viernes, 24 de marzo de 2017

EL CIEGO DE NACIMIENTO, LA LUZ Y EL BAUTISMO

HOMILÍA, DOMINGO IV DE CUARESMA, CICLO A, 26 DE MARZO DE  2017.

Hoy llegamos al segundo episodio evangélico de San Juan que nuestra liturgia cuaresmal nos presente este año. Pasamos del tema del agua viva que surge hasta la vida eterna, es decir,  la respuesta a la sed de amor y vida eterna en el corazón de todo hombre, ejemplificado por el episodio del encuentro de Jesús con la mujer samaritana al pozo, al capítulo 9 que trata del tema de la luz y las tinieblas, la luz siendo la fe a la que nacimos por el bautismmo,  ejemplificado esta vez por el milagro de la curación del ciego de nacimiento. No es que no se trate de un episodio histórico, pero es muy fácil darnos cuenta del hecho de que el Evangelio es una gran obra literaria. Parte del milagro para enseñar una lección fundamental para la vida de los cristianos de todos los tiempos.

San Juan le da mucha importancia al concepto de la luz, la vida y la vida eterna en su evangelio. No es que falte esta importancia en los demás evangelios. Jesús se declara la luz del mundo, y lo hace en el contexto de la Fiesta de Hanuca, o la Dedicación que se celebraba con abundantes luces en Jerusalén,  y recuerda la dedicación del templo de parte de los Macabeos después de su desacración de parte del Rey Antioco Epifanes IV alrededor del año 170. El primer capítulo del Libro del Génesis, que nos relata la primera versión de la creación del mundo,  afirma que lo primero que Dios creó en el pimer día fue la luz, y no creó el sol y la luna hasta el cuarto día. "Dios es luz y no hay en Él tiniebla alguna" (1Jn 1,5).

Un hombre nacido ciego no ha visto nunca la luz del día y simboliza al hombre bajo el poder del pecado y de Satanás. Ya al encontarse con el ciego de nacimiento y al responder a la pregunta de los apóstoles acerca de quién ha pecado él o sus padres, una muestra de la mentalidad común de los judíso de la época, Jesus declara: "Mientas estoy en el mundo, soy a la luz del mundo" (9,5), adelantándose así al sentido de todo el episodio.

Jesús escupe sobe el suelo y hace barro con el que frota los ojos del ciego, lo manda lavarse en la piscina de Siloé. Lo hace y  puede ver. Podríamos preguntarnos por qué Jesús no lo curó inmediatamente, como hizo con otros casos de la curación de ciegos en los demás evangelios. Por un lado, el milagro es un gran don de Dios, pero por otro lado, también al hombre le conviene hacer algo para que se dé. El tener que ir a lavarse en la piscina implica también un acto de fe en Jesús, pues si no hubiera confiando en la palabra de Jesús no hubiera ido a la piscina. Pero hay otro aspecto importante, Dios nos ha creado hombres y aunque, al menos en teoría,  pudo habernos salvado sin nuesta colaboración humana o sin haberse hecho hombre y llegado al extemo de la muerte de su hijo en la cruz, no lo hizo así. Hay algo importante aquí que manifiesta la infinita sabiduría de Dios manifestada en su plan de salvación. San Agustín afirmaba que Dios nos ha creado sin ninguna contribución de parte nuestra, pero no puede salvarnos sin nuesta colaboración libre.  Se trata de lo que en teología se llama "la economía de la salvación", y lo que el Beato Cardenal Newman llamaba "la idea conducente" del cristianismo, es decir, la encarnación. También se llama la "economía sacramental". Dios ha echado mano de elementos creados, tanto al hombre mismo con su libre albedrío, como la Iglesia como cuerpo social, dado que el hombre el esencialmente social, como los elementos materiales como el agua, el vino, el pan, el aceite, el hecho de entregarse libremente los esposos por un acto de la voluntad. el gesto de la imposición de las manos, como sacramentos, es decir, signos visibles de una realidad invisible que misteriosamente comunica la gracia. La gracia es el concepto del que San Pablo y la Iglesia echa mano para referirse al don gratuito e inmerecido de la paraticpación del natualeza divina, o la filiación divina, el ser de verdad hijos de Dios y coherederos del Reino por nuestra incorporación a Cristo que tuvo su origen en nuestro bautismo, que es también vida nueva y divina. San Juan suele referirse a la misma realidad con la metáfora de vida y vida eterna.   Hay que decir también que en la Iglesia antigua el bautismo se llamaba iluminación (photismós), pues todos nacimos bajo el signo de la tiniebla.

