sábado, 24 de septiembre de 2016

LA POBREZA

HOMILÍA PARA EL VIGÉSIMO SEXTO DOMINGO DE TIEMPO DURANTE EL AÑO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2010

Hoy nos toca reflexionar sobre  otra parábola que sólo San Lucas nos entrega y trata de uno de sus temas favoritas, es decir la pobreza y la riqueza. No es que San Lucas sea ni el primero ni el úlitmo en resaltar este aspecto que también se resalta fuertemente en el Antiguo Testamento y posteriormente en la predicación de los Padres de la Iglesia. Hoy nos toca escuchar la lectura de un pasaje del profeta Amós, que predicó en el siglo VIII en la parte norte de Tierra Santa. Le tocó vivir en un período de lo que hoy llamamos crecimiento económico. También como hoy en día, no se daba una distribución equitativa de la riqueza producida por el trabajo de todos. Los latifundistas y en general los nobles, allegados al rey y la corte vivían en el lujo, mientras los campesinos vivían en la miseria. Amós denuncia las injusticias de los nuevos ricos y les promete un desastre, es decir, el exilio, que de hecho se dio en el año 721, cuando el Rey de Asiria, el gran imperio de la época, conquistó Samaria, destruyó la ciudad y llevó a gran parte de la población al exilio en otras partes de su imperio, mientras llevó allí poblaciones de otras partes. Así empezó la dispersión del pueblo de Israel que continuó poco más de de un siglo después con la conquista de Jerusalén, su destrucción y la del templo de parte del rey de Babilonia, el nuevo imperio que sucedió al de Asiria, y en tres ocasiones llevó a miles de judíos al exilio. En los primero siglos de la Iglesia también se veía una preocupación por el tema de la pobreza y la riqueza, por ejemplo, en le caso de Clemente de Alejandría, que a principios del siglo III escribió una oba que se llama en latín Quis dives salvetur (qué rico se salvará). Se ve que en la época los cristianos se preocupaban acerca del hecho de que existían ya en la Iglesia algunos ricos, y viendo el mensaje de Jesús acerca de la dificultad que tendría el rico en salvarse, se preguntaban si algún rico se salvaría. También en el siglo IV y V, cuando se venía abajo el Imperio Romano, sobre todo en Occidente, y el gobierno para hacer frente a los desastres, tanto naturales, como las invasiones de los pueblos germánicos iba subiendo los impuestos a la clase media, ni qué decir de la clase pobre de manera que sólo unos cuantos ricos podían establecerse en unas grandes fincas rurales y a veces despreocuparse de la suerte de la gran mayoría de la población. Los obispos más elocuentes en la denuncia de las injusticias de los ricos y poderosos en contra de los pobres eran San Ambrosio de Milán y San Juan Cristóstomo que era Patriarca de Constantinopla. 

Todos nosotros tenemos la experiencia de haber encontrado a pordioseros por la calle que estiran la mano para pedir limosna. ¿Cómo reacionamos? Sobre todo cuando yo vivñia en Sudamérica, he tenido con mucha fecuencia este tipo de experiencia, algunas de ella negativas. Alguna vez, estando en el confesionario, llegó un tipo no a confesar sus pecados sino a pedir limosna. En otra ocasión me encontré con una pareja con un niño en la calle en las afueras de la catedral en la ciudad en Chile donde vivía. Me contaron que habían llegaod de Bolivia para vender zapatillas, pero al llegar alguno les había robado la mercancía. Los llevé a un supermercado a comprar unos víveres para ellos y a la estación de autobuses para comprarles un billete para llegar al menos al norte de Chile. Posteriormente supe que era todo un engaño y que habían engañado a otro sacerdote también. Unos años más tarde, se presentaron los mismos, y me andaban buscando y esta vez dijeron que eran de Brazil, pese a hablar español como nativos, no como segunda lengua. En otra ocasión, esta vez en Perú, me tocó celebrabrar la misa en la capilla del seminario, pues los domingos venían gente de fuera a la misa. Despuès de la misa me busca un señor de unos 35-40 años que andaba cojeando.  La experiencia me ha enseñado que normalmente cuando vienen a pedir hablar con un sacerdote es para pedir dinero. Me contó que era albañil y que se había caido de un andamio y que la empresa constructora no tenía seguro de accidentes de trabajo, que tenía que ir había estado en el hospital a operarse, que necesitaba dinero para comprar un medicamento que el hospital no le daba, que tenía muchos dolores. Para no alargar, le dije que no llevaba dinero y le reocmendé ir con una monja irlandesa que audaba en tales casos. Otro día, llegó a mi casa, sin saber yo cómo sabía donde vivía yo y me dijo que tenía dos hijos gemelos y que uno de ellos necesitaba una operación del pene que tenía problemas al orinar. Luego, me llamó muchas veces un señor que decía que era médico en el hospital e intentaba ayudarle, que si yo le daba tanto al señor, él iba a poder conseguirle las medicinas, que conseguía otras ayudas. Posteriormente, llegó varias veces más, y dijo que el niño se había muerto. Le pegunté donde vivía y le dije que fuera a hablar con el párroco de allí. Recibí otra llamada de uno que decía que era el párroco. Pedí a un amigo que averiguase  si era cierto, y él fue a hablar con el párroco y descubrimos que todo era una gran estafa. Como no le había pedido el DNI, cuando avisamos a la Policía, no pudieron hacer nada. Estos son tan sólo dos casos de los muchos que he tenido en esos países y algunos aquí en España también. Después de haber sido estafado varias veces, cuando me encontraba con uno en la calle que me pedía limosna, más bien no le daba nada, aunque a veces sí. He visto programas en la televisión que le dan seguimiento a algunos casos de los "cuenteros" que piden limosna en la calle y recogen más de lo que sería un sueldo de un profesional. Recomiendan dar aportaciones a Caritas y que vayan los pordioseros a la parroquia para pedir, pero luego dicen ellos que no les dan por no ser de la parroquia. Si van al Municipio, suelen decirles que vayan a la parroquia a pedir a Cáritas porque hay tanto tramiteo que tendría que esperar varias semanas. 

