los hizo su Pueblo, haciendo la Alianza con ellos y se manifiesta como un Dios siempre fiel, mientras ellos constantemente caían en la infidelidad y se desviaban cayendo en el peligro de la idolatría. Así, Dios eligió a cada uno de los profetas. En el caso de Jeremías, era un muchacho y no se consideraba capaz de ir a proclamar la Palabra de Dios ante un pueblo que no tenía ninguna gana de escucharla porque no coincidía con sus preferencias y su modo de vivir. Dios asegura que Él va a estar con su profeta.
Pasando ahora a la primera lectura de hoy tomada del libro de Isaías. Aquí, el profeta manifiesta una actitud mucho más abierta de la que normalmente caracterizaba a los judíos. La elección de Israel tenía que servir para que a través de él llegasen loa pueblos paganos a alabar a Dios, reuniendose todos en el Monte de Sión, es decir, en Jerusalén para adorar al verdadero Dios. Va a haber extrajeros que practiquen la justicia, que vivan con rectitud, que guardarán la Alianza. Sus sacrificios y holocaustos serán agradables a Dios porque "mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos". Es decir, todos adorarían al verdadero Dios en el templo de Jerusalén. Sin embargo, se trata de un mensaje que no calaba en muchos judíos. Si bien es cierto, intentaban atraer a paganos como prosélitos y algunos se acercaban a las sinagogas, pero pocos se atrevían a pasar a ser circuncidados. En los Hechos de los Apóstoles y las cartas de San Pablo, constatamos las grandes dificultades con las que tuvo que enfentarse él para convencer a los otros apóstoles y a la comunidad de Jerusalén sobre la legitimidad de su ministerio a los paganos.
Estando Jesús fuera del territorio de Israel, lo anda siguiendo una mjer cananea, es decir, pagana que gritaba "Ten piedad de mí, Hijo de David. Mi hija está muy atormentada por un demonio". Los discípulos la veían como una molestia. Tampoco Jesús le hacía caso. Ellos le piden a Jesús que la atienda, pero ´´El responde que su misión es a las ovejas perdidas de la Casa de Israel. Parece que primero había que anunciar el Evangelio a los judíos, y San Pablo, cuando llegaba a una ciudad, seguía este criterio, yendo primero a la sinagoga y luego cuando los judíos rechaban el Evangelio, se dirigía a los paganos. La mujer no desiste y suplica a Jesús: "Señor, ayudame". La respuesta de Jesús pareciera muy dura e impropia, pues le dice que "No está bien dar el pan de los hijos a los perros", comparando a los paganos y en conceto a la mujer con un perro. Ella le da una respuesta realmente maravillosa cuando dice "También los perros comen las migajas que cen de la mesa de sus amos". Jesús quedó maravillado de la fe de esta mujer y accede a su petición.
Aquí hay una lección para muchos que hoy en día no pisan a el umbral de la Iglesia casi nunca ni hacen ninguna oración , pero de repente se encuentran con una gran crisis, por ejemplo, el médico los diagnostica con cáncer o pierden el trabajo o alguna otra desgracia. Para estas personas que su Dios es como el fontanero, que mientras no se tapan las cañerías ni se acuerdan de Él. Como hoy en día vivimos en el Estado del Bienestar y en general las necesidades de la gente están cubiertas, se han olviado de Dios, y sólo en una emergencia se les ocurre acudir a Dios o a la Iglesia. Su concepto de Dios es muy burdo, pues mientras su vida va viento en popa ni se acuerdan de Él. ¿Ellos tienen fe en el verdadero Dios, en Jescristo o más bien lo tratan como un remedio en una emergencia? Parece que Jesús ponía a prueba la fe de esta señora que con tanta insistencia le pedía la curación de su hija endemoniada. La señora con su respuesta manifestó que sí tenía una verdadera fe y Jesús se alegra de este hecho.
¿Cómo es que antes, hace unos 40 años las Iglesias se llenaban a la hora de la misa dominical y ahora están casi vacías. pues acuden unas cuantas señoras mayores de edad ? La gran mayoría acudían a la misa porque habia una cierta presión social y eran conscientes de que era una obligación que les imponía la Iglesia. Algunos se quedaban el en vestíbulo o salían durante la homilía para fumar un pitillo y casi nunca comulgaban, ni se confesaban. Están tan lejos del altar y tan cerca de la puerta, y habiendo acudido por puro formalismo, costaba muy poco simplemente no venir ya más. Y según aquello de "¿Donde va Vicente? Donde va la gente? prefirieron ir al bar que a la Iglesia. No veían ningún provecho en ello. Luego encontraron la excusa de que no tienen tiempo, que trabajan toda la semana y tienen que descansar etc. En realidad, lo que sucede es que no tenían verdadera fe. La fe hay que alimentarla y ¿cómo podemos pensar que con dos o tres años de catequesis a los 8-10 años van a adquirir conocimiento y experiencia de la fe y la vida cristiana que les dure todo el año. Claro, se consideran "buenas personas que no hacen daño a nadie", pero ¿Donde dice Jesús que vino a llamara "buenas personas" o "buena gente"?, Claro cada quien se considera bueno. ¿Quién va a a reconocer que es malo y que tiene que cambiar radicalmente su comportamiento? Normalmente el hombre encuentra una racionalización para jusitificar lo que está haciendo y encuentra a quien echar la culpa de sus fechorías.
También, nosotros del clero y los obispos llevamos parte de la responsabilidad de que se haya ido la gente. Si no han visto que participar en la parroquia, e ir a misa servía de algo, ¿a qué se debía? Hemos querido dar catequesis a gente que no está evanegizada. Si Jesucristo no es nadie para ellos, ¿qué sentido tiene que acudan a la misa? Tampoco la Sagrada Comunión, lo más grande que Jesús nos ha dejado significa nada para ellos. Nadie ama lo que no conoce. Si uno ha conformado sus valores alos del mundo secular, a los que propagan en la televisión, ¿por qué va a levanatrse el domingo en la mañana a acudidr a la misa, si la misa no signfiica nada para él? Posiblemente, en otras épocas bastaba el ambiente general cristiana que existía. Hoy en día el ambiente es plenamente pagana y la gente pronto se convierte en pagana. Asumen los valores de mundo secularista. Les preocupa la salud, el consumo y vive como un animal más evolucionado sin cultivar su alma ni su relación con Dios. No piensa que esta vida termina y que luego exise el juicio, el infierno y el cielo. Igual nosotros no hemos sido eficaces en lograr que la fe influya en toda la vida y no sea meramente una actividad del domingo que dura unos 45 minutos. Cuando se ha ido ausentando la gente, tampoco les hemos dicho que los echamos de menos. Una parroquia debería de ser una comunidad, no meramente un edificio al que se acude los domingos, a funderales y poco más.Jesús ciertamente no quería que la gente siguiera al dios tapa agujeros.
Que el Señor nos dé la gracia de reforzar nuestra fe en Él y que llegue a implicar todos los aspectos de nuestra vida. No vayamos a pensar que podemos ser católicos "a nuestra manera"
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