Esta realidad se llama pecado original, que ahora no podemos explicar con detalle. Tal vez algunas comparaciones nos pueden ayudar a comprender cómo es que todos llegamos al mundo bajo el signo del pecado y el mal.  La medicina nos enseña que heredamos ciertos genes dañados, o que podemos contraer un virus. Como que hay en el mundo desde el inico de la historia humana un virus moral se comunica a todos y por el cual nuestro entendimiento es obnubilado,  nuestra voluntad es debilitada y nuestras pasisones nos inclinan al mal, sin que por nuestra cuenta podamos remediar esta situación. Se podria comparar también con un nño que nace en una familia disfuncional y que por el hecho de de ser criado en tal familia hereda una serie de vicios. Así podemos comprender el poder de la metáfora del ciego de nacimiento. San Agustín al explicar este pasaje dice:

 Vino el Señor; ¿qué hizo? Ha hecho valer un gran misterio. Escupió en tierra2, de su saliva hizo barro porque la Palabra se hizo carne3, y untó los ojos del ciego. Estaba untado, mas no veía aún. Lo envió a la piscina que se llama Siloé. Pues bien, incumbió al evangelista confiarnos el nombre de esta piscina y aseveró: lo cual se traduce «Enviado». Ya sabéis quién ha sido enviado; por cierto, si él no hubiera sido enviado, ninguno de nosotros habría sido de la maldad liberado. Se lavó, pues, los ojos en la piscina que se traduce «Enviado»4: fue bautizado en Cristo. (Evangelio de San Juan, Tatado 44,2). 

Así las acciones de Jesús son sacramentales y el santo afirma que el ciego quedó bautizado. 

Posteriormente, la gente iba preguntando si era él el ciego que pedía limosna. Como que no quieren creer el cambo que se había producido en él. Es común que una persona que se convierta encuentra resistencia entre sus familiares y amigos, pues prefieren que siga con el comportamiento que tenía antes, tal vez porque ellos reconocen que deberían de converitrse y cambiar de varias maneras y no quieren. Le preguntan si es el mismo y responde que sí. En griego el evangelio dice que su respuesta fue: ego eimí (yo soy). El que lee atentamente el Evangelio de se da cuenta de que estas palabras las dice Jesús para manifestar su misma identidad como Hijo de Dios. Además, se trata del hombre que Dios reveló a Moisés en la zarza ardiente: "yo soy el que soy". En este evangelio, no sobre ninguna palabra ni le falta un significado. Si el ciego dice  ego eimi, afirma también su identidad. El cristiano al ser bautizado es incorporado, identificado con Jesucristo y por eso San Pablo dice de sí: "Ya no vivo yo. Cristo vive en mí"  (Gal 2,20) y "Para mí vivir es Cristo" (Fil 1,20). El cristiano es otro Cristo. 

Más adelante, cuando los judíos lo habían echado del la sinagoga, Jesús se encunetra con el hombre. Le pregunta: ¿Tú crees en el Hijo del Hombre? El hombre responde: ¿Y quién es para que crea en él?" Y Jesus responde: "Lo has visto: el que está hablando contigo, ése es" Entonces dijo: "Creo, Señor. Y se postró ante Él".  Notamos aquí el  mismo resultado que la del domingo pasado con la samaritana y los de su pueblo. Ellos llegaron a creer en Jesús, gracias al encuentro personal con él. En nuestro caso, el encuentro fundamental con Jesús viene en el bautismo. Claro, como fuimos bautizados de niños, nos corresponde tomar conciencia del misterio de nuestra unión con Jesús, la vida de gracia o el hecho de habernos convertido en hijos de Dios y de ser guiados por el Espíritu Santo igual que Jesús en su vida terrena, a lo largo de nuesta vida. Éste es el fin de la evangelización que es tarea primordial de la Iglesia, y de la catequesis que la completa y nos ayuda a incorporarnos de manera vez cada vez más plena en su Cuerpo que es la Iglesia.    