Debido a este tipo de mala experiencia, cuando nos piden limosna, solemos tener una buena lista de pretextos para no dar, como lo va a gastar en alcohol, o en droga, o sospechamos que será otro engaño o estafa.  No es fácil discernir, pero en tiempos de Jesús no existía ningún sistema de seguridad social ni red de protección para los más desmparados, como es el caso de Lázaro, uno de los dos protagonistas de nuestro parábola de hoy. San Lucas, siendo un verdadero maestro de estilo, nos pinta la escena con unos detalles conmovedores. Primero, nos dice el nombre del pobre y no se da el nombre del rico, aunque tradicionalmente se le llama Dives, que significa en latín rico. Lázaro se encuentra tirado a la puerta de la casa del rico, como hoy en día se encuentran a veces pordioseros o a la puerta de las iglesias o a la puerta de los supermercados. Su cuerpo está cubierto de úlceras. El rico, en cambio, se viste de púrpora y de lino fino. Hay que decir que el color púrpora era característico de la realeza por su gran precio, lo mismo dígase del lino, como es el caso hoy también que es muy costoso.  Banquetea suntuosamente, mientras a  Lázaro no  le daban ni "las migajas que caeían de la mesa del rico". 

Ambos mueren y les toca una suerte contraria a la que tuvieron en esta vida. Lázaro es acogido en "el seno de Abrahán, es decir un espacio abierto representando la acogida de Dios que ha intervenido en la historia del hombre en primer lugar con Abrahán y le ha prometido una tierra, es decir la verdadera tierra prometida que no solo mana leche y miel materiales, sino que es el verdadero descanso de los dolores y sufrimientos de este mundo. En cambio, al rico, debido a su soberbia, su egoismo y su olvido del bien de su prójimo, ahora se encuentra en el infierno con unos sufrimientos horrorosos. Recordemos que según el Evangelio de San Mateo (25,31-46), la materia del juicio final es precisamente si hemos dado de comer al hambriendo, si hemos dado de beber al sediento, si hemos visitado a los enfermos, a los presos etc. porque "cuando habéis hecho esto a uno de estos mis más peuqeños hermanos, a mí me lo hicieron.". En realidad, el rico no llegó al infierno por ser rico, sino por haber puesto su confianza en las riquezas y cerrado el corazón al pobre Lázaro tirado a su puerta. Eso mismo lo señala San Juan en su Primera Carta: "Si alguno tiene bienes en este mundo y cierra su corazón a su hermano en el dolor, ¿cómo puede el amor de Dios estar en él" (IJn 3,17). La Carta de Santiago nos dice algo similar: "Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario,y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve. "

Si Dios permite que haya ricos, suponiendo que han adquerido sus riquezas en una manera moralmente recta, es que quiere algo del rico. El rico ha llegado a rico, si no es el caso de haber heredado la riqueza, debido al buen uso de los talentos que Dios le dio. Por lo tanto, Dios quiere que haga el bien con tales talentos. Por ejemplo, uno que tiene buena capacidad en los negocios, o es inventivo y debido a su talento ha acumulado mucho dinero, tiene un deber de hacer buen uso del dinero para bien de la comunidad. Si es un empresario, debería de crear más puestos de trabajo y tratar bien a sus trabajadores. Podría contribuir eficazmente a la ayuda de países pobres. Habiendo vivido en tres países en Sudamérica, he podido constatar que la solución a la pobreza no es regalar dinero a los pobres, sino intentar contribuir a que ellos mismos se levanten por sus propios esfuerzos y talentos y que tengan el apoyo necesario para hacerlo. De lo contrario, se puede caer en el mal que se denomina "asistencialismo" que tiene a crear una clase de gente que depende de subsidios del Estado o de ONG  y no hace nada para salir de la pobreza. Existen hoy en día unas buenas iniciativas para lograr este fin. La gente pobre tendría que ser protagonisita ella misma de su salida de la pobreza, y la mejor manera de lograrlo es que tengan unos puesto de trabajo seguros o la posibilidad de crear su pequeña o mini-empesa. El trabajo, es colaboración con el plan de Dios para la creación y una manera de desarrollar y perfeccionar a la pesona, como el Papa Sann Juan Pablo II señala en su Carta Encíclica Laborem exercens, 

Otro punto que cabe señalar es la respuesta de Jesús cuando el rico desde el infierno le pide a Abrahán que mande a Lázaro a avisar a sus hermanos para que al moririse no lleguen al infierno, Jesús responde "tienen a Moisés y a los profetas, que los escuchen".  Si no escuchan a ellos, tampoco van a escuchan a ellos, tampoco van a escuchar si un muerto resucita para avisarles. Es decir, no debemos esperar que venga alguna intervención milagrosa de Dios, una aparición de la Virgen María para movernos a la conversión, a abandonar nuestros malos hábitos basados en el egoísmo y el olvido del prójimo,sino escuchar atender a lo que Dios ha revelado y lo que predica la Iglesia. 

