La palabra profeta no significa principalmente la capacidad de predecir el futuro,sino más bien la misión de hablar de parte de Dios. La Biblia utiliza el término "hombre de Dios" y también "vidente" para referirse a los profetas. Los profetas reciben una vocación y una misión de parte de Dios y normalmente es dura y difícil de realizar. El caso emblemático es el del profeta Jeremías que a partir de su juventud cuando Dios lo llamó se dedicó a presentar el mensaje de Dios a un pueblo, a los reyes y demás altos cargos de la Judea del siglo VI antes de Cristo y no le hicieron caso. Dios lo mandó dictar su mensaje a su secretario Baruc y se dieron al rey, que al leerlo iba quemando cada página. Lo metieron en un hoyo. Incluso se quejó amargamente a Dios por dureza de la misión profética y del hecho de que no le hacían caso.
Hoy hemos escuchado un pasaje del profeta Ezequiel, que recibió un vocación profética en Babilonia, lo que es ahora Iraq, adonde había sido exiliado con otros muchos en el año 593 a. C. Le tocó presentar el mensaje de Dios a sus compañeros de exilio que se sentían desesperados y no comprendía cómo pudo el rey de Babilonia atacar Jerusalén y llevarlos al exilio. Les parecía que Dios los había abandonado. En primer lugar, Ezequiel indica que el Espíritu entró en él y lo puso de pie y le entregó el mensaje a entregar al pueblo. Los llama "un pueblo rebelde", y no solo sus contemporáneos sino también sus antepasados habían rebelado contra Dios, no cumpliendo su ley, poniendo su confianza en alianzas con grandes potencias etc. Los llama "duros y obstinados".
El profeta es uno que se ha sentido fuertemente sacudido por el Espíritu de Dios y con una obligación grave de comunicar al pueblo el mensaje recibido de parte de Dios. Para Jeremías era como fuego dentro de su corazón y pese a sentir la dureza de la misión, el rechazo del pueblo, no podía dejar de proclamar lo que el Señor le mandaba.
Ezequiel fue enviado a su propio pueblo "duro de cerviz, obstinado y rebelde". Lo importante es que el profeta les anuncie la palabra de Dios, aunque sean "una casa rebelde y sabrán que un profeta ha estado en medio de ellos". También Jesús, según lo que hemos escuchado en el evangelio de hoy, encontró esa misma dureza en los de su pueblo. Ellos lo menospreciaban porque lo conocían, conocían a su Madre, María y as sus demás familiares, y se preguntaban de donde le salió todo eso. El mismo Jesús comentó: "Ningún profeta está sin honor excepto en su lugar de nacimiento y en su propia casa".
La misión profética de Jesús se comunicó a la Iglesia e incluso a cada uno de nosotros por nuestro bautismo. Jesús es Profeta, Sacerdote y Rey, y nosotros participamos por nuestro bautismo en estos tres oficios o misiones de Jesús en medio de su Iglesia. ¿Cómo se puede ser profeta hoy en día? Los profetas fueron enviados por Dios sobre todo en momentos de crisis del pueblo, cuando peligraba su fe. ¿Acaso hoy en día en la Iglesia no hay problemas, rechazo de la doctrina de la Iglesia incluso de parte de los mismos católicos? ¿Cómo es que tantos que fueron bautizados católicos se van con las sectas evangélicas donde aprenden a odiar a la Iglesia? Si hacemos un examen de conciencia, no solo personal, sino también si examinamos la sociedad en la que vivimos, veremos que está lejos de ser lo que Dios quiere. ¿Cuántos verdaderamente se guían en su vida por los mandamientos de la ley de Dios? Hagamos un repaso de los diez mandamientos de la ley de Dios para descubrir cómo vamos nosotros y la misma sociedad en su cumplimiento? Recientemente ha habido propuestas de ley acerca del aborto en caso de violaciones que sería luego una coladera para más casos; igualmente el así llamado matrimonio gay etc. Solo la mitad de las parejas están casadas siquiera civilmente, menos gozan de la gracia del Sacramento del Matrimonio. El adulterio está a la orden del día.
Todos somos conscientes de la importancia fundamental de la participación en la misa dominical para cualquier católico. El Concilio Vaticano II afirma que es el centro y culmen de toda la vida cristiana. ¿Y qué porcentaje de los católicos peruanos participan regularmente en la Misa dominical? ¿Veinte por ciento? Tienen tiempo para ir al mercado y hacer una gran cantidad de cosas consideradas urgentes el domingo, mientras no se dan cuenta de lo que es la cosa más importante. No atienden a la convocación del Señor para que estén con Él y reciban la fuerza de su Palabra y de la comunión con él para alcanzar la verdadera felicidad, la paz y poder tener la fuerza para amar a Dios y el prójimo como Él quiere.
¿Nosotros hemos hecho algo para invitar a familiares, amigos o compañeros de trabajo para que vuelvan a la Iglesia, a participar en la Santa Misa? Es cierto que hay madres de familia que urgen a los hijos a que no abandonan la práctica de la participación en la Misa y también que participen en algún grupo parroquial u otro. No es fácil y a veces los que invitamos nos echan en cara nuestros defectos como pretexto. ¿Y si no hiciéramos ningún esfuerzo por mejorar nuestra vida, por ser virtuosos, solidarios, caritativos y comprensivos, y si no contáramos con la fuerza que viene del Señor, no es cierto que nuestro comportamiento sería peor? Los que nos dicen estas cosas manifiestan su falta de sensibilidad, de virtud,de caridad y manifiestan que tienen una gran necesidad de la ayuda del Señor para poner en orden su vida. Hagamos un esfuerzo por vivir la vocación profética que hemos recibido en el bautismo intentando acercar a otros a la Iglesia que es Cuerpo y Esposo de Jesucristo, Casa de Dios y su morada en medio de los hombres.
sábado, 4 de julio de 2015
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