       


sábado, 18 de marzo de 2017

EL QUE TENGA SED, QUE VENTA A MÍ

III DOMINGO DE CUARESMA, CICLO A, EL ENCUENTRO DE JESÚS CON LA SAMARITANA.

Hoy y los siguientes dos domingos nos toca comentar tres episcodios que se encuentran en el Evangleio de San Juan, el encuentro de Jesus con la samaritana, la curación del ciego de nacimiento y la resucitación de Lázaro, cada uno delos cuales nos deja unas lecciones muy iportantes e útiles para nuestra vida cristiana. La Cuaresma es un período de renovación espiritual. Veamos, pues, alguna de las lecciones que nos deja el evangelio de hoy.

Jesús iba de Jerusalèn a Galilea y pasaba por Samaría, y andaba descansando a lado de un pozo mientras los discípulos habían ido a comprar alimentos en el pueblo. Se presenta una mujer samaritana. Sabemos que había un gran odio entre los judíos y samaritanos, pues el peor odio es el que se llama odium thelogicum, y aquí es el caso porque los judíos consideraban a los samaritanos unos herejes, o al menos semi-herejes. De hecho, no se hablaban, y menos si se trataba de una mujer. Incluso un rabino no debía de hablar en público con una mujer, pues se consideraba que perdía su timepos que debía de entregarse al estudio de la Escritura. Como siempre, Jesús actúa con gran libertad de espíritu y pide a la mujer samaaritana que le dé de beber agua del pozo. Ella se extraña porque no tiene recipiente para el agua.

Curiosamente, or tal vez no, Jesús procede a decirle a la mujer:  Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice "dame de beber", tú le habrías pedido a él,  y te habría dado agua viva. Ya la primera lectura nos ha pesentado al pueblo de Dios en el desierto con Moisés con  necesidad de agua, y Moisés pega la roca y brota de ella agua. Como otras muchas realidades, sobre todo los elementos materiales que llegaron a formar parte de nuestros sacramentos incluyendo en agua en el caso del bautismo, tienen un sentido simbólico además del sentido normal y natural. Como todo mundo sabe, el agua es impriscindible para la vida, asi como también el aire. En este frase, Jesús pasa del sentido físico al simbólico del agua. El agua es fuente de vida y Dios es el que tiene vida por antonomasia y da la vida al hombre. Aquí también cuando hablamos de vida referiéndonos a Dios la palabra adquiere un sentido más profundo. 

La mujer llegó al pozo para satisfacer su necesidad de agua, para colmar su sed, pero Jesús descubre en ella una sed más profunda que el agua del pozo no podrá apagar. Sólo él que es la vida lo puede hacer.  La mujer no entiende cómo Jesús le va a dar agua que susrte hasta la vida eterna cuando ni tiene cubeta y el pozo es profundo. Es común en el Evangelio de San Juan que los interlocutores de Jesús no comprendan lo que quiere decir, pues sus palabras tienen un sentido que va más allá del sentido normal. Según Jesús, el agua que él le ofrece le quitará la sed para siempre, pero ella sigue pensando en el agua del pozo y dice que quiere la que ofrece Jesús para que no tenga que ir cada día al pozo. 

En seguida Jesús pasa a un nivel más profundo cuando pide a la mujer que llame a sus esposo. Ella dice que no tiene esposo, pero Jesús le dice que es cierto, pues el que tiene ahora no es su esposo, pero que ha tenido cinco esposos. Esta mujer que se ha casado cinco veces andaba buscando algo que no encontraba, es decir, la felicidad. Si bien es cierto que todo hombre busca a veces desesperadamente el verdadero sentido de la vida, la verdadera felicidad. Con no poca frecuencia la busca donde no se encuentra, que puede ser en lo que puede comprar el dinero, o la fama, o el placer. Viene a la memoria la famosa frase de San Agustín, que se encuentra al inicio de sus Confesiones: Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto si no descansa en ti.  En esta conversación Jesús llega a tocar este nervio profundo de la búsqueda de esta mujer por algo que no encontraba, pese a haberse casado cinco veces. Otra realidad es que antes de que busquemos nosotros, ya Dios ha salido a neustro encuentro y nos busca para que en Él podamos colmar esta sed que todos tenemos, porque al crearnos Él nos ha hecho para sí. Este es el misterio de la gracia, como dice la Primera Carta de San Juan: El nos amó primero o el evangelio de San Juan donde dice Jesús a los apóstoles en la Ültima Cena: Vosotros no me habías elegido a mí, sino que yo los he elegido a vosotros para que vayáis y déis fruto. En la Parábola del Hijo Pródigo, el padre veía ya al hijo de lejos, es decir, que andaba buscándolo. 