Todavía estamos en el Año de la Misericordia, pero debemos ser sensatos y no aceptar una noción equivocada de la misericordia de Dios, como si Dios fuera un bonachón a quien no le importa el mal que hacemos, que al final todos seremos salvados. No puede haber misericordia de Dios, si no hay arrepentimiento y cambio de vida de parte nuestra. Sólo tenemos esta vida para lograr hacer el bien, evitar el mal y al final alcanzar la salvación. Dios es misericordioso, pero esa verdad no está en pugna con su justicia. Si nosotros cerramos la puerta nuestoo corazón "al hermano en el dolor", Dios que nos ha regalado el libre albedrío va a respetar nuestras opciones y simplemente no puede salvar al que no quiere ser salvado. Cuando yo era niño y nos enseñaban el catecismo, que había memorizar, había una pregunta sobre el pecado de la presunción. Se decía en el antiguo catecismo que "la pesunción es la vana esperanza de alcanzar la salvación, sino hacer uso de los medios necesarios para alcanzarla". Hay un dicho en latín que reza qui vult finem, vult media, el que quiere el fin quuiere los medios. Se podría formular esta verdad al revés, es decir, el que no quiere el fin, tampoco quiere los medios. Si no queremos hacer el esfuerzo por alcanzar la salvación, tampoco vamos a poner los medios, porque nos exigen esfuerzo. No podemos ver claramente el premio que nos ofrece Dios, porque en esta vida caminamos en la fe, y una de las caracterñisticas de la fe es la oscuuidad, nos dedicamos como el rico Epulón a pasarla bien en este mundo y olvidarnos de  que la vida es breve, stentanta años, y ochenta para los fuertes, como dice la Biblia. Después viene el juicio. 

Todo mundo se considera buena persona y rara vez se consdera malo. Muchos dicen "yo soy buena persona, yo soy honrado etc.", pero luego tienen que reconocer que hacen cosas males, o dejan de hacer el bien. Nuestrra catadura moral depende de nuestras acciones buenas o malas, y por ende de los hábitos que formamos. Si son buenos, serán virtudes, si malos, vicios. No podemos decir, "yo soy buena persona, pero hago cosas malas". Es una contradicción.  Siempre tendremos una excusa porque somos los peores jueces en la propia causa. ¿Cómo es que los santos se consideran grandes pecadores? Seguramente el rico Epulón se consideraba buena persona, y tenia buenas intenciones, pero dejó que se cerrara su corazón a Lázaro que "estaba en el dolor". Podemos hacer algo conceto al haber reflexionado sobre este evangelio. Por ejemplo, podríamos decidirnos a contribuir a Cáritas o a Manos Unidas que son entes eclesiales que se dedican a la ayuda sistemática de los pobres. De esta manera también podremos evitar ser engañados por frescos como ha sido mi caso en varias ocasiones, como he contado arriba. Tenemos una serie de gastos que necesarimente tenemos que hacer, como es pagar el recibo de la luz, del agua, telèfono, etc. ¿No deberíamos calcular al hacer nuestro presupuesto unas contribuciones tanto a la Iglesia como a alguna obra de caridad, como las que he mencionado? También, Jesús quiere que seamos ordenados en nuestros gastos y actividades en general, pues para eso nos dio la razón. Santo Tomás de Aquino dice sapientis es ordinare, es propio del sabio ser ordenado.  Es cierto que algunos de los pordioseros que nos encontramos en la calle están en verdadera necesidad. San Alberto Hurtado, un santo Jesuita que fundó una gran organizaicón de beneficiencia en Chile, llamada Hogar de Cristo, decía que si nos engañan algunas veces, no debemos de dejar de dar limosna porque hay otras muchas ocasiones en las que sí se nos presenta la oportunidad de ayudar a una persona verdaderamente necesitada. 






sábado, 17 de septiembre de 2016

ACCIÓN DECISIVA Y EL PODER DE LA GRACIA

HOMILÍA PARA EL DOMINGO XXV, DEL CICLO C, 18 DE SEPTIEMBRE DE 2016

Nuestro evangelio de hoy nos pesenta una parábola de Jesús que nos puede parecer un poco curioso. Se trata de un mayordomo que ha sido pillado estafando a su padrón. Es llamado por el padrón y sin más miramientos despedido, como es lógico. Ahora se encuentra en una situación límite. Si bien esta pagando las consecuencias de sus fechorías, ha recibido un golpe duro y se pone a pensar qué puede hacer. Podemos suponer que ya nadie lo va a contrarar como mayordomo, pues ha sido desleal con su jefe y seguramente el que quisiera contratarlo consultaría al empleador anterior para saber qué ha habido de él. En aquella época, cuando no existía protección social, ni seguro de desempleo ni nada por el estilo, estaría literalmente en la calle. Si no pudiera contar con algún apoyo de familiares, estaría realmente en una situación límite. Por eso, dice "cavar no puedo, mendigar me da verguenza". Podemos suponer que no era una persona joven con fuerzas para realizar trabajos físicos. Entonces inventa una estrategia que piensa que podría ayudarle a solucionar su problema, abundando en los malos manejos por los que ya fue despedido. Llama a uno y otro de los  deudores de su jefe y le pregunta a cada uno  cuánto le deben a su jefe. Les da el recibo y les dice que escriban menos. De esta manera se queda con la esperanza de que ellos se acordarán de este favor que les ha hecho y lo van a acoger en sus casas. Es una estrategia arresgado porque no tiene ninguna garantía de que ellos van a responder con la generosidad que espera de ellos.

La pregunta es: ¿por qué Jesús cuenta esta historia con la moraleja que reza "los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz"? Obviamente, no es que Jesús esté alabanando o aprobando lo que hizo el mayordomo, pues como es obvio,  va en contra de la ética y lo retrata como estafador. Lo que alaba Jesús es la astucia y la diligencia que tiene al encontarse en una situación límite. No se queda con los brazos cruzados, sino intenta, aunque sea por medios deshonestos, superar la crisis en la que se encuentra. Cualquiera de nostotros si vamos al médico y luego de habernos hecho análisis nos dice que tenemos cáncer, no vamos a quedarnos con los brazos cruzados. Si tenemos unos ahoros o un negiocio  y resulta que por los motivos que sea estamos a punto de sufrir pérdidas cuantiosas, vamos a reaccionar para proteger nuestra hacienda y movernos con toda rapidez, como es el caso del mayordomo deshonesto de nuestro evangelio. Son realidades que percibimos inmediatamente como muy peligrosas y perjudiciales y no esperamos un minuto para intentar hacer lo que haga falta para salvar nuestra situación.

Por otro lado, cuando se trata de nuestra vida espiritual, el asunto más serio de nuestra existencia, la salvación de nuestra alma, ¿acaso procedemos con la misma celeridad y acción decisiva? Sabemos que las personas que han caído en un vicio grave o adicción como el alcoholismo la droga, el sexo como puede ser la pornografía, acudir a prostitutas u otras manifestaciones de la adicción al sexo? Pues, bien sabemos que los que tienen estas adicciones lo tienen difícilísimo cortar por lo sano y dejar el vicio. Tienen que tocar fondo y encontrarse en una auténtica desgracia, como por ejemplo el abandono de la esposa o del esposo, sufrir una humillación pública para reaccionar y buscar ayuda. Sin embargo, el mensaje del evangelio no es solamente para estos casos. El problema es que no percibimos la gravedad de los peligros espirituales, Jesús dice "¿qué aprovecha al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? Nos damos cuenta fácilmente del valor de los bienes materiales y de lo que significa perder el trabajo y otras desgracias de este tipo, pero no  vemos la gravedad del pecado y de los vicios, de lo que es olvidarnos de Dios y vivir como si no existiera.

El gran poeta y dramaturga del Siglo de Oro Español, Lope de Vega, además de ser poeta era también sacerdote y tenía una particular debilidad en cuanto al cumplimiento de la obligación al celibato que va con esta vocación. Hacía buenos propóstios, pero luego volvía a caer en pecado. Así lo expresa en este bien conocido soneto:

Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana

Jesús venía a tocar a la puerta de su alma pero una y otra vez respondía "Mañana le abriremos...para lo mismo responder mañana". San Agustín, que también antes de su conversión oraba a Dios diciendo "Dame castidad, pero todavía no", luego dijo "Temo a Dios que pasa y no vuelve". Cuando Dios llama y no le abrimos, ¿qué garantía tenemos que tendremos otra oportunidad?

Otro caso extrarodinario en el que se manifestó de manera fuerte la gracia de Dios es el del inglés
JOHN NEWTON Clérigo,
Antes un Infiel y Libertino,
Un siervo de esclavos en África,
fue por la misericordia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Preservado, Restaurado y Perdonado.
Y señalado para predicar la Fe que él por tanto tiempo había estado destruyend
Éste es el epitafio que escribó él mismo para su tumba. Nació en 1725 y su madre le enseñó de niño unos buenos y sólidos principios cristianos, pero murió cuando John tenía 7 años. . De joven seguió la carrera de su padre, primero como marinero en la Marina Real, de la que desertó y fue castigado con latigazos. Luego se dedicó a llevar a esclavos de África a América en su propio barco. Una noche en el medio del Atlántico el barco entró en una tormenta tremenda. Recordando la fe que había recibido a través de su madre elevó con toda su alma una súplica a Dios para que lo salvara y a toda su tripulación. Una vez pasada la tormenta, se retiro a su cámara y se puso a reflexionar. Vio que Dios lo había tocado profundamente con su gracia. Dejó su carrera de marino y se hizo Ministro cristiano. Colaboró estrechamente con su amigo John Wilberforce para lograr la prohibición de la esclavitud en todas las colonias inglesas y que se acabara con el tráfico de esclavos. Se dedicó también a escribir himnos y una de ellos ha llegado a ser el himno más conocido y querido en la lengua inglesa, cantada siempre cuando hay grandes deastres, como por ejemplo, en la ocasión del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York. Se titula Amazing Grace (La gracia asombrosa). Se sintió tan fuertemente tocado por la gracia que nunca se olvidó de lo que Dios hizo por el, como queda patente en el epitafio. Aquí va una  verión de Amazing Grace y que tiene subtítulos en inglés y en castellano. A continuación enlazo otra versión que a mi parecer es mucho más hermosa y por ha sido vista casi 25 millones de veces en Youtube

https://www.youtube.com/watch?v=7dZ1Ypd8wJs (con subtítulos)

Versión más hermosa

https://www.youtube.com/watch?v=CDdvReNKKuk

La úlitmas palabras de John Newton fueron: "Mi memoria casi se ha ido pero recuerdo dos cosas, que soy un gran pecador, y que Cristo es un gran salvador".  Que cada uno de nosotros actúe decisivamente ante la desgrcacia más grande que es el pecado y respondamos decisivamente a la llamada de la gracia, como hizo John Newton.


sábado, 10 de septiembre de 2016

UN DIOS QUE AMA HASTA EL EXTREMO.