La mujer, una vez que había tenido el encuentro tan extraoriniario con Jesús y que había descubierto que debía de ser profeta, por saber ya todo lo que había hecho en su vida, va al pueblo a anunciar su hallazgo extraordinario. Es decir, una vez que hemos logrado calmar la sed de vida y felicidad al haber encontrado a Jesús y dialogado con Él, el siguiente paso, algo muy humano, es ir a anunciarlo a los familiares y amigos. Dice el evangelista que muchos samaritanos creyeron en Jesñus por la palabra de la mujer, y fueron con él a pedirle que se quedara con ellos y se quedó dos días. Aquí se encuentra el secreto de la evangelización. El que tiene un encuentro profundo y personal con Jesús siente la necesidad de comunicarlo a sus amigos e invitarles a ellos a seguir el mismo camino. ¿Cómo es que no evangelizamos más? Hay más de 1000 millones de católicos registrados en los registros bautizmales de las parroquias de todo el mundo. No basta un trámite burocrático para ser contado como católico, sino hace falta que cada uno tenga una relación profunda y personal con Jesús, que es el único en el que hay salvación. 

¿Qué vamos a hacer en esta Cuaresma para dar a conocer a Jesús entre los que conocemos, a lograr que otros lo conozcan, que se dediquen también a cambiar su vida? En nuestra época encontramos a cada paso unas ideologías que quieren destruir el verdadero sentido de la vida, dela familia, que promueven el aborto y la destrucción de la familia, del orden natural establecido por Dios, Para impulsar esta agenda se prestan los poderes políticos. Pero las leyes nefastas que aprueban y los dictámenes judiciales no llegarian a darse si no hubiera una tierra fértil en la sociedad para que se acepten tales medidas. No olvidemos que el mal progresa en el mundo más porque los buenos no hacen nada que por el mal que hacen los malvados.                 
   

viernes, 10 de marzo de 2017

LA TRANSFIGURACIÓN

HOMILÍA, SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA, 12 DE MARZO DE 2017.

El episodio de la Transfiguración no es uno de los más fáciles del evangelio a comprender o situar. Algunos biblistas han llegado a afirmar que se trata de una aparición del Señor resucitado colocado en el relato de la ministerio  público de Jesús. Aunque esto fuera cierto, habría que preguntarnos por qué se presenta en el contexto en el que se encuentra. También podríamos preguntarnos los motivos por los que  la Iglesia nos lo propone en este segundo domingo de Cuarma. El domingo pasado, hemos refelxionado sobre las tentaciones de Jesús en el desierto y los siguintes domingos nos tocará la el evangellio de la samaritana, luego los dos grandes milagros de  la curación del ciego de nacimiento y la resucitación de Lázaro, todos provenientes del Evangelio de San Juan, con una notable carga teológica. En el caso de la Transfiguración, que hoy nos ocupa, se encuentra después de la profesión  fe de Pedro en respuesta a la pregunta de Jesús sobre quién piensa la gente que es él. Allí enseguida Jesús aclara el tipo de mesianismo que le toca vivir, es decir, que lo va a llevar a sacricicarse en la cruz, cosa que San Pedro rechaza terminantemente, y Jesús lo corige ocn mucha fuerza, llamándolo Satanás.  Si nos colocamos en la situación de los apóstoles, podremos comprender la reacción de Pedro, que seguramente fue compartida por todos los demás. Para ellos, como buenos judíos habría sido inconcebible que el Mesías fuera ajusticiado en la cruz de parte del poder romano, y antes rechazado por las autoridades del pueblo judío. Es más, tenían una excelente base en la misma Bibla para pensar así. El Mesías tendría que ser un rey como David, que fuera a establecerse en Jerusalén y llamar a todos los pueblos a reunirse alli adorar al verdadero Dios. Por lo tanto, Jesús colocaba a sus seguidores en una encrucijada y les quedaba la opción de segurilo con estos presupuestos y eventaulmente abandonarlo como un iluso, que probablemente fue la posición de Judás y también de Pedro al llegar a negar que siquiera lo conocía ante una esclava en la noche de Jeuves Santo cuando Jesús fue metido preso.