DOMINGO XXIV DE TIEMPO DURANTE EL AÑO,CICLO C, 11 DE SEPTIEMBRE DE 2016

Se habla bastante acerca de la búsqueda de Dios de parte de muchas personas. Sin embargo, en toda la Biblia lo que prevalece no es la búsqueda de Dios de parte del hombre, sino al contrario, el empeño constante y permanente de Dios de salir al encuentro del hombre. Este domingo nuestro pasaje del Evangelio de San Lucas nos pesenta tres parábolas nos demuestran cuál es la lógica de Dios, de Jesús, y que no coincide con lo  que nosotros consideramos razonable. Hace unos quince años, todavía  en el Pontificado de San Juan Pablo II, le tocó al cardenal vientamita Van Tuan dirigir los Ejercicios Espirituales anuales que dan en el Vaticano durante la Cuaresma. Este cardenal sufrió unos 15 años de prisión y trabajos forzados en Vietnam cuando los comunistas de apdoeraron del país en el año 1975. Una de las cosas que dijo en este retiro, que luego fue publicado como libro, fue que "Jesús no sabe matemáticas". Vemos en las tres parábolas que hoy hemos escuchado Dios procede de manera completamente diferente de la nuestra. 

En primer lugar, tenemos la Parábola de la Oveja Perdida. Jesús dice: ¿Quién de vosotros, si tiene cient ovejas, si pierde una, no deja las 99 en el desierto y va tra la perdida? Según nuestra lógica la respuesta es evidente. NINGUNO. Parece una opción de verdadero loco abandonar a las 99 ovejas a merced de lobos y posibles ladrones para ir a buscar una que se perdió. Desde el punto de visto del análisis económico, no tiene sentido. Cualquiera diría: se ha perdido una y no vale la pena buscarla y poner en peligro al resto del rebaño. Si una pareja que tiene,  por ejemplo, seis hijos, y se muere uno, a nadie se le ocurre decirles, "No se preocupen, todavía quedan cinco". Así es con Dios, ama a cada uno como si fuera el único en el mundo y no hace el tipo de cáclulos que nosotros acostumbramos hacer. 

Veamos el otro ejemplo, el de la moneda perdida, que es incluso más exagerado. Una señora pierde una moneda en su casa. ¿Pero cuanto valía esa moneda? Pues casi nada, tal vez unos cinco céntimos. Cualquiera diría, se ha perdido esa moneda, pues no importa porque vale muy poco y no vale la pena gastar tiempo y esfuerzo en buscarla. Sin embargo, la señora de la parábola, se pone a barrer diligentemente la casa entera hasta que encuentra la moneda. Luego, hace una cosa que parece más loca todavía. Llama a sus vecinas y amigas y las invita a celebrar con ella por haber encontrado su moneda de 5 céntimos!¿Quién haria eso? NADIE. Además, si alguno hiciera una cosa semejante, caeria en el ridículo al celebrar con las amigas el hecho de haber recuperado una moneda de cinco centímos" Sacando la lección que Jesús nos quiere entregar, podemos decir, que no hay nadie que no tenga valor delante de Dios. Dios se preocupa de la persona que pudiera parecer a nosotros la más despreciable, la más humilde, la más ignorante, delincuente. Pongamos todos los calificativos que queramos, todo mundo tiene un valor y una dignidad infinita ante Dios. En realidad, lo que se enseña aquí lo resume San Pablo en la frase: "Dios no salvó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros". 

Llegamos ahora a la conocidísma Parábola del Hijo Pródigo. La actitud del hijo es verdaderamente despreciable. Lo que le dice al padre al pedir que reparta la herencia cuando el padre vive aun es que quisiera que hubiera muerto. En la época nadie haría eso. Sin embargo, el padre accede y el hijo se marcha a "un país lejano" y "derrochó su fortuna viviendo perdidamente". Cuando vivía en Estados Unidos en los años 70 del siglo pasado, me tocó conocer un caso semejante a éste de la Parábola. Un chico, hijo de una familia acaudalada, que había estudiado en un colegio de Jesuitas, se fue de"hippy" a Arizona, siendo él de un lugar cercano a Nueva York. Luego de unos años, regresó a casa en compañía de su novia. El padre, que era un católico tradicional al que le había dolido muchísmo todo este recorrido del hijo que andaba de vago, tomaba droga, y ahora se presenta en casa con una chica, lo echó. Sin embargo, más adelante, tuve ocasión de visitar a la famila, constaté que padre e hijo se habían reconciliado y estaba felizmente de regreso en su casa. No son pocos los padres que han sufrido este tipo de episodio con sus hijos. 