Comprendiendo, pues la gran dificultad o mejor dicho crisis  que signifaría para los apóstoles la suerte final de Jesús ajusticiado en la cruz, viene este episodio para ayudarles a aceptar este misterio tan incomprensible para ellos. Los elementos con los que se nos presenta la Transfiguración son los de una teofanía, una luz tremenda, más brillante que cualquier luz de la tierra, una nube los cubre, una voz del cielo, la presencia de Moisés y Elías, representando dos grandes figuras de la revelación divina, la Ley y los profetas. Ellos pueden descubrir así, que el verdadero sentido de la Sagrada Escritura se encuentra en la suerte de Jesús, el inocente que muerte por los pecados de todos, de acuerdo con el Deuteroisaís y su triunfo final en la resurrección. De hecho, Jesús, al bajar con los tres apóstoles no contar a  nadie la visión hasta después de la resurreción del Hijo del Hombre, un mandato no fácil de cumplir debido a la naturaleza de la experiencia que habían compartido. Por otra parte, no queda claro cómo pudieran comprender lo que signficaba la resurreción de entre los muertos de Jesús porque si bien algunos judíos, especialmente los fariseos, creían en uan resurrección al final de los tiempos ningún judío se imaginaba que el Mesías fuera a resucitar antes o, como ya he señalado que fuera morir en una cruz.

El evangelio de San Lucas nos entrega algunos detalles más que no se encuentran en los otros dos. Dice que Jesús fue transfigurado o transformado cuando oraba, un tema importante para Lucas, pues en todos los grandes momentos de su vida, Jesús ora. También dice que Jesús conversaba con Moisés y Elías sobre su "éxodo hacia Jersusalén".

En cuanto a la utilidad de escuchar y reflexionar sobre este misterio de la vida de Jesús ahora al inico de la Cuaresma, podemos decir que mientras la Iglesia nos invita a ejercer las prácticas cuaresmales de la oración, el ayuno y la limosna, quiere que de verdad lleguemos a reconocer a a Jesús en toda su realidad humana y divina. ¿Con qué frecuencia recordamos o tenemos presente el fin último de nuestra vida, aquello a lo que ha de orientarse cada uno de nuestros actos? El Credo nos dice que "por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo". La prioridad de la Iglesia es lograr la salvación eterna de todos los hombres y eso es lo que da sentido a su misión. La Iglesia lleva adelante muchas tareas como la educación en los colegios, la publicación de revistas y otras actividades como llevar radios y canales de televisión, ayuda a los más necesitados a través de Caritas y otras organzaciones dedicadas a tales tareas y otras muchas actividades. No obstante, su prioridad absoluta es la salvación de las almas o lograr que lleguen a estar con el Señor en la vida eterna. Muchas de laas otras actividades las realizan las ONG y hoy en día el Estado. Dado que la Iglesia cree que Jesucristo es el único nombre en el que el hombre tiene la salvación. Creo que este evangelio nos ayuda a recordar el fin último de la vida y la importancia del verdadero conocimiento de Jesús, de que es de verdad Dios y hombre y que se ha entregado hasta la cruz para nuestra salvación.      

sábado, 4 de marzo de 2017

EL DEMONIO Y LAS TENTACIONES

HOMILÍA DEL PRIMER DOMINGO DE CUARESMA, CICLO A, 5 DE MARZO DE 2017.