Aunque tradicionalmente la parábola se titula "El Hijo Pródigo", en realidad lo que más se resalta es la actitud del padre, que una vez más es completamente contaria a la que a nosotros nos parecería lógica y razonable. Es la lógica del perdón y la reconciliación, en una palabra, del amor,  y no la de la contabilidad. En primer lugar, el padre le entrega los bienes, sin tener en realidad ninguna obligación de hacerlo, y lo deja irse. La parábola indica que el padre lo vio de lejos, por lo que podemos suponer que nunca perdió la esperanza de que el hijo volviera. Conviene señalar que San Lucas indica que la ocasión que provocó que Jesús contara estas parábolas fue que algunos lo criticaban diciendo:Ese acoge a pecadores y come con ellos. Es decir, Jesús quiso demostrar a sus críticos lo equivocado que era su actitud. Todos los detalles que contiene la parábola acerca de la acogida del padre hacia el hijo, el beso, el ponerle una túnica nueva, matar el becerro cebado y hacer un banquete, juntamente con el contraste con la actitud del hijo mayor, tienden a demostrar lo que es la lógica del amor de Dios como Padre. 

También nuestra primera lectura del libro del Éxodo, que relata el episodio del becerro de oro, manifiesta por un lado, la facilidad que tiene el hombe para pecar, pese a las evidentes manifestaciones del amor y la solicitud de Dios para con su pueblo. En este caso, esto se da poco después de la manifestaicón extraordinaria del poder de Dios al haberles librado del poder del Faraón haciendo posible su escape al cruzar el mar. En realidad, a lo largo de toda la Bibla, sean los libros llamados históricos, sean los libros proféticos, no hacen más que abundar en el mismo tema, la infidelidad del pueblo que una y otra vez cae en la idolatría, que en la Bibla es el pecado por antonomasia, En los libros históricos constatamos que la casi totalidad de los reyes son malos, y no cumplen la alianza que Dios ha hecho con su pueblo. Lo mismo en todos los profetas. Ellos advierten acerca de la infidelidad del pueblo, y el castigo que les espera, pero Dios nunca pierde la paciencia con un pueblo "duro de cerviz", como hemos escuchado en la primera lectura. La finalidad de los castigos de Dios es la de lograr que se corrija el pueblo. En todo caso, no fracasa el proyecto de Dios porque siempre queda un resto fiel. 

También San Pablo en nuestra segunda lectura de la Primera Carta a Timoteo, escribe: Es palabra digna de credito y merecedora de total aceptación que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por esto precisamente se compadeció de mí: para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia y para que me conviertiera en uno de los que han de creer en él y tener vida eterna.

En mis casi 35 años de ministerio sacerdotal, me ha tocado encontrarme con algunas personas que están convencidas de que no tienen pecados. Las hay que vienen a confesar los pecados del esposo. Si son delincuntes, y no tienen problemas con la ley se consideran buenas personas y que no tienen pecados. En el silgo IV había un señor muy devoto, que era director espiritual de bastantes personas en Roma. Se llamaba Pelagio, y él pensaba que dado que Dios nos ha dado el libre albedrío, podemos ejercerlo y evitar el pecado si queremos. Tenemos esa fuerza por naturaleza. Según él, Jesucristo es tan sólo un buen ejemplo que nos ha de estimular en lo que por naturaleza ya podemos hacer. La Iglesia de la época y de todas las épocas posteriores, ante todo en la persona de San Agustín, que es Doctor Gratiae. San Pablo reconocía que había sido un gran pecador y perseguidor de la Iglesia, y que Jesucristo se compadeció  de él. Eso para que llegase a creer en Jesucristo y  a alcanzar la vida eterna. 

Jesús, al dar inicio a su ministerio público, según leemos en el Evangelio de San Marcos, proclamó: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, creed en el Evangelio" (Mc 1,15). Desde el mismo incio de su predicación Jesús invitaba a sus oyentes a un cambio de mentalidad, un cambio de sentido, como si anduviéramos por un camino equivocado y tuivéramos que dar vuelta en U. Nuestras lecturas de hoy nos han señalado con más detalle en qué estamos equivocados. Nuestras actitudes no son las de Dios, sino del mundo, marcado por el pecado, el mal y la muerte. Si Dios es amor, es obvio que va a actuar de acuedo con lo que es el amor, como vemos en el caso del padre del hijo pródigo. Incluso lo que humanamente nos parece razonable, como sería dejar perderse la oveja extraviada, o dejar perderse una moneda que aparentemente no tiene valor, está equivocado porque no corresponde a la lógica de Dios, que ama infinitamente a cada uno por más mal que haya hecho. No seamos, pues, seguidores de Pelagio que pensaba, como hemos visto que cada uno puede salvarse, sino más bien convenzámonos de lo que dice San Pablo, que Jesucristo se compadeció de él y y sólo se compadecerá de nosotros si reconocemos la verdad de nuestra vida, que todos somos pecadores, no sólo los delincuente so los terroristas. Si San Pablo y todos los santos se consideraban grandes pecadores, ¿cómo es que nosotros podemos llegar a considerarnos carentes de pecado? Alguno ha dicho que hay dos categorías de personas, los santos que se consideran pecadores y los pecadores que se consideran santos. Dios quiera que nos nos enceguemos nosotros y nos pongamos entre las filas de los primeros.  

sábado, 3 de septiembre de 2016

¿Un Cristo cruel?

HOMILÍA PARA EL DOMINGO XXIII DURANTE EL AÑO, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2016.
(Lc 14, 25, 33).

El pasaje evangélico que nos toca este domingo nos presenta a Jesús seguido por una gran muchedumbre. Cualquiera que tiene cierta edad, tanto en España como en muchos otros países, puede constatar que comparado con hace cuatro o cinco décadas, las iglesias se van vaciando cada vez más. En mi país, Irlanda, hace 50 años, casi todo mundo "iba a Misa", unos 98%. Los pocos que no iban eran mayormente enfermos. Todo eso ha cambiado y ahora ni va un tercio de los que profesar la fe católica. En España la cosa está semejante o peor. Aquí se puede calcular que participa un 3% de los bautizados a la misa dominical y mayormente mujeres de la Tercera Edad. A nosotros sacerdotes nos gusta ver las Iglesias llenas, poder celebrar misas en las que participan vivamente los fieles cantando con gozo y alegría, pero eso ya casi no se da. Los padres no traen a los hijos a la iglesia, y luego de haber recibido la Primera Comunión, los niños desaparecen de la parroquia y muchos ni quieren la Confirmación. El número de matrimonios católicos está disminuyendo. Algunos celebran una boda civil en el Ayuntamiento, o simplemente conviven en un concubinato. Todo esto nos parece mal, y nosotros los sacerdotes y también los pocos que nos quedan de colaboradores o agentes de pastoral lamentan esta situación.

En este sentido, deseo recordar un texto del entonces Profesor Joseph Ratzinger, posteriomente el Papa Benedicto XVI, acerca del futuro de la Iglesia. Se trata un texto fue formaba parte de una serie de charlas que dio en la radio en Alemania en el año 1968, que posteriomente fueron recogidos como libro llamado Fe y Futuro. De la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros. Ciertamente conocerá también nuevas formas ministeriales y ordenará sacerdotes a cristianos probados que sigan ejerciendo su profesión: en muchas comunidades más pequeñas y en grupos sociales homogéneos la pastoral se ejercerá normalmente de este modo. Junto a estas formas seguirá siendo indispensable el sacerdote dedicado por entero al ejercicio del ministerio como hasta ahora. 

¿Qué reacción tenía Jesús ante la gran muchedumbre que lo seguía? ¿Tenía la misma actitud que nosotros que nos gustan tanto los números? Se podría decir que Jesús no era experto en la mercadotecnia, es decir, no actuaba como los que hacen la publicidad sobre los productos o los polìticos que piden el voto, más bien manfiestaba claramente y sin ningún desparpajo lo que implicaba ser discípulo suyo. No solamente en esta ocasión sino en otras, Jesús no quería seguidores superficiles. En la época, existía una gran expectación acerca de la posible llegada del Mesías, visto como un libertador de Israel, que fuera a expulsar a los odiados romanos y estableciera el Reino de Dios, entendido como resultado de una campaña política y militar como lo que hizo el Rey David, un milenio antes.

Jesús le pone a la gente que lo quiere seguir unas exigencias realmente extraordinarias que pudieran parecer crueles e inhumanas. Haciendo una traducción literal de lo que presenta San Lucas en su evangelio, Jesús dice: "El que viene a mí y no es capaz de odiar a su padre, su madre, a sus hijos , a sus hermanos y hermanas, y su propia vida, no puede ser mi discípulo"  Aquí he hecho una traducción literal del texto de San Lucas y utiliza el verbo misei que signfica odia. Claro, las traducciones oficiales dan un paso más y explican que se trata de preferir a sus familiares más cercanos que al mismo Jesús, pero el verbo que utiliza San Lucas es odiar, que ciertamente tenemos que entender en el sentido que dice nuestra traducción litúrgica. En todo caso, resalta la radicalidad de lo que dice Jesús. Nadie, ni antes ni después de Èl, pudo exigir un compromiso tan radical de los que deseaban seguirlo, prescisamente por ser quien es, el Hijo mismo de Dios, segunda persona de la Santísima Triniadad hecho uno de nosotros y que tiene una autoridad como la de ningún otro. Ciertamente, los lazos de afecto familiar son importantes y se nota esto en muchos pasajes de la Biblia, pero no se comparan con lo que se exige de un verdadero discípulo de Jesús.

Jesús procede diciendo: El qew no toma su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo". Para los contemporáneos de Jesús, el concepto la imagen de la cruz provocaba horror. Debido a que parte de efecto de la tortura que era la cruz era su exhibición pública, ellos sabían perfectamente lo que eso signficaba, el dolor tremendo, y la desesperación y la muerte lenta y angustiosa. Jesús estaba de camino hacia Jerusalén y sabía perfectamente que iba a acabar ajusticiado por los romanos en la cruz. Se piensa que todos los apóstoles, con la excepción de Juan, fueron mártires. Sabemos que en el siglo XX hubo más mártires por la fe cristiana que en todos los siglos anteriores de la historia de la Iglesia. No ha cambiado en el siglo XX, sosbre todo con el surgimiento con fuerza del Islam en todo el mundo que está matando, incluso crucificando y degollando a cristianos. Llevar la cruz detrás de Jesús no es solamente de los que son llamados a dar el testimonio supremo del martirio. Implica que el cumplimiento del mandamiento fundamental que nos entregó Jesús de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y  al prójimo como a nostros mismos exige de cada uno mucho sacrifico y dolor. Tambien el amor necesariamente no ha de hacer vulnerables ante el dolor de otros y a practicar la caridad cristiana, que es lo opuesto de indiferentismo, del egoismo y demás vicios que nos son tan comunes.