Hoy en día, muchos, no pocos de ellos se dicen católicos, piensan que tanto el demonio como el infierno son un mito. Nuestra primera lectura nos presenta la historia de la caída de Adán y Eva tentados por el demonio simbolizado como serpiente que los engaña y convence a desbedecer a Dios y de esta manera introducir el pecado en el mundo. Sabemos que el demonio, también llamado el diablo o Satanás, fue creado como ángel bueno como los demás ángeles.  Al igual que Adán y Eva, tuvo que ser puesto a prueba y haber preferido su propia gloria a la de Dios, y de esa manera haber fallado. Para los  demonios no pudo haber una segunda oportunidadcomo nosotros los hombres hemos tenido, porque su opción fue definitiva y irrecovacble debido a su inteligencia superior a la nuestra. Una vez que rechazaron a Dios,  no pueden ser redimidos del infierno. El infierno es ante todo el alejamiento de Dios, su principal pena,  y dado que Dios les dio el libre albedrío tanto a los ángeles como a nosotros, quedaba la posibilidad de escoger la propia gloria y no la de Dios, que es lo que han hecho ellos, y con ellos los hombres que hacen lo mismo. El demonio es ante todo mentiroso, cosa que se ve en la primera lectura del Libro del Génesis. Engaña a nuestros primeros padres diciéndoles que Dios les está engaña por no permitirles comer el ftruto del árbol de la vida. En realidad, se trata de una invitación a rechazar su propio estado de criatura totalmente dependiente de Dios y cuya única felicidad consiste en la obediencia a Dios y a su plan para sus criaturas.

El demonio, como vemos en el evangelio de hoy que es el relato de San Mateo acerca de las tentaciones de Jesús en el desierto, no deja de tentar ni siquiera a Jesús, el Mesías e Hijo de Dios. Si esto es así, cuánto más va a intentar engañarnos a nosotros mismos. En la segunda lectura, uno de los pasajes más importantes de todas las cartas de San Pablo, el apóstol nos explica en primer lugar que el pecado ingresó en en el mundo por un solo hombre, es decir, Adán, y así la muerte. Aquí no se trata solamente de la muerte física como un hecho biológico, sino la muerte espiritual por la que se frustra el plan de Dios para nosotros, es decir, la vida eterna o visión beatífica eterna con Él en el cielo. Esto lo llama el Libro del Apocalipsis, la segunda muerte. San Pablo hace un paralelismo entre el primer Adán (recuérdese que la palabra "Adán" en hebreo signfica hombre), y el segundo Adán
que es Jesucristo, y cómo la gracia  es más poteente que el pecado.

Como el demonio se atreve a tentar a Jesús, no es de extrañar que nos tiente a nosotros. Por ello, nos conviene analizar  el tipo de tentación que presenta a El para que en unión con Él podamos salir victorios de la prueba.

Enn primer lugar, Satanás le dice a Jesús: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Los que conocen el desierto de Judea, no muy lejos de Jerusalén, dicen que las piedras redondas que hay allí se parecen a panes. Obviamente, Jesús tenía hambre despuès de tantos días de ayuno. El demonio sabe quién es y el poder que tiene para hacer milagros. Se trata de hacer uso de ese poder para satisfacer sus propias necesidades, y desvirtuar su particular misión de Mesías que iba a dar su vida como "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", muriendo en la cruz. El camino marcado para Jesús por su Padre era la de la entrega total hasta la última gota de su sangre en la cruz. Obviamente, desde el punto de vista humano, y no debemos de olvidar que humanamente se trataba de algo muy duro como constatamos de la oración de Jesús en Getsemaní. Jesús sentía la dureza de esa misión.  En definitiva, el demonio invitaba a Jesús a aceptar un camino más fácil y en vez de identificarse con el dolor y el sufrimiento de cada hombre, en vez de "hacerse pecado" en palabras de San Pablo, aporvecharse del poder de hacer milagros para su propia comodidad. Se trata de la misma tentación que le pesentaban los líderes judios cuando estaba en la cruz: "Si eres el Hijo de Dios, bájate de la cruz". También es lo que proponía San Pedro cuando intentó desaudir a Jesús de su camino. Jesús llega a llamar a Pedro "Sata´nás" porque sus palabras no provenían del Padre.

En segundo lugar, viene la tenatación también de aprovecharse de su poder de hacer milagros, pero esta fez más sutil. El demonio lo lleva a Jerusalén y lo coloca sobre el penáculo del templo para que de ahí se echara para abajo y cintando la Escritura, le dice que los ángeles le evitarán que su pie choque contra una piedra. El templo era la institución más importante del pueblo judío, donde se realizaban los sacrificios, donde el pueblo era convocado no sólo de Jerusalén, sino de todo el mundio de alrededor para la celebración de las grandes fiestas. Ciertmente, un milagro de esta categoría hubiera convocado a una cantidad enorme de los judíos y posiblemente muchos paganos para reconocer a Jesús como el Mesías. Sería un camino fácil al reconocimiento mundano y a la gloria. En definitiva, se trata de la tentación de la vanagloria. En vez del verdadero Mesías, Cristo, se hubiera converitdo en el Anti-Cristo. Jesús rechaza terminantemente esta tentación.

Con la tercera tentación, el diablo gasta su último cartucho en cuanto que lo lleva a una montaña alta y le enseña a Jesús todos los reinos de la tierra y se los promete. El sería dueño de todos ellos,  pues le pertenece a Satanás, pero tendría que adorarlo. Se trata de la tenación más engañosa y fuerte que se nos presenta como hombres. Jesús, siendo hombre también, sin duda en alguna ocasión se le habría entrado en la mente este tipo de idea considerando la dureza del camino de la cruz. Jesús rechaza también esta tentación, que es el más grande de todas. En realidad todo pecado es de una u otra manera un pecado de idolatría. Una y otra vez se encuentra el pecado de la idolatría como elpecado por antonomasia en tod la Biblia. Se trata de la adoración de becerro de oro y otros muchos pecados. El hombre no puede no tener un dios. O adora al verdadero Dios o inventa un dios falso para adorar. Este falso dios se nos presenta de múltiples maneras. ¿A qué me dedico con todo mi ser, con todo mi ahinco? Pues eso es mi dios. Para algunos es el negocio. Se levantan temprano y trabajan largas horas para lograr sus fines comerciales y con frecuencia desatienden a la familia, y se olvidan de Dios y de su ley. Para otros es el poder, el imponer su voluntad a los demás y convertirlos en sus esclavos. No pensemos que este sea solamente la tentación del político. En el caso de Jesús, una interpretaicón demasiado literal de muchos textos bíblicos.También hay dictadores caseros que ejercen su poder sobre su familia, sobre sus empleados y en cualquier otro ámbito. Para otros el falso dios es el dinero y lo que puede comprar. Existen hoy en día los billionarios. Tienen unas cantidades astronómicas de dinero y eso les abre el camino de adquirir mucho poder y tener mucho placer de varios tipos.  Y finalmente, está el placer, que puede combinarse con los otros. Hay el placer que da la comida, y de manera especial el placer que proviene del sexo. Muchos se hacen esclavos de él.

 Las tentaciones de Satanás contra Jesús se resumen en un atentado en contra de su misión mesiánica, es decir, utilizar su poder para seguir otro camino que no fuera el de la cruz, de la entrega generosa y constante hasta su último suspiro. Si hubiera seguido tal camino, ¿cómo podria identificarse con tantos y tantos que sufren dolores, injusticias, torturas de todo tipo siendo inocentes? No sería un redentor, es decir, uno que se entrega a sí mismo para salvar o rescatar a tantos.   Como Sann Pablo nos dice en la segunda lectura de la Carta a los Romanos, así como por la desobediencia de uno solo, todos fuimos constitutidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos. Y un poco más adelante escribe: pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Si este era el único camino para  que Jesús pudiera cumplir su misión a favor de todos nosotros, a nosotros no nos es posible otro camino sino el de Jesús, que al final llega a la cruz. Así como para Jesús no había un camino corto y fácil para alcanzar el cumplimiento de su misión, tampoco lo hay para nosotros. Sólo en unión con él, y con la fuerza de la gracia que él nos ha alcanzado en la cruz, podemos llegar a la autentica felicidad, no una felicidad barata y fácil que dura unos mmomentos, unos días y que no es lo que nuestro corazón anhela.