A continuación, Jesús cuenta dos parábolas que tienden a ilustar el mismo punto, es decir, la necesidad de reflexionar bien antes de asumir un compromiso tan serio com el del seguimiento de Jesús. En primer lugar menciona a un señor que desea construir una torre y se sienta para calcular si va a tener con qué terminarlo, para no quedar mal ante los vecinos. En el otro caso, se trata de un general de ejército que con 10,000 soldados, tiene que caluclar si puede enfrentar a otro que le viene en contra con 20,000. Si no, entonces pedirá condiciones de paz. Jesús quiere que reflexionemos bien antes de asumir el compromiso del seguimiento de Èl que es la vida cristiana.

¿Y en el caso de la mayoría de nosotros que hemos nacido en un ambiente católico y nuestros padres no levar a la Iglesia a ser bautizados en las primeras semanas de nuestra vida, que es lo que recomiend el Código de Derecho Canónico. En un ambiente más cristiano, de cultura cristiana, en lo que se denomina la Cristiandad, que ya no existe, esto funcinaba, pero ya no, como he señalado arriba. Uno no nace cristiano, sino se hace. Se trata de una opción personal y bien pensada. Ciertamente el ambiente familiar y social, la petenencia a una comunidad caristiana, sea parroquial u otra relacinada tiene una gran importancia y se de desear. Lo que ha pasado en las úlitmas décadas es que se ha ido debilitando las comunidades parroquiales y otras. Los padres que llevan a sus hijos a la parroquia para ser bautizados, pese a escuchar unas charlas, que ciertamente son manifiestamente insuficientes, no puden o no quieren asumir el compromiso que han asumido al responder, con el apoyo de los padrinos, el compromiso de educar al niño en la fe. Dado que los padres son los que prinicpalmente influyen en la vida del niño, y si la fue no cuenta en sus vidas, difícilmente se remediará tal situación, aunque tuvieramos unas catequistas estrella. Si los padres no acuden a la Misa, ni entran en la Iglesia más que dos o tres veces al año, en la ocasión de alguna boda o entierro, no se puede esperar que los niños vayan a seguir viniendo una vez pasada la fiesta y ocasión social que ha sido la Primera Comunión. Idealmente, se la fe se vive en la familia y existe una comunidad parroquial realmente creyente, amén de otros grupos o movimientos, el joven católico, por ejemplo, al ser confirmado en la adolescencia asume personalmente el compromiso de seguir a Jesucristo y ser miembro vivo de su cuerpo que es la Iglesia, y se va conviertiendo en un cristiano maduro y activo. Lamentablemente, este caso es hoy en día la excepción.  Pareciera, según nuestro pasaje evangélico, que Jesucristo no quiere este tipo de seguidor desde lejos, que acude a Èl un par de veces al año y el resto se olvida completamente de la fe. La fe, siendo como un músculo, si no se ejercita se va debilitando hasta que al final desaparece. Una generacion se convierte en "no practicante" e inevitablemnte la siguiente se hace indiferente a la religión y busca un sustituto al que rinde culto. Tales sustitos sueles ser el fúbol y otro deportes, el culto al cuerpo que lleva a mucha gente a la gimnasia y sacrificarse para tener un cuerpo esbelto, el dinero y lo que puede comprar, el culto al medio ambiente que se podría llamar la ·ecoreligión", el poder, aunque el que lo quiere ejercer lo hace sobre su familia o sus empleados si es empresario o comerciante etc. Si el hombre no rinde culto al verdadero Dios, como lo enseña Jesucristo, pronto encontrará un ídolo, un falso Dios para converitlo en la gran preocupación de su vida.

Por lo tanto, ¿Jesús es cruel? Así como no es cruel el entrenador de deportes que exige muchísmo esfuerzo y compromiso de sus pupilos, largas horas de ejercicios, de correr, del aprendizaje de las reglas del deporte en cuestión etc,, sino un buen entrenador, tampoco Jesús es cruel ni pide más de lo que podemos dar. Al contrario, nos da la gracia, la fuerza para poder seguirlo. Obviamente, es muy importante la comunidad, no sólo porque la misma naturaleza exige una vivencia familiar y comunitaria, sino también porque unos ayudan y estimulan a otros. Esto sucede en grupos de apoyo como son Alcohólicos Anónnimos. Nadie puede superar solo una adicción como el del alcohol, de la droga, del sexo, del juego y tantos otros. Recordemos que la palabra salvación es la misma que sanación en latín. Todos nacimos con una enfermedad espiritual, con unas tendencias que nos llevan a hacer el mal, lo que la teología llama del Dogma del `Pecado Original y la concupiscencia, y está claro que nada de esto podemos superar sólo. Por esto Jesús se ha quedado en su Iglesia, que es su Cuerpo y su Esposa. También por esto, entre otras razones, es tan importante la Eucaristía, que San Ignacio de Antioquia, mártir en Roma en el año 107, decía que la Eucaristía es "fármaco para la inmortalidad". Acojamos la invitación de Jesús hoy de reflexionar seriamente y no seamos como el señor que se pudo a constuir la torre sin tener con que´temrinarlo.